domingo, 28 de agosto de 2011

"CHT. CÓMIC, HISTORIETAS, TEBEOS" SE DESPIDE (¿DE MANERA DEFINITIVA?)



EN el Nibelheim estamos de luto: el proyecto CHT se ha parado abruptamente. No podemos (ni queremos) decir nada más... Sólo nos quedan fuerzas para ilustrar la ocasión con un momento musical muy apropiado: la denominada "Marcha Fúnebre de Sigfrido (Siegfrieds Trauermarsch), perteneciente al acto III de Götterdämmerung, tercera jornada de la Tetralogía Der Ring des Nibelungen. Momento musical que dedicamos a los chicos de CHT, por su esfuerzo, tesón y bienhacer. Y con el deseo de que este parón sea sólo provisional y puedan seguir publicando la revista más adelante (en el momento de redactar estas líneas ignoro si también suspende su actividad el blog. Espero que no).



Quieran los dioses que el proyecto no se haya detenido para siempre, y que todos sus seguidores podamos seguir disfrutando de él, antes de partir definitivamente un día de estos hacia el Walhalla.



jueves, 25 de agosto de 2011

OTRA VEZ SOBRE "PRÍNCIPE VALIENTE" DE PLANETA: ADELANTO EDITORIAL

© Planeta de Agostini


YA se conocen las primeras imágenes verdaderamente detalladas del contenido de los volúmenes que van a integrar el nuevo coleccionable que Planeta de Agostini ha dedicado a uno de los títulos míticos (y clave) de la historia de los cómics: la saga Prince Valiant, de Harold Foster. Toda la información puede encontrarla el lector interesado en un microsite —muy bonito— que Planeta ha creado para la ocasión. Allí, además del formulario de suscripción propiamente dicho, se ofrece un vídeo promocional, una imagen muy detallada y en alta resolución de la portada del primer volumen y un documento preview con sus primeras dieciocho páginas, que incluyen un prefacio de la editorial, una introducción a cargo de Álvaro Pons y las primeras seis planchas de la saga.

Ahora ya hay, por tanto, algo más de información —no demasiada— para poder juzgar esta nueva edición del clásico norteamericano. ¿Y cuál ha sido mi impresión? Bueno... Pues contradictoria. E intentaré explicarme.

El color es algo apagado —desde luego bastante más que en la edición de Fantagraphics—, pero a mí no me disgusta en absoluto (aunque habrá que ver para comprobar cómo evoluciona, según vayan apareciendo los sucesivos volúmenes). Por otra parte, el rotulado no está mal, pues intenta imitar el original. La reproducción de línea tampoco es mala, aunque nada tenga que ver con la nitidez de la edición (en glorioso blanco y negro) que todos ya conocemos.


Sin embargo, y a juzgar por lo poco que he podido ver, también hay algunas "peculiaridades" que no son demasiado satisfactorias. Ignoro si éstas también se hallan presentes en la edición original de Bocola, que es la que ha servido de base a esta española de PdA, pero en cualquier caso me parecen bastante significativas. La más importante de todas quizá sea la ausencia de los títulos de "Sinopsis" al principio de cada plancha —han puesto sólo el texto— y de Next Week al final de la misma, en ambos casos con los característicos tipos góticos que aparecen en las sundays originales.* Da la sensación de que para suprimir estos últimos hubieran recortado la plancha por abajo (o, como mínimo, remontado los textos bajándolos para ocupar ese espacio). Pero insisto, todo esto hay que verlo con más detalle cuando tengamos el volumen en las manos y podamos compararlo con otras ediciones anteriores. Por otro lado, y aunque la tipografía imita la original, sin embargo la distribución del texto en las cartelas parece un tanto desmañada, viéndose algunas a medio rellenar y con párrafos que no ocupan toda su extensión. En fin, ya veremos.


Y poca cosa más puede decirse viendo sólo el preview.


Actualización añadida a las 12:37 horas

El amigo JCR, en un extenso comentario me informa —nos informa, vamos— de que ya está en los quioscos el primer volumen de este coleccionable que, en principio, se había previsto para el mes de septiembre (¡ay, Planeta, Planeta...)! Él se ha hecho con un ejemplar y lo ha analizado con cierto detalle, comparándolo con las ediciones de Manuel Caldas y de Fantagraphics. Así pues, si desean tener mayor información y más contrastada que la puesta por mí en esta entrada lean su comentario. Gracias de nuevo, JCR.


