COINCIDIENDO con las fechas navideñas, que ya están encima, y aprovechándose del nuevo tirón publicitario que el personaje de Tintín ha experimentado tras el estreno, en 2011, de la película realizada por Peter Jackson y Steven Spielberg, Editorial Juventud ha sacado este mes de diciembre una edición especial limitada de las dos aventuras de la serie que han servido de base para dicha película: El secreto del Unicornio y El tesoro de Rackham el Rojo. Hablamos de libros en formato gigante (32,5 x 42 cms.) y encuadernados
en tapa dura que reproducen la edición francesa realizada por Casterman
el pasado año 2011 (publicada también en inglés en EE.UU) y de la que, al parecer, se ha hecho aquí una tirada de sólo 1.000 ejemplares por cada libro.
He tenido en mis manos un ejemplar de El secreto del Unicornio y tras estudiarlo con cierto detalle creo sinceramente que se trata de un objeto con escaso interés para mí, pensado más como un capricho para coleccionistas fanáticos y tintinólogos pudientes, o bien para compradores de primera hora que no tengan ya los libros en su formato original y quieran darse este gusto. Y es que, dejando de lado su gran tamaño —ventaja indiscutible que la publicidad de Juventud destaca señalando que «cada viñeta gana el 80% de superficie y eso transforma completamente la lectura del álbum»—, la edición apenas presenta otros elementos de interés significativo que justifiquen el desembolso de los 56,00 eurazos (¡¡56,00!!) que cuesta cada uno de los libros. El papel es magnífico, ciertamente, y de un gramaje que no se ve todos los días (creo que estamos hablando de hojas con más de 180 o 200 gramos). La impresión es buena también, pero de un material base que no ha sido restaurado y que, además, presenta las características (imperfecciones en el color incluidas) de los álbumes tradicionales ya archiconocidos por todos.
Como únicos elementos más o menos novedosos de verdad, al margen del citado tamaño, puede mencionarse el hecho de que las guardas y las contracubiertas reproducen las de los primeros álbumes originales. Pero en realidad tampoco es la primera vez que las vemos por aquí; al menos las guardas, pues ya fueron utilizadas en las ediciones facsímiles de las versiones en blanco y negro de los álbumes que publicó en formato reducido Panini-Casterman (en la famosa edición que hubo de ser retirada del mercado por vulnerar el contrato de exclusividad de Juventud con la Casterman belga). Por otro lado, la contracubierta utilizada ahora en estos libros yo creo que ya se empleó en otras ediciones anteriores de los libros con lomo de tela, con la diferencia de que ésta incluye una lista con todas las aventuras del personaje que no aparecía en aquellos. No he tenido ocasión de comprobarlo con certeza, pero si alguien desea hacerlo personalmente le remito a este interesante artículo, en el que se estudian todas las características de las ediciones españolas de Tintín, incluidas sus contracubiertas.
En la contraportada aparece destacado que se trata de una edición facsímil de la de 1943, pero este elemento tampoco me parece especialmente significativo, puesto que todas las ediciones posteriores reproducen la de dicho año, al ser aquella en que la historia apareció, por vez primera, bajo el formato de álbum, editado por Casterman.
Hay un último elemento que me ha desilusionado muchísimo en esta edición "gran formato", aunque su aparente presencia fuera lo que antes llamó mi atención cuando ví las primeras imágenes de la misma. Me refiero, claro está, a la denominada encuadernación "holandesa" —es decir, aquella en la que se emplea un material distinto para el lomo (generalmente tela), diferenciándolo de las cubiertas—, que fue la utilizada por Juventud en los viejos volúmenes de la colección publicados aquí en los años 50-60, dándoles un mayor valor y empaque, al tiempo que los ennoblecía como objeto de coleccionismo. Y digo "aparente", porque lo que se ha hecho en esta ocasión ha sido teñir de otro color el lomo para imitar el entelado, aunque el material es el mismo (cartón plastificado) que se utiliza en las cubiertas. Así pues un bluf.
