A través de afNews supe, hace unos días, que el pasado 29 de abril falleció en su casa de Livingston (Montana) el guionista, dibujante, editor y pintor norteamericano Albert B. Feldstein, más conocido como Al Feldstein, que pasó a la historia del Noveno Arte por sus trabajos para EC Comics y, sobre todo, por su actividad al frente de la mítica revista satírica MAD, que dirigió entre 1956 (tras la marcha de Harvey Kurtzman) y 1984, convirtiéndola —tal como han señalado las agencias de noticias— en una fuerza cultural y una publicación de referencia internacional. Tenía 88 años (1).
Feldstein vino al mundo en el neoyorkino condado de Brooklyn, un 24 de octubre de 1925. Desde bien joven mostró una inclinación hacia las actividades artísticas, pues antes de haber cumplido los 15 años ya había ganado un par de premios en concursos convocados en su ciudad: con tan sólo 8 años el tercer puesto en una competición de carácter local (la Annual John Wanamaker Art Competition) y con 14 otro premio más por su participación en el concurso de carteles de la Feria Mundial de Nueva York de 1939. Estos primeros "éxitos" le llevaron a matricularse en la High School of Music and Art, ubicada en Manhattan (cerca del Lincoln Center y de la Juilliard School), y a iniciar sus primeras colaboraciones profesionales para la firma Eisner & Iger, un servicio packager de comic books que había sido creado por Will Eisner y Samuel Maxwell "Jerry" Iger, con el objeto de proveer de este tipo de material a los editores de tebeos, que en las décadas de 1930 y 1940 dieron lugar a la denominada Golden Age. Allí realizó Feldstein, como aprendiz, todo tipo de tareas, desde el reparto y entrega de paquetes, hasta el borrado del lápiz de las planchas, pasando por el enmarcado de las viñetas o el entintado de los fondos de algunas historietas.
Tras su graduación y el posterior disfrute de una beca que le permitió compaginar estudios en la Art Students League con la matriculación en el universitario Brooklyn College, a los 17 años Feldstein decidió alistarse como voluntario en las Fuerzas Aéreas de su país, siendo destinado a una unidad de servicios especiales en las que hizo todo tipo de trabajos gráficos (creación de señales para los campamentos, de insignias para los escuadrones, dibujo de historietas para los periódicos de campaña, etc.). Allí permaneció durante toda la guerra y hasta su licenciamiento, tras el cual empezó a ejercer como dibujante freelance y guionista, realizando comic books para el Fox Feature Syndicate, una editorial también conocida con el nombre de Fox Publications y, sobre todo, con el de Fox Comics, que produjo títulos como Blue Bleetle, Fantastic Comics, Green Mask, o Mystery Men Comics, entre otros muchos. Durante este período entabló contacto Feldstein, por vez primera, con el mítico editor William Maxwell Gaines —más conocido como Bill Gaines—, iniciándose una amistad que habría de resultar fundamental para la joven historia del Noveno Arte y de los comic books.
Efectivamente, Gaines acababa de hacerse cargo de Educational Comics (E. C.), una empresa editorial que había heredado de su padre, el también famoso editor Max Gaines, fallecido prematuramente en 1947, a consecuencia de un accidente (2). Sin embargo, deseaba dar un giro radical a la línea editorial que aquél había venido practicando hasta ese momento, consistente en la publicación de libros de carácter pedagógico para niños e historias infantiles, distribuidos a través de dos series tituladas Picture Stories from the Bible y Pictures Stories from the American History. Bill tenía claro que, tras la experiencia traumática de la II Guerra Mundial, el público ya estaba preparado para recibir otro tipo de productos de entretenimiento y lo demandaba. Algo más adulto y orientado hacia temáticas muy trabajadas en la literatura popular, que habían triunfado ya en otros formatos, como las revistas pulp y los seriales de radio. Así, al poco de hacerse cargo del negocio heredado, el joven Gaines lanzó en paralelo con sus series ya tradicionales otras orientadas hacia los géneros del terror, el suspense, la ciencia ficción, la ficción militar, el romance y la novela negra, sacando al mercado una nueva línea de títulos como Crime Patrol, Gunfighter, Modern Love, Saddle Justice, War against Crime, etc. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados desde el punto de vista creativo (o así lo creyó Bill), por lo que decidió renovar sus ideas al respecto. Para entonces Feldstein ya estaba trabajando con él como dibujante, pues se había incorporado a E. C. en 1948. Su estilo gráfico se caracterizó siempre por una cierta rigidez y estatismo (especialmente en las figuras), producto de un tipo de entintado que daba a los dibujos un aspecto algo falto de soltura y con un acabado excesivo. Esta sensación se acentuaba, además, por el hecho de emplear gruesas líneas que bordeaban el dibujo y un tipo de tramado tan preciso, regular y limpio que casi parecía hecho con elementos fotomecánicos. De este modo, al mirar el conjunto se obtenía, a veces, la impresión de estar ante un grabado. En cualquier caso, y salvando las distancias, a mí me recuerda mucho al dibujo del italiano Magnus y al de ciertos autores del underground menos "crumberizados", como Charles Burns.
Pero pronto empezaría a asumir Feldestein otras responsabilidades más graves, como la de escribir los guiones de la mayor parte de las series que iba a publicar la editorial, o la de dirigir dichos títulos como editor, marcando su línea editorial y contenidos. Nadie pudo suponer entonces la importancia que iba a adquirir Feldstein dentro de la empresa, siendo responsable principal, junto al propio Gaines —y posteriormente a Harvey Kurtzman, que desembarcó en la editorial en 1950—, de dar el pistoletazo de salida al nacimiento de uno de los experimentos editoriales y creativos más fascinantes, transgresores e insolentes que se hayan producido nunca en toda la historia de los cómics.
Llegados al año 1950 se produjo el gran cambio de línea editorial que propiciaría el nacimiento de esa EC de la que todos los aficionados hemos oído hablar alguna vez. Fue lo que Bill Gaines denominó la New Trend —para diferenciarla de la Old Trend, que correspondería a la etapa previa iniciada por su padre Max y ya abandonada—, pero cuya idea motriz había partido, al parecer, del propio Al Feldstein: crear tendencias, en lugar de imitar lo que otros hacían. Con el objetivo de conseguirlo se dieron una serie de pasos decisivos, que supusieron el sello de marca o fábrica de EC (3).
Para empezar, Gaines y Feldstein decidieron poner en marcha un conjunto de nuevas publicaciones en las que pretendían recoger ciertas ideas que les rondaban por la cabeza. Surgieron así títulos como Weird Science, Weird Fantasy, Tales from the Crypt, The Haunt of Fear, The Vault of Horror, Shock SuspenStories, Crime SuspenStories, Weird Science, o Weird Fantasy. La estructura y el contenido de dichas cabeceras —dedicadas al horror y a lo policíaco— respondían, en primer lugar, al gusto y a las preferencias personales de sus dos creadores. En efecto, tanto Gaines como Feldstein eran muy aficionados al género de terror y desde niños habían seguido algunos seriales radiofónicos de esta temática, así es que el segundo propuso a su editor y amigo reproducir ese estilo en sus cómics (4). Asimismo, el interés de Gaines por ciertos géneros difundidos a través de la literatura pulp (como la ciencia ficción) les llevó a crear otra línea de revistas centradas en dicha temática. A finales de 1950 el joven editor decide ampliar el número de títulos y de temáticas, creando nuevas cabeceras dedicadas al género bélico y a la aventura (Two-Fisted Tales, Frontline Combat), así como al humor (Panic, MAD), encargando a Kurtzman —que se había incorporado recientemente a EC— la dirección de esas nuevas líneas y la elaboración de la mayoría de sus guiones.