*Actualización añadida a las 21:49 horas

He comprobado posteriormente, yo no lo recordaba, que esta tipografía gótica se empleó, por vez primera, en la dominical 119, del 21 de mayo de 1939 y sólo para la palabra "Sinopsis" y el título de la siguiente plancha, pero no para la expresión "Próxima semana". Esta sería la fórmula, que prácticamente sin alteraciones, iba a utilizarse en lo sucesivo. Por otro lado, y como bien señala en los comentarios un amable Anónimo, la ausencia de dichos títulos ya se da, efectivamente, en la edición alemana de Bocola Verlag (así pues se confirma la "fidelidad" de la edición española respecto de ella).

lunes, 22 de agosto de 2011

CONAN. ESTUDIO DE UN MITO DE LA CULTURA POPULAR



COINCIDIENDO (¿o quizá deberíamos decir "convergiendo"?) con el estreno de la película Conan the Barbarian, del director Marcus Nispel —a la que se ha adelantado algunos días—, la editorial Dolmen acaba de poner sobre las estanterías de novedades un grueso estudio monográfico dedicado al célebre aventurero cimmerio: Conan, la imagen de un mito. De héroe pulp a icono cinematográfico. Salió a la venta el pasado día 8, viene firmado por un especialista en la materia —Manuel Barrero— y promete ofrecer algunas horas de gozosa lectura a los aficionados al personaje.

Servidor —como ya he tenido oportunidad de señalar con anterioridad en este mismo blog— nunca ha sido un fiel seguidor de las andanzas del personaje creado por Robert E. Howard. Pero he de confesar que, tras echar una rápida y somera ojeada al libro de Barrero, no he podido ni sabido resistirme a sus visibles encantos y he terminado adquiriéndolo, convencido de que iba a pasármelo bien. Estoy seguro de que no he de arrepentirme.

Presentación del libro en la página web de Dólmen Editorial

Como "neófito" en esto del universo howardiano no pretendo hacer aquí una reseña crítica. Desde luego no tan enjundiosa como el comentario (un tanto inmisericorde, en mi opinión) que el propio Barrero realizó a raíz de la aparición de otra monografía sobre el personaje, firmada ésta por Francisco Calderón y titulada Conan. Biografía de una leyenda (2004), que fue publicada, casualmente, en la misma editorial y colección que ahora edita este estudio del teórico zamorano, y que gozó del beneplácito de unos responsables editoriales que entonces salieron vapuleados por Barrero —por haber dado el visto bueno al libro de Calderón—, pero que ahora no han dudado en publicar el suyo (lo cual, por otra parte, habla en favor de todos ellos). Pues bien, como iba diciendo: nada más lejos de mi intención, por tanto, que hacer un comentario crítico. Aquí y ahora tan sólo me propongo ofrecer una breve descripción del contenido del libro y dar alguna impresión personal sobre el mismo. ¡Crom me perdone, pero no pretendo nada más!

Imagen de la cubierta y su correspondiente solapa (con el retrato del autor)

Comenzaré destacando un aspecto que me parece fundamental, tratándose del estudio de un personaje cuya trascendencia para el imaginario de la cultura popular occidental es innegable y que tanta influencia ha ejercido sobre otros medios artísticos como el cine, el tebeo y la ilustración. Me refiero, claro está, al apartado gráfico y visual de la edición que me parece sencillamente magnífico y muy cuidado. Todo el libro está repleto de suculentas ilustraciones —casi 450, precisa el propio Barrero en un perfil de Facebook donde ha puesto información relativa a su trabajo—, y si bien es cierto que la práctica totalidad se han reproducido en blanco y negro y a un tamaño bastante reducido, tienen mucho interés porque no son las imágenes trilladas que estamos acostumbrados a ver en los sitios donde se habla de Conan.

El libro está en la tónica general a la que nos tiene acostumbrados Barrero: un trabajo erudito, sólido, bien documentado y lleno de datos, que no es una simple "biografía" del personaje más famoso de la Era Hiboria, sino un completo y exhaustivo ensayo en el que se da un repaso pormenorizado al género de la fantasía heroica y sus protagonistas, señalando influencias, paralelismos y derivaciones de los mismos (generalmente en otros medios como el cine, los vídeojuegos o los tebeos). Pero siempre, con el ojo puesto en Robert E. Howard y su creación más conocida.