En definitiva: estamos ante una edición que, como la de Casterman (ver aquí), yo veo presidida por el oportunismo de las fechas en que nos encontramos y, sobre todo, por el empuje que la película le ha dado al personaje —no hay más que ver la enorme cantidad de merchandising que ha surgido en este tiempo para darse cuenta de ello—, pero que no aporta nada realmente significativo a la historia editorial de la serie. Sobre todo si consideramos lo elevado del precio, que es superior al de la edición francesa (de sólo 49,00 euros). En mi opinión toda la empresa habría cobrado mucho más sentido si, en lugar de editar sólo estas dos aventuras, se hubiera optado por hacer una edición con estas características de la serie completa, ofreciéndosela a los potenciales lectores en ese "gran formato". Ello habría justificado, por ejemplo, que incluso los tintinófilos menos fanáticos y tifosos —entre quienes particularmente me encuentro— hubiéramos decidido, quizá, volver a comprar los libros con las aventuras de uno de nuestros personajes favoritos de toda la vida.
Aunque ya puestos —y aceptando, faltaría más, que cada editorial es dueña de hacer lo que le venga en gana (que para eso se juega sus cuartos)—, aún mucho mejor habría sido que Juventud se hubiera descolgado estas Navidades con la salida al mercado de una nueva y buena edición de las versiones originales de aquellos álbumes que conocieron más de una, bien por haber sido dibujados originalmente en blanco y negro (Tintín en el Congo, en América, Los cigarros del Faraón, El loto azul, La oreja rota, La isla negra, El cetro de Ottokar, el cangrejo de las pinzas de oro), bien porque Hergé decidió introducir modificaciones para modernizarlos y adaptarlos a los nuevos tiempos (La isla negra, El cetro de Ottokar, Tintín en el país del oro negro), ofreciendo así un material que nunca ha llegado a ser bien editado en nuestro país —las ediciones en blanco y negro que aparecieron en los años 80-90 de Congo, Cigarros, Oreja y Loto son únicamente correctas—, o que ya resulta prácticamente imposible de conseguir, como es el caso de la edición de La isla negra en su versión de 1943, con la que Juventud llegó a adelantarse (en 1986) a la propia editorial Casterman, que la editó en 1996. Aunque fue una iniciativa que, por desgracia, no siguió adelante.
En todo caso, deseo que los compradores de esta nueva variante editorial de un título de toda la vida disfruten de sus características y de las dos aventuras seleccionadas. Y que lo hagan tanto como un servidor disfrutó por vez primera —si es que son nuevos tintinófilos—, o como lo sigue haciendo cada vez que coge uno de sus viejos libritos en formato tradicional. Lo fundamental es leer a Hergé...
Imagen de los dos volúmenes "gran formato" al lado de otros de la colección tradicional
He tenido en mis manos un ejemplar de El secreto del Unicornio y tras estudiarlo con cierto detalle creo sinceramente que se trata de un objeto con escaso interés para mí, pensado más como un capricho para coleccionistas fanáticos y tintinólogos pudientes, o bien para compradores de primera hora que no tengan ya los libros en su formato original y quieran darse este gusto. Y es que, dejando de lado su gran tamaño —ventaja indiscutible que la publicidad de Juventud destaca señalando que «cada viñeta gana el 80% de superficie y eso transforma completamente la lectura del álbum»—, la edición apenas presenta otros elementos de interés significativo que justifiquen el desembolso de los 56,00 eurazos (¡¡56,00!!) que cuesta cada uno de los libros. El papel es magnífico, ciertamente, y de un gramaje que no se ve todos los días (creo que estamos hablando de hojas con más de 180 o 200 gramos). La impresión es buena también, pero de un material base que no ha sido restaurado y que, además, presenta las características (imperfecciones en el color incluidas) de los álbumes tradicionales ya archiconocidos por todos.
Como únicos elementos más o menos novedosos de verdad, al margen del citado tamaño, puede mencionarse el hecho de que las guardas y las contracubiertas reproducen las de los primeros álbumes originales. Pero en realidad tampoco es la primera vez que las vemos por aquí; al menos las guardas, pues ya fueron utilizadas en las ediciones facsímiles de las versiones en blanco y negro de los álbumes que publicó en formato reducido Panini-Casterman (en la famosa edición que hubo de ser retirada del mercado por vulnerar el contrato de exclusividad de Juventud con la Casterman belga). Por otro lado, la contracubierta utilizada ahora en estos libros yo creo que ya se empleó en otras ediciones anteriores de los libros con lomo de tela, con la diferencia de que ésta incluye una lista con todas las aventuras del personaje que no aparecía en aquellos. No he tenido ocasión de comprobarlo con certeza, pero si alguien desea hacerlo personalmente le remito a este interesante artículo, en el que se estudian todas las características de las ediciones españolas de Tintín, incluidas sus contracubiertas.