Pero, por encima de todo, lo que el "trío fantástico" de EC deseaba ofrecer era algo distinto, unos productos que fueran más allá del mero entretenimiento instrascendente y de esa orientación básicamente juvenil que tenían los tebeos de superhéroes de aquellos años (cuyas ventas, por cierto, habían empezado a entrar en declive después de II Guerra Mundial). Había, además, un interés por transmitir cierta conciencia social, algo de crítica contra las costumbres y algunas instituciones de la época, así como su presentación en forma de sátira. Tal como confesó el propio Feldstein en una entrevista de los años 70:
El redactor jefe de MAD, debidamente caracterizado, haciendo el ganso en un anuncio promocional
de suscripciones a la revista. ¡Para que vean ustedes cómo se las gastaban en EC!
Feldstein vino al mundo en el neoyorkino condado de Brooklyn, un 24 de octubre de 1925. Desde bien joven mostró una inclinación hacia las actividades artísticas, pues antes de haber cumplido los 15 años ya había ganado un par de premios en concursos convocados en su ciudad: con tan sólo 8 años el tercer puesto en una competición de carácter local (la Annual John Wanamaker Art Competition) y con 14 otro premio más por su participación en el concurso de carteles de la Feria Mundial de Nueva York de 1939. Estos primeros "éxitos" le llevaron a matricularse en la High School of Music and Art, ubicada en Manhattan (cerca del Lincoln Center y de la Juilliard School), y a iniciar sus primeras colaboraciones profesionales para la firma Eisner & Iger, un servicio packager de comic books que había sido creado por Will Eisner y Samuel Maxwell "Jerry" Iger, con el objeto de proveer de este tipo de material a los editores de tebeos, que en las décadas de 1930 y 1940 dieron lugar a la denominada Golden Age. Allí realizó Feldstein, como aprendiz, todo tipo de tareas, desde el reparto y entrega de paquetes, hasta el borrado del lápiz de las planchas, pasando por el enmarcado de las viñetas o el entintado de los fondos de algunas historietas.
Iger y Eisner
Tras su graduación y el posterior disfrute de una beca que le permitió compaginar estudios en la Art Students League con la matriculación en el universitario Brooklyn College, a los 17 años Feldstein decidió alistarse como voluntario en las Fuerzas Aéreas de su país, siendo destinado a una unidad de servicios especiales en las que hizo todo tipo de trabajos gráficos (creación de señales para los campamentos, de insignias para los escuadrones, dibujo de historietas para los periódicos de campaña, etc.). Allí permaneció durante toda la guerra y hasta su licenciamiento, tras el cual empezó a ejercer como dibujante freelance y guionista, realizando comic books para el Fox Feature Syndicate, una editorial también conocida con el nombre de Fox Publications y, sobre todo, con el de Fox Comics, que produjo títulos como Blue Bleetle, Fantastic Comics, Green Mask, o Mystery Men Comics, entre otros muchos. Durante este período entabló contacto Feldstein, por vez primera, con el mítico editor William Maxwell Gaines —más conocido como Bill Gaines—, iniciándose una amistad que habría de resultar fundamental para la joven historia del Noveno Arte y de los comic books.
Gaines y Feldstein en sus años mozos, pero tiempo después de haberse conocido
Efectivamente, Gaines acababa de hacerse cargo de Educational Comics (E. C.), una empresa editorial que había heredado de su padre, el también famoso editor Max Gaines, fallecido prematuramente en 1947, a consecuencia de un accidente (2). Sin embargo, deseaba dar un giro radical a la línea editorial que aquél había venido practicando hasta ese momento, consistente en la publicación de libros de carácter pedagógico para niños e historias infantiles, distribuidos a través de dos series tituladas Picture Stories from the Bible y Pictures Stories from the American History. Bill tenía claro que, tras la experiencia traumática de la II Guerra Mundial, el público ya estaba preparado para recibir otro tipo de productos de entretenimiento y lo demandaba. Algo más adulto y orientado hacia temáticas muy trabajadas en la literatura popular, que habían triunfado ya en otros formatos, como las revistas pulp y los seriales de radio. Así, al poco de hacerse cargo del negocio heredado, el joven Gaines lanzó en paralelo con sus series ya tradicionales otras orientadas hacia los géneros del terror, el suspense, la ciencia ficción, la ficción militar, el romance y la novela negra, sacando al mercado una nueva línea de títulos como Crime Patrol, Gunfighter, Modern Love, Saddle Justice, War against Crime, etc. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados desde el punto de vista creativo (o así lo creyó Bill), por lo que decidió renovar sus ideas al respecto. Para entonces Feldstein ya estaba trabajando con él como dibujante, pues se había incorporado a E. C. en 1948. Su estilo gráfico se caracterizó siempre por una cierta rigidez y estatismo (especialmente en las figuras), producto de un tipo de entintado que daba a los dibujos un aspecto algo falto de soltura y con un acabado excesivo. Esta sensación se acentuaba, además, por el hecho de emplear gruesas líneas que bordeaban el dibujo y un tipo de tramado tan preciso, regular y limpio que casi parecía hecho con elementos fotomecánicos. De este modo, al mirar el conjunto se obtenía, a veces, la impresión de estar ante un grabado. En cualquier caso, y salvando las distancias, a mí me recuerda mucho al dibujo del italiano Magnus y al de ciertos autores del underground menos "crumberizados", como Charles Burns.
Tres ejemplos de originales donde se aprecian las características del estilo de Feldstein
Pero pronto empezaría a asumir Feldestein otras responsabilidades más graves, como la de escribir los guiones de la mayor parte de las series que iba a publicar la editorial, o la de dirigir dichos títulos como editor, marcando su línea editorial y contenidos. Nadie pudo suponer entonces la importancia que iba a adquirir Feldstein dentro de la empresa, siendo responsable principal, junto al propio Gaines —y posteriormente a Harvey Kurtzman, que desembarcó en la editorial en 1950—, de dar el pistoletazo de salida al nacimiento de uno de los experimentos editoriales y creativos más fascinantes, transgresores e insolentes que se hayan producido nunca en toda la historia de los cómics.
Kurtzman frente a un buen puñado de las publicaciones de EC
Llegados al año 1950 se produjo el gran cambio de línea editorial que propiciaría el nacimiento de esa EC de la que todos los aficionados hemos oído hablar alguna vez. Fue lo que Bill Gaines denominó la New Trend —para diferenciarla de la Old Trend, que correspondería a la etapa previa iniciada por su padre Max y ya abandonada—, pero cuya idea motriz había partido, al parecer, del propio Al Feldstein: crear tendencias, en lugar de imitar lo que otros hacían. Con el objetivo de conseguirlo se dieron una serie de pasos decisivos, que supusieron el sello de marca o fábrica de EC (3).
Los dos editores de EC caricaturizados por el propio Feldstein
en la última viñeta de "7 Year Old Genius" (Weird Fantasy, #7)
Para empezar, Gaines y Feldstein decidieron poner en marcha un conjunto de nuevas publicaciones en las que pretendían recoger ciertas ideas que les rondaban por la cabeza. Surgieron así títulos como Weird Science, Weird Fantasy, Tales from the Crypt, The Haunt of Fear, The Vault of Horror, Shock SuspenStories, Crime SuspenStories, Weird Science, o Weird Fantasy. La estructura y el contenido de dichas cabeceras —dedicadas al horror y a lo policíaco— respondían, en primer lugar, al gusto y a las preferencias personales de sus dos creadores. En efecto, tanto Gaines como Feldstein eran muy aficionados al género de terror y desde niños habían seguido algunos seriales radiofónicos de esta temática, así es que el segundo propuso a su editor y amigo reproducir ese estilo en sus cómics (4). Asimismo, el interés de Gaines por ciertos géneros difundidos a través de la literatura pulp (como la ciencia ficción) les llevó a crear otra línea de revistas centradas en dicha temática. A finales de 1950 el joven editor decide ampliar el número de títulos y de temáticas, creando nuevas cabeceras dedicadas al género bélico y a la aventura (Two-Fisted Tales, Frontline Combat), así como al humor (Panic, MAD), encargando a Kurtzman —que se había incorporado recientemente a EC— la dirección de esas nuevas líneas y la elaboración de la mayoría de sus guiones.