Todo este material aparece organizado, sin embargo, de manera un tanto extraña y desconcertante, por desproporcionada, pues nos encontramos con una estructura en la que sólo hay una parte introductoria y otra final o conclusiva, sin ninguna otra intermedia. Así, tras el extenso corpus inicial —formado por una "Presentación", un "Prefacio" y una larguísima "Introducción" (epígrafe bajo el cual se han incluido todos los capítulos con el grueso del material)—, se pasa inmediatamente a la "Conclusión" y a la "Bibliografía", sin que haya entre medias ningún otro apartado o epígrafe. Es decir, que podemos diferenciar dos grandes bloques de material, el primero de los cuales tiene más de 350 páginas, mientras que el segundo tan sólo llega a unas decenas. ¿Estamos, quizá, ante una errata y han olvidado —bien el autor, bien los editores— incluir el título de ese epígrafe "intermedio" en el que debería ir incluido el núcleo del libro? En cualquier caso, se trata de una peculiaridad que me ha extrañado pero que no empece, lo más mínimo, al mérito indudable de esta nueva monografía, realizada por un autor español y que viene a ampliar el corpus teórico existente en torno a una figura tan importante para la cultura popular como la del famoso guerrero cimmerio. Pero sigamos...

El libro se inicia con un primer bloque realmente introductorio en el que Barrero reflexiona (pp. 9-13) sobre el mito del "bárbaro" —sublimado en la figura de Conan— y sobre el género de la "fantasía heroica" (pp. 14-22), recordando sus antecedentes mitológicos y epopéyicos, o la influencia de los relatos épicos, los cantares de gesta y los libros de caballería. En esta segunda parte, además, Barrero propone (pp. 19-21) un esquema tripartito de géneros dentro de la fantasía heroica que, seguramente, terminará siendo discutido —como otros muchos antes— por los especialistas en la materia, pero que contribuye a ir desbrozando el camino.

Ya dentro del amplísimo epígrafe titulado "Introducción", lo que podría haber sido el capítulo primero repasa minuciosamente (pp. 23-35) toda la obra que Robert E. Howard sacó adelante en el corto período de tiempo (1928-1936) que duró su frenética y productiva actividad literaria. Sigue después con el estudio de las fuentes de inspiración del escritor norteamericano (pp. 36-58 y 97-103) y, por último (pp. 59-108), con el de los principales temas de análisis derivados de su obra que más han llamado la atención de especialistas y críticos (xenofobia, machismo, fascismo, religión, magia y ocultismo, visión maniquea del mundo, actitud escapista y nostálgica respecto del pasado pretecnológico, etc.). Por las razones ya indicadas arriba, este capítulo ha sido el más interesante y clarificador para mí, al abrirme los ojos ante una obra que desconocía —tanto en su faceta literaria como en sus derivaciones plásticas posteriores del cómic, la ilustración y otros medios— y mostrarme la riqueza y variedad de las fuentes en que se apoyaba. Hay que destacar, en todo caso, lo meticuloso que llega ser Barrero en sus planteamientos, pues desciende al análisis de aspectos que, en principio, podrían parecer excesivos en un estudio de esta temática —pienso, por ejemplo, en las páginas que dedica a reflexionar sobre aspectos de la psicología de Howard (orientación sexual, religiosidad, etc.)—, pero que encuentran justificada explicación si pensamos que pudieron influir en su forma de ver el mundo y, por consiguiente, sobre su actividad creadora. Por otro lado, las extensas referencias a las lecturas científicas (historia, geografía, antropología, etc.) hechas por el padre de Conan dan una idea aproximada de la meticulosidad —ya que no profundidad— con que se preparó el escritor tejano para abordar su obra literaria. Muy esclarecedor, repito, para una persona que, como yo, desconocía prácticamente todo del autor y sus personajes.

