RECOGIENDO el guante que me lanzó a plena cara y en franco desafío uno de los visitantes habituales de este blog —y perdonen ustedes una metáfora caballeresca tan belicosa— he decidido publicar esta entrada, que vamos a utilizar —si ustedes lo consideran oportuno— para intentar decidir cuál es la peor viñeta de todas las que Foster llegó a dibujar en su mítica serie Prince Valiant in the days of King Arthur. ¿La "peor" viñeta (se preguntará más de un aficionado)? ¿Pero era Foster capaz de hacer algo mal? ¿Cómo se atreve este chalado de nibelungo a aceptar tal reto, poniendo en cuestión la habilidad fosteriana para dibujar y oreando en público los trapos sucios de una saga tan mítica, querida y alabada por los amantes del Noveno Arte? ¿Un arte que, como todo el mundo sabe, dicha serie contribuyó a prestigiar como ninguna otra?
Pues sí amigos míos... ¡¡Me atrevo!! Aunque ello pudiera costarme la vida y la honra (nibelungas, claro). Porque lo cierto es que Harold Foster metió la gamba... y en no pocas ocasiones, por cierto. Aunque, claro, tales errores apenas son tenidos en cuenta, dentro del conjunto de una obra tan bella e impresionante como la suya (según queda atestiguado en la mayoría de las hermosas viñetas que ilustran esta entrada). Manuel Caldas —autorizada opinión, por tanto— está convencido de que la mayoría de tales errores se debieron al simple hecho de que el padre de Val no copiaba de modelos naturales para realizar los personajes de sus planchas, al contrario de lo que hicieron otros dibujantes como Milton Caniff, Alex Raymond, Stan Drake, por citar únicamente los más célebres. Y creo que tiene bastante razón, la verdad. Ahora bien, lo que no termino de explicarme es por qué motivo un hombre con la sólida formación artística de Foster y su agudo criterio no intentó corregirlos, dado que la mayoría de las veces son claramente perceptibles y aparecen, incluso, en las primeras etapas de la serie —las más esplendorosas—, por lo que no serían achacables a la merma que se produjo en las facultades físicas del artista al final de su carrera. Entonces, ¿por qué decidió dejarlos Foster sin corregir y para que la posteridad los viera? ¿Por falta de tiempo? ¿Porque no fue capaz de apreciarlos, a pesar de todo? ¿Porque los consideraba peccata minuta, dentro del impresionante conjunto de la saga? Misterios del arte (y de los artistas), supongo...
En cualquier caso, y según acabo de señalar, parece evidente que los "errores" de proporción, los fallos compositivos, los acabados defectuosos, en definitiva, esas "peores" viñetas fosterianas que encontramos de manera salpicada a lo largo de su Prince Valiant no son algo que, en absoluto, pueda achacarse a mayor impericia natural del artista (que Foster era tan buen dibujante o mejor que los ya señalados arriba es algo que no duda nadie). Y tampoco se deben al hecho de que, por mantenerse al frente de su serie hasta su vejez, las fuerzas empezaron a fallarle de manera inexorable (y muy perceptible) a partir de mediados de los años 60, lo que se tradujo en un mayor número de viñetas con fallos perfectamente detectables y un descenso importante de la calidad media de las planchas (en el año 1966, por ejemplo, la cosa es realmente preocupante, aunque luego remonta algo). No, tampoco es eso. Pese a todo, esta última razón —el envejecimiento del autor y la disminución de su habilidad— son circunstancias que sí contribuyeron a aumentar el número de "pifias" cometidas por Foster y causas más que suficientes para que la mayoría de nosotros creamos ver una mayor cantidad de viñetas mediocres o criticables precisamente en esa etapa final de la contribución fosteriana (la que va de 1965-1966 a 1970-1971, momento en que dejaría de manera definitiva el dibujo en manos de John Cullen Murphy, como ya hemos tenido ocasión de analizar en otra ocasión aquí).
