martes, 7 de agosto de 2012

MARILYN, 50 AÑOS YA...



ANTEAYER, domingo día 5, se cumplió el cincuentenario de la desaparición de un mito de nuestra cultura. De un auténtico e incombustible icono que sigue tan vivo hoy como en la época en que fue creado. Se llamaba Norma Jeane Baker, pero todo el mundo la conoció y la recuerda como Marilyn Monroe. Fue una de las mayores estrellas de Hollywood y pasó a convertirse en leyenda desde el momento en que la cruel Parca vino a visitarla, de manera no poco misteriosa y turbia, cuando tan sólo contaba 36 años. Por cierto, que también era domingo...



Marilyn, para mí —e imagino que para la mayoría de los hombres occidentales—, siempre ha sido el paradigma de la opulencia erótica femenina, aunque suavizada y enriquecida por ese toque de inocencia, espontaneidad, bonhomía y frescura que supo imprimir a los personajes que interpretó en la pantalla. Su imagen simpatiquísima de miope inocentona y despistada en Los caballeros las prefieren rubias, o el encantador y doblemente dulce papel de "Sugar" en Con faldas y a lo loco —uno de los mejores de su carrera, si no el mejor— transmitieron de ella una imagen de chica romántica, divertida, algo superficial y simplona, desafortunada en el amor y eminentemente buena. Esto es innegable y forma parte del inmenso legado artístico que la actriz nos dejó tras su marcha de este mundo.



Pero si por algo me ha atraído siempre la figura de Marilyn no es tanto por esta faceta más amable de su imagen (que no de su personalidad), o por su innegable calidad como actriz, cuanto porque representa para mí un arquetipo: el de la persona absolutamente vulnerable, a la que uno desearía ayudar a toda costa. Siempre ha despertado en mí esa ternura y no he podido resistirme jamás al placer nostálgico (¿y morboso?) que me producía dicho sentimiento. Y sé que algo parecido le ocurre a otras muchas personas (incluidas las mujeres) que la ven en sus películas o en los numerosos testimonios fotográficos que han quedado de ella (1). Su vulnerabilidad: he ahí la característica fundamental que yo destacaría de esta hermosa mujer atormentada, conflictiva y sufriente, a quien la vida pareció no sonreírle, pese a haber estado en lo más alto de la gloria y de la fama.

 Una bailarina demasiado frágil para este difícil ballet que es la vida

En este sentido, y que yo recuerde ahora mismo, no he visto jamás una criatura más desamparada, dolorida y rota que Marilyn en aquellas célebres fotos del año 1954, que aparecieron publicadas en la revista Life, y donde se veía a la diva saliendo de los juzgados acompañada por su abogado después de haber tramitado el divorcio con Joe DiMaggio. Pocas veces he encontrado más vulnerable y hermosa a Marilyn que en aquel doloroso instante de su vida, con el pelo rubio platino refulgiendo por encima del adusto conjunto de color oscuro, formado por falda de tubo y un ceñido suéter con cremallera y cuello alto vuelto que se pegaba, insinuante, al hermoso cuerpo de la maltrecha actriz. ¡¡Ojalá hubiera podido estar ahí —pensé más de una vez, en mi adolescencia— para haber intentado ayudarle a superar ese trance...!! Ya ven ustedes...







A DiMaggio, por el contrario, en alguna de esas mismas fotos se le ve tranquilo, sereno y casi sonriente, como si no tuviera que ver con él lo que estaba ocurriendo. Una actitud que nos hace mirarlo con recelo y antipatía, por el contraste que supone con la de su ex-mujer. Pero nada más engañoso ni alejado de la realidad, pues resulta que el mítico jugador de beisbol —al decir de quienes lo sabían—, fue el único hombre que amó de verdad a Marilyn. Que la amó como mujer, claro está, y no como mito o como arcilla virgen a la que modelar desde el punto de vista intelectual (tal como, al parecer, quiso hacer su tercer y último marido —el dramaturgo Arthur Miller—, actuando igual que el célebre protagonista del Pigmalión de George Bernard Shaw, que tan acertadamente llevó a la pantalla cinematográfica Moss Hart, con Rex Harrison en el papel del repelente profesor Henry Higgins y la elegante Audrey Hepburn —en las antípodas, por cierto, de la belleza carnal y voluptuosa de Monroe— como la joven alumna Eliza Doolitle). De hecho, durante los veinte años siguientes a la muerte de Marilyn y tres veces por semana, DiMaggio se encargó de que nunca faltara una docena de rosas rojas en su tumba, que puede visitarse en el cementerio de Westwood. El jugador falleció el 8 de marzo de 1999, y aseguran que nunca dejó de querer a su célebre ex-mujer, a la que siguió ayudando incluso después de haberse divorciado.