El siguiente gran bloque temático —que voy a denominar capítulo segundo— repasa con detalle y exhaustividad la imagen de Conan que se ha ido perfilando desde el mundo de los artistas plásticos (ilustradores y dibujantes de historieta, principalmente). Barrero recuerda la evolución experimentada por las imágenes de lo fantástico a lo largo de la historia del género, partiendo de las primeras ilustraciones en las novelas y folletines de los siglos XVIII y XIX, hasta llegar a las realizaciones —tan influyentes como poco respetuosas del original espíritu howardiano—, que se han hecho desde el campo de la ilustración y la historieta, en los que destacan los nombres de Roy G. Krenkel, S. Fabian, Frank Frazetta, Barry Winsord-Smith, o John Buscema. Dedica un epígrafe completo (pp. 117-124) al tema de las portadas de cómics y su influencia sobre la iconografía de la fantasía heroica y otro al productivo, fecundo y popular mercado de la ilustración fantástica (pp. 124-142), que dio lugar también a la aparición de productos de bella factura y auténtico lujo. La última parte de este bloque o capítulo (pp. 143-150), la dedica el autor a repasar toda una serie de obras muy bien editadas y magníficamente ilustradas por autores como Gary Gianni, Arthur Suydam o Alex Horley, estos dos últimos herederos del gran Frank Frazetta y todos ellos responsables de haber establecido de manera definitiva —y, en ocasiones, muy acertada—, un canon concreto del héroe howardiano. Por cierto: que en este apartado, Barrero echa de menos el que apenas se hayan publicado en España libros de ilustración sobre esta temática (cosa que sí ha ocurrido en el extranjero). Un déficit más que añadir a los ya existentes en este ámbito de la ilustración y los tebeos.

El tercer y último bloque del libro —el más extenso de todos— lo ha dedicado el autor a estudiar el tema de la fantasía heroica y su tratamiento en el cine. Nos hallamos, en este caso, ante un exhaustivo (y valioso) catálogo de películas del género, en el que se valora cada una de ellas y se pone en relación con las demás. Desde un temprano proyecto que, entre 1934 y 1936, contempló la posibilidad de rodar un film basado en un borrador argumental del propio Howard, hasta la última película de Conan que se ha realizado, pasando por las célebres que protagonizó Arnold Schwarzenegger (a las que dedica gran atención) y algunas versiones porno —¡que para tanto da el tema!—, Barrero analiza una enorme cantidad de títulos. Me ha resultado especialmente interesante el epígrafe que dedica a las películas que actuaron como antecedente del género de fantasía heroica (pp. 158-195), entre las que menciona esa obra maestra, tan admirada por mí, que es Die Nibelungen, de Fritz Lang (1924). Advirtamos, en todo caso, que Barrero insiste —tanto aquí como en otros lugares de su estudio— en que el elemento definidor de la "fantasía heroica" es la presencia de lo preternatural y, por tanto, no podrían ser consideradas como antecesoras de las películas de tal género todas aquellas que, como el peplum, carecieron de dicho elemento. En definitiva: un capítulo muy útil que, como no podía ser de otro modo, concluye con un análisis detallado de la última producción cinematográfica de Conan —la de Marcus Nispel recién estrenada—, sobre la que se cuentan todo tipo de anécdotas relacionadas con la preproducción, la elección de actores, el rodaje, etc.

La obra se cierra con una "Conclusión" (pp. 354-358) y una "Bibliografía" (pp. 359-367) que no me ha parecido demasiado extensa —cosa lógica, quizá, tratándose de un campo al que aún deben hacerse muchas aportaciones teóricas—, en la que adquieren una gran importancia las referencias a páginas webs (pp. 361-367).

Entre las pegas, si hubiera que poner alguna, podríamos citar la presencia de algunas faltas de ortografía y erratas que he visto a vuelapluma. Asimismo, he notado la ausencia de un índice onomástico, que habría facilitado sobremanera el uso de la enorme cantidad de información que maneja Barrero y la búsqueda de personajes, artistas y títulos. Un tamaño algo mayor del libro también habría sido muy de agradecer —sobre todo para admirar, como se merecen, las numerosas ilustraciones que lo inundan— y también podrían haberse corregido ciertos errores de maquetación, derivados de una mala justificación de líneas a causa del editor de textos, que afean el conjunto de algunas páginas. Pero se trata de minucias que no empañan, en absoluto, el valor de esta monografía.

En definitiva: un libro sumamente recomendable, que satisfará tanto al experto como al neófito, pues sin renunciar en ningún momento al dato erudito y a la descripción minuciosa, ofrece al lector menos especializado una buena exposición del tema, presentándolo de manera atractiva y muy clarificadora. No hay que olvidar, por otra parte, que nos hallamos ante una monografía repleta de datos y que será de gran utilidad para cualquier lector que desee ampliar sus conocimientos sobre el tema. Un tema —repito— que no fija su atención sólo en el personaje de Conan, sino que sobrevuela por encima de todo un universo —el de la fantasía épica— al que éste pertenece, y en el que ha terminado convirtiéndose en todo un paradigma. Un mito, en definitiva.

