EN este Nibelheim, que es el suyo, nos hemos alegrado infinitamente al saber que la demanda interpuesta por Bienvenu Mbutu Mondondo contra el tebeo Tintín en el Congo —uno de los más discutibles y discutidos de toda la producción de Hergé— ha sido desestimada por el Tribunal Civil de Primera Instancia de Bruselas, que empezó a juzgar la causa el pasado 30 de septiembre (tal como informamos aquí, en su momento).
Con ello, todo el proceso —escandalosamente mediático— que puso en marcha este celoso y ofendido ciudadano congoleño en el ya lejano año 2007 (la cosa trae cola, como pueden ver) queda seriamente dañado, aunque es evidente que Mondondo apelará la sentencia. Recurso que, no hemos dudado, emplearán sus abogados, ya que el tema aún puede seguir resultándole rentable al interesado. De manera que, en el futuro, aún seguiremos viéndole posando ante las cámaras con un ejemplar entre las manos de ese Tintín en el Congo que tanta fama y publicidad le ha proporcionado.
En este Nibelheim adoptamos en su momento una postura al respecto, y nos alegramos sobremanera al comprobar que el tribunal belga ha fallado en el sentido de reforzar (y complementar) las argumentaciones que ya utilizamos entonces: principalmente en lo que se refiere al hecho de que el álbum no incita al racismo y que no puede ser descontextualizado de su época para ser juzgado según valores, principios o prejuicios de otra distinta a aquélla en que fue creado. Y mucho menos, desde luego, cuando lo que se pone en tela de juicio es la libertad de expresión, o se abre la veda para poder aplicar la censura. Y es que, ¿en caso de que hubiera triunfado la demanda de Mbutu Mondondo, cuál habría sido el siguiente álbum de Tintín en sufrir un proceso de acoso y derribo? Por no hablar de otras muchas obras de arte, relacionadas o no con la historieta (cine, literatura, pintura, etc.), que habrían pasado a ser objetivo de los fundamentalistas tipo Mondondo.
A pesar de todo, y aunque parece que se ha impuesto la lógica, esperemos a ver qué ocurre en el futuro, pues los abogados del demandante han señalado enfáticamente que éste «llevará el caso lo más lejos que pueda». Y no sería imposible que en alguna de las instancias de apelación que aún quedan hubiera un magistrado que terminara dándole la razón al fustigador tintiniano, como ya hicieron al principio de todo este proceso algunos imbéciles contaminados por lo políticamente correcto en Gran Bretaña y EE. UU. Que de aquellos polvos han venido estos lodos, todo sea dicho. En fin, Serafín. Ya veremos, pero con los tiempos que corren... todo sería posible.
De todas formas, mientras no haya nuevas noticias judiciales creo que podemos dar la enhorabuena a Moulinsart (por una vez, y sin que sirva de precedente) y congratularnos, como aficionados a la historieta, porque la gran creación de Hergé haya salido indemne tras este intento de persecución y censura.
Con ello, todo el proceso —escandalosamente mediático— que puso en marcha este celoso y ofendido ciudadano congoleño en el ya lejano año 2007 (la cosa trae cola, como pueden ver) queda seriamente dañado, aunque es evidente que Mondondo apelará la sentencia. Recurso que, no hemos dudado, emplearán sus abogados, ya que el tema aún puede seguir resultándole rentable al interesado. De manera que, en el futuro, aún seguiremos viéndole posando ante las cámaras con un ejemplar entre las manos de ese Tintín en el Congo que tanta fama y publicidad le ha proporcionado.
En este Nibelheim adoptamos en su momento una postura al respecto, y nos alegramos sobremanera al comprobar que el tribunal belga ha fallado en el sentido de reforzar (y complementar) las argumentaciones que ya utilizamos entonces: principalmente en lo que se refiere al hecho de que el álbum no incita al racismo y que no puede ser descontextualizado de su época para ser juzgado según valores, principios o prejuicios de otra distinta a aquélla en que fue creado. Y mucho menos, desde luego, cuando lo que se pone en tela de juicio es la libertad de expresión, o se abre la veda para poder aplicar la censura. Y es que, ¿en caso de que hubiera triunfado la demanda de Mbutu Mondondo, cuál habría sido el siguiente álbum de Tintín en sufrir un proceso de acoso y derribo? Por no hablar de otras muchas obras de arte, relacionadas o no con la historieta (cine, literatura, pintura, etc.), que habrían pasado a ser objetivo de los fundamentalistas tipo Mondondo.
A pesar de todo, y aunque parece que se ha impuesto la lógica, esperemos a ver qué ocurre en el futuro, pues los abogados del demandante han señalado enfáticamente que éste «llevará el caso lo más lejos que pueda». Y no sería imposible que en alguna de las instancias de apelación que aún quedan hubiera un magistrado que terminara dándole la razón al fustigador tintiniano, como ya hicieron al principio de todo este proceso algunos imbéciles contaminados por lo políticamente correcto en Gran Bretaña y EE. UU. Que de aquellos polvos han venido estos lodos, todo sea dicho. En fin, Serafín. Ya veremos, pero con los tiempos que corren... todo sería posible.
De todas formas, mientras no haya nuevas noticias judiciales creo que podemos dar la enhorabuena a Moulinsart (por una vez, y sin que sirva de precedente) y congratularnos, como aficionados a la historieta, porque la gran creación de Hergé haya salido indemne tras este intento de persecución y censura.