domingo, 18 de agosto de 2019

EL PANFLETO POLÍTICO HECHO HISTORIETA: "TERRA CREMADA", DE PAU PÈRRIM



EN un grupo de Google al que pertenezco, y en el que participa gente de alto copete tebeístico, uno de sus miembros —ilustre teórico y estudioso de la historieta española— nos dio a conocer ayer, muy efusivamente, la existencia del que parece ser el primer tebeo dedicado al peliagudo y manoseado tema del procès en Cataluña. Terra cremada se titula, su autor es Pau Pèrrim y el lector interesado puede hacerse una buena idea del contenido del mismo en el siguiente enlace. El informante, por lo demás, nos hacía el siguiente resumen de su contenido:

«La idea temática se narra recurriendo a una distopia futurista: Si en un presente próximo el Presidente del Gobierno del Reino de España fuese —elegido democraticamente, claro— el hoy Presidente del partido político Ciudadanos, ¿que haría ante el problema del desenlace de Catalunya en el Estado español?. Pau Perrim cree que optaría por la fuerza maxima... y a partir de ahí se inicia el relato de "TERRA CREMADA"... El resto, lo que ocurre,... es cosa de leer el álbum».




El estudioso al que me refiero nos describió el trabajo en términos muy elogiosos y efusivos, señalando incluso que debería haber un ejemplar del mismo nada menos que en «Ateneos, Centros Culturales, Librerias de Prestigio y lugares similares». Consideraba, además, que no podía faltar «en las Bibliotecas públicas, autonómicas y estatales», y que también sería "muy útil" que se organizara, en torno al mismo, nada menos que «un Seminario de trabajo en diversas Universidades».



Espoleado por la curiosidad que habían despertado en mí unas palabras tan laudatorias, y guiado por la autorizada opinión del susodicho teórico, pensé que nos hallábamos ante una obra maestra cuya lectura no podía dejar pasar. Así es que me dispuse a buscar por internet para comprarla, pero tuve la fortuna de encontrar una página web (ya citada arriba) en la que se anunciaba el libro en cuestión y se ofrecía gratuítamente para su lectura una parte del mismo. Y cual no fue mi sorpresa al comprobar que sólo se trataba de un burdo panfleto político proindependentista, con un contenido de escaso vuelo dramático y ayuno por completo de imaginación, lleno de ideas simplonas planteadas con trazo grueso y escasa gracia allá donde pretende tenerla. Un libro que, en definitiva, forma parte de un proyecto con clara intencionalidad política —al presentarse como destinado a financiar, con lo que recaude, el sostén de los políticos catalanes golpistas que están a la espera de sentencia en el juicio del procès por sus actos— y que no tiene nada de inocuo, desde el momento en que determinados medios (aquí y aquí, por ejemplo) ya han empezado a informar como si lo que hiciera Terra cremada es constatar una realidad y no reflejar una cacotopía ficcional. Evidentemente, más de uno dirá que todo esto que digo es cuestión de gustos, y que mi criterio se encuentra viciado por los prejuicios ideológicos. ¿Pero es así, o no? Vamos a verlo...



La obra, como he tenido ocasión de comprobar en dicha página web, no está completa, de modo que si alguien quiere deleitarse con ella en su totalidad ha de comprarla en formato de papel. Ahora bien, lo que yo pude leer en la webcómic a la que remito arriba fue suficiente para hacerme una idea de por dónde discurre el tebeo... Y al hacerlo, sentí que retrocedía a la oscura y triste España de los años 40-50 del siglo pasado, con ese Guerrero del Antifaz matando moros a diestro y siniestro, o el viril Roberto Alcázar y el travieso Pedrín pegándole de hostias al hipermalvado de turno, o los juveniles flechas y pelayos velando por la pureza del patriotismo. Sólo que en Terra cremada los "buenos" no llevan máscara, ni traje de chaqueta, sombrero y corbata, ni gorro legionario, ni están creados para servir de evasión a gente que vive una cruel postguerra. No, nada de eso, son personas del siglo XXI, van tocados con la barretina, cubiertos por la estelada y se hacen las víctimas permanentemente (cosa, por cierto, que no le ocurría a los viejos héroes tebeísticos). Pero, en el fondo, son lo mismo: criaturas de un tiempo ya caduco y pasado (o que debería haber pasado, al menos). Con el agravante de que, en el caso del tebeo catalán (que cuenta con apoyo oficial, si no estoy equivocado), esos "buenos" trabajan al servicio del poder y de una causa política concreta —la independentista—, cosa que tampoco hacían nuestros antañones héroes de papel.



Con todo, lo que más me ha sorprendido es que haya quien considere que un panfleto como Terra cremada sea útil para algo o alguien —salvo para los independentistas más radicales y quienes los apoyan, porque creen que ser de izquierda es defender el derecho de determinadas minorías, frente a la mayoría y las leyes—, o que, cosa aún más alucinante, pueda llegar a contribuir, de alguna manera, a abrir un debate y reflexión serenos en torno al problema del llamado procés. No niego que para seguir adoctrinando a los futuros maulets —esos que aparecen como héroes en la historieta de Pèrrim—, el tebeo que comento sea un manual inmejorable. ¿¡Pero tanto como para llegar al extremo de distribuirlo en todos aquellos lugares que propone el erudito crítico del que hablo!? Ya puestos, ¿por qué no repartirlo, en todo el "Estado español", como regalo por cada barra de pan que compremos? Pero mejor lo digo bajito, no vaya a ser que la Generalitat independentista de Torra —que gobierna sólo para una parte de los catalanes— haga suya la propuesta que sugiero aquí irónicamente.


Ahora bien, basar mi crítica en argumentos presentistas y políticos, sólo porque me encuentro en las antípodas ideológicas de lo que plantea Pèrrim en su tebeo —que no es sino defender, de manera un tanto simplona y pueril, la postura de aquellos que intentaron vulnerar y quebrar por la fuerza del factum el estado de derecho que rige en España y que ha servido, precisamente, para que no ocurra nada de lo que él denuncia en su tremendista tebeo—, tampoco tendría mucho interés para los lectores de un blog que, como éste, viene dedicándose preferentemente a hablar de tebeos. Hacerlo así sería caer en el puro debate político, y no es eso lo que pretendo. Por ello, y aunque resulte harto difícil dejar a un lado el marco político-ideológico —que es en el que el autor catalán nos quiere situar claramente con su obra—, para defender mi postura quiero esgrimir sólo argumentos de tipo técnico y artístico que intentaré esbozar a continuación de modo muy somero (para no aburrir demasiado a los posibles lectores).



Y empiezo por preguntarme lo siguiente: ¿de verdad que una obra tan mediocre, facilona, parcial y poco elaborada sobre un tema político tan candente, complejo, problemático y actual como el del procès puede despertar interés alguno, más allá de las filas del independentismo? ¿De verdad lo cree el erudito estudioso que nos la recomendó? Imagino que sí pues, en caso contrario, no lo habría afirmado tan efusivamente, y tampoco habría tenido la necesidad acuciante de aconsejarnos su lectura de modo tan perentorio, ni de proponer su publicidad a los cuatro vientos. En fin, lo cierto es que la vida no deja de darme sorpresas, a pesar de la edad que uno va acumulando...