Gaines y Feldstein en el año 1950, cuando ya habían iniciado la New Trend (como puede verse)
Pero, por encima de todo, lo que el "trío fantástico" de EC deseaba ofrecer era algo distinto, unos productos que fueran más allá del mero entretenimiento instrascendente y de esa orientación básicamente juvenil que tenían los tebeos de superhéroes de aquellos años (cuyas ventas, por cierto, habían empezado a entrar en declive después de II Guerra Mundial). Había, además, un interés por transmitir cierta conciencia social, algo de crítica contra las costumbres y algunas instituciones de la época, así como su presentación en forma de sátira. Tal como confesó el propio Feldstein en una entrevista de los años 70:
«estar concienciado socialmente no es algo que sólo suceda hoy en día. Salíamos de la Segunda Guerra Mundial y todos teníamos grandes esperanzas sobre el maravilloso mundo del mañana. Y cuando empezamos a escribir nuestros cómics, supongo que una de las cosas que había en nuestra cabeza era hacer un poco de proselitismo en términos de conciencia social. De manera que Bill y yo tratamos de incluir, sobre todo en nuestros cómics de ciencia ficción pero creo que también lo hicimos en los de horror, lo que llamábamos historias con moralina, nuestro propio término para una historia que incluía una especie de llamamiento para mejorar nuestros estándares sociales» (5).
Estos cambios en el contenido del nuevo material que EC pretendía ofrecer al público se materializaron también en la estructura de los relatos, dando lugar así a su segundo gran rasgo distintivo: en lugar de historias largas con buen número de páginas o que se continuaban de un número a otro, lo que Gaines, Feldstein y Kurtzman iban a hacer es construir relatos cortos (de entre seis y ocho páginas, dependiendo de su posición en la revista), sin personajes fijos (lo que permitía abordar un mayor número de situaciones sin crear dependencias o limitaciones de ningún tipo) y con un estilo que hacía uso de la primera o la segunda persona, buscando así una mayor implicación del lector (6). Con este mismo objetivo, y con la idea de que el público tuviera un punto de referencia concreto, Feldstein ideó un mecanismo narrativo consistente en la creación —para las revistas de horror— de unos personajes fijos que actuaban como presentadores de dichas historias, repitiéndose invariablemente un número tras otro y dando lugar, con ello, a la aparición de tres de las criaturas más emblemáticas de la historia de los comic books: El Guardián de la Cripta (The Crypt-Keeper), en Tales from the Crypt, El Guardian de la Bóveda (The Vault-Keeper), en The Vault of Horror y La Vieja Bruja (The Old Withc), en Haunt of Fear (7). A todas estas medidas, tenidas en cuenta a la hora de redactar los guiones, se vino a añadir el hecho de que Gaines y Feldstein crearon una verdadera especialización dentro de su editorial, encargando la ilustración de cada uno de los relatos a los dibujantes que, por su estilo, se adecuaban mejor a la historia concreta de que se tratara:
«Así, Jack Kamen obtiene aquellos trabajos en los que se requiere dibujar mujeres bellas y el elemento sobrenatural es mínimo. Con Graham Ingles o Jack Davis sucede exactamente lo contrario. El dibujo altamente atmosférico, oscuro e inquietante del primero es óptimo para las historias protagonizadas por seres enfermizos y deformes, y el estilo caricaturesco y grotesco del segundo también se adecua con facilidad a lo monstruoso» (8).
En tercer lugar, se inició una política de colaboración con magníficos profesionales freelance, entre los que podríamos mencionar a Wally Wood, Jack Davis, Will Elder, Gene Colan, Russ Heath, Al Williamson, Johnny Craig, Reed Crandall, Bernard Krigstein, John y Marie Severin, Joe Orlando, Alex Toth, Frank Frazetta y otros más, cuya fama en buena medida se debe a la etapa en que formaron parte de esta apasionante aventura que fue EC. A todos ellos se les animaba a desarrollar al máximo su estilo y capacidades, al contrario de lo que exigían otras empresas de la época (Walt Disney, por ejemplo, sería paradigmático a este respecto), en las que se pedía a los dibujantes que adaptaran su estilo al de la casa. Además firmaban sus trabajos y eran tratados y reconocidos como auténticos artistas por Gaines y Feldstein, dentro de una política editorial que resultaba absolutamente novedosa a este respecto. Este énfasis en la individualidad artística de los colaboradores otorgó una dimensión única a EC y sus productos. Los lectores no sólo eran capaces de localizar inmediatamente —merced a las atractivas e impactantes portadas de sus revistas— las publicaciones de EC en medio de la vorágine de títulos similares que inundaban los quioscos de prensa de la época, sino que, una vez con el ejemplar en la mano, también diferenciaban clara y fácilmente a sus dibujantes favoritos.
Algunos de los principales artistas de EC (de izquierda a derecha): Jack Davis, Reed Crandall,
Johnny Craig, Joe Orlando, Bernie Krigstein (en una caricatura de Drew Friedman) y Graham Ingels
No es menos destacable y definitorio de la "Nueva Tendencia" puesta en marcha por Gaines y Feldstein, así como importante por lo que suponía de novedad, el hecho de que las condiciones laborales para los profesionales que trabajaron con ellos fueron únicas en la época y de las mejores que jamás se hayan ofrecido en el mundo editorial de los cómics. Y no sólo porque se pagaba el trabajo nada más entregarlo, sino porque además se reconocían "derechos" a los autores sobre sus creaciones y se les pagaban royalties por la republicación de las mismas. Desde luego, nada que ver con lo que se hacía por entonces en Marvel o DC Comics, donde los creadores no tenían absolutamente ningún control sobre su obra una vez entregada (9). En definitiva: era tan peculiar y exclusivo el trato que Gaines como editor otorgaba a sus dibujantes y guionistas que en los estudios sobre EC siempre se ha destacado dicho aspecto, hablando incluso de "una familia feliz".
El staff de EC. Observen cómo se ha representado a Feldstein
Como puede verse por lo dicho hasta el momento, el papel de Feldstein en el desarrollo de la New Trend resultó crucial, y puede afirmarse que estuvo al mismo nivel que el del propio Gaines. De hecho, la experiencia de EC no habría sido posible sin la interactuación de ambos (y de Kurtzman posteriormente). Lo cierto es que, desde el mismo instante en que se pusieron manos a la obra, Feldstein tuvo que ir abandonando progresivamente su faceta como dibujante e ilustrador (que reservó en exclusiva sólo para algunas portadas), centrándose de lleno en los guiones y en la actividad editora, que fue quitándole cada vez más tiempo. Así, ya desde el mismo año 1950 y hasta 1953 se encontró escribiendo historias para todas las series —excepto para las bélicas y de MAD (que recaerían en Kurtzman)—, al tiempo que coordinaba la labor de los dibujantes y aportaba nuevas ideas para guiones futuros.
Como editor y guionista, Feldstein —y por extensión la EC en su conjunto— desarrolló una línea literaria que buscaba el equilibrio de géneros y hurgaba en aquellos aspectos más vulnerables o discutibles de la vida americana, para ponerlos en solfa. Cuestiones como el matrimonio, el patriotismo, las actitudes racistas, el imperialismo belicista de los diferentes gobiernos norteamericanos de la época, la pena de muerte, el aborto, la brutalidad policial, la violencia doméstica, la drogadicción, el abuso de menores, etc. —que no eran contempladas por otros medios más precavidos y pacatos como la radio, el cine o la televisión— fueron abordadas, de una u otra manera, en las revistas de EC. Razón más que suficiente para explicar, en parte y en buena medida, la persecución a la que se vio sometida la editorial a partir de 1954, cuando se desató la campaña contra los comic books que terminó derivando en la constitución de una comisión de investigación en el Senado y en la ruina de la New Trend, que obligó a Bill Gaines a dar un giro de timón drástico en la línea de publicaciones de su editorial, iniciando una nueva etapa, denominada New Direction (10).