Por tal motivo, amables visitantes, su seguro servidor tiene pensado ponerse una autolimitación, de manera que he elegido "mi" peor viñeta fosteriana escogiéndola sólo del material realizado entre los años de mayor esplendor de la serie. Esto es, del comprendido en el período que va de 1937 a finales de los 50 (que, a mi modesto entender, es la mejor etapa de toda la producción fosteriana, pues el maestro llega en ella a unas cotas de perfección técnica y de evocación poética como nunca antes nadie había conseguido conjugar en un tebeo). Durante ese largo plazo de tiempo el dibujo de Foster era tan asombroso y su calidad tan elevada que parece imposible encontrar algo que pueda ser considerado malo. Pero lo hay. Ya lo creo que lo hay... Ahora bien, este límite no es una condición sine qua non para participar —por decirlo de algún modo— en la prueba, de modo que ustedes, en caso de no asumirlo, podrán realizar su elección (si lo prefieren) escogiendo de entre todo el material dibujado por el artista en los treinta y tres años que estuvo al frente de la parte gráfica de la serie. No habrá, por tanto, problema para hacer la selección...
La viñeta que yo he elegido para la ocasión pertenece a un episodio bastante anodino, pero que me resulta atractivo: el de las guerras de Arturo contra los invasores sajones de Cornualles. Se trata de una aventura corta que precede inmediatamente a otra más conocida, como es la del desembarco de Val en tierras irlandesas y su encuentro con San Patricio, con Brian O'Curry y con el rey-tirano Rory McColm. Esta última es tan extraña y desasosegante como la misteriosa tierra irlandesa que nos presenta Foster. Además, sorprende por su brevedad y por el modo abrupto en que concluye (con Val huyendo apresuradamente de la isla, lo que no es muy habitual en el personaje).
En este punto debo confesar que, por lo general, siempre me han llamado mucho la atención aquellos episodios de Prince Valiant que están relacionados con la tradición céltico-irlandesa —de hecho, en ese del que forma parte la viñeta que yo he seleccionado aparece el mítico castillo de Tintagel, donde Arturo fue concebido y nació—, así como aquellos otros en los que Foster suele mostrar el contacto (generalmente en forma de conflicto) entre el mundo cristiano y el pagano-céltico. Pienso, por ejemplo, en la secuencia de Stonehenge, o en aquella otra donde se encuentra con Merlín antes de que éste sea hechizado por Nimue, por ejemplo. Sencillamente, me encantan esos pasajes de la saga fosteriana; creo que tienen mucho ambiente y que resultan la mar de evocadores. Pero ya volveré sobre ellos en otra ocasión... Ahora conviene proseguir con la viñeta seleccionada para esta ocasión.
La he elegido, creo que resulta obvio, porque reúne una serie de condiciones que me parecen exaperantes (aunque Manuel Caldas piensa que no está tan mal, y apuesta abiertamente porque las suyas son mucho mejores en lo peor, cosa que no dudo, en absoluto). Para empezar está el modo en que Foster ha resuelto la figura de Arturo, asomándose a la costa desde la elevación en que se asienta Tintagel. El monarca adopta una posición rara, pero más por el deficitario modo en que el dibujante la ha resuelto que por la actitud en sí: no hay volumen en la parte baja del manto y parece que el rey careciera de caderas. Falta redondez en esa zona del cuerpo y da la sensación de que la pierna izquierda del personaje sale de detrás de la derecha, más que de un lado. Asimismo, resulta sorprendente la rigidez y lo artificioso del modo en que dicho manto ondea al viento en su parte superior. Por último, el codo del brazo izquierdo carece de volumen —a pesar del suave tramado que parece insinuarlo—, y el oleaje en la pequeña cala que se ve al fondo está realizado de manera pésima, a mi entender (lo cual resulta realmente sorprendente, pues Foster fue uno de los mejores dibujantes del agua que hayan existido nunca). Para más inri, los detalles del primer plano (hierbas altas, roca, etc.) están resueltos de manera un tanto chapucera. En definitiva: una viñeta que me exapera y no me gusta nada. ¡¡Brrrrrrr!!