No entro ya en el maniqueísmo extremo del que hace gala Terra cremada al plantear las diferentes situaciones de la acción. Un maniqueísmo tan radical, soez, facilón y estúpido que quiebra todas las reglas de verosimilitud mínima que han de presidir cualquier trabajo narrativo que, a día de hoy, quiera parecer serio, adulto y de cierta profundidad o alcance. Quiero decir que no estamos ya en aquellas épocas de verdades absolutas, donde la gente creía realmente que existían malos malísimos y buenos de toda bondad (imagino que me entienden). Pensamiento éste, por cierto, muy propio del nacionalismo/independentismo, que siempre ha de fomentar la alteridad y buscar enemigos donde no los hay. Pero retomo el hilo de mi exposición: no es ya por el maniqueísmo con que Pèrrim enfoca la historia, como digo, sino que se trata, más bien, de la simpleza argumental, del tratamiento infantiloide que se la ha dado a las escenas y los diálogos de la historia, de la ramplona construcción de unos personajes que resultan tan pueriles, arquetípicos, planos y poco creíbles que llegan a provocar la risa, del vergonzoso y descarado posicionamiento político que hace el autor. Un posicionamiento, por cierto, que sería perfectamente lícito si la obra —financiada, en origen, a través de un proyecto de crowdfunding— no contara con la cobertura (¿y subvención?) de la Fundaciò Reeixida (entidad relacionada con el entramado institucional independentista), o si se tratara de un trabajo abiertamente propagandístico, y no supuestamente artístico y de denuncia. En resumen: Terra cremada reúne una serie de características que si se presentaran reunidas en cualquier otra historia —desprovista del contenido político y polémico que esta encierra— despertarían el sonrojo de más de un lector, por la puerilidad y el infantilismo de sus propuestas (dramáticas, narrativas e ideológicas). Es verdad que se trata de una obra de ficción, sí, pero a la que le falta por completo la perspicacia, la intuición, la finura, la originalidad, la madurez, la profundidad y el alcance de tantas distopías (literarias o no) que todos conocemos: La máquina del tiempo, 1984, Farenheit 451, Un mundo feliz, El planeta de los simios, Soylent Green y ¡Hagan sitio, hagan sitio!, Alphaville, V de vendetta, etc. Y que, además, carece de la objetividad, inteligencia y compromiso de éstas, al estar pensada para hacerle el juego a la intelligentsia independentista de Cataluña (gente que, por cierto, mayoritariamente forma parte de los grupos conservadores y más pudientes de la sociedad). ¿Hay algo más triste, patético y menos transgresor que una obra de supuesta denuncia del poder hecha para defender, precisamente, a un poder que viene perpetuándose, generación tras generación, en aquellas tierras desde hace siglos? ¡Y que luego tengamos que oír hablar de la España fascista y totalitaria...!



Por eso, cuando leemos el pretencioso prólogo —supuestamente crítico, contestatario y radical— que Jair Domínguez firma al principio de la obra para hacernos creer que tanto él como Pèrrim están de vuelta de todo, y comparamos sus manifestaciones allí contenidas con lo que verdaderamente encierra la obra, enseguida nos damos cuenta de que nos hallamos ante un suflé cocinado por un mal chef, o frente a un globo que se desinfla porque está lleno de agujeros. Todo es aire, impostura, seguidismo de paniaguados... Pues los supuestos reproches generalizados contra el sistema y el poder de que habla Domínguez —que otorgarían, precisamente, ese carácter inconformista y rebelde a la obra—, en realidad van dirigidos sólo a una parte del mismo: el no independentista. Y lo mismo ocurre con las recriminaciones lanzadas contra el poder, pues quienes aparecen representados como ególatras, psicópatas y demagogos son, exclusivamente, los políticos, banqueros, empresarios y periodistas del bando que podríamos denominar "españolista" (Aznar, Rivera, Arrimadas, Pedro J. Ramírez), pero no aquellos pertenecientes a una burguesía catalana que se ha perpetuado en el poder siglo tras siglo y por culpa de la cual Cataluña se encuentra en el punto actual. En este sentido, no hay la menor crítica contra el prófugo Puigdemont —que aparece representado con toda la dignidad de "president" que ya no ostenta—, ni contra un político del "sistema" como es el diputado Gabriel Rufián, al que Pèrrim caracteriza como una especie de Clint Easwood redivido y justiciero, portando un pistolón y al lado de las CDR (comités de defensa de la república).



Hay quien ha sugerido que el tono radical y maniqueo con que se tratan las situaciones en Terra cremada es completamente buscado y responde a la idea de querer emular determinadas corrientes contestatarias que encontraron en el comix underground su vía de expresión. Pero es que en el tebeo que comentamos el tratamiento tan parcial que se le da al asunto tratado lo aleja por completo de la irreverencia generalizada y el contestatarismo característicos de la contracultura, elementos ambos que encontramos en la mayoría de las obras surgidas al calor de esa corriente artística, pero que no aparecen en el trabajo de Pèrrim, que sólo "dispara" en una dirección.


Terra cremada, en realidad, es un tebeo propagandístico que parece haberse realizado desde el odio y el desprecio más radical. No hay más que ver cómo retrata Pèrrim a los españoles (de hecho, sólo aparecen matando, golpeando, insultando, como una masa informe e irracional, al ciego servicio de un poder opresor que dejaría en pañales al de los propios nazis). Y, desde luego, le hace un flaco favor a la tarea de reflexión profunda y seria del problema que trata, por lo que dudo mucho que pueda despertar curiosidad, más allá de al teórico que nos lo recomendó y a los círculos independentistas.


De hecho, el mensaje de Terra cremada está tan lleno de tópicos manidos y llega a ser tan burdo, simplista, maniqueo, pueril y poco elaborado, me he llegado a plantear si, acaso —y puesto que no he tenido ocasión de leer la obra completa impresa en papel—, cabe la posibilidad de que, en la segunda parte, el autor le haya dado al guión un giro radical, bien para expresar todo lo contrario de lo que parece transmitir el tebeo en su contenido público —es decir, que España y los españoles no son tan abominables como se pintan—, bien para presentar situaciones de mayor enjundia dramática, profundidad psicológica y alcance narrativo. Es decir, algo que vaya más allá del mero panfleto gritón. Por eso, si alguien tiene a bien conseguirme un ejemplar de la obra para corroborar esas posibilidades, no tendría ningún problema en introducir los cambios necesarios a esta reseña crítica para modificar mi posición. Lo que no haré es comprar yo mismo Terra cremada, por la sencilla razón de que ese dinero sirve a una causa política con la que estoy completamente en desacuerdo.



Por último, y para concluir, añadiré que el valor gráfico del trabajo analizado, aunque vistoso, resulta más que discutible, pues se trata de una historia realizada completamente a base de fotografías modificadas con un programa de retoque digital para hacerlas parecer dibujos, sobre las que se ha calcado la línea, y a las que se les ha añadido algunos colorines (que no era, precisamente, lo que hacían Enric Siò y otros artistas que el teórico citado puso como antecedentes).



En fin. Si algo tienen los nacionalistas e independentistas es que enredan más que el diablo cojuelo. Parece que sólo vivieran para la "causa", pues siempre están dándole vueltas al magín y pergeñando el modo de hacer realidad política sus anhelos utópicos. Es decir, han hecho de "su" ideal su vida, de manera que confunden con facilidad realidad y ficción. Por eso decía Albert Boadella, refiriéndose a los nacionalistas catalanes, que se caracterizan por ver el mundo de una manera tan desconfiada que, cuando se levantan por la mañana, lo primero que hacen es pensar: "¿Qué estarán maquinando en Madrid para jodernos el día?". ¡Como si el resto de los mortales no tuviéramos otras preocupaciones que hacerles la vida imposible a ellos...! Claro que, como asevera el famoso dicho: "cree el ladrón que todos son de su misma condición"... No deja de ser penoso, en todo caso, que piensen de este modo y no se den cuenta de que los únicos obsesionados por el "tema" son, precisamente, ellos, que tienen en la alteridad y en el crear enemigos imaginarios su razón de ser para seguir existiendo.