Desde el punto de vista técnico los guiones de Feldstein como escritor se caracterizaban por unos rasgos definitorios bien acusados y concretos (11). El primero de ellos era su minuciosa planificación, que le llevaba a entregar a los dibujantes historias perfectamente delimitadas en todas sus partes, con textos muy abundantes e, incluso, indicaciones precisas sobre la planificación, el montaje y el ritmo de cada página. Ello, además de a un modo personal de hacer las cosas, respondía a la necesidad de ceñirse estrictamente a las características técnicas de las revistas de la casa, sobre las cuales —extensión de las historias, número de páginas, etc.— ya hemos dicho algo antes. Esta última cuestión quedará perfectamente ejemplificada recordando lo que sucedió cuando Bernard Krigstein leyó el guión que Feldstein le había entregado para que dibujara la historia de seis páginas titulada Master Race, mítica entre todas las que se publicaron en EC (12). Krigstein intuyó unas posibilidades extraordinarias en el argumento y pensó que era imprescindible alargar la historia. Por ello se puso en contacto con Feldstein y le pidió permiso para aumentar el número de páginas a doce, consiguiendo sólo que lo fuera a ocho. Pero será mejor que dejemos hablar al propio Feldstein, recordando dicho episodio, para comprender las consecuencias que un cambio, en principio tan insignificante, podía tener sobre el vertiginoso ritmo de producción que se daba en EC:
Otra característica del "estilo Feldstein" a la hora de guionizar consistía en el manejo inteligente y manipulador de la intriga, así como en la utilización, prácticamente invariable en todas las historias, de un final inesperado que dejaba al lector sorprendido y con ganas de más lectura. Fue lo que se ha venido conociendo como el "final O. Henry" (an O. Henry ending), en referencia al escritor norteamericano William Sydney Porter, que firmaba sus obras con ese apodo y se caracterizaba por la enorme habilidad con que componía sorpresivos finales para sus relatos (14).
Como ya hemos señalado más arriba, junto a las series del género horror, bélico, policíaco/crimen y aventuras —tan definitorias del primer EC—, se introdujo también una línea humorística y satírica, que se materializó en las revistas MAD y Panic. La cosa no debe sorprender, toda vez que el humor era uno de los rasgos más característicos en el trabajo de los dos editores-guionistas estrella de EC: Feldstein y Kurtzman. El primero de ellos solía introducirlo, a veces, incluso en sus historias más truculentas, dándoles un toque irónico que les otorgaba personalidad. En cuanto a Kurtzman —fundador de MAD junto a Gaines en agosto de 1952 y editor jefe de la misma hasta 1956, en que abandonó el puesto— prefería dar a sus trabajos una orientación más satírica, que iba a ser la marca de fábrica principal de la popular revista.
Tras la debacle subsiguiente a la persecución de los comics books —y aunque la New Direction dio aún algunos magníficos resultados artísticos, pues el talento y la creatividad del equipo permanecían inalterados pese al triunfo de la "caza de brujas" (14 bis)— Feldstein abandonó temporalmente EC dedicándose a otros menesteres. Pero después de la marcha de Kurtzman regresó a la editorial para hacerse cargo de MAD, que pudo seguir publicándose porque había quedado a salvo de las restricciones impuestas por la Comics Code Authority, al haberse realizado un cambio en su formato, pasando de comic-book a revista. Feldstein estuvo al frente de la cabecera durante 29 años (de 1956 a 1984), incorporando a algunos de los más importantes dibujantes satíricos de todos los tiempos, como Don Martin, Mort Drucker, el cubano Antonio Prohias, Angelo Torres, o Dave Berg. De este modo, consiguió elevar la revista a los niveles de venta y éxito más altos de toda su historia, salvando a la compañía de una quiebra casi segura tras el desastre de 1954. Y es que, en su período más álgido (1974) MAD llegó a vender más de dos millones de ejemplares, convirtiéndose en la publicación más influyente e imitada de EE. UU. La verdad es que no podemos sino alegrarnos de su creación, pues sería precisamente a través de ella como se iba a mantener vivo el espíritu irreverente y revulsivo que EC había imprimido a sus publicaciones y transmitido a la sociedad norteamericana y, por extensión, a todo el mundo. Por otra parte, y tal como se ha señalado con acierto, no deja de resultar paradójico que la compañía que impulsó el auge del cómic de terror fuera salvada, precisamente, por el humor (15).
A principios de la década de los 60 Bill Gaines vendió su compañía a la empresa Parking Kinney, que también era propietaria de National Periodicals (propietaria, a su vez, de DC Comics) y la Warner Bros. Feldstein se jubiló en 1984, recuperando su afición por la pintura, que no había vuelto a practicar desde la juventud. Se trasladó a Jackson Hole (Wyoming) donde pasó tres años realizando cuadros sobre la vida salvaje de la región, temática a la que se iba a dedicar ya el resto de su vida (junto a la costumbrista, centrada en la población indígena de Norteamérica). En 1992 se mudó a su última casa, en Paradise Valley, cerca de Livingston (Montana). Allí siguió profundizando en los temas explorados previamente y dio una nueva orientación a su obra, centrándose en el acrílico. Feldstein desplegó en su pintura —que ha merecido numerosos reconocimientos de sus compatriotas— un estilo hiperrealista y tan rígido y frío como el que había desarrollado durante su etapa dibujando historietas. Sus cuadros de animales y de indígenas americanos, bastante idealizados ambos, destilan una perfección casi fotográfica, pero les hacen ser algo impersonales. Aun sin conocer toda su obra pictórica, en este Nibelheim podemos decir que nos quedamos, más bien, con lo que hizo en el campo tebeístico, tarea por la que recibió el Will Eisner Award Hall of Fame, en 2003, y el Bram Stoker Award for Lifetime Achievement, en 2011, entregado por la Horror Writers Association.
En los cinco años que se mantuvo activa la New Trend, los responsables y creadores de EC —con Feldstein en un lugar de primer orden— consiguieron dar una vuelta de tuerca y llevar adelante una de las aventuras creativas más catárticas que se han dado en la historia del tebeo. Tal y como señaló Jordi Costa en la introducción el estudio firmado por Cerrejón y Jiménez Varea, al que ya hemos remitido más de una vez:
No estaría mal, tampoco, recordar las palabras que los propios Cerrejón y Jiménez Varea dedicaron en exclusiva a Feldstein en el estudio ya citado, para destacar su figura y resumir cuál fue su decisiva aportación al mundo del Noveno Arte:
La aventura de EC —¿o más bien deberíamos hablar de "odisea", a juzgar por lo que tuvo que pasar la editorial de Gaines al final de su camino?— sorprende y nos deja admirados al comprobar la cantidad de buenas ideas e innovaciones que introdujeron sus protagonistas en el mundo del Noveno Arte. Y lo hace mucho más cuando recordamos que todo ello se produjo en el corto y escaso período de cinco años. Un solo lustro. Ahora bien, lo que más nos gustaría destacar en este Nibelheim es que los hombres de EC, con Gaines, Feldstein y Kurtzman a la cabeza, fueron capaces de revolucionar un medio y de mostrar que, en buenas manos, éste —incluso en su forma más humilde y denostada (la de los comic-books)— no sólo resultaba ameno, divertido e innovador desde el punto de vista artístico, sino que podía ser tan válido y eficaz en sus críticas y denuncias como el más prestigioso drama de Arthur Miller o Tennessee Williams, el artículo periodístico más vitriólico que llegara a publicarse, o el programa televisivo más beligerante de Edward R. Murrow que pudiéramos imaginar. Y encima llegando a una mayor y más heterogénea cantidad de público, con lo que de contribución a su conciencia crítica y social había. He ahí uno de los mayores méritos de EC y de sus creadores, entre los que se contó nuestro homenajeado.