Lo cierto es que, a pesar de su imagen desenfadada en el cine, Marilyn fue siempre mucho más la Roslyn de Vidas rebeldes, que cualquiera otra de las féminas que interpretó. Su personalidad conflictiva, desvalida, neurótica y llena de problemas quedaba perfectamente definida por el título original de esa película, cuyo guión había escrito Miller: The Misfits (Los inadaptados). Con razón dijo de ella John Huston —director del film— que, para hacer dicho papel, la actriz había excavado «dentro de sus propias experiencias personales para sacar a la superficie algo único y extraordinario. No tenía técnica de actuación. Era todo verdad, era sólo ella». Quizá por esta razón, siempre he tenido claro que cuando más hermosa y atrayente se me aparece Marilyn es en aquellas imágenes que captan momentos de su intimidad o donde aparece más triste y soñadora. Aquéllas en las que sus bellos ojos de miope, entornados con esa dejadez tan suya, parecen dirigirse a mí pidiéndome ayuda. No sé... Quizá sea porque todos conocemos la triste historia de su vida privada: la inestabilidad, las inseguridades, la falta de un verdadero amor que hubiera sido capaz (¿quién sabe?) de ayudarle a reconducir su vida...




Pese a todos sus problemas, pese a los numerosos quebraderos de cabeza que le dio a sus compañeros de profesión durante los rodajes (¿hace falta recordar las impresiones negativas de Tony Curtis, Jack Lemmon, Billy Wilder, Laurence Olivier...), Marilyn fue una grandísima actriz. Nadie como ella ha logrado representar en pantalla la vulnerabilidad y la inocencia, el amor no correspondido y la esperanza de conseguirlo alguna vez. Por todo ello, ¡¡muchas gracias Norma!!

Durante un descanso, en el rodaje de Río sin retorno (1954)


Y finalizo ya: como buen icono de la cultura popular, Marilyn Monroe ha sido constantemente utilizada y homenajeada por el mundo de la historieta y la ilustración. Y como este blog está dedicado, con preferencia a ambas materias, no puedo dejar pasar la ocasión de ofrecerles algunas imágenes que ilustran esa realidad. Cierro, además, con una original historia de Mino Milani, magníficamente dibujada por el siempre eficaz Sergio Toppi. En nuestro país apareció publicada en el número 14 de la revista Bumerang y luego también en el número 1 de esa otra efímera publicación llamada Zhar (aquí bajo el título de Homenaje a Marilyn Monroe). A disfrutarlo.

 © Clothilde Nadel




© Corey R. Wolfe




© Daniel Tarantola



© Dave Willardson




© David Lee






 
© Irene Celic


 
 © Andy Warhol



© Lance Collins



© Earl Moran




 
© Olivia de Berardinis



© Al Hirschfeld





 © Michel Faure



© Monte Dolack



 © Oscar da Costa







© José González, ¡insuperable!



 © Hajime Sorayama



  © Sergio Toppi

















--------------------
(1) Marilyn es una persona no sólo recordada, sino querida, pues además de ser guapa caía simpática. Yo siempre he creído que con ella ocurre un poco lo mismo que con Cary Grant: que gusta no sólo a mujeres, sino también a hombres, y cae bien a ambos. Pero Grant vivió hasta los 82 años, y esa es la gran diferencia que le separa de Marilyn.

14 comentarios :

  1. Totalmente de acuerdo, como puedes ver en el texto mismo de la entrada.

    Y aún mejor todavía si la dibuja el maestro Toppi, ¿a que sí?

    Gracias por tu comentario y un saludo estival.

    ResponderEliminar
  2. Te agradezco mucho este post. Y también que menciones su innegable calidad como actriz. He visto últimamente varios posts sobre ella en los que desde al autor a los comentarios, casi todos, con pocas excepciones, opinaban que era mala actriz. Abunda la gente que no sabe ver más allá de su maravilloso aspecto. Eso me irrita. En "El príncipe y la corista" está de Oscar. En v.o. por supuesto. De hecho, he visto muchos Oscars menos merecidos que algunas de sus actuaciones.

    A mí también me ha inspirado desde siempre muchísima ternura y me ha parecido el ser más vulnerable del mundo. Me fascina desde niño.

    Gracias otra vez.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Alberto.

      Para mí nunca ha habido duda de que Marilyn fue una gran actriz. Lo fue de comedia (insuperable) y también demostró serlo en otros registros más dramáticos (Bus Stop, Vidas rebeldes), que constituían su meta profesional más anhelada (pues ya sabéis que al complejo habitual de los artistas de Hollywood --que se piensan inferiores respecto de los actores de Broadway y de teatro europeo-- se añadía la peculiaridad de que no soportaba que la encasillaran en el papel de rubia tonta). Pues bien, en este sentido Marilyn no era muy distinta de sus compañeros y su gran obsesión fue siempre que la consideraran una gran actriz, ¡ya ves! No se daba cuenta --bueno, ni ella, ni sus contemporáneos-- que era extraordinaria en la comedia y que, estoy seguro, lo habría sido también en cualquier otro registro interpretativo si la Parca no hubiera venido a llevársela tan pronto y cuando aún era tan joven.