Por todos estos motivos, no me sorprende que el primer tebeo realizado en España sobre el manoseado tema del procès provenga, precisamente, de un entorno nacionalista/separatista, esté apoyado o subvencionado por una entidad que defiende y promueve tal ideología, y presente los hechos de una manera tan parcial, burda y torticera. Y ello aunque sus autores —siguiendo la misma retórica usada por el nacionalismo catalán, de presentarse como algo moderno, europeo, democrático y transversal— intenten vendernos Terra cremada como un relato distópico, antisistema y crítico, o insistan, bien que en tono irónico y pretendidamente gracioso, en que lo narrado en el libro nada tiene que ver con la realidad: «Una de les curiositats del muntatge final del projecte és que genera un estrany “dejà vu” gràfic. Les imatges i els personatges hi podrien tenir quelcom a veure, però l'autor ho nega rotundament: “Això són fakenews dels lectors més polititzats”, ha dit en una entrevista en un diari local novaiorquès».



No me cabe duda de que la Fundaciò Reeixida y los organismos oficiales  de Cataluña —que vuelven a trabajar sin cortapisas al servicio del independentismo, por culpa de una precipitada suspensión del artículo 155 de la Constitución— aprovecharán el formato tebeístico de Terra cremada y la supuesta "amabilidad" que éste ha tenido tradicionalmente en nuestro país, para seguir adoctrinando a los niños y jóvenes en guarderias, escuelas y otros centros de enseñanza. De hecho, es posible que, gracias a la ayuda oficial, el tebeo de Pèrrim termine siendo uno de los de mayor tirada de nuestra industria. Y si sale la correspondiente réplica desde el sector constitucionalista, seguramente el independentismo pondrá el grito en el cielo, acusando a sus promotores de ser unos fascistas, defender la represión del pueblo catalán y otras lindezas retoricas a las que nos tienen acostumbrados.



Yo, en todo caso, sólo pido una cosa: si alguien realiza o apoya la creación de una obra que intente dar respuesta a la de Pèrrim —el nacionalismo lo que tiene es que contamina todo lo que toca, así es que no sería raro que algún partido político o entidad cívica respondiera con el correspondiente tebeo "españolista"— que lo haga, por favor, con una obra más inteligente, audaz, profunda, enjundiosa, elaborada, reflexiva y comprometida (de verdad) que la de Terra cremada. Los aficionados a la historieta se lo agradeceremos.

Un saludete.

Cubierta de la edición en papel


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NOTA: todas las imágenes que ilustran este artículo lo hacen a título meramente informativo y sin ánimo de lucro. Están tomadas de la webcómic Terra cremada, de donde se pueden bajar abiertamente. Quedan sometidas, no obstante, a las leyes habituales de copyright y son, por tanto, propiedad de sus autores, que podrán solicitar su retirada, si así lo estiman oportuno.

domingo, 11 de agosto de 2019

JEAN GIRAUD/MOEBIUS: 18 CONSEJOS PARA DIBUJAR HISTORIETA




TRAIGO hoy el recuerdo de uno de los más grandes artistas que ha dado el mundo de la historieta. Uno tan enorme que, en mi modesta opinión, podría ser puesto en el mismo podio con los grandes autores que crearon el lenguaje del medio (McCay, Herriman, Segar, McManus, Foster, Raymond, Caniff...). Me refiero, claro está, a Jean Giraud, alias "Moebius". Y rememoro su figura a través de una serie de consejos (18 concretamente) que ofreció a la revista La jornada semanal, durante una visita a Méjico en el año 1996, realizada tras su paso por la ComicCon de San Diego de ese mismo año.

Ha aparecido publicada varias veces en la red. De hecho, la que más circula es una traducción al inglés realizada por Brandon Graham, autor de Prophet (Image Comics). Posteriormente otro historietista, William Stout, ha ido realizando ampliaciones personales de estos puntos expuestos por Giraud/Moebius, que Xurso G. Penalta --a quien debo esta última información, que le agradezco-- ha publicado en su blog.

En realidad ignoro si hay alguien al que le puedan ser útiles estos consejos que el maestro francés diera hace años. Personalmente, tengo para mí que si a él le sirvieron alguna vez de ayuda, no fue tanto por los consejos en sí mismos, cuanto porque era Giraud/Moebius. Pero bueno, allá van...


Breve manual para historietistas

Moebius


1. Al dibujar, hay que limpiarse de sentimientos profundos (odio, felicidad, ambición, etcétera).

2. Es muy importante lograr la educación de la mano, conseguir la obediencia, para llevar a cabo las ideas. Pero hay que tener cuidado con la perfección. Demasiada perfección y demasiada rapidez, igual que sus contrarios, son peligrosas. Cuando hay demasiada soltura, dibujos instantáneos, además de que hay errores, no hay voluntad del espíritu, sino sólo del cuerpo.

3. La perspectiva es sumamente importante, es una ley de manipulación, en el buen sentido, para hipnotizar al lector. Es bueno trabajar con espacios reales, más que con fotografías, para ejercitar nuestra lectura de la perspectiva.

4. Otra cosa que hay que aprender con cariño, es el estudio del cuerpo humano, las posiciones, los tipos, las expresiones, la arquitectura de los cuerpos, las diferencias entre las personas. El dibujo es muy diferente cuando se trata de un hombre o de una mujer; porque en el hombre se pueden cambiar un poco las líneas, hay una imprecisión que se soporta; pero con la mujer la precisión debe ser perfecta, porque si no se vuelve fea, y se enoja, ¡y entonces ya no compra nuestro comic! Para que el lector crea en la historia, los personajes deben tener vida y personalidad propias, gestos que vienen del carácter, de las enfermedades; el cuerpo se transforma con la vida, y hay un mensaje en la estructura, en la distribución de la grasa, de cada músculo, en cada arruga de la cara y del cuerpo. Es un estudio de toda la vida.

5. Cuando se hace una historia se puede empezar sin saber todo, pero haciendo anotaciones sobre el mundo particular de esa historia. Así el lector se reconoce y se interesa. Cuando un personaje muere en una historieta, y ese personaje no tiene una historia dibujada en su cara, en su cuerpo, en su vestido, no le importa al lector, no hay emoción. Y entonces los editores dicen: "Tu historieta no vale nada, sólo hay un muerto, y yo necesito veinte o treinta muertos para que funcione." Pero eso no es cierto: si el muerto, o herido, o enfermo, o el que está en problemas tiene una personalidad real que viene del estudio, de la capacidad de observación del artista, la emoción surge. En este estudio se desarrolla también una atención al otro, una compasión y un amor por la humanidad. Es muy importante para el desarrollo de un artista; si quiere ser un espejo, debe contener dentro de su conciencia el mundo entero, es un espejo que mira todo.

6. Jodorowsky dice que no me gusta dibujar caballos muertos. Es muy difí­cil. Es muy difícil dibujar un cuerpo que duerme, que se abandona, porque en el comic se estudia siempre la acción; es más fácil dibujar gente que pelea, por eso los norteamericanos dibujan superhéroes. Es más difí­cil dibujar gente que habla, porque hay una serie de movimientos muy pequeños, pero que tienen una significación, y eso cuesta más, porque necesita un amor, una atención al otro, a las pequeñas cosas que hablan de la personalidad, de la vida. Los superhéroes no tienen ninguna personalidad, todos tienen los mismos gestos y movimientos (imita gestos de ferocidad, de pelea, de correr).

7. Igualmente importante es la ropa de los personajes, el estado y el material y la textura son una visión de sus experiencias, de su vida, de su situación en la aventura, que pueden decir mucho sin palabras. En un vestido hay mil arrugas; hay que escoger dos o tres, pero las buenas.

8. El estilo, la continuidad estilítica del artista es una simbología, se puede leer como el Tarot. Yo elegí­ como un chiste el nombre de Moebius, cuando tenía 22 años, pero en realidad hay un significado en eso. Si tú traes una camiseta con un Quijote, eso me habla de quién eres. En mi caso, le doy importancia a un dibujo de relativa simplicidad, así­ se pueden hacer indicaciones sutiles.