Sit tibi terra leuis Al!
Como cierre de la entrada pongo una selección de imágenes de originales dibujados por Feldstein. Les invito, no obstante, a que exploren por la blogosfera para encontrar muchas más, pues merece la pena verlas. En el blog Pecios & Tangencias, sin ir más lejos, encontrarán una buena selección de portadas impresas para las diversas revistas de EC.
Enlace a la página web de Feldstein.
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(1) Buscando material para redactar esta necrológica he visto que también en Entrecómics se publicó el pasado día 30 un interesante obituario de Feldstein, muy completo porque añade numerosos enlaces para ampliar información. Para la redacción de esta entrada hemos utilizado, al margen de numerosa información dispersa por la blogosfera (empezando por la Wikipedia), los dos trabajos siguientes: la monografía de Francisco José CERREJÓN ARANDA y Jesús JIMÉNEZ VAREA, Historia de la E. C., Granada, 1999, y el completo y enjundioso artículo de Alberto GARCÍA, «EC, paradigma del horror pre-Code», en Tebeosfera 2ª época, nº 5, Madrid, 2009 publicado en Tebeosfera. Se verá también, con gran provecho y como complemento de los anteriores, el trabajo de Eduardo MARTÍNEZ-PINNA, «Harvey Kurtzman. La cara alternativa de la industria», en Tebeosfera 2ª época, nº 2 [publicado previamente en Mundaiz, 71 (Deusto), pp. 83-126], que puede verse en la imprescindible Tebeosfera.
(2) Max, fallecido prematuramente en un desafortunado accidente náutico, había creado EC Comics con los enormes beneficios que le proporcionó la venta a National Comics de All-American Publications, una empresa anterior que había fundado con financiación de Harry Donenfeld y cuya fusión con la National Allied Publications —creada en 1934 por el Mayor Malcolm Wheeler-Nicholson (quien la perdió en beneficio del citado Donenfeld, con quien el primero tenía importantes deudas)— dio lugar al nacimiento, en 1944, de la conocidísima DC Comics, una de las editoriales de comic books más grandes, importantes y duraderas del mundo.
(3) Frente a lo que pudiera creerse, el cambio de nombre de la compañía (que empezó a denominarse Entertaining Comics) al parecer no se debió a una línea estratégica más de la New Trend, sino a un incidente aislado pero de bastante trascendencia que se produjo en marzo de 1951 cuando el diario New Yorker denunció en un irónico artículo que Educational Comics tuviera ese nombre cuando publicaba series de gusto muy dudoso y nulo carácter pedagógico (cf. F. J. CERREJÓN ARANDA y J. JIMÉNEZ VAREA, Op. cit., p. 19). A. GARCÍA, «EC, paradigma...» ofrece, sin embargo, otra explicación y señala que el cambio de nombre de la compañía fundada por Max se realizó ya en vida de éste, ante el fracaso de la línea editorial basada en los relatos bíblicos y la necesidad de diversificar su oferta al público, presentándole otro tipo de productos (como los llamados Funny Animals).
(4) Cf. F. J. CERREJÓN ARANDA y J. JIMÉNEZ VAREA, Op. cit., p. 11; Albert GARCÍA, art. cit.
(5) En Squa Tront, nº 8 (1978), p. 22. Citado por A. GARCÍA, art. cit. Esta marcada orientación crítica y su vehiculización a través de la sátira y la ironía, sumadas al gusto por los excesos, han hecho que muchos consideren a EC como el antecedente o inspirador más directo de la corriente contracultural del cómic underground (el también llamado comix), que iba a desarrollarse a partir de finales de los años 60 del pasado siglo. A través de Feldstein, pero sobre todo de Kurtzman —que durante su aventura en solitario fue poniendo las bases de lo "alternativo" en las distintas aventuras editoriales que protagonizó tras su marcha de EC y junto a sus colaboradores más fieles (Elder, Davis, Wolverton)— se fue abriendo una línea de interpretación de la realidad que iban a hacer suya (y desarrollarían hasta límites insospechados) autores como Gilbert Shelton, Robert Crumb, Art Spiegelman, Manuel "Spain" Rodríguez y otros, que colaboraron con Kurtzman en cabeceras como Trump, Humbud o Help! (vid. E. MARTÍNEZ-PINNA, art. cit.).
(6) A. GARCÍA, art. cit. nos enumera otras tácticas empleadas por Gaines y Feldstein para obtener la fidelización de los lectores.
(7) La idea, en verdad, no era nueva —ya había sido utilizada con éxito en otras publicaciones (como, por ejemplo, en la celebérrima Crime Not Does Pay, donde aparecía un personaje llamado Mr. Crime como anfitrión de los lectores)—, pero debemos reconocer que cuajó especialmente a partir de EC, siendo copiada luego también por la Warren, con su Uncle Creepy. Hablamos de Mr. Crime, señalándolo como precursor de este tipo de recurso narrativo —que, a su vez, se basó en otros anteriores—, en una entrada que dedicamos hace tiempo a Milton Caniff y el género de las Advertising Strips.
(8) A. GARCÍA, art. cit.
(9) Ver en F. J. CERREJÓN ARANDA y J. JIMÉNEZ VAREA, Op. cit., pp. 14-15, donde dan detalles sobre tales condiciones.
(10) No podemos abordar aquí toda la problemática de lo que fue la gran purga llevada a cabo contra la industria de los comic books desde las instituciones políticas norteamericanas, con las actividades del nefasto "Subcomité del Senado de los EE. UU. sobre la delincuencia juvenil" (United States Senate Subcommittee on Juvenile Delinquency), las vergonzosas audiencias llevadas a cabo por sus miembros (a imagen y semejanza de las que el macarthismo desató contra la industria del cine), la penosa actuación del Dr. Wertham —de infausta memoria para los aficionados de todas las épocas—, la creación de las diversas asociaciones profesionales que surgieron para buscar soluciones a la crisis, la imposición del Comics Code —a través del cual las propiaseditoriales se autocensuraron para evitar, en lo posible, nuevos embates de los sectores más mojigatos y conservadores de la sociedad norteamericana—, el patético papel que algunos sectores de la prensa jugaron en todo el proceso —echando más leña al fuego contra los cómics—, el desasistimiento que los dibujantes de prensa mostraron hacia sus colegas del mundo del comic book, etc. Todo ello puede verse en las dos fuentes principales que venimos utilizando, así como en estudios específicos sobre el tema. Entre otros, Amy Kiste NYBERG, Seal of Approval: History of the Comics Code, Jackson: University Press of Mississippi, 1998.
(11) Sobre las diferencias esenciales en el modo de trabajar los guiones entre Feldstein y Kurtzman, vid. F. J. CERREJÓN ARANDA y J. JIMÉNEZ VAREA, op. cit., pp. 40-41 y 86-87 y E. MARTÍNEZ-PINNA, art. cit.
(12) De hecho creó una de las mejores historias de la EC. Tanto que dio lugar a la realización de un valioso y completísimo artículo firmado por John Benson, David Kasakove y Art Spiegelman, donde se analizaba con todo lujo de detalles el trabajo de Krigstein. El texto apareció publicado en el número 6 del fanzine Squa Tront, de 1975, bajo el título «An Examination of Master Race».
(13) Todos estos datos relativos a Master Race, incluida la traducción con las palabras de Feldstein pueden consultarse en un estupendo artículo aparecido en Entrecómics.
(14) Porter fue, por cierto, el autor del breve relato que dio pie a la creación del personaje de Cisco Kid. Hablamos de ello, hace ya algún tiempo, en esta entrada.
