viernes, 30 de marzo de 2012

LA PEOR VIÑETA DE FOSTER (O LA MENOS BUENA)



RECOGIENDO el guante que me lanzó a plena cara y en franco desafío uno de los visitantes habituales de este blog —y perdonen ustedes una metáfora caballeresca tan belicosa— he decidido publicar esta entrada, que vamos a utilizar —si ustedes lo consideran oportuno— para intentar decidir cuál es la peor viñeta de todas las que Foster llegó a dibujar en su mítica serie Prince Valiant in the days of King Arthur. ¿La "peor" viñeta (se preguntará más de un aficionado)? ¿Pero era Foster capaz de hacer algo mal? ¿Cómo se atreve este chalado de nibelungo a aceptar tal reto, poniendo en cuestión la habilidad fosteriana para dibujar y oreando en público los trapos sucios de una saga tan mítica, querida y alabada por los amantes del Noveno Arte? ¿Un arte que, como todo el mundo sabe, dicha serie contribuyó a prestigiar como ninguna otra?



Pues sí amigos míos... ¡¡Me atrevo!! Aunque ello pudiera costarme la vida y la honra (nibelungas, claro). Porque lo cierto es que Harold Foster metió la gamba... y en no pocas ocasiones, por cierto. Aunque, claro, tales errores apenas son tenidos en cuenta, dentro del conjunto de una obra tan bella e impresionante como la suya (según queda atestiguado en la mayoría de las hermosas viñetas que ilustran esta entrada). Manuel Caldas —autorizada opinión, por tanto— está convencido de que la mayoría de tales errores se debieron al simple hecho de que el padre de Val no copiaba de modelos naturales para realizar los personajes de sus planchas, al contrario de lo que hicieron otros dibujantes como Milton Caniff, Alex Raymond, Stan Drake, por citar únicamente los más célebres. Y creo que tiene bastante razón, la verdad. Ahora bien, lo que no termino de explicarme es por qué motivo un hombre con la sólida formación artística de Foster y su agudo criterio no intentó corregirlos, dado que la mayoría de las veces son claramente perceptibles y aparecen, incluso, en las primeras etapas de la serie —las más esplendorosas—, por lo que no serían achacables a la merma que se produjo en las facultades físicas del artista al final de su carrera. Entonces, ¿por qué decidió dejarlos Foster sin corregir y para que la posteridad los viera? ¿Por falta de tiempo? ¿Porque no fue capaz de apreciarlos, a pesar de todo? ¿Porque los consideraba peccata minuta, dentro del impresionante conjunto de la saga? Misterios del arte (y de los artistas), supongo...



En cualquier caso, y según acabo de señalar, parece evidente que los "errores" de proporción, los fallos compositivos, los acabados defectuosos, en definitiva, esas "peores" viñetas fosterianas que encontramos de manera salpicada a lo largo de su Prince Valiant no son algo que, en absoluto, pueda achacarse a mayor impericia natural del artista (que Foster era tan buen dibujante o mejor que los ya señalados arriba es algo que no duda nadie). Y tampoco se deben al hecho de que, por mantenerse al frente de su serie hasta su vejez, las fuerzas empezaron a fallarle de manera inexorable (y muy perceptible) a partir de mediados de los años 60, lo que se tradujo en un mayor número de viñetas con fallos perfectamente detectables y un descenso importante de la calidad media de las planchas (en el año 1966, por ejemplo, la cosa es realmente preocupante, aunque luego remonta algo). No, tampoco es eso. Pese a todo, esta última razón —el envejecimiento del autor y la disminución de su habilidad— son circunstancias que sí contribuyeron a aumentar el número de "pifias" cometidas por Foster y causas más que suficientes para que la mayoría de nosotros creamos ver una mayor cantidad de viñetas mediocres o criticables precisamente en esa etapa final de la contribución fosteriana (la que va de 1965-1966 a 1970-1971, momento en que dejaría de manera definitiva el dibujo en manos de John Cullen Murphy, como ya hemos tenido ocasión de analizar en otra ocasión aquí).