9. Cuando un artista, un dibujante sale a la calle, no ve las mismas cosas que la gente normal. Lo que ve es documentación sobre la manera de vivir, sobre la gente.

10. Otro elemento importante es la composición. Hay que estudiar la composición de nuestras historias, porque una página, o un cuadro, es un rostro que mira al lector y que le dice algo. No es una sucesión de viñetas sin significado. Hay viñetas llenas y vací­as, otras con dinámica vertical u horizontal, y en eso hay una intención. La vertical anima; la horizontal calma; la oblicua hacia la derecha, para nosotros, occidentales, representa la acción que se dirige al futuro; la oblicua hacia la izquierda dirige las acciones al pasado. Los puntos representan una dispersión de energí­a. Algo puesto en el centro focaliza la energía y la atención, concentra. Son símbolos básicos de la lectura, que ejercen una fascinación, una hipnosis. Hay que tener una conciencia del ritmo, ponerle una trampa al lector para que caiga, y cae, se pierde, y se mueve dentro con placer, porque hay vida. Hay que estudiar a los grandes pintores, los que hablan con sus cuadros, de cualquier escuela o época, eso no importa, y hay que verlos con esa preocupación de la composición fí­sica, pero también emocional. De qué manera la combinación de las lí­neas en ese artista nos toca directamente el corazón.

11. La narración debe armonizar con el dibujo. Debe haber un ritmo visual --desde la colocación de las letras--, y la trama debe manejar la cadencia correctamente, para comprimir o para alargar el tiempo. Hay que tener cuidado con la elección y la dirección de los personajes. Usarlos como un director de cine y estudiar las distintas tomas.

12. Cuidado con la influencia devastadora del comic norteamericano en México, porque ellos sólo estudian un poco de anatomí­a, composición dinámica, los monstruos, las peleas, los gritos y los dientes. Me gusta también, pero hay muchas más posibilidades que hay que explorar.

13. Hay una conexión entre la música y el dibujo. Pero esto también depende de la personalidad y del momento. Hace tal vez unos diez años que trabajo en silencio, y para mí la música es el ritmo de las lí­neas. Dibujar es a veces estar a la caza de hallazgos, ¡una lí­nea justa es un orgasmo!

14. El color es un lenguaje que el dibujante utiliza para manipular la atención del lector y para crear belleza. Hay color objetivo y subjetivo, los estados de ánimo de los personajes influyen en el colorido, y la luz puede cambiar de un cuadro a otro, según los espacios representados y la hora del día. Hay que estudiar con atención el lenguaje de los colores.

15. Sobre todo al principio de la carrera, hay que tratar de crear historias cortas, pero de muy alta calidad. Hay mayores posibilidades de terminarlas con éxito, y de colocarlas en revistas o con editores.

16. Hay ocasiones en las que nos dirigimos hacia el fracaso a sabiendas, elegimos un tema, una extensión, una técnica que no nos conviene. Después no hay que quejarse.

17. Cuando se mandan originales a los editores y hay rechazo, hay que preguntar las razones. Hay que estudiar las razones del fracaso, y aprender. No se trata de lucha, ni con nuestras limitaciones ni con el público o editoriales. Se trata más bien de manejarlo como el aikido: la fuerza del que embiste es utilizada para derribarlo con el mí­nimo esfuerzo.

18. Ahora es posible encontrar lectores en cualquier parte del planeta. Hay que tenerlo presente. Para empezar, el dibujo es una forma de comunicación personal, pero esto no quiere decir que el artista se encierra en su burbuja; es comunicación con los seres cercanos, consigo mismo, pero también con gente desconocida. El dibujo es un medio para comunicarnos con la gran familia que no conocemos, el público, el mundo.

sábado, 27 de julio de 2019

NECROLÓGICA: JACK DAVIS (1924-2016)


[ADVERTENCIA: Compromisos profesionales que no admitían demora, primero, y una sensación de que la cosa había quedado desactualizada, después, hicieron que abandonara esta entrada cuando ya casi la tenía prácticamente concluida. Vuelvo a releerla ahora, transcurridos justo tres años desde su primera redacción, y creo que merece la pena que salga adelante, coincidiendo precisamente con el tercer aniversario de la desaparición de Davis, que se cumple hoy mismo, 27 de julio de 2019. De modo que la publico —ya saben: "nunca es tarde, si la dicha es buena"—, aunque haya pasado demasiado tiempo desde que ocurrió el luctuoso acontecimiento que da razón de ser al texto. Creo que el personaje y su obra se merecen este humilde homenaje que no llegué a hacer en su momento].


ACIAGO día, el pasado miércoles 27 de julio, en que supimos que había muerto el grandísimo Jack Davis, uno de los más geniales, influyentes, prolíficos y ácidos dibujantes satíricos que hayamos tenido la fortuna de conocer los aficionados a esto del dibujo y la ilustración. Tenía 91 años y desde hace ya bastante tiempo se encontraba retirado de la profesión (de hecho, su última portada para la mítica MAD, donde colaboró muchísimo tiempo, la realizó en 1995). Conocimos la noticia a través de un comunicado de la propia revista que el mismo Davis contribuyó a fundar en 1952, en la que no dejó de publicar y para la que realizó la mayoría de sus trabajos. Como declaró, de manera muy expresiva, el director actual de la publicación (John Ficarra): «Jack fue uno de los miembros fundadores de la revista [...]. Un artista con enorme talento y muy versátil. El trabajo de Davis apareció en el primer número de MAD y prácticamente en todos los demás números de las cuatro décadas siguientes».

Primera aparición pública de Alfred E. Neuman, el hombre mascota de MAD
(en una publicación de 1954, donde se recopilaban los dos primeros años de la revista satírica)


Es una lástima que la edad de nuestro homenajeado lo haya impedido, pero habría sido una gozada poder disfrutar de sus dibujos satíricos en estos últimos meses, cuando EE.UU. se encuentra inmerso en la vorágine de la campaña electoral americana, y ver cómo retrataba a los candidatos presidenciables, especialmente al peculiar candidato republicano de dorado tupé (cuyo apellido, por cierto, coincide con el nombre de una revista de Harvey Kurtzman, en la que el propio Davis colaboró muy activamente hasta el momento de su desaparición).



John Burton Davis, Jr, más conocido como Jack Davis, nació en la sureña ciudad de Atlanta (Georgia), el 2 de diciembre de 1924. Su primer trabajo publicado —de carácter no profesional, pero muy precoz— fue realizado cuando el futuro artista tenía sólo 12 años, y apareció en el número 8 de la revista Tip Top Comics (diciembre de 1936), que editaba United Features, una empresa editorial especializada en la publicación de cómics de prensa, como lo demuestra el contenido de sus índices. Nuevos trabajos amateurs realizados para las publicaciones periódicas de su instituto y para el Navy News durante su servicio militar en la Marina estadounidense —donde publicará una serie titulada Boondocker— completan esta primera etapa creativa del que habría de ser gran artista de la caricatura y la sátira dibujada.

 Cubiertas de los números 8 y 9 de esta revista en la que hizo sus pinitos nuestro homenajeado


A lo largo de la década de los cuarenta Davis colaboró también en el periódico de la Universidad de Georgia (donde estudiaba) y en una publicación de carácter humorístico (Bullsheet), aunque lo más cercano a un trabajo profesional fue su actividad como dibujante en The Atlanta Journal y como entintador de la tira Mark Trail de Ed Dodd, que el propio Davis parodiaría años más tarde en MAD con el título de Mark Trade.


