Mostrando entradas con la etiqueta Línea Clara. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Línea Clara. Mostrar todas las entradas

miércoles, 12 de diciembre de 2012

TINTÍN, AHORA EN FORMATO GIGANTE



COINCIDIENDO con las fechas navideñas, que ya están encima, y aprovechándose del nuevo tirón publicitario que el personaje de Tintín ha experimentado tras el estreno, en 2011, de la película realizada por Peter Jackson y Steven Spielberg, Editorial Juventud ha sacado este mes de diciembre una edición especial limitada de las dos aventuras de la serie que han servido de base para dicha película: El secreto del Unicornio y El tesoro de Rackham el Rojo. Hablamos de libros en formato gigante (32,5 x 42 cms.) y encuadernados en tapa dura que reproducen la edición francesa realizada por Casterman el pasado año 2011 (publicada también en inglés en EE.UU) y de la que, al parecer, se ha hecho aquí una tirada de sólo 1.000 ejemplares por cada libro.


Imagen de los dos volúmenes "gran formato" al lado de otros de la colección tradicional


He tenido en mis manos un ejemplar de El secreto del Unicornio y tras estudiarlo con cierto detalle creo sinceramente que se trata de un objeto con escaso interés para mí, pensado más como un capricho para coleccionistas fanáticos y tintinólogos pudientes, o bien para compradores de primera hora que no tengan ya los libros en su formato original y quieran darse este gusto. Y es que, dejando de lado su gran tamaño —ventaja indiscutible que  la publicidad de Juventud destaca señalando que «cada viñeta gana el 80% de superficie y eso transforma completamente la lectura del álbum»—, la edición apenas presenta otros elementos de interés significativo que justifiquen el desembolso de los 56,00 eurazos (¡¡56,00!!) que cuesta cada uno de los libros. El papel es magnífico, ciertamente, y de un gramaje que no se ve todos los días (creo que estamos hablando de hojas con más de 180 o 200 gramos). La impresión es buena también, pero de un material base que no ha sido restaurado y que, además, presenta las características (imperfecciones en el color incluidas) de los álbumes tradicionales ya archiconocidos por todos.



Como únicos elementos más o menos novedosos de verdad, al margen del citado tamaño, puede mencionarse el hecho de que las guardas y las contracubiertas reproducen las de los primeros álbumes originales. Pero en realidad tampoco es la primera vez que las vemos por aquí; al menos las guardas, pues ya fueron utilizadas en las ediciones facsímiles de las versiones en blanco y negro de los álbumes que publicó en formato reducido Panini-Casterman (en la famosa edición que hubo de ser retirada del mercado por vulnerar el contrato de exclusividad de Juventud con la Casterman belga). Por otro lado, la contracubierta utilizada ahora en estos libros yo creo que ya se empleó en otras ediciones anteriores de los libros con lomo de tela, con la diferencia de que ésta incluye una lista con todas las aventuras del personaje que no aparecía en aquellos. No he tenido ocasión de comprobarlo con certeza, pero si alguien desea hacerlo personalmente le remito a este interesante artículo, en el que se estudian todas las características de las ediciones españolas de Tintín, incluidas sus contracubiertas.


En la contraportada aparece destacado que se trata de una edición facsímil de la de 1943, pero este elemento tampoco me parece especialmente significativo, puesto que todas las ediciones posteriores reproducen la de dicho año, al ser aquella en que la historia apareció, por vez primera, bajo el formato de álbum, editado por Casterman.



Hay un último elemento que me ha desilusionado muchísimo en esta edición "gran formato", aunque su aparente presencia fuera lo que antes llamó mi atención cuando ví las primeras imágenes de la misma. Me refiero, claro está, a la denominada encuadernación "holandesa" —es decir, aquella en la que se emplea un material distinto para el lomo (generalmente tela), diferenciándolo de las cubiertas—, que fue la utilizada por Juventud en los viejos volúmenes de la colección publicados aquí en los años 50-60, dándoles un mayor valor y empaque, al tiempo que los ennoblecía como objeto de coleccionismo. Y digo "aparente", porque lo que se ha hecho en esta ocasión ha sido teñir de otro color el lomo para imitar el entelado, aunque el material es el mismo (cartón plastificado) que se utiliza en las cubiertas. Así pues un bluf.