El bueno de Manuel Caldas, por su parte, también ha querido unirse al juego y me ha enviado las siguientes dos imágenes (que, además, vienen avaladas con su habitual sello de calidad en la reproducción y están a un tamaño estupendo). Son magníficas, por cierto, y en ambas se aprecia muy bien lo que quiero decir cuando hablo de "errores" fosterianos cometidos durante el período de mayor esplendor de la saga. En la primera de ellas, como puede verse, al dibujante se le fue claramente la mano a la hora de dibujar el brazo derecho de Val, pues aparece desproporcionado y en una posición muy forzada, como si estuviera completamente de perfil, mientras el tronco lo vemos en algo más de tres cuartos. El gigantesco hombro diestro encaja mal en un cuerpo que nos parece demasiado pequeño y que adopta una actitud rígida (véase el brazo izquierdo, tan pegado al tronco), antinatural y algo extraña. Demasiada espalda y brazo para tan poco cuerpo, en definitiva. Val parece Hellboy (y perdonen ustedes la irrespetuosa comparación).
El segundo ejemplo de Manuel lo encontramos en la viñeta de abajo, donde las cabezas de todos los personajes parecen encontrarse al margen de las leyes que regulan la perspectiva y la proporción. El problema no reside, únicamente, en la enorme diferencia de tamaños que existe entre el personaje de Eric y el de la bella Ingrid —exagerada, incluso tratándose de un hombre y una mujer—, sino también en la descoordinación de perspectivas y tamaños que hay entre los cuatro personajes, así como la rigidez y falta de verosimilitud en la figura de Val, cuyo tosco rostro no le hace justicia al personaje —observen los gruesos párpados caídos, esa fea raya que insinúa la mejilla pero que más parece una cicatriz y los ojos, que están un poco bizcos—, por no mencionar el churro ennegrecido que quiere ser su mano derecha. Y todo ello, saliendo de un pequeño cuerpecito que no se corresponde, en absoluto, con el de los otros personajes. En resumen: una viñeta ciertamente fea y llena de errores.
Pues bien. Estas son nuestras propuestas. ¿Y ustedes, tienen la suya? Seguro que sí. En fin, Serafín... Les propongo una cosa: durante unos días, si envían al correo electrónico que figura en el blog un fichero con la imagen digitalizada de "su" peor viñeta preferida de Prince Valiant, no tendré inconveniente en incluirlo en el dossier. También tienen la posibilidad de limitarse a hacer una referencia a la misma en los comentarios, pues la mayoría de nosotros seguro que no tendremos problemas para localizarlas enseguida. Lo que prefieran...
Pues sí amigos míos... ¡¡Me atrevo!! Aunque ello pudiera costarme la vida y la honra (nibelungas, claro). Porque lo cierto es que Harold Foster metió la gamba... y en no pocas ocasiones, por cierto. Aunque, claro, tales errores apenas son tenidos en cuenta, dentro del conjunto de una obra tan bella e impresionante como la suya (según queda atestiguado en la mayoría de las hermosas viñetas que ilustran esta entrada). Manuel Caldas —autorizada opinión, por tanto— está convencido de que la mayoría de tales errores se debieron al simple hecho de que el padre de Val no copiaba de modelos naturales para realizar los personajes de sus planchas, al contrario de lo que hicieron otros dibujantes como Milton Caniff, Alex Raymond, Stan Drake, por citar únicamente los más célebres. Y creo que tiene bastante razón, la verdad. Ahora bien, lo que no termino de explicarme es por qué motivo un hombre con la sólida formación artística de Foster y su agudo criterio no intentó corregirlos, dado que la mayoría de las veces son claramente perceptibles y aparecen, incluso, en las primeras etapas de la serie —las más esplendorosas—, por lo que no serían achacables a la merma que se produjo en las facultades físicas del artista al final de su carrera. Entonces, ¿por qué decidió dejarlos Foster sin corregir y para que la posteridad los viera? ¿Por falta de tiempo? ¿Porque no fue capaz de apreciarlos, a pesar de todo? ¿Porque los consideraba peccata minuta, dentro del impresionante conjunto de la saga? Misterios del arte (y de los artistas), supongo...