El joven Davis en la época de sus primeros trabajos profesionales


En 1949 encontramos su firma en un manual técnico de formación para Coca-Cola, encargo que le reportaría dinero suficiente para comprarse un coche y marchar hasta Nueva York, donde iba a matricularse en la Art Students League para seguir con su perfeccionamiento. Allí logró encontrar trabajo en el New York Herald Tribune Syndicate, donde colaboraría como entintador en la tira The Saint, de Leslie Charteris y Mike Roy. Al parecer, también colaboró en la del Flash Gordon que dibujada Dan Barry, aunque en ambos casos lo hizo sin acreditar, como era costumbre en la época.



Quizá la mano de Davis se encuentre en alguna de las siguientes tiras de The Saint, 
que pertenecen a 1950, aunque es imposible saberlo


Al año siguiente, y tras ser rechazado por diferentes editoriales de comic books —conviene recordar que estamos en la década de los 50, verdadero momento de apogeo de tales publicaciones—, Davis entró a colaborar como artista independiente con la renovada EC Comics de Bill Gaiman y Al Feldstein, donde iba a dar comienzo la primera etapa realmente significativa de su carrera. Su primera historia en la "casa de los horrores" sería The Living Mummy (Haunt of Fear, #4, 1950), aunque para la mítica editorial habría de realizar numerosas contribuciones en los diversos géneros que abordaban las publicaciones de EC, apareciendo su firma en cabeceras tan célebres como Tales from the Crypt, The Haunt of Fear, Frontline Combat, Two-Fisted Tales, The Vault of Horror, Piracy, Incredible Science Fiction, Crime Suspenstories, Shock Suspenstories y Terror Illustrated.

Plasmación de un momento histórico: viñeta de apertura de la primera historia realizada por Davis para EC


Es el momento en que empieza a despuntar su inconfundible estilo, de trazo enérgico, gran detalle, minuciosa composición y enorme versatilidad expresiva, con unas formas a caballo entre el dibujo realista puro y la insinuada caricatura, elemento este último muy característico de Davis —sobre todo en su vena satírica—, que a mí siempre me ha llamado poderosamente la atención y que, con las lógicas diferencias, hallamos también en otros artistas como Mort Drucker, Angelo Torres, o Sam Viviano, todos ellos dibujantes asimismo de MAD. Quienes fueron sus amigos y editores —Bill Gaines, Al Feldstein y Harvey Kurtzman— no dejaron de señalar que Davis era el artista más rápido de los que trabajaban para EC, siendo capaz de completar tres páginas o más al día, incluyendo el entintado de las mismas. Una marca que sorprende, ciertamente, sobre todo cuando se observa en las planchas originales la enorme calidad del trabajo, con un empleo admirable del pincel para crear texturas (son famosos, en este sentido, su delicados tramados superpuestos y cruzados, así como el control en el grosor de la línea para crear un efecto de profundidad admirable).



Realismo y rasgos caricaturescos en su dosis justa se amalgaman en el arte de Jack Davis,
para dar como resultado obras con un magnífico e inconfundible estilo, lleno de fuerza y expresividad


Sus trabajos para EC de los primeros años 50 —los que corresponden a la etapa inicial de la denominada New Trend (o "nueva dirección" adoptada por la empresa bajo la férula de Bill Gaines)— nos muestran ya a un Davis pletórico y absoluto dominador del oficio: trazo untuoso, resolución técnica magistral (con el pincel como instrumento predominante), gran expresividad en los personajes, dominio de la figura humana, trabajo de trama muy cuidado, sabio manejo de las masas de negro... Con estas características —y, en especial, gracias a su pasmosa facilidad para representar todo lo grotesco y deforme— nuestro homenajeado brillaría especialmente en los relatos de terror, a los que aportó este personalísimo e inconfundible estilo, que iba a ser imitado por otros dibujantes de las empresas rivales y por sucesivas generaciones de artistas (¿hace falta recordar aquí a Bernie Wrightson, por ejemplo?).

Primera página del relato Model Nephew (The Haunt of Fear, #22, 1953)

Ojos desorbitados y sanguinolentos, boca desencajada, gotas de sudor,
sombras fuertemente contrastadas, monstruos escalofriantes... El espanto hecho dibujo

En este ámbito son dignos de recordar su contribución para Tales from the Crypt, una de las tres revistas que EC dedicó al género del horror, y en la que Davis dibujaría no sólo historias interiores, sino también la mayoría de las portadas (las de los números 29-46, concretamente). Puede afirmarse, por tanto, que fue la verdadera estrella de esta cabecera, mientras que Graham Ingels lo era de The Haunt of Fear y Johnny Craig de The Vault of Horror. En ella publicó títulos como Tain't the Meat... It's the Humanity (Tales from the Crypt, #32, 1952) —siniestro relato, con tintes de crítica social, donde se nos muestran los tejemanejes de cierto carnicero que, aprovechándose de la escasez de carne en época de guerra, hace de las suyas hasta el momento en que todo le sale mal—, Lower Berth! (Tales from the Crypt, #33, 1953) —donde el personaje de Crypt Keeper (anfitrión de dicha revista), relata la historia de su origen, cuando sus padres (una momia egipcia hembra y un cadáver de dos cabezas) se conocieron 4000 años atrás—, Mirror, Mirror, on the Wall (Tales from the Crypt, #34, 1953) —historia contada en primera persona que explota el mito de Frankenstein desde una perspectiva muy al estilo EC—, By the Fright of the Silvery Moon! (Tales from the Crypt, #35, 1953) —aventura que tiene al hombre-lobo como protagonista—, Fare Tonight, Followed by Increasing Clottines (Tales from the Crypt, #36, 1953) —un intranquilizador relato de vampiros, médicos locos y siniestros experimentos—, Tight Grip! (Tales from the Crypt, #38, 1953) —donde un asesino acaba teniendo problemas con un extraño baúl—, Food for Thought (Tales from the Crypt, #40, 1954) —siniestra historia que tiene como marco el sugerente mundo del circo y el vampirismo—, Operation Friendship (Tales from the Crypt, #41, 1954) —un relato de médico loco, no exento de ironía y crítica social contra el matrimonio (o, mejor dicho, contra la rutina del mismo)—, o Telescope (Tales from the Crypt, #50, 1955), angustiosa historia de naufragios con final sorprendente.

Impactante página de presentación para la historia Lower Berth!, que mencionamos en el texto


