jueves, 3 de febrero de 2011

LA OBRA DE ANTONIO HERNÁNDEZ PALACIOS: ALGUNOS RECUERDOS



LOS originales de Antonio Hernández Palacios son, sencillamente, magníficos e impresionantes, desde cualquier punto de vista que se vean: por trabajo de abocetado (el lápiz suele estar muy presente en sus planchas originales, pues tampoco cuidaba mucho su borrado, y muestra que el autor era rápido, preciso y esquemático al bosquejar), por detallismo gráfico (casi barroquismo), por coloreado, por montaje...

 Primera viñeta del álbum Roncesvalles, cuyo original tuve la oportunidad de ver en la
exposición madrileña del año 2002. El abocetado a lápiz era perfectamente
visible (aunque, por desgracia, no se aprecie en esta imagen)


Viñeta de la serie Mac Coy, en la que se aprecia perfectamente el trabajo
de entintado de Palacios y los trazos de lápiz sin borrar


Boceto del maestro, con una interpretación personal y muy
"guerrillera" de su propia esposa, Carmen Ochoa


Diversos bocetos, entre los que se encuentran algunos para las series
Manos Kelly y El Libertador (dedicado a Simón Bolívar)


Quienes tuvimos la suerte de ver sus originales con cierto detenimiento hemos quedado impactados para siempre jamás. Creo que fue el mismo día de 1984 en que conocí a Antonio —había quedado con él, por mediación de Ernesto Santolaya (que me proporcionó su teléfono), en la desaparecida Totem Cómics, la tienda que dirigía Mariano Ayuso— cuando tomé contacto, por vez primera, con uno de sus originales: se trataba de una lámina del portafolios El viejo Oeste, en concreto aquélla en la que aparece representado "Mangas Coloradas", jefe de los apaches mimbreños, que Antonio había coloreado y puesto a la venta por 25.000 pesetas. "Una minucia", pensarán ustedes ahora. Pero para un adolescente que no disponía de capital propio, el objetivo de comprarla se hizo inalcanzable. Y bien que lo siento. Siempre me arrepentiré de no haber pedido ese dinero a mis padres. En todo caso, aún recuerdo con nitidez el color rosa pálido que Antonio había utilizado para la camisa del indómito jefe indio.


La lámina de "Mangas Coloradas", para el portafolios El viejo Oeste


La siguiente experiencia con sus soberbios trabajos —en esta ocasión ya se trataba de páginas de historieta— se produjo en la 2ª Semana de la Historieta de Madrid, celebrada en mayo de 1985, donde se organizaron dos sendas exposiciones dedicadas al propio Antonio y al maestro argentino José Luis Salinas.




Entre las planchas que más huella dejaron en mi memoria recuerdo ahora varias de La toma de Coímbra —en mi opinión, uno de los mejores trabajos gráficos de toda la historia de los cómics— y de La tumba de oro, concretamente el episodio donde se resume la tarea evangelizadora llevada a cabo por fray Junípero Serra, que Antonio supo narrar de modo maravilloso y con gran habilidad, coloreando con un sola tonalidad todas las escenas que transcurrían en el pasado para lograr, de este modo, una efectiva elipsis narrativa. A quien conozca un poco la obra de Palacios sabrá que ésta es una técnica que el autor utilizó también en otros pasajes, por ejemplo cuando “Manos” narra los luctuosos hechos de El Álamo.


 
 
 

Ocho soberbias páginas de La toma de Coímbra (la penúltima es un original)


Y otras seis páginas, no menos estupendas, de Manos Kelly (las dos de arriba
con el episodio de El Álamo, y las cuatro de abajo, con el de Junípero Serra)


Recuerdo, también, que me llamaron mucho la atención algunas planchas de su magnífica adaptación de Les chants de Maldoror, y de modo muy especial la ilustración a toda página que abre dicha historia. En ella verificamos una de las características del trabajo de Hernández Palacios: el recurso a la fotografía como técnica documental e inspiradora. Además, presenta referencias escultóricas y cinematográficas evidentes y muy conocidas, como el caso de ese largo y fantasmal cortejo fúnebre, que está sacado directamente del film mudo El tesoro de Arne (Herr Arnes pengar, 1919), del director sueco Mauritz Stiller.

Primera plancha de la adaptación de Los cantos de Maldoror


Muchos años después, en 2002, se organizó aquí, en Madrid, una soberbia exposición en el Centro Cultural "Conde Duque", con una amplísima y variada muestra de la producción "palaciega". Tuve la ocasión de visitarla tres o cuatro veces.

Allí volví a babear de lo lindo y me dejé hechizar por páginas que ya conocía bien, y por otras que no había visto nunca. Por ejemplo, las del relato corto y sin título de Manos Kelly que se había publicado en las revistas Metal Hurlant y Saloon, narrando la juventud del protagonista. En concreto era impactante la plancha original en que aparece la estampida de los bisontes: me dejó sin palabras. ¡Qué prodigio de entintado! ¡Qué manera de manejar el pincel y de resolver texturas! ¡Madre mía!