En cualquier caso, y según acabo de señalar, parece evidente que los "errores" de proporción, los fallos compositivos, los acabados defectuosos, en definitiva, esas "peores" viñetas fosterianas que encontramos de manera salpicada a lo largo de su Prince Valiant no son algo que, en absoluto, pueda achacarse a mayor impericia natural del artista (que Foster era tan buen dibujante o mejor que los ya señalados arriba es algo que no duda nadie). Y tampoco se deben al hecho de que, por mantenerse al frente de su serie hasta su vejez, las fuerzas empezaron a fallarle de manera inexorable (y muy perceptible) a partir de mediados de los años 60, lo que se tradujo en un mayor número de viñetas con fallos perfectamente detectables y un descenso importante de la calidad media de las planchas (en el año 1966, por ejemplo, la cosa es realmente preocupante, aunque luego remonta algo). No, tampoco es eso. Pese a todo, esta última razón —el envejecimiento del autor y la disminución de su habilidad— son circunstancias que sí contribuyeron a aumentar el número de "pifias" cometidas por Foster y causas más que suficientes para que la mayoría de nosotros creamos ver una mayor cantidad de viñetas mediocres o criticables precisamente en esa etapa final de la contribución fosteriana (la que va de 1965-1966 a 1970-1971, momento en que dejaría de manera definitiva el dibujo en manos de John Cullen Murphy, como ya hemos tenido ocasión de analizar en otra ocasión aquí).
Por tal motivo, amables visitantes, su seguro servidor tiene pensado ponerse una autolimitación, de manera que he elegido "mi" peor viñeta fosteriana escogiéndola sólo del material realizado entre los años de mayor esplendor de la serie. Esto es, del comprendido en el período que va de 1937 a finales de los 50 (que, a mi modesto entender, es la mejor etapa de toda la producción fosteriana, pues el maestro llega en ella a unas cotas de perfección técnica y de evocación poética como nunca antes nadie había conseguido conjugar en un tebeo). Durante ese largo plazo de tiempo el dibujo de Foster era tan asombroso y su calidad tan elevada que parece imposible encontrar algo que pueda ser considerado malo. Pero lo hay. Ya lo creo que lo hay... Ahora bien, este límite no es una condición sine qua non para participar —por decirlo de algún modo— en la prueba, de modo que ustedes, en caso de no asumirlo, podrán realizar su elección (si lo prefieren) escogiendo de entre todo el material dibujado por el artista en los treinta y tres años que estuvo al frente de la parte gráfica de la serie. No habrá, por tanto, problema para hacer la selección...
La viñeta que yo he elegido para la ocasión pertenece a un episodio bastante anodino, pero que me resulta atractivo: el de las guerras de Arturo contra los invasores sajones de Cornualles. Se trata de una aventura corta que precede inmediatamente a otra más conocida, como es la del desembarco de Val en tierras irlandesas y su encuentro con San Patricio, con Brian O'Curry y con el rey-tirano Rory McColm. Esta última es tan extraña y desasosegante como la misteriosa tierra irlandesa que nos presenta Foster. Además, sorprende por su brevedad y por el modo abrupto en que concluye (con Val huyendo apresuradamente de la isla, lo que no es muy habitual en el personaje).
Val y Brian O'Curry, tras el simpático y violento encuentro de ambos (plancha 855 del 28-06-1953)
En este punto debo confesar que, por lo general, siempre me han llamado mucho la atención aquellos episodios de Prince Valiant que están relacionados con la tradición céltico-irlandesa —de hecho, en ese del que forma parte la viñeta que yo he seleccionado aparece el mítico castillo de Tintagel, donde Arturo fue concebido y nació—, así como aquellos otros en los que Foster suele mostrar el contacto (generalmente en forma de conflicto) entre el mundo cristiano y el pagano-céltico. Pienso, por ejemplo, en la secuencia de Stonehenge, o en aquella otra donde se encuentra con Merlín antes de que éste sea hechizado por Nimue, por ejemplo. Sencillamente, me encantan esos pasajes de la saga fosteriana; creo que tienen mucho ambiente y que resultan la mar de evocadores. Pero ya volveré sobre ellos en otra ocasión... Ahora conviene proseguir con la viñeta seleccionada para esta ocasión.