De todas formas, Jack Davis también trabajó bastante para las otras dos revistas de terror de la casa, siendo especialmente reseñables historias como la ya citada The Living Mummy (The Haunt of Fear, #4, 1950) —en la que se echa mano del mito de la momia revivida por unos arqueólogos que acaban escarmentados—, The Basket (The Haunt of Fear, #7, 1951) —con el tema de la doble personalidad stevensoniana de por medio—, Bum Steer! (The Haunt of Fear, #10, 1951) —curiosa historia protagonizada por un torero fracasado y vengativo—, The Beast of the Full Moon (The Vault of Horror, #17, 1951) —sobre el tema de la licantropía—, Lend Me a Hand! (The Vault of Horror, #18, 1951) —que, sin duda, se inspira en la novela Les Mains d'Orlac, de Maurice Renard, que conoció dos adaptaciones cinematográficas en 1924 y 1935—, The Reluctant Vampire! (The Vault of Horror, #20, 1951) —sobre las andanzas de un vampiro (llamado Mr. Drink) que trabaja como vigilante nocturno en un banco de sangre—, Kickin' the Gong A Round! (The Vault of Horror, #25, 1952) —una terrible historia de cadáveres resucitados que se enmarca en el mundo del boxeo—, Wolf Bait! (The Haunt of Fear, #13, 1952) —relato de ambientación histórica, cuya acción transcurre en la nevada estepa rusa del siglo XIX, y en el que Davis realiza uno de sus más bellos trabajos de esta época, lleno de fuerza y de dinamismo—, Death of Some Salesman (The Haunt of Fear, #15, 1952) —donde cierto vendedor a domicilio tiene un encuentro con una parejita de ancianos—, Garden Party (The Haunt of Fear, #17, 1953) —donde la acción gira en torno a un objeto tan cotidiano como una barbacoa—, The Black Ferris (The Haunt of Fear, #18, 1953) —un ingenioso relato de viajes en el tiempo que concluye con el típico final inesperado propio de la EC (el llamado "final O'Henry")—, Model Nephew (The Haunt of Fear, #22, 1953) —sobre un malvado sobrino que después de asesinar a su tío recibe el típico merecido de las historias EC—, Out of His Head! (The Vault of Horror, #32, 1953) —sobre la historia de un hombre que asesina a su socio y es incapaz de sobrellevar dicha carga, con las consecuencias que esto acarrea para él—, Tombs-Day (The Vault of Horror, #35, 1954) —que se desarrolla en el sugestivo y claustrofóbico ambiente de una pirámide egipcia, dando la oportunidad a Davis de ofrecernos un auténtico recital de ambientación y suspense—, Coffin Spell (The Vault of Horror, #38, 1954) —una lúgubre historia de bodysnatchers, en la que Davis nos ofrece un trabajo de altísimo nivel gráfico, desplegando una maravillosa, filigranesca y delicadísima labor de sombreado y tramas—. Aunque una de sus aportaciones más significativas y conocidas para estas otras revistas de horror, quizá sea la delirante Foul Play (The Haunt of Fear, #19, 1953), donde un grupo de jugadores de beisbol psicópatas desmembran a un adversario y usan luego sus partes del cuerpo para seguir el partido. Una historia que llegaría a ser citada expresamente por el infausto Dr. Wertham en su particular cruzada contra los comic books, como ejemplo de lo perniciosos que estos podían ser para los jóvenes, merced a sus contenidos violentos.

Original (2ª plancha) de la historia Coffin Spell


Pero no piense el lector que Davis sólo se centró en los relatos de horror. Aunque sus colaboraciones fueron menos frecuentes en otros géneros abordados por EC, también contamos con magníficos ejemplos de su labor en el terreno de la ciencia ficción, o de la temática militar, especialmente la relativa a la Guerra de Secesión americana, tema que apasionaba a nuestro homenajeado y que revisitó con cierta frecuencia a lo largo de su carrera, como veremos luego.

No es infrecuente, en absoluto, encontrar dibujos de Davis dedicados a la Guerra Civil de su país.
He aquí un ejemplo soberbio de soldado "rebell" —así lo certifican las siglas de la cartuchera
y el cinturón: Confederate States of America—, trabajado con el primor propio de nuestro
artista, a base de una trama sabiamente dosificada, que va dando forma a la figura
y unas masas de negro que le proporcionan volumen. Sencillamente magnífico.


Para dichos géneros realizó portadas y numerosas historias, cuyo contenido no podemos glosar también aquí en todos los casos, pues alargaríamos en exceso este artículo, pero algunas de las cuales sí podemos enumerar por su interés. Entre ellas estarían: Enemy Assault! (Frontline Combat, #1, 1951), Bouncing Bertha (Frontline Combat, #2, 1951), Conniver! (Crime SuspenStories, #4, 1951), Mr. Biddy... Killer! (Crime SuspenStories, #5, 1951), Phonies (Crime SuspenStories, #7, 1951), Ambush (Two-Fisted Tales, #21, 1951), Enemy Contact (Two-Fisted Tales, #22, 1951), Death Stand (Two-Fisted Tales, #23, 1951), Hill 203 (Two-Fisted Tales, #24, 1951), Yellow! (Sock SuspenStories, #1, 1952), The Patriots! (Shock SuspenStories, #2, 1952) —una valiente y sensacional historia, que se cuenta entre las más famosas de las publicadas por EC durante la New Trend, pues hace una crítica abierta al falso patriotismo fanático (lo cual era muy arriesgado en aquella época)— Uppercut (Shock SuspenStories, #4, 1952) —con una primera página de enorme fuerza dramática y gran belleza plástica—, Chickamauga! (Frontline Combat, #8, 1952), Cut! (Crime SuspenStories, #9, 1952), Abe Lincoln! (Frontline Combat, #9, 1952), Missed by Two Heirs! (Crime SuspenStories, #10, 1952), Mud (Two-Fisted Tales, #25, 1952), Hagaru-Ri (Two-Fisted Tales, #26, 1952), Shanghaied (Piracy, #1, 1954), Kismet (Piracy, #2, 1955 Vengeful Sioux! (Frontline Combat, #15, 1954), The Welchers (Crime SuspenStories, #20, 1954), Gunfire (Two-Fisted Tales, #36, 1954), Last of the Mohicans (Two-Fisted Tales, #40, 1955), etc.



Con el fracaso de la New Trend, tras la campaña de acoso y derribo a la que se vio sometida EC —ofensiva que en 1954 ya puede considerarse concluida con total (y vergonzoso) éxito—, Bill Gaines tuvo que dar un golpe de timón en su política editorial para buscar salida en otro tipo de publicaciones. Y lo mismo se vieron obligados a hacer todos sus artistas, acomodándose a las nuevas series que habrían de surgir. Desaparecidas las cabeceras más importantes, influyentes y populares de la empresa, se pusieron en marcha otras nuevas que tendrían una corta vida y que sólo iban a servir para prolongar la agonía, hasta el momento en que MAD —merced a su éxito— vino a mostrarse como la tabla salvadora para todos los problemas de la casa editorial. Una de esas revistas efímeras, Piracy, ya había aparecido en el mercado editorial antes del fatídico "hundimiento" de EC —quizá como consecuencia de lo que Gaines veía que se estaba avecinando, y en un intento de acomodarse a las exigencias morales que el Comics Code iba a terminar imponiendo—, pero otras surgieron ex novo como resultado de lo que se ha denominado la New Direction. Fueron éstas (1): Impact (temática cercana al suspense), Valor (género bélico y de aventuras), Psychoanalisis (con historias de suspense, pero dotadas de un toque más psicológico), Aces High (sobre aviación), M.D. (sobre el mundo médico y de los hospitales), Extra (sobre el periodismo) e Incredible Science Fiction (ciencia ficción).


Las siete cabeceras de la New Direction (con Incredible Science Fiction se optó
por seguir la numeración a partir de Weird Science Fantasy)


Para casi todas ellas dibujó algo Jack Davis, mostrando también aquí su enorme versatilidad como artista y una gran capacidad de adaptación, lo que dio como resultado unos trabajos de altísimo nivel, según lo demuestran todas las portadas de Impact y de Incredible Science Fiction (que son suyas, menos la última de este segundo título, dibujada por Wally Wood), y relatos como The New C. O. (Aces High, #1, 1955), Divorce (Impact, #2, 1955), Footnote (Aces High, #2, 1955), The Debt (Impact, #3, 1955), The Case of Champagne (Aces High, #3, 1955), The Lonely One (Impact, #4, 1955), Home Again (Aces High, #4, 1955), Iron Man! (Aces High, #5, 1955), Barrier (Incredible Science Fiction, #30, 1955), Marked Man (Incredible Science Fiction, #32, 1955), Kaleidoscope (Incredible Science Fiction, #33, 1956), Screenplay for Murder y Head Man (en estos dos últimos casos se trata de ilustraciones para los magazines de relatos ilustrados Crime Illustrated, #2 y Terror Illustrated, #2, ambos de 1956. Un trabajo de menor enjundia, como puede verse, pero en absoluto insignificante.