(14bis) Enumerados por F. J. CERREJÓN ARANDA Y J. JIMÉNEZ VAREA, op. cit., pp. 34-37. Un ejemplo de ello sería la referida Master Race, que fue realizada y publicada, precisamente, durante la New Direction, lo cual constituye una prueba indubitable de que las ganas de superarse y de buscar el desarrollo del medio no habían descendido ni un ápice en los artistas de EC, a pesar de la persecución sufrida.
(15) A. GARCÍA, art. cit.
(16) En F. J. CERREJÓN ARANDA y J. JIMÉNEZ VAREA, Op. cit., p. 2.
(17) Op. cit., p. 83.
Nadie estaba a salvo de las garras de EC: en la imagen una parodia de
la temida y odiada periodista de espectáculos y cotilleos Louella Parson
la temida y odiada periodista de espectáculos y cotilleos Louella Parson
Como editor y guionista, Feldstein —y por extensión la EC en su conjunto— desarrolló una línea literaria que buscaba el equilibrio de géneros y hurgaba en aquellos aspectos más vulnerables o discutibles de la vida americana, para ponerlos en solfa. Cuestiones como el matrimonio, el patriotismo, las actitudes racistas, el imperialismo belicista de los diferentes gobiernos norteamericanos de la época, la pena de muerte, el aborto, la brutalidad policial, la violencia doméstica, la drogadicción, el abuso de menores, etc. —que no eran contempladas por otros medios más precavidos y pacatos como la radio, el cine o la televisión— fueron abordadas, de una u otra manera, en las revistas de EC. Razón más que suficiente para explicar, en parte y en buena medida, la persecución a la que se vio sometida la editorial a partir de 1954, cuando se desató la campaña contra los comic books que terminó derivando en la constitución de una comisión de investigación en el Senado y en la ruina de la New Trend, que obligó a Bill Gaines a dar un giro de timón drástico en la línea de publicaciones de su editorial, iniciando una nueva etapa, denominada New Direction (10).
Desde el punto de vista técnico los guiones de Feldstein como escritor se caracterizaban por unos rasgos definitorios bien acusados y concretos (11). El primero de ellos era su minuciosa planificación, que le llevaba a entregar a los dibujantes historias perfectamente delimitadas en todas sus partes, con textos muy abundantes e, incluso, indicaciones precisas sobre la planificación, el montaje y el ritmo de cada página. Ello, además de a un modo personal de hacer las cosas, respondía a la necesidad de ceñirse estrictamente a las características técnicas de las revistas de la casa, sobre las cuales —extensión de las historias, número de páginas, etc.— ya hemos dicho algo antes. Esta última cuestión quedará perfectamente ejemplificada recordando lo que sucedió cuando Bernard Krigstein leyó el guión que Feldstein le había entregado para que dibujara la historia de seis páginas titulada Master Race, mítica entre todas las que se publicaron en EC (12). Krigstein intuyó unas posibilidades extraordinarias en el argumento y pensó que era imprescindible alargar la historia. Por ello se puso en contacto con Feldstein y le pidió permiso para aumentar el número de páginas a doce, consiguiendo sólo que lo fuera a ocho. Pero será mejor que dejemos hablar al propio Feldstein, recordando dicho episodio, para comprender las consecuencias que un cambio, en principio tan insignificante, podía tener sobre el vertiginoso ritmo de producción que se daba en EC:
«Master race, que escribí como historia de 6 páginas, estaba programada para Crime SuspenStories #26. Se la di a Bernie, se va a casa y recibo una llamada: “Al, me gusta esta historia y quiero hacerla a mí manera. Estoy cansado de trabajar con tus límites y quiero expandirla a 8 páginas.” Y yo me cagué. Ya sabes, tenemos una programación en marcha, y si vas a hacer una historia de 8 páginas, ¿dónde demonios voy a ponerla? ¡No puedo ponerla en el mismo cómic porque ya tengo una historia de 8 páginas! (Al principio quería 12 páginas, pero le dije que era imposible). Jack Kamen ya había hecho una portada de Master Race —¡era una completa idiotez! Ahora bien, tienes que entender que yo era un poco rígido en aquella época porque tenía una programación muy apretada —¡estaba haciendo 7 cómics cada dos meses! Así que me enfadé cuando hizo eso, porque jodió mi programación» (13).
Otra característica del "estilo Feldstein" a la hora de guionizar consistía en el manejo inteligente y manipulador de la intriga, así como en la utilización, prácticamente invariable en todas las historias, de un final inesperado que dejaba al lector sorprendido y con ganas de más lectura. Fue lo que se ha venido conociendo como el "final O. Henry" (an O. Henry ending), en referencia al escritor norteamericano William Sydney Porter, que firmaba sus obras con ese apodo y se caracterizaba por la enorme habilidad con que componía sorpresivos finales para sus relatos (14).
Como ya hemos señalado más arriba, junto a las series del género horror, bélico, policíaco/crimen y aventuras —tan definitorias del primer EC—, se introdujo también una línea humorística y satírica, que se materializó en las revistas MAD y Panic. La cosa no debe sorprender, toda vez que el humor era uno de los rasgos más característicos en el trabajo de los dos editores-guionistas estrella de EC: Feldstein y Kurtzman. El primero de ellos solía introducirlo, a veces, incluso en sus historias más truculentas, dándoles un toque irónico que les otorgaba personalidad. En cuanto a Kurtzman —fundador de MAD junto a Gaines en agosto de 1952 y editor jefe de la misma hasta 1956, en que abandonó el puesto— prefería dar a sus trabajos una orientación más satírica, que iba a ser la marca de fábrica principal de la popular revista.
Portada del número 1 de MAD, con ilustración de Kurtzman
Tras la debacle subsiguiente a la persecución de los comics books —y aunque la New Direction dio aún algunos magníficos resultados artísticos, pues el talento y la creatividad del equipo permanecían inalterados pese al triunfo de la "caza de brujas" (14 bis)— Feldstein abandonó temporalmente EC dedicándose a otros menesteres. Pero después de la marcha de Kurtzman regresó a la editorial para hacerse cargo de MAD, que pudo seguir publicándose porque había quedado a salvo de las restricciones impuestas por la Comics Code Authority, al haberse realizado un cambio en su formato, pasando de comic-book a revista. Feldstein estuvo al frente de la cabecera durante 29 años (de 1956 a 1984), incorporando a algunos de los más importantes dibujantes satíricos de todos los tiempos, como Don Martin, Mort Drucker, el cubano Antonio Prohias, Angelo Torres, o Dave Berg. De este modo, consiguió elevar la revista a los niveles de venta y éxito más altos de toda su historia, salvando a la compañía de una quiebra casi segura tras el desastre de 1954. Y es que, en su período más álgido (1974) MAD llegó a vender más de dos millones de ejemplares, convirtiéndose en la publicación más influyente e imitada de EE. UU. La verdad es que no podemos sino alegrarnos de su creación, pues sería precisamente a través de ella como se iba a mantener vivo el espíritu irreverente y revulsivo que EC había imprimido a sus publicaciones y transmitido a la sociedad norteamericana y, por extensión, a todo el mundo. Por otra parte, y tal como se ha señalado con acierto, no deja de resultar paradójico que la compañía que impulsó el auge del cómic de terror fuera salvada, precisamente, por el humor (15).
Feldstein y dos colaboradores en la redacción de MAD, en 1972
A principios de la década de los 60 Bill Gaines vendió su compañía a la empresa Parking Kinney, que también era propietaria de National Periodicals (propietaria, a su vez, de DC Comics) y la Warner Bros. Feldstein se jubiló en 1984, recuperando su afición por la pintura, que no había vuelto a practicar desde la juventud. Se trasladó a Jackson Hole (Wyoming) donde pasó tres años realizando cuadros sobre la vida salvaje de la región, temática a la que se iba a dedicar ya el resto de su vida (junto a la costumbrista, centrada en la población indígena de Norteamérica). En 1992 se mudó a su última casa, en Paradise Valley, cerca de Livingston (Montana). Allí siguió profundizando en los temas explorados previamente y dio una nueva orientación a su obra, centrándose en el acrílico. Feldstein desplegó en su pintura —que ha merecido numerosos reconocimientos de sus compatriotas— un estilo hiperrealista y tan rígido y frío como el que había desarrollado durante su etapa dibujando historietas. Sus cuadros de animales y de indígenas americanos, bastante idealizados ambos, destilan una perfección casi fotográfica, pero les hacen ser algo impersonales. Aun sin conocer toda su obra pictórica, en este Nibelheim podemos decir que nos quedamos, más bien, con lo que hizo en el campo tebeístico, tarea por la que recibió el Will Eisner Award Hall of Fame, en 2003, y el Bram Stoker Award for Lifetime Achievement, en 2011, entregado por la Horror Writers Association.