He aquí, para concluir, la ficha bibliográfica completa:

Autor: BARRERO, Manuel
Editorial: Dólmen Editorial
Colección: Pretextos, nº 16
Lugar de edición: Palma de Mallorca?, 2011
Páginas: 368, blanco y negro
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 19,95 €

domingo, 21 de agosto de 2011

NECROLÓGICAS: JEAN TABARY (1930-2011)


EL pasado día 18 murió Jean Tabary, padre gráfico de Iznogoud, uno de los cascarrabias más entrañables y conocidos de toda la historia de los tebeos. Aunque dibujó otros personajes, este artista francés de origen sueco ha pasado a la posteridad por haber dado forma en el papel al gran visir —traicionero, golpista y conspirador— que surgió de su colaboración con el célebre guionista René Goscinny, autor de otros mitos de la bande dessinée como son Asterix o Lucky Luke.

Tabary, durante una sesión de firmas en los años 60


Iznogoud —cuyo nombre deriva de un juego de palabras (recurso muy típico de los guiones de esta serie) realizado con la expresión inglesa "He's no good" ("él no es bueno")— inició su andadura editorial en enero de 1962, dentro de las páginas de la revista Record, y a través de historias cortas en las que iba a aparecer como personaje secundario de una serie titulada Las aventuras del califa Harún el Pussah (Les aventures du calife Haroum El Poussah). Sin embargo, progresivamente fue ganando importancia, hasta convertirse en el protagonista de la misma.

Tabary en una foto más reciente


Tras la muerte de Goscinny —acaecida en 1977— Tabary continuó en solitario con las aventuras del personaje, hasta llegar a 2004, año en que se publicó el último álbum, sumando un total de 27 que fueron realizados entre 1966 y esa última fecha.

Goscinny a finales de los años 50 y, a la derecha, durante una sesión de firmas en época posterior


El estilo de Tabary, tan peculiar y reconocible, se distingue por el trazo enérgico y expresivo, el perfecto acabado, la facilidad para la caracterización de personajes y la cuidada puesta en escena, dando como resultado un producto de reconocida eficacia plástica y narrativa, que se veía favorecida por los ingeniosos guiones de Goscinny. Con estas caractecterísticas se explica el éxito de que gozó la serie prácticamente desde su inicio.

El califa de Iznogoud, que empezó siendo el protagonista de la serie
y tuvo que ceder el liderazgo a su visir


Es indudable que con la muerte de Tabary se avanza un poco más hacia la extinción definitiva de unas generaciones de dibujantes y guionistas que hicieron de la escuela franco-belga una de las más grandes de toda la historia del tebeo.

En todo caso, allá donde se encuentre nuestro autor confiamos en que halle a su visir convertido, por fin, en califa.

Sit tibi terra leuis!


* * *

A continuación, y como homenaje al dibujante fallecido, he creído conveniente traer aquí las páginas correspondientes al primer relato del personaje, utilizando para ello la edición española de Dargaud. La verdad es que no leía nada de Iznogud —recordémoslo ahora así, con el nombre castellanizado— desde hace muchos, muchos años. Más he de reconocer que, pese a lo repetitivo en la estructura de sus historias, éstas siguen siendo bastante divertidas. Espero que las disfruten como yo lo he hecho.










domingo, 14 de agosto de 2011

MANUEL CALDAS, PLANETA, PANINI Y EL "PRÍNCIPE VALIENTE": UNA NOTA ACLARATORIA



NUESTRO infatigable Manuel Caldas, el benemérito editor portugués al que debemos auténticas maravillas como los seis (dentro de poco siete) volúmenes de Prince Valiant "en glorioso blanco y negro", los tres de Lance y otras joyas como El cuervo o los Niños Kin-der, ha tenido la amabilidad de ponerse en contacto conmigo para puntualizarme una serie de datos relativos a ciertas opiniones de las que me hice eco al final de la entrada que dediqué a la nueva edición de Principe Valiente que Planeta de Agostini (PdA) lanzará el próximo mes de septiembre. En un principio había pensado incluir el texto de dicha nota a modo de apéndice actualizador dentro de la propia entrada. Pero dado el interés que puede tener su contenido para el conjunto de aficionados y, sobre todo, para los seguidores de la abnegada actividad editorial del luso, he creído que era mejor dedicarle este pequeño comentario monográfico y glosar en él su contenido.