Por tal motivo, amables visitantes, su seguro servidor tiene pensado ponerse una autolimitación, de manera que he elegido "mi" peor viñeta fosteriana escogiéndola sólo del material realizado entre los años de mayor esplendor de la serie. Esto es, del comprendido en el período que va de 1937 a finales de los 50 (que, a mi modesto entender, es la mejor etapa de toda la producción fosteriana, pues el maestro llega en ella a unas cotas de perfección técnica y de evocación poética como nunca antes nadie había conseguido conjugar en un tebeo). Durante ese largo plazo de tiempo el dibujo de Foster era tan asombroso y su calidad tan elevada que parece imposible encontrar algo que pueda ser considerado malo. Pero lo hay. Ya lo creo que lo hay... Ahora bien, este límite no es una condición sine qua non para participar —por decirlo de algún modo— en la prueba, de modo que ustedes, en caso de no asumirlo, podrán realizar su elección (si lo prefieren) escogiendo de entre todo el material dibujado por el artista en los treinta y tres años que estuvo al frente de la parte gráfica de la serie. No habrá, por tanto, problema para hacer la selección...



La viñeta que yo he elegido para la ocasión pertenece a un episodio bastante anodino, pero que me resulta atractivo: el de las guerras de Arturo contra los invasores sajones de Cornualles. Se trata de una aventura corta que precede inmediatamente a otra más conocida, como es la del desembarco de Val en tierras irlandesas y su encuentro con San Patricio, con Brian O'Curry y con el rey-tirano Rory McColm. Esta última es tan extraña y desasosegante como la misteriosa tierra irlandesa que nos presenta Foster. Además, sorprende por su brevedad y por el modo abrupto en que concluye (con Val huyendo apresuradamente de la isla, lo que no es muy habitual en el personaje).

 Val y Brian O'Curry, tras el simpático y violento encuentro de ambos (plancha 855 del 28-06-1953)


En este punto debo confesar que, por lo general, siempre me han llamado mucho la atención aquellos episodios de Prince Valiant que están relacionados con la tradición céltico-irlandesa —de hecho, en ese del que forma parte la viñeta que yo he seleccionado aparece el mítico castillo de Tintagel, donde Arturo fue concebido y nació—, así como aquellos otros en los que Foster suele mostrar el contacto (generalmente en forma de conflicto) entre el mundo cristiano y el pagano-céltico. Pienso, por ejemplo, en la secuencia de Stonehenge, o en aquella otra donde se encuentra con Merlín antes de que éste sea hechizado por Nimue, por ejemplo. Sencillamente, me encantan esos pasajes de la saga fosteriana; creo que tienen mucho ambiente y que resultan la mar de evocadores. Pero ya volveré sobre ellos en otra ocasión... Ahora conviene proseguir con la viñeta seleccionada para esta ocasión.



La he elegido, creo que resulta obvio, porque reúne una serie de condiciones que me parecen exaperantes (aunque Manuel Caldas piensa que no está tan mal, y apuesta abiertamente porque las suyas son mucho mejores en lo peor, cosa que no dudo, en absoluto). Para empezar está el modo en que Foster ha resuelto la figura de Arturo, asomándose a la costa desde la elevación en que se asienta Tintagel. El monarca adopta una posición rara, pero más por el deficitario modo en que el dibujante la ha resuelto que por la actitud en sí: no hay volumen en la parte baja del manto y parece que el rey careciera de caderas. Falta redondez en esa zona del cuerpo y da la sensación de que la pierna izquierda del personaje sale de detrás de la derecha, más que de un lado. Asimismo, resulta sorprendente la rigidez y lo artificioso del modo en que dicho manto ondea al viento en su parte superior. Por último, el codo del brazo izquierdo carece de volumen —a pesar del suave tramado que parece insinuarlo—, y el oleaje en la pequeña cala que se ve al fondo está realizado de manera pésima, a mi entender (lo cual resulta realmente sorprendente, pues Foster fue uno de los mejores dibujantes del agua que hayan existido nunca). Para más inri, los detalles del primer plano (hierbas altas, roca, etc.) están resueltos de manera un tanto chapucera. En definitiva: una viñeta que me exapera y no me gusta nada. ¡¡Brrrrrrr!!