En definitiva: estamos ante una edición que, como la de Casterman (ver aquí), yo veo presidida por el oportunismo de las fechas en que nos encontramos y, sobre todo, por el empuje que la película le ha dado al personaje —no hay más que ver la enorme cantidad de merchandising que ha surgido en este tiempo para darse cuenta de ello—, pero que no aporta nada realmente significativo a la historia editorial de la serie. Sobre todo si consideramos lo elevado del precio, que es superior al de la edición francesa (de sólo 49,00 euros). En mi opinión toda la empresa habría cobrado mucho más sentido si, en lugar de editar sólo estas dos aventuras, se hubiera optado por hacer una edición con estas características de la serie completa, ofreciéndosela a los potenciales lectores en ese "gran formato". Ello habría justificado, por ejemplo, que incluso los tintinófilos menos fanáticos y tifosos —entre quienes particularmente me encuentro— hubiéramos decidido, quizá, volver a comprar los libros con las aventuras de uno de nuestros personajes favoritos de toda la vida.



Aunque ya puestos —y aceptando, faltaría más, que cada editorial es dueña de hacer lo que le venga en gana (que para eso se juega sus cuartos)—, aún mucho mejor habría sido que Juventud se hubiera descolgado estas Navidades con la salida al mercado de una nueva y buena edición de las versiones originales de aquellos álbumes que conocieron más de una, bien por haber sido dibujados originalmente en blanco y negro (Tintín en el Congo, en América, Los cigarros del Faraón, El loto azul, La oreja rota, La isla negra, El cetro de Ottokar, el cangrejo de las pinzas de oro), bien porque Hergé decidió introducir modificaciones para modernizarlos y adaptarlos a los nuevos tiempos (La isla negra, El cetro de Ottokar, Tintín en el país del oro negro), ofreciendo así un material que nunca ha llegado a ser bien editado en nuestro país —las ediciones en blanco y negro que aparecieron en los años 80-90 de Congo, Cigarros, Oreja y Loto son únicamente correctas—, o que ya resulta prácticamente imposible de conseguir, como es el caso de la edición de La isla negra en su versión de 1943, con la que Juventud llegó a adelantarse (en 1986) a la propia editorial Casterman, que la editó en 1996. Aunque fue una iniciativa que, por desgracia, no siguió adelante.



En todo caso, deseo que los compradores de esta nueva variante editorial de un título de toda la vida disfruten de sus características y de las dos aventuras seleccionadas. Y que lo hagan tanto como un servidor disfrutó por vez primera —si es que son nuevos tintinófilos—, o como lo sigue haciendo cada vez que coge uno de sus viejos libritos en formato tradicional. Lo fundamental es leer a Hergé...



sábado, 8 de diciembre de 2012

SECUENCIAS MEMORABLES, 1: HADDOCK Y EL VINO SUIZO



LA relectura (¿por quincuagésima vez quizá?) de algunos álbumes de Tintín —como consecuencia inmediata de la última entrada que publiqué sobre el personaje—, me sugirió la idea de iniciar una nueva sección en el blog que voy a denominar, como bien puede verse en el título de la entrada, "Secuencias memorables". En ella iré incluyendo precisamente eso: secuencias significativas extraídas de las historietas que más me gustan, o que me hayan llamado la atención por algún motivo. Intentaré —aunque es algo difícil, tratándose de mí (prolijo, como soy, por naturaleza)— elaborar entradas eminentemente gráficas, con poco texto y en las que se deje todo el protagonismo a la imagen y los artistas, más que al exegeta frustrado que llevo dentro.



Y empiezo con el reportero del tupé rubio por la sencilla razón de que Las aventuras de Tintín son pródigas en secuencias de todo tipo, a las que Hergé dedicaba gran atención, desarrollándolas de manera pausada, amplia y muy detallada. Acostumbran a ser secuencias en las que se narran acciones secundarias y de tipo generalmente humorístico. Por esta razón, no es infrecuente que estén protagonizadas, con preferencia, por el Capitán Haddock, y sirven para contraponerse a la acción principal y rebajar un poco la tensión narrativa, dando un respiro al lector.