Cuatro muestras del arte pictórico de Feldstein
En los cinco años que se mantuvo activa la New Trend, los responsables y creadores de EC —con Feldstein en un lugar de primer orden— consiguieron dar una vuelta de tuerca y llevar adelante una de las aventuras creativas más catárticas que se han dado en la historia del tebeo. Tal y como señaló Jordi Costa en la introducción el estudio firmado por Cerrejón y Jiménez Varea, al que ya hemos remitido más de una vez:
«El legado creativo de la E. C. nos sigue pareciendo, hoy en día, de una modernidad sin fisuras: ahí estaba el germen de muchas audacias que aún hoy nos seducen. Y, en efecto, había algo peligroso encerrado en los grotescos trazos de Jack Davis, John Severin o Wally Wood: las primeras claves de un discurso transgresor, irreverente y dinamitero cuyas ondas de choque, tras fertilizar los campos de cultivo de la contracultura, llegan hasta nuestros días vitaminizando las creaciones de artistas tan dispares como Daniel Clowes, Frank Miller, Mike Allred o Jay Stephens. El pelotón de linchamiento de la liofilizada América de los 50 creyó matar, en su día, al monstruo... pero sólo consiguió que resucitara, mutado y más fuerte, para seguir expandiendo sus ideas gratificantemente nocivas por los siglos de los siglos. Amén» (16).
No estaría mal, tampoco, recordar las palabras que los propios Cerrejón y Jiménez Varea dedicaron en exclusiva a Feldstein en el estudio ya citado, para destacar su figura y resumir cuál fue su decisiva aportación al mundo del Noveno Arte:
«Si en la EC Gaines puso su enorme capacidad como editor y Kurtzman su genialidad, Feldstein fue el que desarrolló como escritor todo el grueso de la producción de la EC, los títulos más significativos y los más comerciales, añadiendo además su enorme talento. Las historias de Feldstein se convirtieron en el santo y seña de esta editorial, su labor en las series de terror renovó el género, tanto dentro como fuera de los comics, tras Feldstein, el terror no ha vuelto a ser lo mismo, quizás algún día alguien se preocupe de analizar su figura en relación con los escritores de terror anteriores y posteriores, y entonces podrá empezar a reconocerse su contribución a este género. Y casi lo mismo se podría decir de su labor como escritor de ciencia ficción, donde dejó algunas de las mejores historias de este género jamás presentadas en medio alguno, siendo además uno de los autores que mejor han adaptado a Ray Bradbury fuera de la literatura. Su vena humorística tampoco queda atrás pues es el responsable de la mejor revista de humor durante más de 20 años. Quizás Feldstein tiende a ser eclipsado por el genio de Kurtzman o la labor editorial de Gaines, pero lo cierto es que su contribución a la EC está a la altura de estos» (17).
La aventura de EC —¿o más bien deberíamos hablar de "odisea", a juzgar por lo que tuvo que pasar la editorial de Gaines al final de su camino?— sorprende y nos deja admirados al comprobar la cantidad de buenas ideas e innovaciones que introdujeron sus protagonistas en el mundo del Noveno Arte. Y lo hace mucho más cuando recordamos que todo ello se produjo en el corto y escaso período de cinco años. Un solo lustro. Ahora bien, lo que más nos gustaría destacar en este Nibelheim es que los hombres de EC, con Gaines, Feldstein y Kurtzman a la cabeza, fueron capaces de revolucionar un medio y de mostrar que, en buenas manos, éste —incluso en su forma más humilde y denostada (la de los comic-books)— no sólo resultaba ameno, divertido e innovador desde el punto de vista artístico, sino que podía ser tan válido y eficaz en sus críticas y denuncias como el más prestigioso drama de Arthur Miller o Tennessee Williams, el artículo periodístico más vitriólico que llegara a publicarse, o el programa televisivo más beligerante de Edward R. Murrow que pudiéramos imaginar. Y encima llegando a una mayor y más heterogénea cantidad de público, con lo que de contribución a su conciencia crítica y social había. He ahí uno de los mayores méritos de EC y de sus creadores, entre los que se contó nuestro homenajeado.
Sit tibi terra leuis Al!
* * *
Como cierre de la entrada pongo una selección de imágenes de originales dibujados por Feldstein. Les invito, no obstante, a que exploren por la blogosfera para encontrar muchas más, pues merece la pena verlas. En el blog Pecios & Tangencias, sin ir más lejos, encontrarán una buena selección de portadas impresas para las diversas revistas de EC.
Enlace a la página web de Feldstein.
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(1) Buscando material para redactar esta necrológica he visto que también en Entrecómics se publicó el pasado día 30 un interesante obituario de Feldstein, muy completo porque añade numerosos enlaces para ampliar información. Para la redacción de esta entrada hemos utilizado, al margen de numerosa información dispersa por la blogosfera (empezando por la Wikipedia), los dos trabajos siguientes: la monografía de Francisco José CERREJÓN ARANDA y Jesús JIMÉNEZ VAREA, Historia de la E. C., Granada, 1999, y el completo y enjundioso artículo de Alberto GARCÍA, «EC, paradigma del horror pre-Code», en Tebeosfera 2ª época, nº 5, Madrid, 2009 publicado en Tebeosfera. Se verá también, con gran provecho y como complemento de los anteriores, el trabajo de Eduardo MARTÍNEZ-PINNA, «Harvey Kurtzman. La cara alternativa de la industria», en Tebeosfera 2ª época, nº 2 [publicado previamente en Mundaiz, 71 (Deusto), pp. 83-126], que puede verse en la imprescindible Tebeosfera.
(2) Max, fallecido prematuramente en un desafortunado accidente náutico, había creado EC Comics con los enormes beneficios que le proporcionó la venta a National Comics de All-American Publications, una empresa anterior que había fundado con financiación de Harry Donenfeld y cuya fusión con la National Allied Publications —creada en 1934 por el Mayor Malcolm Wheeler-Nicholson (quien la perdió en beneficio del citado Donenfeld, con quien el primero tenía importantes deudas)— dio lugar al nacimiento, en 1944, de la conocidísima DC Comics, una de las editoriales de comic books más grandes, importantes y duraderas del mundo.
(3) Frente a lo que pudiera creerse, el cambio de nombre de la compañía (que empezó a denominarse Entertaining Comics) al parecer no se debió a una línea estratégica más de la New Trend, sino a un incidente aislado pero de bastante trascendencia que se produjo en marzo de 1951 cuando el diario New Yorker denunció en un irónico artículo que Educational Comics tuviera ese nombre cuando publicaba series de gusto muy dudoso y nulo carácter pedagógico (cf. F. J. CERREJÓN ARANDA y J. JIMÉNEZ VAREA, Op. cit., p. 19). A. GARCÍA, «EC, paradigma...» ofrece, sin embargo, otra explicación y señala que el cambio de nombre de la compañía fundada por Max se realizó ya en vida de éste, ante el fracaso de la línea editorial basada en los relatos bíblicos y la necesidad de diversificar su oferta al público, presentándole otro tipo de productos (como los llamados Funny Animals).