 Plancha 842 (29/03/1953), viñeta séptima


El bueno de Manuel Caldas, por su parte, también ha querido unirse al juego y me ha enviado las siguientes dos imágenes (que, además, vienen avaladas con su habitual sello de calidad en la reproducción y están a un tamaño estupendo). Son magníficas, por cierto, y en ambas se aprecia muy bien lo que quiero decir cuando hablo de "errores" fosterianos cometidos durante el período de mayor esplendor de la saga. En la primera de ellas, como puede verse, al dibujante se le fue claramente la mano a la hora de dibujar el brazo derecho de Val, pues aparece desproporcionado y en una posición muy forzada, como si estuviera completamente de perfil, mientras el tronco lo vemos en algo más de tres cuartos. El gigantesco hombro diestro encaja mal en un cuerpo que nos parece demasiado pequeño y que adopta una actitud rígida (véase el brazo izquierdo, tan pegado al tronco), antinatural y algo extraña. Demasiada espalda y brazo para tan poco cuerpo, en definitiva. Val parece Hellboy (y perdonen ustedes la irrespetuosa comparación).

Plancha 348 (10/10/1943), viñeta sexta


El segundo ejemplo de Manuel lo encontramos en la viñeta de abajo, donde las cabezas de todos los personajes parecen encontrarse al margen de las leyes que regulan la perspectiva y la proporción. El problema no reside, únicamente, en la enorme diferencia de tamaños que existe entre el personaje de Eric y el de la bella Ingrid —exagerada, incluso tratándose de un hombre y una mujer—, sino también en la descoordinación de perspectivas y tamaños que hay entre los cuatro personajes, así como la rigidez y falta de verosimilitud en la figura de Val, cuyo tosco rostro no le hace justicia al personaje —observen los gruesos párpados caídos, esa fea raya que insinúa la mejilla pero que más parece una cicatriz y los ojos, que están un poco bizcos—, por no mencionar el churro ennegrecido que quiere ser su mano derecha. Y todo ello, saliendo de un pequeño cuerpecito que no se corresponde, en absoluto, con el de los otros personajes. En resumen: una viñeta ciertamente fea y llena de errores.

Plancha 354 (21/11/1943), viñeta séptima


Pues bien. Estas son nuestras propuestas. ¿Y ustedes, tienen la suya? Seguro que sí. En fin, Serafín... Les propongo una cosa: durante unos días, si envían al correo electrónico que figura en el blog un fichero con la imagen digitalizada de "su" peor viñeta preferida de Prince Valiant, no tendré inconveniente en incluirlo en el dossier. También tienen la posibilidad de limitarse a hacer una referencia a la misma en los comentarios, pues la mayoría de nosotros seguro que no tendremos problemas para localizarlas enseguida. Lo que prefieran...

miércoles, 28 de marzo de 2012

EXCUSAS...



NO vayan a pensar que les tengo abandonados. Nada de eso... La razón de que no me hayan visto aparecer por aquí en todos estos días es porque he estado enfermo, pocho, malito... "Chungo nibelungo", que decimos por aquí abajo... Una maldita gastroenteritis —¿me pregunto qué estará dándome de comer últimamente mi hermano Mime (que dirige las cocinas)?— me ha dejado postrado en el terrible lecho del dolor, alejándome de mis "obligaciones" blogueriles durante ese tiempo. Justo el que no he podido estar con ustedes, ni atenderles como se merecen. Pero prometo que, a partir de mañana mismo (si Wotan no lo impide), reanudaremos la actividad en el Nibelheim... Y traeremos cosas que prometen ser interesantes. Ya verán...

miércoles, 21 de marzo de 2012

CUANDO LOS TEBEOS ENTRARON EN EL ELÍSEO



REVISANDO viejas revistas de cómics publicadas durante el boom que se vivió en los años 80 (y principios de los noventa), uno se encuentra a menudo con historias que ya creía olvidadas, pero que reviven en la memoria inmediatamente, en cuanto se ven sus primeras viñetas. Estas visitas al pasado también aportan sorpresas agradables, pues era en tales revistas donde la mayoría de las veces se iba haciendo la "historia" viva del tebeo de aquellos años, y donde se publicaron interesantes documentos gráficos y textuales, que no viene mal recuperar hoy día para reflexionar otra vez sobre su contenido. De ese modo, muchas veces es posible llevar a cabo nuevos análisis, enriquecidos con la perspectiva que proporciona el tiempo transcurrido desde que aparecieron tales documentos. Mucho tiempo ya, por cierto... Snif, snif...