Entre el final de la New Trend (1954-1955) y lo que aún quedaba para concluir la década de los 50, Davis se fue alejando paulatinamente de los comics books, aunque aún habría de dibujar algunas historias del género western para Atlas Comis (la antigua Marvel). En general se trata de trabajos bastante buenos —por ejemplo la historia Luke Barker he was bad clean thru! (con guión de Stan Lee y publicada en el # 5 de Frontier Western, 1956)—, aunque en la que iba a ser su última incursión en los tebeos de estilo más o menos realista —la serie Rawhide Kid (de la propia Marvel), aparecida ya en 1963— se ve que el artista ha perdido interés (2). Parece más un trabajo de tipo alimenticio y se nota que Davis no dedicó mucha atención al mismo pues, a pesar de su relativa calidad, el producto resultante queda bien lejos de las excepcionales planchas que firmara durante la época dorada de EC: hay una ausencia casi total de fondos, la puesta en escena es bastante pobre y reiterativa, el grafismo en general resulta poco refinado, las figuras están realizadas con correción, aunque de modo bastante expeditivo...


Compárense las dos planchas superiores con las de abajo
y el lector comprenderá enseguida a qué nos referimos en el texto


Pero la actividad de Davis durante esos años que podríamos llamar "de transición" no se limitó exclusivamente al terreno de los comics books. Con la mirada puesta en las tiras de prensa —que en aquella época estaban consideradas como la aristocracia de la profesión (por su mayor reconocimiento y mejor remuneración para los artistas)—, nuestro homenajeado llegó a realizar en 1961 una serie propia bajo la sindicación de McClure Syndicate, aunque no iba a tener demasiada fortuna y disfrutaría de una vida muy breve (tan sólo cuatro meses). Se titulaba Beauregard —aunque el nombre sufrió cambios, a medida que su autor fue perfilando la idea original— y la acción transcurría en el marco de la Guerra de Secesión norteamericana (que, como ya dijimos arriba, fue un tema recurrente en la trayectoria profesional de un sudista convencido como Davis). El protagonismo recaía sobre un joven confederado, bastante bobo y patoso, que daba nombre a la serie y al que le ocurrían todo tipo de peripecias, siempre en un ambiente amable y lleno de humor y sarcasmo. Pero, tal como se ha destacado irónicamente, y a juzgar por el escaso interés que la serie despertaba en los periódicos a los que servía su material, el McClure Syndicate debió percatarse enseguida de que los sureños no consideraban la Guerra Civil un asunto para tomar a broma.



A pesar del fracaso del proyecto, la idea iba a ser reutilizada posteriormente por Davis, apareciendo publicada (¿y recopilada?) con diferentes títulos (Bo Reargard, Bo Rearguard, Beau Rearguard) en otros lugares como la longeva Sick Magazine, o la revista Help! (esta última una creación de Harvey Kurztman durante su aventura en solitario, y en la que nuestro hombre colaboraría hasta su extinción).

Cubierta para el nº 25 de Sick Magazine, con una acuarela maravillosa de Davis
(el original puede verse en la galería de imágenes que hemos incluido al final del artículo)


Al contrario de lo que había ocurrido con Rawhide Kid, en Bo Reargard se advierte que estamos ante un trabajo por el que Davis sentía verdadero interés: la realización gráfica es soberbia, con un dibujo caricaturesco de extraordinaria factura, muchísima fuerza y un acabado muy minucioso, a base de esas cuidadas tramas tan características en el autor, que van dando forma y volumen a todos los elementos de la viñeta. Tanto personajes como ambientes están sumamente trabajados y hay una caracterización de secundarios en verdad importante, con esos tipos desaliñados que estamos acostumbrados a ver en las películas del género cuando se recorren tierras del Sur. Por cierto: a la hora de hablar de referencias iconográficas, no descartaría del todo la posible influencia de un clásico del cine como El maquinista de la General (The General, 1926, Clyde Bruckman y Buster Keaton), no sólo por la temática, sino también por el tratamiento humorístico dado a la misma.




A partir de los años 60 todo el trabajo de Davis se orientará ya, mayoritariamente, hacia el dibujo no realista, comprendiendo el grueso de la producción de este período lo realizado para MAD. Desde el primer número de ésta y en los 12 que logró sobrevivir Panic —la otra publicación satírica de EC— estuvo colaborando Jack Davis en la famosa cabecera, explotando así su vena más humorística, que iba a ser por la que los aficionados le conocerían mejor en el futuro. En MAD se convirtió en uno de sus dibujantes estrellas —por la enorme facilidad que tenía para el dibujo caricaturesco—, encargándose de parodiar allí las mismas historias de terror que antes había dibujado en otras revistas de la compañía.



Cuando en 1956 Kurtzman abandonó la EC —posiblemente por discrepancias con Gaines—, Davis le siguió y colaboró con él en todos las revistas (no demasiado exitosas) que el genial neoyorquino puso en marcha: Humbug, Help!, Trump... En esta epoca (1961) sacó también adelante un proyecto para Dell Comics, que pretendía ser una alternativa a la exitosa MAD: me refiero a la revista satírica Yak Yak (subtitulada A Pathology of Humor), de la que sólo se publicarían unos pocos números, pero en la que nuestro artista dejó cabal muestra de su buen hacer.

Cubierta del primer número de Yak (1961)


No obstante, Davis terminaría regresando a MAD —ya bajo la dirección de Al Feldstein—, para no abandonarla de manera definitiva hasta mediados de los años 90, momento en que se jubiló, tal como señalamos más arriba. En todo ese largo período de treinta y tantos años, dibujó centenares de cubiertas, ilustraciones interiores y páginas de historieta, especializándose en adaptaciones paródicas y caricaturescas de famosas series de televisión y de películas. Una cantidad enorme de trabajos que, por desgracia, es imposible del todo enumerar siquiera, aunque sí nos gustaría mencionar que entre los más destacables se encuentran —además de las numerosas portadas— sus parodias de las series televisivas The Lone Ranger (El Llanero Solitario, 1949-1957) y M*A*S*H (1972-1983), así como de las películas High Noon (Solo ante el peligro, Fred Zinnemann, 1952), En busca del arca perdida (Indiana Jones: Raiders of the Lost Ark, Steven Spielberg, 1981) y Lo que el viento se llevó (Gone with the Wind, varios directores, aunque sólo figura en los créditos Victor Fleming, 1939). En MAD, Davis terminó especializándose, hasta llegar a ser el dibujante de masas de la revista, merced a las grandes ilustraciones en las que aparecía una multitud de personajes en las más variadas actitudes.


Ilustraciones como estas dos de arriba eran de lo más habituales en Jack Davis: cartel para la película
It's a Mad, Mad, Mad, Mad World (1963) y original de la portada del nº 27 de MAD (abril de 1956)


A partir de los 60 —con el descenso de su producción para los comic boosk— cuando la actividad artística de Davis se fue diversificando progresivamente, para centrarse cada vez más en la ilustración y el diseño de cubiertas de discos, portadas de libros, carteles de películas, colaboración en guías de televisión, en productos de merchandising y para el ocio (barajas de cartas), etc.



Algunos títulos de filmes (ciertamente menores) para los que Davis realizó maravillosos trabajos de ilustración fueron A Mad, Mad, Mad, Mad World (El mundo está loco, loco, loco, Stanley Kramer, 1963), Dear Brigitte (Querida Brigitte, Henry Koster, 1965), Arrivederci, Baby (Cáete muerta, cariño, Ken Hugues, 1966), Eight on the Lam (Ocho en fuga, George Marshall, 1967), A Guide for the Married Man (Guía para el hombre casado, Gene Kelly, 1967), Waterhole #3 (El Oeste loco, William A. Graham, 1967), Salt & Pipper (Sal y pimienta, Richard Donner, 1968), The Impossible Years (Los años imposibles, Michael Gordon, 1968), Inspector Clouseau (El rey del peligro, Bud Yorkin, 1968), Un largo adiós (The Long Goodbye, Robert Altmann, 1973), El loco, loco asalto a un banco (Bank Shot, Gower Champion, 1974), Crime Busters (Dos superpolicías, Enzo Barboni aka E. C. Clucher, 1977), o Animal House (Desmadre a la americana, John Landis, 1978). Y entre los títulos más conocidos tenemos Los violentos de Kelly (Kelly's Heroes, Brian G. Hutton, 1970), Bananas (Woody Allen, 1971), o American Graffiti (George Lucas, 1973) (5).