      Saludos y gracias de nuevo.

      Eliminar
    2. También estoy de acuerdo con lo de la versión original, pues una de las características más personales y mejores de Marilyn era su peculiar manera de hablar. Ese tono suave y susurrante de voz, lleno de inflexiones era capaz de dejar desarmado al interlocutor más frío e indiferente... ¡¡Por fuerza terminas poniéndote del lado de su propietaria!! Sobre todo si, a la voz propiamente dicha, le añadías esa sonrisa tan hermosa de Marilyn. Una de las más bellas y francas que yo haya visto jamás... Eso es el carisma, imagino...

      Eliminar
  3. Creo que está mejor en Con Faldas y a lo Loco, en La Tentación Vive Arriba, en Vidas Rebeldes. Si sólo era una cara bonita ¿por qué la querían en sus películas Billy Wilder, Howard Hawks, John Huston, George Cukor? No es la meor actriz pero no es ni de lejos tan mala como se dice, se ha combartido en un tópico.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El papel de Sugar creo que es, en efecto, uno de los mejores de su carrera.

      En cuanto al tema de los directores era algo que, lógicamente, preocupaba muchísimo a la actriz (que siempre estuvo obsesionada con perfeccionarse y con lograr que la consideraran una buena intérprete). De hecho, cuando regresó a Hollywood tras su catártica estancia en Nueva York (durante la cual vivió con el fotógrafo Milton Green y su familia e inició su relación con los Strasberg), Marilyn consiguió acabar con el régimen de tiranía que le imponía el contrato que había firmado años atrás con la Fox, y en el nuevo consiguió introducir una cláusula donde se incluía una lista de directores con los que quería trabajar. Y a ella se acogió escrupulosamente en los años posteriores.

      Eliminar
  4. Lo de que Marilyn era una mala actriz es un tópico como cualquier otro. Tenía dotes naturales para la comedia y Wilder supo mostrarlas como pocos. El problema quizás fue el encasillamiento del personaje (Marilyn) que todos pretenden conocer frente a la persona (Norma)que seguramente fue un misterio hasta para sí misma.

    Gran entrada como siempre, Alberich. Me ha encantado que te la llevases al final a tu terreno incluyendo la estupenda historieta de Toppi.

    Impacientes Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias PAblo. Paso a vuelapluma únicamente para saludarte y agradecerte el comentario, porque estoy un poco liado... Imagino que ya te habrás enterado de lo de Toppi. ¡Qué lástima!

      Un saludo y gracias de nuevo.

      Eliminar
  5. Eso digo, el tópico.. Quizás producto del maldito encasillamiento que no permite ver más allá, no sé. Puede que si hubiera tenido más tiempo y otra vida, de anciana los que le niegan el talento le harían reverencias, como a Paul Newman.

    ResponderEliminar
  6. Y ahora también nos ha dejado Sergio Toppi. Qué verano. Adiós a otro maestro.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Efectivamente... Me encuentro preparando una entrada-homenaje a Kubert (por eso estoy tardando tanto tiempo en redactarla) y me he enterado también de lo de Toppi. La verdad es que estoy conmocionado... Era muy mayor, cierto, pero es una verdadera lástima. ¡Y con todos los proyectos que tenía en mente...!

      Y tampoco debemos olvidar a nuestro Kalíkrates, que también falleció el pasado 12 de agosto.

      ¡Vaya veranito...!

      Eliminar
  7. Encasillada en papeles de rubia tonta y más de uno no sabe que tenía un coeficiente superior a la media y por encima del de Einstein (según las opiniones, hay quien dice que sólo un punto por encima y otros dicen que hasta 5 o 6, pero es lo de menos; de tonta, nada). Siempre pretendió conseguir nuevos registros interpretativos y se sale en su papel dramático en "Niebla en el alma" (Don't bother to knock). Lamentablemente no consiguió el papel que tanto ansiaba de Grushenka en "The Brothers Karamasov" (Qué gran Grushenka se perdió el cine, y eso que Maria Schell deslumbró). Tengo todas sus películas, hasta la inacabada "Something's got to give" (Algo tiene que ceder). Grande entre las grandes, con sueldo inferiores a ciertas divas como Elizabeth Taylor, pero la Monroe mi favorita, digan lo que digan los demaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaás !!!! <3 Forever Marilyn !!!!

    ResponderEliminar