Pues bien, corría el año 1990 cuando en el número 106 de la revista Cimoc (cuya portada pueden ver arriba) se publicó un dossier donde se informaba de la visita que algunos prestigiosos historietistas (cuatro franco-belgas y un italiano) habían realizado al Palacio del Elíseo, por invitación del entonces presidente de la República, François Miterrand. Es ejemplarizante, paradigmático y demostrativo de la mayor cultura historietística de Francia comprobar que dicho político —como luego ha ocurrido con su sobrino, actual Ministro de Cultura galo (quien ha dedicado hermosas palabras al recientemente fallecido Jean Giraud)— demostraba entonces no sólo un considerable aprecio por el medio, sino también un conocimiento bastante importante del mismo (según puede verse en un extracto de entrevista que se publicó en el mismo número de Cimoc al que me refiero, y cuya imagen tienen ustedes a renglón seguido).



Los autores elegidos para visitar el Elíseo en aquella ocasión fueron Schuiten, Peeters, Bourgeon, Boucq y Giardino. Con la excusa del evento realizaron luego una breve historia de dos planchas, en la que proponían al lector su particular visión del mismo. Aunque todas son interesantes —como no podía ser de otro modo, tratándose de quienes eran—, sin embargo nos quedamos sin dudarlo con la contribución de Boucq. Y es que frente a la opulencia gráfica y la seriedad de Schuiten y Peeters, frente al formalismo narrativo de Giardino y al esoterismo trascendente y críptico de Bourgeon, el gamberro trabajo realizado por el autor de Lille supone un contraste lleno de frescor y desmesura. En sus dos planchas, Boucq vuelve a dar muestras de ese humor desenfadado e irreverente que le caracteriza, lleno de guiños burlones e irónicos hacia lo cotidiano y lo doméstico —tal como ocurre, por ejemplo, con el episodio del guardia Fernand y su moqueo, que nos recuerda esas escenas de familia que podemos ver en sus historias sobre Jérôme Moucherot—, y cargado con un fuerte toque de surrealismo que acentúa el componente esperpéntico de las situaciones (por ejemplo el uso de los pantalones bombachos por parte de Miterrand, o el episodio de los incontinentes putti del fresco). Una auténtica gozada visual y narrativa que invita a esbozar una sonrisa (y a veces, incluso, a soltar una carcajada). A disfrutarlo y à votre santé!!



sábado, 17 de marzo de 2012

"LIEBSTER BLOG AWARD": PORQUE VALEMOS MUCHO, PERO NOS QUIEREN POCO



GUIÁNDOSE por las reglas de la cortesía, del honor y del compañerismo, el noble caballero Tristán ha tenido a bien incluirme en una nómina de blogs que, según su opinión, merecerían recibir el Liebster Blog Award (que en román paladino podría traducirse como "Premio al blog más querido", o "más apreciado", o "favorito"). Se trata de una iniciativa, de origen probablemente alemán (lo digo por aquello del adjetivo liebster), basada en el típico principio de "la cadena" y consistente en nominar cinco cabeceras de la blogosfera con menos de 200 seguidores, al objeto de promocionarlas ante potenciales lectores.



Por lo poco que me he informado en Internet, y según puede leerse en algunos sitios que ya han sido recipiendarios de tan alto honor, la finalidad de dicho premio es obtener la difusión y el reconocimiento de blogs que pasan desapercibidos, a pesar de su interés y calidad contrastadas. La aceptación del Liebster Blog Award requiere, no obstante, seguir un procedimiento que paso a resumirles a continuación.