Para esta primera ocasión he seleccionado una secuencia bastante larga que podemos encontrar en el álbum El asunto Tornasol. Se desarrolla a lo largo de tres planchas y tiene dos partes bien diferenciadas, con un doble nivel de intensidad que permite obviar la segunda de ellas sin que el gag pierda efectividad. No obstante, es mejor llegar hasta el final para ver todo el alcance narrativo de la misma y el efecto que produce en el discurso general. Por eso la he colocado entera al final de esta entrada, aunque pueda resultar excesivamente larga y se diluya un poco el golpe de efecto que encontramos hacia la mitad.



Su parte álgida (correspondiente a la primera sección) concluye en las dos viñetas superpuestas (nº 14 y 15) en que Tintín golpea con su brazo a Haddock y le hace derramar el vino cuando por fin ha conseguido llenar la copa. No obstante, la lectura completa de dicha secuencia y la descarga total y absoluta de la tensión que ha ido acumulando a lo largo de las tres planchas sólo la encontramos en la viñeta final (nº 29), cuando el irascible (pero aquí paciente) capitán consigue por fin beber y dar buena cuenta del vino de la botella, que ha sobrevivido a la explosión que pudo acabar con la vida de nuestros héroes.

Obsérvese la enorme habilidad que muestra Hergé para conseguir que Haddock vaya introduciendo sus graciosas indirectas sobre el vino, sin hacer que el ritmo narrativo del guión decaiga en ningún momento, ni impedir que el lector se entere del importante resumen de la acción que Tintín le va haciendo al profesor Topolino. Y todo ello, además, aportando nueva información para el lector y consiguiendo que las interrupciones del capitán no molesten en ningún momento. La única pega que podríamos poner es la excesiva cantidad de diálogo de las primeras viñetas, pero es necesario para que la acción avance, y por ello mismo utiliza Hergé este recurso de las intervenciones "haddockianas", para aligerar la narración y hacérsela más llevadera al lector. Las intervenciones del capitán son como pequeños "respiros" que Hergé introduce pensando en el lector.

Aquí la tienen completa. Disfrútenla...










jueves, 15 de septiembre de 2011

NECROLÓGICAS: GILLES CHAILLET (1946-2011)



APENAS hemos terminado de digerir la luctuosa noticia del fallecimiento del historietista belga Daniel Hulet, cuando nos enteramos —yo lo he hecho a través del blog El lector impaciente— de otro óbito: el del dibujante francés Gilles Chaillet, que se encontraba en esa fatídica franja de edad en la que los hombres se la juegan de verdad: 65 años. El deceso ocurrió ayer, miércoles, en la ciudad de Margency.

 Chaillet, hace años, en una foto oficial de Éditions Le Lombard


Bastante más conocido que Hulet en nuestro país, Chaillet era otro dibujante muy experimentado y con una importantísima trayectoria a sus espaldas, lo que ha quedado reflejado en la abundante obra que deja tras él. Especialista en la bande dessinée de tipo histórico, Chaillet inició su carrera a mediados de los años 60, trabajando como colorista en los estudios Dargaud y prestando su colaboración en diferentes series de la casa: coloreó álbumes de Tanguy y Laverdure (de Charlier y Uderzo), Achille Talon (de Greg) y Blueberry (de Charlier y Giraud); realizó algunas planchas para el Barba-Rouge de Hubinon; ilustró de manera anónima 14 libritos dedicados a Idefix —el simpático perrito de Obelix—, e hizo diversos dibujos de Asterix y su "corpulento" (nunca "gordo") compañero, destinados a decorar envases de productos alimenticios.

Chaillet junto a su mujer, la colorista Chantal Delachelle, protagonistas de la portada
de una revista especializada dedicada al personaje insignia de Jacques Matin


A mediados de los años 70, y cuando ya era colaborador en Casterman, Chaillet entró en contacto con la obra de Jacques Martin, para quien dibujó 9 álbumes de Guy Lefranc, con guiones del propio Martin, y un par de libros (Roma I y Roma II) de la serie pedagógica Les Voyages d'Orion o Voyages d'Alix. También realizó los guiones de la serie Tombelaine, ambientada en la China de comienzos del siglo XX y dibujada por Bernard Capo, de la que se han publicado 5 volúmenes. De este modo, Chaillet terminó convirtiéndose en un historietista especializado en el género histórico, dentro del cual iba a descollar.