Son también muy destacables las cubiertas que realizó para ilustrar discos de algunos cantantes country de la época, como Jonny Cash, Jerry Reed, Ben Colder (llamado, en realidad, Shelby F. Wooley) y muy especialmente el dúo Homer & Jethro, en cuyas portadas Davis dio rienda suelta a su inmenso talento como caricaturista, ofreciendo unas deliciosas ilustraciones llenas de tipos pintorescos y desaliñados, muy característicos de la iconografía de ese "viejo Sur" —la "tierra de Dixie"—, a la que él mismo pertenecía, que conocía como nadie y de la que se río como casi de todo.



También dibujó para otros intérpretes como Jonathan & Darlene Edwards, el actor, cantante y presentador John Zacherle —muy popular en EE.UU por su larga carrera como anfitrión e introductor televisivo en las películas de terror emitidas en las televisiones de Filadelfia y Nueva York durante los años 50 y 60—, el comediante Charlie Manna, el grupo musical The Cowsills —precursores del denominado bubblegum pop—, el actor y comediante Johnatan Winters, el dúo cómico Bob & Ray, Spike Jones —especializado en los arreglos satíricos de canciones populares—, la banda canadiense de rock The Guess Who, o para bandas sonoras como la de la película Inspector Clouseau (que ya hemos citado antes).



Nada despreciables son, asimismo, sus colaboraciones en publicaciones periódicas como la TV Guide —para la que, desde mediados de los 60, llegó a realizar casi dos docenas de portadas, así como numerosos dibujos interiores (6)— y la prestigiosa Time, que también contó con su arte en bastantes cubiertas que se han convertido en icónicas para una buena parte del mundo, y algunas de las cuales ha publicado dicho magazine como homenaje al artista fallecido.

La primera portada para la revista televisiva TV Guide y su estudio preliminar


En la década de los 70, y alternándola con su ya abundante trabajo para otras publicaciones, Davis iba a crear una nueva serie para la revista deportiva Pro Quarterback, dedicada al fútbol americano (3). Los guiones eran de Nick Meglin —colaborador habitual de MAD— y el título de la misma creo que resulta lo bastante indicativo de su contenido: Superfan. En efecto, se trata de una historia que toma todos los elementos propios del mítico primer superhéore de la historia de los tebeos y los convierte en una parodia protagonizada por un enclenque y torpe geek —lo que nosotros llamaríamos friqui— «al que un día, durante un partido de su equipo (los Smoggers), un misterioso vagabundo le echa algo en su perrito caliente (una mezcla de condimentos llamada PSCWPLB que proporcionan las habilidades de siete clásicos de la NFL) que le convierte en el jugador definitivo. Enclenque, pesado y repipi, pero capaz de que los Smoggers empiecen a ganar todos los partidos, de chiripa. A partir de ahí, la trama se dispersa y a menudo se aleja curiosamente del mundo del football, o al menos así le parece a alguien completamente ajeno (Superfan monta un restaurante para adolescentes, se ve inmerso en una larga operación de rodilla, se convierte en héroe del cine de moteros salvajes, se va a vivir a una comuna hippie...), pero como alocada narración de los agitados años sesenta en EEUU, resulta muy simpático y lleno de invitados especiales al estilo MAD» (4). Este curioso trabajo fue recopilado en un libro publicado por Signet Books en 1972, que aún puede encontrarse con cierta facilidad.



En la actualidad, la fórmula argumental de Superfan no nos parece ya demasiado novedosa, pues han ido surgiendo parodias similares dentro del mundo de la historieta. Sin ir más lejos, me vienen a las entendederas, por ejemplo, los casos inmediatamente posteriores de Superdupont (del genial Gotlib, aparecido, por vez primera, el 21 de septiembre de 1972) y de nuestro Superlópez (creado por Jan en 1973). Pero en el momento en que Davis y Meglin crearon este personaje se trataba de algo realmente original y, además, en sus guiones solían tratarse temas de actualidad en la época (el feminismo, por ejemplo), que eran abordados con el sarcasmo y el humor que siempre caracterizó a las publicaciones satíricas en las que colaboró Davis a lo largo de su vida.



La producción de Jack Davis, empero, no se acaba ahí, pues siguió dibujando hasta muy mayor e hizo todo lo imaginable y mucho más: creó un logo para la línea de autobuses Bee-Line, que iba de Westchester a New York City —y que el propio artista tenía la satisfacción de ver varias veces al día desde la ventana de su estudio, pues los vehículos pasaban por delante de su casa—, hizo diversas mascotas para el College of Coastal Georgia de Brunswick (en su tierra natal de Georgia), entre las que destaca el marino Captain Jack, dejó su huella en numerosos productos de merchandising y en juguetes, fue el encargado por el United States Postal Service de diseñar en 1989 el sello de 25 centavos, que terminó circulando sin ningún problema, pese a que muchas personas —conociendo la trayectoria satírica de Davis— llegaron a temer que hubiera problemas y su trabajo despertara las suspicacias, por informal e irrespetuoso...

Un nonagenario Davis posa orgulloso y risueño junto a su creación del Captain Jack, en el otoño de 2015


Una trayectoria tan fructífera como importante no podía carecer de premios y reconocimientos (la mayoría de ellos, por cierto, algo tardíos). Y, en efecto, Davis era depositario de galardones como el Advertising Award de la National Cartoonists Society para 1980 y el Reuben Award de la misma institución para el año 2000; el de finalista a la inclusión en el Jack Kirby Hall of Fame de los años 1990, 1991 y 1992; el Milton Caniff Lifetime Achievement, concedido por la National Cartoonist Society en 1996. En 2003 fue incluido en el prestigioso Will Eisner Hall of Fame y en 2005 en el Society of Illustrators Hall of Fame.

Caricatura del maestro Will Eisner, realizada cuando Davis tenía la friolera de 81 añitos...


Con su muerte ha desaparecido, sin duda, uno de los más grandes artistas que ha dado el mundo de la ilustración, la historieta y la caricatura. Vaya para él, allá donde se encuentre, este recuerdo, lleno de admiración, cariño y respeto. Y que nos espere muchos años, por cierto... (6).



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(1) Vid. Fco.-José CERREJÓN ARANDA y Jesús JIMÉNEZ VAREA, Historia de la E. C., Ediciones Veleta, Armilla (Granada), 1999, p. 35.

(2) Algunas de las fuentes que he consultado señalan sólo que Davis dibujó los números 33-35, pero creo que hizo alguno más, como puede comprobarse por determinadas imágenes que ilustran este artículo.

(3) Jack Davis fue un gran aficionado a dicho deporte, circunstancia bien conocida en la vida de nuestro autor, que además está suficientemente documentada en su obra, pues realizó muchas caricaturas de jugadores de fútbol americano.

(4) Vid. el texto citado en el siguiente enlace.

(5) El famoso cineasta neoyorquino colaboró en MAD durante su etapa como showman y escritor de guiones cómicos, de ahí, quizá, la vinculación con Davis.

(6) Más información pinchando en el siguiente enlace, que es de donde he tomado la mayoría de las imágenes publicadas en TV Guide. Recordar que esta revista tuvo entre sus colaboradores al prestigioso dibujante británico Ronald Searle.

(6) Interesante este artículo de Ivan Manuppelli, pues se trata de una semblanza de Davis en la que lo personal juega un importante papel. Asimismo, en el siguiente enlace, el lector interesado encontrará una enorme cantidad de imágenes con la obra de Jack Davis. Bonita presentación en el siguiente site francés
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