Para empezar es necesario copiar y pegar el logo del premio en el blog propio y hacer un enlace al de la persona que te lo concedió (requisitos ambos con los que ya he cumplido al principio de la entrada, como podrán comprobar). En segundo lugar hay que elegir entre tres y cinco blogs que te parezcan interesantes y no lleguen a los 200 seguidores. Aunque no he visto por ningún lado que sea necesario argumentar dicha elección, parece conveniente hacerlo en pro de una mayor información para los lectores. Por último Además es necesario dejar un comentario en las bitácoras nominadas, informando de la concesión del premio y de los pasos a seguir. Después de hacer esto uno queda libre para desentenderse y dependerá de los nominados el que la cadena continúa o se extinga. Por supuesto, no hace falta aclarar (pero lo haré por si acaso) que nadie está obligado a aceptar el premio y, muchos menos, a continuar el "encadenamiento".



En cualquier caso, como un servidor se ha sentido muy halagado por la nominación —lo siento, no puedo evitarlo, pues soy un nibelungo presuntuoso— tengo intención de seguir con el juego. Aunque antes de proseguir he de confesarles que no termino de tener muy claro si los blogs nominados pueden repetirse o no. Pienso que, en justicia y puridad, debería ser así, para conseguir que salieran más reforzados sobre todo aquellos que han generado mayor número de apoyos. Sin embargo, como en todos los sitios consultados he visto que han propuesto únicamente blogs no mencionados con anterioridad, pues voy a elegir sólo entre aquellos que aún no figuran en ninguna lista, aunque no veo yo que esto nos lleve demasiado lejos, pues si nadie vota más de una vez a un mismo blog, ¿quién puede considerarse ganador del premio? Imagino que la "filosofía" del premio consiste en que todos nos consideremos un poco ganadores..., ¿no? Conste, de todas formas, que esta peculiaridad ha dificultado mi elección, pues aquellos blogs que visito con más frecuencia o bien tienen más de 200 seguidores (es el caso de Cómics. Historietas. Tebeos, o de Tangencias, por sólo citar dos), o ya han sido nominados antes por otros compañeros (vgr. Pecios, La tertulia de Studio, etc.).

Bueno, en todo caso, aquí tienen ustedes mi lista de favoritos (la posición en la lista no implica, necesariamente, orden de preferencia). ¡¡Tachán, tachán, tachán...!!:

1º) Pinto. Pinto... Un relicario destinado a guardar (y comentar) los mejores y más canónicos ejemplos de la ilustración para cuentos de todos los tiempos. A ver si este nuevo blog de Horacio Díez —sí, sí, el responsable actual del más popular Cómic, Historietas, Tebeos— termina por despuntar y nos da las alegrías y satisfacciones que sus seguidores esperamos. Hay pocas entradas hasta el momento, poco material aún del que disfrutar, pero es que inició su andadura hace escasos meses. Lo incluyo en mi nominación porque cada vez tengo más claro que Horacio y yo somos, en esto del dibujo y de la ilustración, almas casi gemelas en cuanto a gustos. ¡Saludos, maestro!


2º) BD 75011. Le blog BD de Manuel F. Picaud. Para estar al día de todo lo que se cuece en Francia y alrededor de la bande dessinée. Imprescindible. Y no digo más...


3º) El arte secuencial. Un blog muy aconsejable para los amantes del buen cómic clásico, construido a base de algunas secciones temáticas (Viñetas para la historia, Las primeras viñetas, Imágenes en evolución, La madurez de una obra maestra, La viñeta inolvidable, etc.) en las que se analizan en profundidad obras concretas o series completas. Un lugar para perderse un buen rato disfrutando de textos muy bien escritos e imágenes sabiamente seleccionadas. Además me encanta su diseño...


4º) IllustrAutori. Los visitantes más asiduos de este Nibelheim ya conocen de sobra la debilidad que sentimos mis nibelungos y yo por algunos de los historietistas italianos más famosos de todos los tiempos (Battaglia, Toppi, Micheluzzi, etc.). Pues bien, aunque este blog no está dedicado a ellos, ni mucho menos, sin embargo ofrece cumplida y exhaustiva información sobre todos los ilustradores que han sido (y son) en Italia. Un instrumento utilísimo para quien, como en nuestro caso, desea mantenerse bien informado sobre lo que se hace en aquel país y pretende conocer artistas que ni siquiera pudimos imaginar en nuestros sueños más fantasiosos.


