viernes, 26 de septiembre de 2014

PRIVATIZACIÓN DE SERVICIOS PÚBLICOS



EL mito de la privatización de servicios públicos para obtener con ello una gestión más eficaz —"externalización" se denomina, eufemismo con el que se pretende disimular el vaciamiento de lo público que conlleva y la usurpación de funciones que supone por parte de particulares— es una falacia como la copa de cien pinos juntos. No querría parecer intrascendente o ligero con el ejemplo que deseo ponerles, y más de uno incluso me dirá que en estas cuestiones tan complejas no se puede generalizar, o que es necesario estudiar caso por caso, pues no siempre ocurre igual. Pero a ver si logro hacerles ver lo que quiero.

Por si ustedes no lo saben, el Teatro Real tiene un servicio de venta de entradas telefónica y por Internet que está gestionado por una empresa denominada General Tickets, la cual pone a disposición de los potenciales clientes del coliseo madrileño un teléfono al que llamar para comprar las entradas. No hace falta decir que el número es un 902, de cuya tarifación la citada empresa se lleva una parte (como ocurre con todo este tipo de números telefónicos, según tengo entendido). No intentes utilizar los teléfonos alternativos que pueden encontrarse en páginas web como "No más 900" y similares, porque General Tickets lo tiene todo bien montado para que no funcionen. Es decir, o pasas por caja o no hay nada que rascar. Esta situación —que, ya de por sí es enervante y seguramente ilegal, pues las empresas de servicio creo que están obligadas a proporcionar, junto al número 900 citado, otro acogido a las tarifas planas (es decir, gratuito)— tendría un pase si en cada primera llamada consiguieras obtener lo que ibas buscando: esto es, las entradas. Pero nada más lejos de la realidad, pues lo que suele ocurrir es que, primero te salgan un par de locuciones de amables señoritas que se tiran un buen rato informándote de cosas que no te interesan lo más mínimo —pues tú vas buscando lo que vas buscando— y segundo, que el servicio esté saturado, dé señal de comunicando (lo habitual) y terminen colgándote el teléfono después de haberte gastado el dinero. Además, y por si esto fuera poco, cada localidad que compras a través del teléfono llega con un "cargo de gestión" de 1,55 euros por unidad. Como no bastaba con lo que te habías gastado en la llamada... Bueno... Eso es en lo relativo a la compra de entradas por vía telefónica. Veamos ahora qué ocurre cuando usamos la modalidad de Internet.



En este caso General Tickets ofrece una bonita página web que comunica con el teatro para enseñarte el plano de las localidades que vas a comprar. Y una vez que lo has hecho te cobra 2,60 euros por gastos de gestión y por cada una de las entradas que adquieras. Como lo oyen: si compras dos entradas, General Tickets se embolsa 5,20 euros, si son tres 7,80 y así sucesivamente. Sumen y verán cuán rentable es la cosa.

Todo estaría bien si esta fuera la única posibilidad existente. Pero resulta que cuando visitas las páginas webs de entidades públicas como el INAEM —esto es, el Instituto Nacional de las Artes Escénicas— y entras a comprar entradas para el Auditorio Nacional, o el Teatro de La Zarzuela, o los del Canal, etc., pues acabas la operación sin haber tenido que pagar ni un solo euro por gastos de comisión. Es decir: el servicio, al ser público, se ofrece gratuito a los ciudadanos que ya lo hemos pagado con nuestros impuestos, revirtiendo en nuestro beneficio y obteniendo los mismos resultados que cuando lo hacemos a través de una empresa privada. Y si hablamos de teléfono, ¿qué decir? Bueno, pues en este caso la rapacidad también ha hecho mella en las administraciones públicas y nos encontramos con otro 902 para conseguir entradas por vía telefónica de todos los centros vinculados al INAEM. No he probado a buscar los números 91 alternativos. Pero apostaría un Potosí a que los hay y a que funcionan (aunque esto es sólo una suposición, porque no he hecho la prueba, ya que compro siempre por Internet, pues no cobran comisión). También estoy convencido de que no añaden "gastos de gestión", al contrario de lo que hace General Tickets. Pero insisto en que no he verificado este punto.



Y yo me pregunto entonces: ¿dónde están las supuestas ventajas de privatizar (perdón: externalizar) servicios públicos, salvo en que se beneficia a particulares (que, generalmente además, son amigos o conocidos de quienes conceden dichas privatizaciones) y se saca de nuevo los cuartos al ciudadano? Y cuando la cosa no es tan rentable como uno había pensado, entonces se devuelve la concesión a la Administración, para que ella se haga cargo de las pérdidas. Negocio redondo.