 Manuel Caldas frente al objeto de sus desvelos


Empieza diciéndome Caldas que si él no consiguió los derechos para poder seguir publicando Prince Valiant no fue por causa de Planeta, sino porque los responsables de Biplano —representante de King Features Syndicate (KFS) en España— estaban empeñados en que tales derechos los explotara una editorial grande. Así es que los cedieron a Panini (como muchos sospechábamos), junto con los de otros títulos míticos del histórico "sindicato" estadounidense (Juliet Jones, Flash Gordon), que son los que ha ido publicando la escudería española de la poderosa editorial italiana en el último año.



Pero las ventas de estos últimos clásicos —cuya edición todos los aficionados españoles aún estamos celebrando—, al parecer no han ido todo lo bien que cabía esperar, de modo que Panini tiró la toalla y renunció a lanzar una nueva edición de Príncipe Valiente, en la que se habría tomado como base el hermoso trabajo ya realizado (y publicado) por Manuel Caldas y el que siguiera haciendo en el futuro. Es decir, una edición en blanco, negro y grises con los criterios de máxima calidad a que nos tiene acostumbrado el portugués.
Plancha 301 (del 15 de noviembre de 1942), en la edición de Caldas


Tras el abandono de Panini, y dados los antecedentes de colaboración de PdA con Biplano/KFS, puede afirmarse que ya a finales de 2010 o principios del presente año la citada Planeta tenía de nuevo los derechos para lanzar al mercado el coleccionable que ahora se ha anunciado, y que ha dado lugar a las entradas de mi blog, a todo tipo de especulaciones por parte de aficionados y a la puntualización de Manuel Caldas que le agradezco desde aquí públicamente.

  Portadas de los volúmenes 1 y 2 en la edición de Caldas
(completamente agotados en la actualidad y muy buscados)


En fin, esto es lo que hay. La sensación más frustrante y agridulce que le queda a uno tras leer el correo que me envió nuestro editor favorito es el pensar en lo que "pudo haber sido y no fue". Y aunque no haya que perder la esperanza de que algún día tengamos la edición más cercana a la "definitiva", lo cierto es que Biplano/King Features Syndicate no concedieron a Caldas un contrato para publicar Prince Valiant y Johnny Hazard porque deseaban ganar mucho dinero entregándoselo a una gran editorial. Pero, al final, ha ocurrido que nadie ganó el dinero previsto y que todos los lectores hemos perdido la oportunidad de tener buenas ediciones de esos clásicos (y quizá de otros más).

Plancha 631, del 13 de marzo de 1949, que puede verse en El blog de los 300, donde recientemente
se ha anunciado al mundo la "buena nueva" de la continuidad de la edición de Manuel Caldas


Después de todo lo dicho, sólo me queda confiar en que Manuel lleve a buen puerto el proyecto de continuar con su edición de Prince Valiant en blanco, negro y grises a través de la "vía uruguaya" (así como iniciar la esperadísima de Cisco Kid), en que Planeta saque adelante su coleccionable en color —el hecho de que éste aparezca en el mercado, mejorando la anterior edición de Ediciones B, no puede ser sino una buena noticia)—, y en que Panini continúe con la reedición de otros clásicos norteamericanos (ya que no de Prince Valiant, que está bien servido, por el momento). Si se cumplen esas tres condiciones —cosa que dudo muy seriamente en algún caso—, me consideraría sumamente feliz como aficionado.

Que ustedes lo pasen bien.

NECROLÓGICAS: FRANCISCO SOLANO LÓPEZ, ¡ADIÓS, MAESTRO!



HA muerto Francisco Solano López (1928-2011). Se ha ido para siempre uno de los últimos representantes de la gran escuela argentina del tebeo y un maestro indiscutible de la narrativa gráfica, que pasará a la posteridad por ser el co-creador, junto a H. G. Oesterheld, de esa obra genial que es El eternauta. Allí donde esté, que descanse en paz.

Sit tibi terra leuis!





jueves, 4 de agosto de 2011

LAS OBRAS MENOS CONOCIDAS DE HERNÁNDEZ PALACIOS, 1: ILUSTRACIONES SOBRE TAFALLA



DURANTE estos días de asueto veraniego, cuando la mayoría del personal anda desperdigado por esos mundos de Wotan, con el culillo al aire, retozando en las playas y trotando inconscientemente por las montañas, o bien haciendo ejercicios espirituales —que de todo hay en la viña de Freia—, sólo unos pocos y bravos guerreros permanecemos al pie del cañón, manteniendo la máquina bloguera engrasada y dispuesta para lo que sea menester.  Seres aguerridos que, cuando todo parece que se ha parado indefectiblemente, siguen al frente del barco para evitar que éste llegue a zozobrar por falta de timonel.