Plancha 5 de la historia sin título de Manos Kelly de la que se habla más arriba.
Servidor la vio en blanco y negro y era tan impactante como coloreada


Tampoco le andaba a la zaga el impresionante trabajo con que Antonio colaboró en la obra colectiva Los derechos humanos, de Ikusager, ilustrando el artículo 10, sobre el derecho de los ciudadanos a un juicio justo. La historia se titula El proceso, y en ella se narra nada menos que el juicio contra Jesucristo. No recuerdo bien cuántas páginas de esta obra se expusieron en la muestra del 2002, pero sí quedaron grabadas como a fuego en mi memoria dos de ellas: las soberbias planchas de la presentación de Cristo ante Pilato, donde el reo es dibujado semidesnudo y a todo lo largo del centro de las páginas, actuando como eje divisorio de la acción. De este modo, se obtiene una brillante composición que no sólo pone el foco en la persona de Jesús —personaje central de la historia—, sino que además crea dos campos diferenciados —ocupado cada uno de ellos por las dos partes encausadoras: Pilato y los sacerdotes del Sanedrín alternándose—, que contribuyen a agilizar el ritmo narrativo y a crear una mayor tensión. En fin, fue una experiencia artística y espiritual impagable.

Los derechos humanos: las dos páginas de El proceso que recuerdo bien


Desafortunadamente, nadie fue capaz en Madrid de editar un catálogo en condiciones (buen papel, gran tamaño), aunque hubiera costado su dinero. Lo único que se publicó fue un librito minúsculo y recoleto (con buen papel, eso sí) en el que resultaba imposible hacer justicia al trabajo del gran maestro (entre otras razones porque apenas aparecen ilustraciones). En fin, Serafín...


 Portada del "cataloguito" publicado con ocasión de la muestra
organizada en el Cuartel del Conde-Duque


Menos mal que el Ayuntamiento de Palma del Condado había hecho, años atrás, la tarea que no realizó el de Madrid, editando un catálogo para la exposición que, en torno a la obra de Hernández Palacios, se organizó allí en abril de 1996 (todo ello gracias a los buenos oficios de Pedro Tabernero, amigo y editor del artista madrileño, y a quien debemos la publicación de muchas de sus obras que, sin su empeño, nunca habrían visto la luz). Catálogo que, sin ser una maravilla —resulta demasiado breve y uno se queda con ganas de más texto e imágenes—, está a años luz del que se publicó en el Cuartel del Conde Duque pues, entre otras cosas, presenta mucho material gráfico a un tamaño magnífico. Cualquier interesado en el tema, y no digamos ya si se trata de aficionados a la vida y obra de Hernández Palacios, debería hacerse con un ejemplar cuanto antes, porque verdaderamente merece la pena.


El catálogo editado en La Palma del Condado


En cuanto al tema de los guiones, creo que en el caso de “Manos” y de El Cid nos hallamos ante dos buenas historias, muy originales en su planteamiento (sobre todo en el primer caso), bien narradas, poco maniqueas y nada patrioteras. Lo de “Un español en el Oeste”, con que se anunciaba la primera de las dos series, quizá pudiera encerrar un mensaje subliminal de parte del régimen franquista. Pero, más bien, creo que se trataba de un gancho publicitario y, sobre todo, de algo que destacaba pintiparadamente la idea motriz o genésica que había empujado a Antonio a realizar dicha historia: dar a conocer al lector (sobre todo al patrio, claro está) el importante papel que España había jugado en el nacimiento de los Estados Unidos de Norteamérica y en su posterior desarrollo como nación (realidad que ha sido ignorada, a menudo, no sólo por EE.UU, sino incluso —y es lo peor— por las propias autoridades españolas). En todo caso, para quien esté interesado en el tema y no tenga ganas de echar mano de los libros especializados que existen, le aconsejo que escuche el muy curioso programa de la magnífica serie Documentos RNE —que emite RNE 1— titulado España en el nacimiento de una nación (está en la página web de RNE y puede bajarse en formato mp3 y grabarse).

Finalmente, y por lo que se refiere al color de los originales palaciegos, a su brillantez y a su perennidad, puedo asegurar que los que yo ví en el año 1985 y disfruté luego en el 2002 se encontraban en magníficas condiciones. De manera que podría llevarse a cabo una reedición con la opera omnia del maestro —o, al menos, con sus trabajos más destacables— verdaderamente de lujo. ¿Habrá alguien que acepte el reto? C’est un mystère.

8 comentarios :

  1. Me ha costado localizarlo pero como soy una rata de biblioteca finalmente ¡lo encontré!

    El Archivo general de Indias: historia de un continente

    Supongo que se refería a este programa porque no he encontrado otro que pudiera hablar del tema en cuestión.

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  2. Hola Balsera.