5º) Nina la pazza. ¡Porque no todo van a ser tebeos...! Un blog dinámico, lleno de información muy interesante, bien escrito y con amplísima información sobre el mundo del bel canto (aunque no sólo, como dice su propietaria). Podría haber mencionado otras bitácoras musicales que suelo visitar con mayor o menor frecuencia (por ejemplo, Una butaca en paraíso. Blog de ópera, Esta noche barra libre o Una noche en la ópera), pero finalmente he decidido quedarme con ésta. Así pues, que me perdonen los propietarios de las demás.


Me dejo en el tintero otros muchos sitios, bien porque ya aparecen en otras listas —Pecios, La tertulia de Studio, Comic is Art...—, bien porque no es posible superar el número máximo de cinco nominaciones que se exige en las bases del Liebster Blog Award. Entre ellos me gustaría mencionar expresamente el maravilloso Lady Filstrup, bitácora gobernada con sabiduría y erudición por Los Burgomaestres (en realidad uno solo), y en la que se pueden encontrar auténticos tesoros dedicados a la cultura popular española: referencias a viejas series de televisión, completísimas biografías de nuestros actores del pasado y no menos completos análisis dedicados a los mejores tebeos de Bruguera (así, por ejemplo, los posts dedicados a Sir Tim O'Theo y a su creador, Raf, fueron memorables). Por desgracia, su autor manifestó públicamente el deseo de abandonar la actividad bloguera de manera definitiva, lo cual lamentamos todos aquellos que visitábamos esta joya con cierta asiduidad (incluso de manera anónima, como un servidor). Una lástima, la verdad, aunque el parón no significa que tengamos que dejar de beber en el pozo de sabiduría y datos que sigue atesorando su nutrido archivo de entradas. Resumiendo: blog para darse un auténtico festín de nostalgia...

En fin, Serafín. Y esto era todo lo que tenía que decirles... Bueno, esto y volver a darle las gracias al amigo Tristán por la nominación que me hizo. ¡Un abrazo, caballero (pero sin apretar demasiado, que nos quedamos sin aire)!




miércoles, 14 de marzo de 2012

UN DESCUBRIMIENTO DE T. B. O



PARECE difícil negar que muchos de los grandes descubrimientos realizados a lo largo de la Historia se han debido, en una buena medida, a la intervención del factor "suerte" y de la casualidad. A la chiripa, vamos: Colón y América, Newton y la gravedad, Burckhardt y Belzoni con los templos de Abu Simbel, Volta y la pila eléctrica, Pavlov y el condicionamiento operante, Carter y la tumba de Tutankamon, Fleming y la penicilina...


Pues bien, algo semejante ha ocurrido en el caso que nos ocupa. Pensábamos todos en España que la palabra "tebeo" con que denominamos los productos de este Noveno Arte que tanto nos interesa procedía de la revista semanal de historietas que, aparecida en 1917, adoptó como cabecera tres letras (TBO) que, leídas a modo de acrónimo, formaban una frase chistosa y llena de ingenio: "Te veo". Una ocurrencia más que añadir, podríamos decir, a "los grandes inventos de TBO".

Sin embargo, gracias a una casualidad parecida a las que he enumerado al principio de la entrada, la antigua secretaria de redacción de la prestigiosa revista de historietas española —Rosa Segura— ha descubierto que el origen de la palabra se encuentra en otra publicación anterior al TBO que tenía idéntico nombre, aunque escrito con diferente grafía: T. B. O. Se trataba de una revista lírica, con libreto de Eduardo Montesinos López y Ángel Torres del Álamo y música del maestro Arturo Lapuerta, que fue estrenada en 1909 y cuyo acción transcurre, precisamente, en la redacción de un periódico imaginario llamado "T.B.O." que está a punto de sacar a la calle su primer número. Segura encontró por azar este documento mientras buscaba información sobre zarzuelas que tuvieran que ver con la mar.