(4) Cf. F. J. CERREJÓN ARANDA y J. JIMÉNEZ VAREA, Op. cit., p. 11; Albert GARCÍA, art. cit.
(5) En Squa Tront, nº 8 (1978), p. 22. Citado por A. GARCÍA, art. cit. Esta marcada orientación crítica y su vehiculización a través de la sátira y la ironía, sumadas al gusto por los excesos, han hecho que muchos consideren a EC como el antecedente o inspirador más directo de la corriente contracultural del cómic underground (el también llamado comix), que iba a desarrollarse a partir de finales de los años 60 del pasado siglo. A través de Feldstein, pero sobre todo de Kurtzman —que durante su aventura en solitario fue poniendo las bases de lo "alternativo" en las distintas aventuras editoriales que protagonizó tras su marcha de EC y junto a sus colaboradores más fieles (Elder, Davis, Wolverton)— se fue abriendo una línea de interpretación de la realidad que iban a hacer suya (y desarrollarían hasta límites insospechados) autores como Gilbert Shelton, Robert Crumb, Art Spiegelman, Manuel "Spain" Rodríguez y otros, que colaboraron con Kurtzman en cabeceras como Trump, Humbud o Help! (vid. E. MARTÍNEZ-PINNA, art. cit.).
(6) A. GARCÍA, art. cit. nos enumera otras tácticas empleadas por Gaines y Feldstein para obtener la fidelización de los lectores.
(7) La idea, en verdad, no era nueva —ya había sido utilizada con éxito en otras publicaciones (como, por ejemplo, en la celebérrima Crime Not Does Pay, donde aparecía un personaje llamado Mr. Crime como anfitrión de los lectores)—, pero debemos reconocer que cuajó especialmente a partir de EC, siendo copiada luego también por la Warren, con su Uncle Creepy. Hablamos de Mr. Crime, señalándolo como precursor de este tipo de recurso narrativo —que, a su vez, se basó en otros anteriores—, en una entrada que dedicamos hace tiempo a Milton Caniff y el género de las Advertising Strips.
(8) A. GARCÍA, art. cit.
(9) Ver en F. J. CERREJÓN ARANDA y J. JIMÉNEZ VAREA, Op. cit., pp. 14-15, donde dan detalles sobre tales condiciones.
(10) No podemos abordar aquí toda la problemática de lo que fue la gran purga llevada a cabo contra la industria de los comic books desde las instituciones políticas norteamericanas, con las actividades del nefasto "Subcomité del Senado de los EE. UU. sobre la delincuencia juvenil" (United States Senate Subcommittee on Juvenile Delinquency), las vergonzosas audiencias llevadas a cabo por sus miembros (a imagen y semejanza de las que el macarthismo desató contra la industria del cine), la penosa actuación del Dr. Wertham —de infausta memoria para los aficionados de todas las épocas—, la creación de las diversas asociaciones profesionales que surgieron para buscar soluciones a la crisis, la imposición del Comics Code —a través del cual las propiaseditoriales se autocensuraron para evitar, en lo posible, nuevos embates de los sectores más mojigatos y conservadores de la sociedad norteamericana—, el patético papel que algunos sectores de la prensa jugaron en todo el proceso —echando más leña al fuego contra los cómics—, el desasistimiento que los dibujantes de prensa mostraron hacia sus colegas del mundo del comic book, etc. Todo ello puede verse en las dos fuentes principales que venimos utilizando, así como en estudios específicos sobre el tema. Entre otros, Amy Kiste NYBERG, Seal of Approval: History of the Comics Code, Jackson: University Press of Mississippi, 1998.
(11) Sobre las diferencias esenciales en el modo de trabajar los guiones entre Feldstein y Kurtzman, vid. F. J. CERREJÓN ARANDA y J. JIMÉNEZ VAREA, op. cit., pp. 40-41 y 86-87 y E. MARTÍNEZ-PINNA, art. cit.
(12) De hecho creó una de las mejores historias de la EC. Tanto que dio lugar a la realización de un valioso y completísimo artículo firmado por John Benson, David Kasakove y Art Spiegelman, donde se analizaba con todo lujo de detalles el trabajo de Krigstein. El texto apareció publicado en el número 6 del fanzine Squa Tront, de 1975, bajo el título «An Examination of Master Race».
(13) Todos estos datos relativos a Master Race, incluida la traducción con las palabras de Feldstein pueden consultarse en un estupendo artículo aparecido en Entrecómics.
(14) Porter fue, por cierto, el autor del breve relato que dio pie a la creación del personaje de Cisco Kid. Hablamos de ello, hace ya algún tiempo, en esta entrada.
(14bis) Enumerados por F. J. CERREJÓN ARANDA Y J. JIMÉNEZ VAREA, op. cit., pp. 34-37. Un ejemplo de ello sería la referida Master Race, que fue realizada y publicada, precisamente, durante la New Direction, lo cual constituye una prueba indubitable de que las ganas de superarse y de buscar el desarrollo del medio no habían descendido ni un ápice en los artistas de EC, a pesar de la persecución sufrida.
(15) A. GARCÍA, art. cit.
(16) En F. J. CERREJÓN ARANDA y J. JIMÉNEZ VAREA, Op. cit., p. 2.
(17) Op. cit., p. 83.
Buenas tardes.
ResponderEliminar¿Y si empezamos a comentar la edición de Manos Kelly de Ponent Mon?
1ª El gran tamaño maravilloso que nos promocionan, no es tal, es el mismo de las ediciones originales, a la mancha me remito. Y no han publicado la tira superior horizontal de los dos primeros tomos, supongo que para que sea uniforme la edición, pero la supuesta uniformidad se rompe con:
2ª El blanco y negro. Que es comprensible en la primera historia de esta edición, pero ¿de verdad que no se puede recuperar el color del tomo 2 de la edición original, con las técnicas del siglo XXI? No me vendan motos con la apreciación del dibujo en blanco y negro, queda horrible este segundo tomo con la gran mayoría de páginas en blanco y negro.
3º ¿Tampoco se han podido incluir, las portadas originales?
4º Para acabar, lo positivo de esta edición es el tomo 4 "La guerra Cayuso", ya que la edición original de Rambla, tenía muchos falloos de impresión.
En resumen, quién no tenga la edición original, que sin duda compre ésta, y quién la tenga, si quiere la compre, es mi caso, pero desde luego conserve la edición original.
Y para acabar, el color original del tomo 1 me gusta más que el de esta edición, -el color del tomo 2, dicho esto con ironía, no es comparable entre las dos ediciones-.
Hola ANPUGAR, buenas tardes.
ResponderEliminarVeo que estás contento con la que (me imagino) ya será tu compra. Yo aún no tengo ningún ejemplar de esta edición de Manos Kelly, así es que no puedo opinar mucho al respecto. De todas formas, lo del tamaño tampoco me ha pillado demasiado por sorpresa, pues ya sabíamos cuál iba a ser éste y es el mismo que se anunció para el integral de Los Gringos (que sí tengo).
Había pensado redactar una entrada bastante completita --en plan estudio y eso-- sobre la serie (porque lo merece). No hace falta decir que, además, ahora incluiré referencias a la edición de Ponent Mon. Pero antes he de hacerme con un ejemplar y verlo tranquilamente...
¿No han incluido las portadas originales de la edición de Trinca? Pues eso sí que lo veo un fallo importante.
Y una pregunta: ¿qué historia es la que han puesto al principio de esta edición integral? ¿La corta de 16 planchas que se conoce como "La juventud de Manos Kelly"?
En cuanto a las ediciones, tengo varios ejemplares de cada volumen de la antigua (nunca jamás se me ocurriría deshacerme de ellos), así es que, en ese sentido, no hay problema para mí...
Un saludete.
Buenas noches.
EliminarSi, el integral comienza con "La juventud de Manos Kelly".
Y debo rectificar una cosa. Si han puesto la tira horizontal superior, pero solo en la primera página de cada tomo.
Hastya otra ocasión