    No, no es ése el programa al que yo me refería. He estado buscando por RNE y he podido comprobar que han desaparecido los archivos de programas anteriores a 2008 entre los cuales estaba el que yo recomiendo en la entrada.

    Pero he encontrado esta página web --dedicada a Bernardo de Gálvez, uno de los españoles que más ayudaron a los rebeldes norteamericanos (fue el conquistador de Pensacola)--, donde han colgado el podcast que yo escuché en su momento, y que ahora ya no está en la página de RNE. ¿Cómo iba a esperarme yo que lo quitaran de allí?

    Espero que lo disfrute.

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  3. ¿Y cómo iba yo a pensar que me daría usted una pista vacía? ¿Por qué colgué entonces este enlace?

    Pues verá, creí simplemente que usted se desmemorió y confundió el título -al no encontrarlo-. No se me pasó por la cabeza el motivo real. Y, ni corta ni perezosa, pego otro presumiendo de haberlo encontrado. Menudo patinazo. Que corte.

    Pero esta confusión ha servido para algo.

    Resulta que en el programa que yo enlacé se cuenta el motivo por el cual Carlos III decide encargarle, en 1779, a Juan Bautista Muñoz que escriba la historia oficial sobre cómo fue el desembarco de los españoles en el Nuevo Mundo. La finalidad del estudio era la de desmitificar la supuesta leyenda negra que circulaba por Europa. Leyenda difundida, principalmente, por dos historiadores: un inglés y un francés. ¿Casualidad?

    Tal encargo coincidió con la guerra de independencia de los colonos americanos. Así pues, sin quererlo ambos documentales tienen algo en común.

    Por cierto, a Francia se le olvidó mencionar a los colonos que España también participó, de hecho a partes iguales, en la primera e importante ayuda de armamento la cual fue trasladada, por cierto, en un navío español.

    Le confirmo, querido Alberich que he disfrutado escuchando ambos documentales.

    Siento mucho el patinazo.

    (soy algo desmemoriada y por lo visto también chocheo un poco... por la edad. Usted sabrá perdonarme ¿verdad?)

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  4. Balsera mía, no tiene usted que pedir excusas. ¡Faltaría más! Un error lo tiene cualquiera (mire, si no, los miembros de la marca Gobierno de España © y su presidente, afirmando hasta hace poco que no habia crisis... y tan panchos ahora).

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  5. Don Alberich,

    He encontrado este delicioso recordatorio de la obra de Jean Giraud, alias Moebius. Hace ya 24 años que lo descubrí y sigo admirándolo. Su fantasía, sus relatos, los colores, su increíble imaginación... me fascina.

    En mi desesperada búsqueda de sus litografías he añadido las de Antonio Hernández Palacios que he descubierto gracias a usted. Otro maestro como la copa de un pino.

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  6. Moebius... Posiblemente el más grande dibujante de todos los tiempos (para muchos aficionados, desde luego lo es). Por capacidad creativa, originalidad y camaleonismo estilístico --nadie, como él, ha sido capaz de desarrollar dos estilos tan distintos e igualmente influyentes-- es, desde luego, insuperable. Yo, personalmente, prefiero su trabajo en Blueberry, aunque reconozco que esmás convencional y menos creativo que el realizado bajo el pseudónimo de Moebius.

    Y hablando de Palacios y sus ilustraciones sobre el viejo Oeste, ¡fíjese qué casualidad! Hoy me ha entrado en el correo un aviso del portal Todocolección (donde suelo comprar bastante), en el que me comunican que un vendedor ha puesto a la venta el portafolio del que hablo en mi entrada. Y lo ha hecho por el módico precio ¡de 950,00 euros!

    No hace falta advertirle que no debe comprarlo a ese precio (o parecido) bajo ningún concepto, pues se trata de algo completamente desorbitado y que está fuera de lugar. Y ello porque se trata de una edición que no vale, en absoluto, esa barbaridad que se pide por ella, pues está hecha en papel muy normalito (tanto la carpeta como las láminas) y tampoco destaca, precisamente por su calidad de reproducción. Fue una cosa que se hizo (en el año 1980) sin ninguna intención elitista, sino más bien divulgadora y a un precio muy económico (si no recuerdo mal, creo que estamos hablando de 1.500-2.000 pesetas, o por ahí).

    De modo que olvídese, seguro que termina encontrándolo más barato.

    Giraud/Moebius, Hernández Palacios y... Hermann. No nos olvidemos de Hermann. Juntos forman la Trinidad artística que más ha hecho por difundir y prestigiar, desde Europa, el género western. El primero con Blueberry, el segundo con Mac Coy o Manos Kelly, y el tercero con Comanche.

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  7. El catálogo de la Palma del Condado, Huelva, no está disponible, solo se puede ver en la biblioteca de la capital, pero no sacar ni escanear. Una lástima.

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  8. ¡Maldita sea mi (nuestra) suerte!

    En fin. Habrá que buscar la información por otro sitio.

    De todas formas, muchas gracias por el dato, Emilio.

    Un abrazo.

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