Para leer el texto completo de la revista lírica pulsar aquí


La noticia tiene bastante importancia para la historia del tebeo español, pues viene a demostrarnos tres cosas: 1ª)  que la filiación del término "tebeo" —uno de los que hemos utilizado en nuestro país con más frecuencia para referirnos a las historietas— es más antiguo de lo que pensábamos; 2ª) que el origen de dicho vocablo debe situarse, por tanto, ocho años antes de la fecha generalmente aceptada: es decir, en 1909 y no en 1917, como se venía creyendo hasta el momento (1); y 3ª) que en épocas pasadas el tema de la propiedad intelectual se movía por terrenos bastante resbaladizos y era una cosa, cuando menos, poco tenida en cuenta. De todas formas, el hallazgo no quita protagonismo  ni importancia al TBO de toda la vida, ni empece para seguir considerando que la sinécdoque "tebeo" proviene de la revista de historietas, y no de la de tema lírico.

A modo de conclusión se me ocurre plantear la siguiente duda: ¿tendrá este descubrimiento sus consecuencias legales, ahora que tan regulados están los derechos de propiedad intelectual y cuando existen instituciones que han demostrado, de manera sobrada, su capacidad (y rapacidad) a la hora de exigir el cobro de los mismos?

La propia Rosa ha relatado, con pelos y señales, su descubrimiento en el foro de la T. I. A. y Javier Mesón lo ha resumido en su blog, El coleccionista de tebeos. Yo, por mi parte, siendo consciente de la trascendencia que este descubrimiento encierra, me complazco en ofrecer este breve resumen para quien llegue a leer aquí la noticia, antes de acceder a las sitios de referencia ya citados.

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(1) Ver las diferentes entradas que Tebeosfera ha ido dedicando a la palabra o la revista y, sobre todo, el magnífico artículo de Manuel Barrero sobre el TBO de toda la vida.

martes, 13 de marzo de 2012

TRISTEZA... NOSTALGIA...



¿QUIEREN que les haga una confesión personal? ¡¡Qué extraño se me hace ver el nombre de Jean Giraud junto a la palabra "obituario" en la sección de etiquetas de la entrada que dediqué a raíz de su fallecimiento!! ¿¡Fallecimiento!? ¡Qué raro utilizar una palabra de resonancias tan siniestras para referirme a ese gran artista irrepetible que fue Gir! Por no hablarles de la entrada propiamente dicha, que cada vez que entro en el blog me trae una enorme cantidad de recuerdos, relacionados con las maravillosas horas de entretenimiento, goce y diversión que el bueno de Giraud —unas veces en solitario, otras bien acompañado por el inefable Charlier— me proporcionó en el pasado.



Da un poco de repelús, la verdad, pensar que no volveremos a verle, nunca más, por el Salón del Cómic de Barcelona... Que ya jamás acudirá a la FNAC de Callao para presentarse ante los admiradores y firmar ejemplares de su próxima nueva obra (que ya no podrá ser)... Que no se prestará a grabar nuevos vídeos con sus declaraciones, ni podrá conceder más entrevistas en las que contestar gustoso y simpático al avezado reportero (o reportera) de turno...



Apenas han pasado cuarenta y ocho horas desde que se fue para siempre, pero la verdad es que se le echa bastante de menos, ¡qué carajo!

Sí, señor, se le echa de menos...


sábado, 10 de marzo de 2012

NECROLÓGICAS: JEAN GIRAUD/MOEBIUS (1938-2012)



POR diversas razones que no vienen al caso llevo unos días algo alejado del "mundanal ruïdo" —como dijera poéticamente fray Luis de León en su oda a la Vida retirada— y, por tanto, del blog y de todo lo que tiene algún tipo de relación con los medios informativos de nuestra sociedad civilizada (periódicos, telediarios, etc.). Por ese motivo, mi sorpresa y disgusto han sido mayúsculos al encender nuevamente hace un rato el ordenador y encontrarme con la terrible noticia del fallecimiento de uno de los más grandes creadores de toda la historia del Arte occidental (y digo bien). Me refiero, claro está, al francés Jean Giraud, conocido también con el sobrenombre de Moebius.