Es en esos momentos de dislate y de alocada irresponsabilidad vacacional en que un hombre (o un nibelungo) se la juega, cuando más necesario resulta mantener la mente fría para contrarrestar las altas temperaturas que nos azotan y ser capaz de reaccionar ante las adversidades que pudieran pillarnos desprevenidos. Y es que ya lo dice el bueno de Jérome Moucherot (esto es, nuestro Jerónimo Puchero): ¡Siempre contra el imprevisto!



Así es que, después de mucho darle al magín, y con las neuronas licuadas por el tórrido calor estival, he pensado que para hacer más agradable este tiempo quizá sería bueno ir alternando mis entradas habituales—generalmente cargaditas de texto y de reflexiones— con otras algo más ligeras y refrescantes, apropiadas para la época en que estamos y hechas para deleitarse mirando, más que para pensar. En resumen: imagen, imagen y más imagen. Aunque para ser coherente conmigo mismo y justo con todos ustedes, ello requiere que el material publicado tenga cierta entidad, sea novedoso y, dentro de lo posible, incluso original (¡aunque esto último es tan difícil!). Lo que no voy a plantarles aquí, desde luego, son las cuatro imágenes de siempre que pueden encontrarse haciendo una búsqueda genérica en Google... ¡Hasta ahí podíamos llegar! Vamos, que si no hay chicha analítica, esta ausencia al menos tiene que verse contrarrestada por algo.

Para empezar (y probar) he elegido, como no podía ser de otro modo, a uno de los autores fetiches de este Nibelheim. Me refiero, claro está, a Antonio Hernández Palacios, al que todos ustedes ya conocen (y si no es así, deberían hacer todo lo posible para evitarlo cuanto antes, pues no saben lo que se están perdiendo).



Y verán... Hete aquí que, fisgoneando en mis archivos nibelheimnianos, me he topado con un curioso trabajo de encargo que el gran maestro madrileño realizó para el grupo cultural navarro Altaffaylla Kultur Taldea en 1996 o 1997. Este último es, al menos, el año de publicación. Muchos de ustedes quizá no lo conozcan, pero les diré que consiste en una serie de doce ilustraciones, llenas de tipismo e intención evocadora, en las que se reproducen diversos rincones históricos de la ciudad de Tafalla, sede de la asociación comitente. Están realizadas a tinta china y coloreadas con la técnica característica del autor. Su estilo, inconfundible, se deja ver en la rigurosidad documental, en el realismo casi fotográfico, en el minucioso trabajo a base de trama y en la composición historicista y muy ambiental de los cuadros.

Un bonito trabajo éste de Palacios que, sin embargo, no se vio adecuadamente resaltado por causa del formato de presentación elegido. Y es que las ilustraciones se reprodujeron a un tamaño de postal y fueron distribuidas (6 y 6) dentro de dos pequeños estuches de cartón cuyo diseño pueden ver a continuación. Con ello, el impacto visual de los dibujos y su belleza quedan considerablemente mermados. Tan es así, que los textos descriptivos que acompañan a las ilustraciones —con el nombre de los lugares representados— casi ni se leen en las propias tarjetas originales, de pequeñitos que han salido. Y es por esa misma razón que tampoco he conseguido reproducirlas demasiado bien en el escaneado que realicé para publicarlas aquí. Eso respecto del tamaño. En cuanto a la composición y al diseño gráfico de las postales tampoco podemos decir que sean demasiado acertados. Y es que las ilustraciones de Hernández Palacios aparecen como superpuestas a un fondo general de color ocre, sobre el que se ha colocado (en la parte inferior de la postal) una cartela en tono marrón oscuro que contiene el nombre de Tafalla en caracteres capitales y con cada una de las letras de un color distinto. Para rematar el conjunto, se aplicó un efecto de sombreado por debajo de cada una de las ilustraciones —como dando la sensación de que están levantadas en el aire—, que no hace sino empeorar el resultado final. Resumiendo: un diseño equivocado que no destaca adecuadamente las bondades del trabajo realizado por Antonio. Y conste que los estuchitos de cartón no están nada mal.