En 1979 creó, para las páginas del semanario Tintin, la serie Vasco, que se desarrolla en la Italia del siglo XIV y de la que llegó a dibujar 23 álbumes que se han ido publicado en Éditions Le Lombard. Desgraciadamente, y aunque podemos considerarlo su trabajo más personal y extenso, esta obra aún sigue inédita en nuestro país.



Al iniciarse el siglo XXI la actividad creadora y editorial de Chaillet se hace casi frenética, realizando una serie de importantes trabajos para la todopoderosa editorial Glénat (parte de los cuales, afortunadamente, hemos conocido aquí a través de su filial española). Así, desde el año 2000 participa como dibujante en la exitosa serie policéfala (¡¡10 autores!!) Le Triangle secret, guionizada por Didier Convard. En 2002 inaugura la colección La Loge noire con la saga histórica La dernière Prophétie, de la que dibuja 4 álbumes. Desde 2003 está al frente de los guiones de la serie Intox, y al año siguiente se publica un voluminoso atlas (200 páginas) consagrado a la antigua Roma (Dans la Rome des Césars), que Chaillet había concluido en 1994. Se trata de un enjundioso trabajo de reconstrucción histórica en el que el artista había "echado el resto" (si se me permite la expresión): utilizando como vehículo narrativo al personaje de Falviano —joven funcionario llegado desde la diócesis de la Tracia—, Chaillet nos muestra, a través de minuciosos planos, cómo fue la vieja Ciudad Eterna en época del emperador Constantino el Grande. Pueden ver una extensa y laudatoria reseña de esta obra en el siguiente enlace. En 2008, y también con Didier Convard, realiza —siempre para Glénat— Vinci (2 volúmenes), otro tebeo histórico más, esta vez ambientado en la Francia de Francisco I.



En el momento de su fallecimiento, el Chaillet guionista deja abiertas las series Les boucliers de Mars (1 álbum) y Dioclétien, ambas ambientadas en la antigua Roma.



Como dibujante, nuestro homenajeado se distinguió por la corrección, la eficacia y el buen hacer. Era dueño de un estilo algo impersonal y con escaso brío —bastante influido por el de Jacques Martin—, pero siempre efectivo y heredero de la prestigiosa tradición gráfica de la "línea clara" que tanta gloria ha dado a la bande dessinée (y a cuyo desarrollo contribuyó, como pocos, el padre de Alix). Sus trabajos se caracterizan por las cuidadas puestas en escena —circunstancia a la que contribuía su pasión por la Historia y el gusto por la abundante y cuidada documentación—, los guiones bien trabados y el escrupuloso detallismo.

Chaillet ante una reproducción de su plano de la antigua Roma


Depositario de diversas distinciones, Chaillet recibió en el año 2005 el prestigioso Yellow Kid (especial del jurado), con el que se premió su larga carrera y abundante obra.



En España hemos tenido la fortuna de ver editadas, a través de Glénat, su colaboración en El triángulo secreto, los 2 libros de Los viajes de Alix y su trabajo como guionista para la serie Intox (con dibujos de Mangin). Por otro lado, tras la loable iniciativa de Netcom2 —que se ha puesto manos a la obra con los trabajos de Jacques Martin— es de imaginar que terminaremos viendo publicados también todos las colaboraciones que Chaillet realizó para Guy Lefranc (del que sólo se ha publicado, hasta el momento, un solo álbum realizado por nuestro autor). Esta misma editorial anuncia también la próxima publicación de los 2 volúmenes de Vinci, con lo cual el conocimiento de la obra del dibujante fallecido experimentará en nuestro país un buen impulso. Confiemos, además, en que algún editor patrio magnánimo —¿la propia Netcom2?— se decida a regalarnos con Vasco. Aunque 23 álbumes son mucha tela que cortar, teniendo en cuenta los bajos vuelos de buena parte de nuestras editoriales y los niveles de venta en nuestro país.



Y para terminar, como siempre hacemos en el Nibelheim, una pequeña selección de imágenes de su trabajo más celebrado: Vasco. Siento no haber conseguido un tamaño más grande. Sirvan, en cualquier caso, junto con el resto de la entrada, como pequeño homenaje a este infatigable creador, ahora fallecido. Sit tibi terra leuis.