En la contraportada aparece destacado que se trata de una edición facsímil de la de 1943, pero este elemento tampoco me parece especialmente significativo, puesto que todas las ediciones posteriores reproducen la de dicho año, al ser aquella en que la historia apareció, por vez primera, bajo el formato de álbum, editado por Casterman.
Hay un último elemento que me ha desilusionado muchísimo en esta edición "gran formato", aunque su aparente presencia fuera lo que antes llamó mi atención cuando ví las primeras imágenes de la misma. Me refiero, claro está, a la denominada encuadernación "holandesa" —es decir, aquella en la que se emplea un material distinto para el lomo (generalmente tela), diferenciándolo de las cubiertas—, que fue la utilizada por Juventud en los viejos volúmenes de la colección publicados aquí en los años 50-60, dándoles un mayor valor y empaque, al tiempo que los ennoblecía como objeto de coleccionismo. Y digo "aparente", porque lo que se ha hecho en esta ocasión ha sido teñir de otro color el lomo para imitar el entelado, aunque el material es el mismo (cartón plastificado) que se utiliza en las cubiertas. Así pues un bluf.
En definitiva: estamos ante una edición que, como la de Casterman (ver aquí), yo veo presidida por el oportunismo de las fechas en que nos encontramos y, sobre todo, por el empuje que la película le ha dado al personaje —no hay más que ver la enorme cantidad de merchandising que ha surgido en este tiempo para darse cuenta de ello—, pero que no aporta nada realmente significativo a la historia editorial de la serie. Sobre todo si consideramos lo elevado del precio, que es superior al de la edición francesa (de sólo 49,00 euros). En mi opinión toda la empresa habría cobrado mucho más sentido si, en lugar de editar sólo estas dos aventuras, se hubiera optado por hacer una edición con estas características de la serie completa, ofreciéndosela a los potenciales lectores en ese "gran formato". Ello habría justificado, por ejemplo, que incluso los tintinófilos menos fanáticos y tifosos —entre quienes particularmente me encuentro— hubiéramos decidido, quizá, volver a comprar los libros con las aventuras de uno de nuestros personajes favoritos de toda la vida.
Aunque ya puestos —y aceptando, faltaría más, que cada editorial es dueña de hacer lo que le venga en gana (que para eso se juega sus cuartos)—, aún mucho mejor habría sido que Juventud se hubiera descolgado estas Navidades con la salida al mercado de una nueva y buena edición de las versiones originales de aquellos álbumes que conocieron más de una, bien por haber sido dibujados originalmente en blanco y negro (Tintín en el Congo, en América, Los cigarros del Faraón, El loto azul, La oreja rota, La isla negra, El cetro de Ottokar, el cangrejo de las pinzas de oro), bien porque Hergé decidió introducir modificaciones para modernizarlos y adaptarlos a los nuevos tiempos (La isla negra, El cetro de Ottokar, Tintín en el país del oro negro), ofreciendo así un material que nunca ha llegado a ser bien editado en nuestro país —las ediciones en blanco y negro que aparecieron en los años 80-90 de Congo, Cigarros, Oreja y Loto son únicamente correctas—, o que ya resulta prácticamente imposible de conseguir, como es el caso de la edición de La isla negra en su versión de 1943, con la que Juventud llegó a adelantarse (en 1986) a la propia editorial Casterman, que la editó en 1996. Aunque fue una iniciativa que, por desgracia, no siguió adelante.
En todo caso, deseo que los compradores de esta nueva variante editorial de un título de toda la vida disfruten de sus características y de las dos aventuras seleccionadas. Y que lo hagan tanto como un servidor disfrutó por vez primera —si es que son nuevos tintinófilos—, o como lo sigue haciendo cada vez que coge uno de sus viejos libritos en formato tradicional. Lo fundamental es leer a Hergé...