Giraud, en la mesa de trabajo hace muchos, muchos años, entintando una plancha
de la serie Blueberry, a cuyo protagonista puede verse al lado


Impactado por la noticia —como le ha ocurrido a otros aficionados—, he repasado algunos blogs, he leído los titulares de aquellos periódicos digitales que la han cubierto y termino confirmando, enormemente apenado, que el gran Giraud ha fallecido esta mañana, tras una larga enfermedad —imagino cuál podía ser— de la que estaba aquejado hace algún tiempo. Con él desaparece, insisto, uno de los historietistas más grandes, admirados, versátiles e influyentes de todos los tiempos. Y es que sólo pocos (muy pocos) dibujantes —por no decir ningún otro— han sido capaces de desarrollar más de un estilo, de alternarlos indistintamente durante decenas de años y de convertirlos en realidades gráficas indiscutibles, fecundas, exitosas y con la suficiente entidad como para querer ser imitadas por otros artistas.


¿Giraud o Moebius? ¿Moebius o Giraud? ¿Tanto monta...?


Esta es la principal característica que yo destacaría de Giraud/Moebius: su capacidad para crear "escuela" desde el punto de vista gráfico, y hacerlo con idéntico éxito en las dos vías que exploró: la más convencional de su faceta como ilustrador de la serie Blueberry y la onírica, transgresora, un tanto underground y vanguardista de su personalidad como Moebius, que dio lugar a obras maestras como El Incal, El garaje hermético, Arzach, o a proyectos tan decisivos y renovadores como el de Les Humanoïdes Associés. Y ello revolucionando los códigos del lenguaje historietístico en esos dos géneros que nuestro autor transitó con absoluta maestría: el western y la ciencia ficción. En cualquier caso, toda su trayectoria terminó confluyendo en esa obra de síntesis artística y vital —convertida, por desgracia, en una especie de testamento artístico— que es su Inside Moebius.
Con razón, el ministro de Cultura francés, Frédéric Miterrand ha escrito a propósito de su fallecimiento: «son, por así decir, dos grandes artistas los que hemos perdido [...]. Estaba el que, bajo su propio nombre, o el de Gir, creó la maravillosa serie western Blueberry, desde hace mucho tiempo situada en el panteón de los grandes clásicos de la historieta. Y había otro Jean Giraud, también talentoso pero muy diferente del primero, un Giraud que se hacía llamar Moebius».



En definitiva: un artista que, como los más grandes y poderosos creadores de la Historia, trascendió las barreras de su propio arte para terminar influyendo en otros cercanos a la historieta. El caso más conocido es el del cine, donde la impronta de Giraud/Moebius quedó marcada profundamente, a través de su colaboración como director artístico y dibujante conceptual en diversos proyectos fílmicos tan prestigiosos y reconocidos como Alien, el octavo pasajero (1979), Tron (1982), Los amos del tiempo (1982), Masters del Universo (1987), Abyss (1989) o El quinto elemento (1997), entre otros.



En fin, Serafín... Giraud/Moebius ha muerto..., pero vivirá para siempre en su arte y en nuestro recuerdo. O, por mejor decir, en el recuerdo de las sucesivas generaciones, pues su obra quizá no sea eterna, pero tiene asegurada la supervivencia por mucho, muchísimo tiempo. ¡¡¡Gracias, maestro, por todo ello y au revoir...!!!


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Como conclusión, y a modo de homenaje para con el maestro recientemente fallecido, les dejo con una selección de imágenes de sus trabajos, seguida de una de las historias más famosas e influyentes que llegara a dibujar. No es demasiado larga y posee un marcado tono gamberro que parece invitar a minusvalorarla, y a verla como algo menor dentro de su producción tebeística. Sin embargo, está considerada como una de las mejores historietas de ciencia ficción que se hayan escrito (y dibujado) nunca y, según opinión autorizada, habría marcado un punto de inflexión en el modo de concebir, ilustrar y narrar dicho género en el cómic. Lo cual demuestra una vez más, por si hiciera falta, la grandeza de Giraud como artista. Que la disfruten.











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Sit tibi terra leuis, Iohannes!