Una de estas ilustraciones —concretamente la que reproduce la Torre Ochagabia, estructura gótica del antiguo Palacio Real de Tafalla, que fue demolida con dinamita en 1886— es entregada junto con un diploma a los galardonados con el premio homónimo "Torre Ochagabia y Cisneros", que la citada asociación cultural tafallesa organiza todos los años desde 2003, y con el que se reconoce a aquellos que contribuyen a restaurar, embellecer o mejorar urbanísticamente la histórica ciudad navarra. En la foto siguiente, puede verse a los premiados del pasado año 2010, posando orgullosos en un lugar de la ciudad con la ilustración de Antonio debidamente enmarcada y al tamaño adecuado para poder apreciar en todo su esplendor la calidad de este curioso trabajo del dibujante madrileño.



Ignoro a través de qué vía le llegó a Antonio el encargo para realizar estas ilustraciones y si éste fue oficial. Aunque a juzgar por los datos que aparecen en el estuche de las postales, parece que fue hecho por (y para) la propia asociación Altaffaylla. Por la época en que yo traté personalmente al maestro, recuerdo haberle oído hablar de amigos y familiares vascos o navarros (aunque mi memoria de aquellos tiempos ya flaquea un poco y algunos datos empiezan a ser confusos). Entre los nombres mencionados entonces, y que yo siempre he relacionado con sus familiares por parte política —ya digo que, quizá, pueda estar equivocado, por esa distancia cronológica de que les hablo— está el de José María Jimeno Jurío, conocido historiador y etnógrafo navarro (ya fallecido) que fue quien le prologó su extraordinario libro de Roncesvalles (tema en que, por cierto, era experto). Por otro lado, y aunque no recuerdo haber oído hablar nunca a Antonio de los orígenes geográficos de su mujer, Carmen Ochoa, el solo apellido de ésta me indica que, en efecto, quizá proceda de aquellas tierras españolas septentrionales. Pero no puedo asegurarlo con certeza, de modo que agradecería a quien tenga esa información que me (nos) la proporcione. Por cierto, ¿no han pensado nunca en la casualidad de que el protagonista masculino del álbum Roncesvalles —el cazador Ochoa— se llame igual al apellido de la segunda mujer de Hernández Palacios? Bueno, lo cierto es que quizá a través de esa vía "vascona" —si se me permite la expresión— pudo llegarle al reputado profesional que era Antonio un encargo que, en tales circunstancias, más parecería realizado para un grupo de amigos y un poco por amor al arte (nunca mejor dicho).



Y ahora no me queda sino dejarles con las imágenes (que, en principio, iban a ser las protagonistas de esta entrada). Pero fíjense ustedes: dije que no iba a escribir casi, y ya ven... Me ha salido el equivalente a cualquiera de mis comentarios habituales. Uno que es prolijo por naturaleza. ¡Que le voy a hacer!









* * *

Actualización realizada el día 10 de agosto de 2011

Cuando me puse a redactar esta entrada no se me ocurrió que algunas de las dudas que se me iban a plantear al hacerlo podrían haberme sido aclaradas, precisamente, por quienes fueron los comitentes y destinatarios de las ilustraciones que realizó Antonio y que aquí se comentan. Sólo después de tener todo el texto redactado fue cuando pensé que lo mejor era acudir a la fuente original. Así es que, puesto al habla de manera directa con la asociación Altaffaylla, una de sus responsables —solícita y muy amable— me aclaró los siguientes puntos (que ahora resumo aquí, para solaz de curiosos e interesados):

1º) El trabajo de Hernández Palacios consistió en la realización de 12 ilustraciones, que se comercializaron en formato de tarjeta postal, a razón de seis postales en cada estuche.

2º) El encargo partió de la propia Asociación (no intervino ninguna instancia oficial), que es la propietaria de las hermosas ilustraciones y de algunas otras realizadas por el artista, en las que se recrean lugares representativos de la ciudad de Olite.

3º) Que yo sepa, este último trabajo no se ha publicado ni comercializado nunca. En cuanto a las postales de Tafalla, no se han vuelto a poner a la venta después de la primera tirada del año 1997.

4º) Tanto Antonio como José María Jimeno Jurío tuvieron relación con Tafalla y con la asociación de dicha ciudad por diversas razones personales que, en todo caso, no viene a cuento mencionar aquí.

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* La imagen que abre la entrada reproduce el cuadro Bañistas en playa bajo sombrilla (Museo de Rafael Zabaleta, Quesada, Jaén).