6 comentarios :

  1. Pero mira que llegas a ser exagerado.

    Hoy estaba leyendo sobre Caniff y porqué cerró una serie de exito para arriesgarse con otra. La culpa la tuvieron los seguros médicos. El mismo motivo por el que no pudo alistarse le impedía garantizar el futuro a su familia en el momento de que no pudiera hacer la tira diaria. Llega a tener una seguridad social como la nuestra y a lo peor se lo hubiera pensado dos veces.

    Hay que putear a la gente par tenerla siempre en tensión y den lo mejor de si mismos.
    (lástima no tener unos iconitos para el, sarcasmo, para que lo coja hasta Sheldon Cooper)

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  2. Hola Emilio, ¿qué tal?

    O sea, que con "Seguridad Social Norteamericana" Caniff a lo mejor había continuado haciendo Terry and the Pirates, no se habría creado Steve Canyon y, por ende, el bueno de Carlos Giménez quizá no tendría que haber rechazado por escrúpulos ideológicos el premio "Emilio Freixas", que le concedieron en 1979 después de Caniff. ¡Fíjate cómo habrían cambiado las cosas...!

    En fin, Serafín... Después de pensar en lo que dices de estimular al personal podría llegar a estar hasta de acuerdo con ello, pero no dejando que nos cobren dos veces por lo mismo, coño...

    Un saludete fuerte.

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  3. No estoy de acuerdo con sus comentarios, amigo Alberich. El sistema de mercado privado, bien llevado, es mil veces más eficiente que cualquier otro sistema de economía centralizada pública, ya sea de orientación comunista o de orientación fascista. La historia nos demuestra con hechos que los mayores niveles de progreso económico y sociopolítico existen en el Occidente liberal, tan denostado por los pseudoizquierdistas. Los experimentos del pasado y del presente basados en la economía de lo público han caido por su propio peso y solo han engendrado dictaduras, totalitarismos sociales, pobreza, ineficiencia económica y atraso. Claro que es más "chupiguay" y más "políticamente correcto" abogar por lo pùblico que por lo privado. Pero la realidad es tozuda. Es como es, no como les gustaría a algunos que fuera. En cualquier caso, tome esto como mi opinión, que aún vivimos en un país libre y podemos manifestar nuestras ideas. Un saludo.

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  4. ¿O sea que, en este caso, le parece bien pagar por un servicio que otras entidades públicas ofrecen de manera gratuita? Pues no lo entiendo, la verdad. A mí no me resulta "chupiguay" decir que prefiero lo público en ese caso, sino que lo veo de lo más normal...

    En cuanto a los ejemplos que usted pone, me parece que se ha ido a los extremos, pues me cita únicamente los regímenes totalitarios, y hay otras opciones. Yo, por ejemplo, no abogaría nunca por un sistema político de economía dirigida (se ha demostrado que eso es un fracaso), pero sí por uno --llámelo socialdemócrata-- en el que los poderes públicos tutelen y regulen --para hacerlo más equitativo y dentro de cierta libertad de mercado, por supuesto-- los abusos e injusticias que el sistema capitalista tiende a producir siempre que no se le vigila bien. A la vista está lo que nos ha ocurrido en esta última y terrible crisis (que, por cierto, han sufrido los de siempre)...

    Un saludete.

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  5. El maravilloso capitalismo. Of course.
    Loperena

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  6. No, no es que sea maravilloso, ni mucho menos, pero ya me dirás cuál es la alternativa. ¿Un sistema de economía socialista completamente dirigida? Porque los experimentos de esta clase no es que hayan dado muy buenos resultados.precisamente. Sólo veo factible compatibilizar ambas vías a través de un régimen socialdemócrata en el, que sin bloquear del todo la libertad de mercado, los poderes públicos --como ya digo-- supervisen y equilibren los desajustes para evitar las consecuencias de una crisis que se ha cebado en los ciudadanos de a pie (precisamente porque se han ido abandonando los postulados socialdemócratas, a causa de la presión de los grandes grupos económicos, los sectores más liberales y una casta de políticos corruptos que, al frente de los órganos que deberían haber controlado esos desajustes del sistema, no han querido tomar las medidas necesarias para evitarlo).

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