La he elegido, creo que resulta obvio, porque reúne una serie de condiciones que me parecen exaperantes (aunque Manuel Caldas piensa que no está tan mal, y apuesta abiertamente porque las suyas son mucho mejores en lo peor, cosa que no dudo, en absoluto). Para empezar está el modo en que Foster ha resuelto la figura de Arturo, asomándose a la costa desde la elevación en que se asienta Tintagel. El monarca adopta una posición rara, pero más por el deficitario modo en que el dibujante la ha resuelto que por la actitud en sí: no hay volumen en la parte baja del manto y parece que el rey careciera de caderas. Falta redondez en esa zona del cuerpo y da la sensación de que la pierna izquierda del personaje sale de detrás de la derecha, más que de un lado. Asimismo, resulta sorprendente la rigidez y lo artificioso del modo en que dicho manto ondea al viento en su parte superior. Por último, el codo del brazo izquierdo carece de volumen —a pesar del suave tramado que parece insinuarlo—, y el oleaje en la pequeña cala que se ve al fondo está realizado de manera pésima, a mi entender (lo cual resulta realmente sorprendente, pues Foster fue uno de los mejores dibujantes del agua que hayan existido nunca). Para más inri, los detalles del primer plano (hierbas altas, roca, etc.) están resueltos de manera un tanto chapucera. En definitiva: una viñeta que me exapera y no me gusta nada. ¡¡Brrrrrrr!!
Plancha 842 (29/03/1953), viñeta séptima
El bueno de Manuel Caldas, por su parte, también ha querido unirse al juego y me ha enviado las siguientes dos imágenes (que, además, vienen avaladas con su habitual sello de calidad en la reproducción y están a un tamaño estupendo). Son magníficas, por cierto, y en ambas se aprecia muy bien lo que quiero decir cuando hablo de "errores" fosterianos cometidos durante el período de mayor esplendor de la saga. En la primera de ellas, como puede verse, al dibujante se le fue claramente la mano a la hora de dibujar el brazo derecho de Val, pues aparece desproporcionado y en una posición muy forzada, como si estuviera completamente de perfil, mientras el tronco lo vemos en algo más de tres cuartos. El gigantesco hombro diestro encaja mal en un cuerpo que nos parece demasiado pequeño y que adopta una actitud rígida (véase el brazo izquierdo, tan pegado al tronco), antinatural y algo extraña. Demasiada espalda y brazo para tan poco cuerpo, en definitiva. Val parece Hellboy (y perdonen ustedes la irrespetuosa comparación).
Plancha 348 (10/10/1943), viñeta sexta
El segundo ejemplo de Manuel lo encontramos en la viñeta de abajo, donde las cabezas de todos los personajes parecen encontrarse al margen de las leyes que regulan la perspectiva y la proporción. El problema no reside, únicamente, en la enorme diferencia de tamaños que existe entre el personaje de Eric y el de la bella Ingrid —exagerada, incluso tratándose de un hombre y una mujer—, sino también en la descoordinación de perspectivas y tamaños que hay entre los cuatro personajes, así como la rigidez y falta de verosimilitud en la figura de Val, cuyo tosco rostro no le hace justicia al personaje —observen los gruesos párpados caídos, esa fea raya que insinúa la mejilla pero que más parece una cicatriz y los ojos, que están un poco bizcos—, por no mencionar el churro ennegrecido que quiere ser su mano derecha. Y todo ello, saliendo de un pequeño cuerpecito que no se corresponde, en absoluto, con el de los otros personajes. En resumen: una viñeta ciertamente fea y llena de errores.
Plancha 354 (21/11/1943), viñeta séptima
Pues bien. Estas son nuestras propuestas. ¿Y ustedes, tienen la suya? Seguro que sí. En fin, Serafín... Les propongo una cosa: durante unos días, si envían al correo electrónico que figura en el blog un fichero con la imagen digitalizada de "su" peor viñeta preferida de Prince Valiant, no tendré inconveniente en incluirlo en el dossier. También tienen la posibilidad de limitarse a hacer una referencia a la misma en los comentarios, pues la mayoría de nosotros seguro que no tendremos problemas para localizarlas enseguida. Lo que prefieran...