DURANTE estos días de asueto veraniego, cuando la mayoría del personal anda desperdigado por esos mundos de Wotan, con el culillo al aire, retozando en las playas y trotando inconscientemente por las montañas, o bien haciendo ejercicios espirituales —que de todo hay en la viña de Freia—, sólo unos pocos y bravos guerreros permanecemos al pie del cañón, manteniendo la máquina bloguera engrasada y dispuesta para lo que sea menester. Seres aguerridos que, cuando todo parece que se ha parado indefectiblemente, siguen al frente del barco para evitar que éste llegue a zozobrar por falta de timonel.
Es en esos momentos de dislate y de alocada irresponsabilidad vacacional en que un hombre (o un nibelungo) se la juega, cuando más necesario resulta mantener la mente fría para contrarrestar las altas temperaturas que nos azotan y ser capaz de reaccionar ante las adversidades que pudieran pillarnos desprevenidos. Y es que ya lo dice el bueno de Jérome Moucherot (esto es, nuestro Jerónimo Puchero): ¡Siempre contra el imprevisto!
Así es que, después de mucho darle al magín, y con las neuronas licuadas por el tórrido calor estival, he pensado que para hacer más agradable este tiempo quizá sería bueno ir alternando mis entradas habituales—generalmente cargaditas de texto y de reflexiones— con otras algo más ligeras y refrescantes, apropiadas para la época en que estamos y hechas para deleitarse mirando, más que para pensar. En resumen: imagen, imagen y más imagen. Aunque para ser coherente conmigo mismo y justo con todos ustedes, ello requiere que el material publicado tenga cierta entidad, sea novedoso y, dentro de lo posible, incluso original (¡aunque esto último es tan difícil!). Lo que no voy a plantarles aquí, desde luego, son las cuatro imágenes de siempre que pueden encontrarse haciendo una búsqueda genérica en Google... ¡Hasta ahí podíamos llegar! Vamos, que si no hay chicha analítica, esta ausencia al menos tiene que verse contrarrestada por algo.
Para empezar (y probar) he elegido, como no podía ser de otro modo, a uno de los autores fetiches de este Nibelheim. Me refiero, claro está, a Antonio Hernández Palacios, al que todos ustedes ya conocen (y si no es así, deberían hacer todo lo posible para evitarlo cuanto antes, pues no saben lo que se están perdiendo).
Y verán... Hete aquí que, fisgoneando en mis archivos nibelheimnianos, me he topado con un curioso trabajo de encargo que el gran maestro madrileño realizó para el grupo cultural navarro Altaffaylla Kultur Taldea en 1996 o 1997. Este último es, al menos, el año de publicación. Muchos de ustedes quizá no lo conozcan, pero les diré que consiste en una serie de doce ilustraciones, llenas de tipismo e intención evocadora, en las que se reproducen diversos rincones históricos de la ciudad de Tafalla, sede de la asociación comitente. Están realizadas a tinta china y coloreadas con la técnica característica del autor. Su estilo, inconfundible, se deja ver en la rigurosidad documental, en el realismo casi fotográfico, en el minucioso trabajo a base de trama y en la composición historicista y muy ambiental de los cuadros.
Un bonito trabajo éste de Palacios que, sin embargo, no se vio adecuadamente resaltado por causa del formato de presentación elegido. Y es que las ilustraciones se reprodujeron a un tamaño de postal y fueron distribuidas (6 y 6) dentro de dos pequeños estuches de cartón cuyo diseño pueden ver a continuación. Con ello, el impacto visual de los dibujos y su belleza quedan considerablemente mermados. Tan es así, que los textos descriptivos que acompañan a las ilustraciones —con el nombre de los lugares representados— casi ni se leen en las propias tarjetas originales, de pequeñitos que han salido. Y es por esa misma razón que tampoco he conseguido reproducirlas demasiado bien en el escaneado que realicé para publicarlas aquí. Eso respecto del tamaño. En cuanto a la composición y al diseño gráfico de las postales tampoco podemos decir que sean demasiado acertados. Y es que las ilustraciones de Hernández Palacios aparecen como superpuestas a un fondo general de color ocre, sobre el que se ha colocado (en la parte inferior de la postal) una cartela en tono marrón oscuro que contiene el nombre de Tafalla en caracteres capitales y con cada una de las letras de un color distinto. Para rematar el conjunto, se aplicó un efecto de sombreado por debajo de cada una de las ilustraciones —como dando la sensación de que están levantadas en el aire—, que no hace sino empeorar el resultado final. Resumiendo: un diseño equivocado que no destaca adecuadamente las bondades del trabajo realizado por Antonio. Y conste que los estuchitos de cartón no están nada mal.
Una de estas ilustraciones —concretamente la que reproduce la Torre Ochagabia, estructura gótica del antiguo Palacio Real de Tafalla, que fue demolida con dinamita en 1886— es entregada junto con un diploma a los galardonados con el premio homónimo "Torre Ochagabia y Cisneros", que la citada asociación cultural tafallesa organiza todos los años desde 2003, y con el que se reconoce a aquellos que contribuyen a restaurar, embellecer o mejorar urbanísticamente la histórica ciudad navarra. En la foto siguiente, puede verse a los premiados del pasado año 2010, posando orgullosos en un lugar de la ciudad con la ilustración de Antonio debidamente enmarcada y al tamaño adecuado para poder apreciar en todo su esplendor la calidad de este curioso trabajo del dibujante madrileño.
Ignoro a través de qué vía le llegó a Antonio el encargo para realizar estas ilustraciones y si éste fue oficial. Aunque a juzgar por los datos que aparecen en el estuche de las postales, parece que fue hecho por (y para) la propia asociación Altaffaylla. Por la época en que yo traté personalmente al maestro, recuerdo haberle oído hablar de amigos y familiares vascos o navarros (aunque mi memoria de aquellos tiempos ya flaquea un poco y algunos datos empiezan a ser confusos). Entre los nombres mencionados entonces, y que yo siempre he relacionado con sus familiares por parte política —ya digo que, quizá, pueda estar equivocado, por esa distancia cronológica de que les hablo— está el de José María Jimeno Jurío, conocido historiador y etnógrafo navarro (ya fallecido) que fue quien le prologó su extraordinario libro de Roncesvalles (tema en que, por cierto, era experto). Por otro lado, y aunque no recuerdo haber oído hablar nunca a Antonio de los orígenes geográficos de su mujer, Carmen Ochoa, el solo apellido de ésta me indica que, en efecto, quizá proceda de aquellas tierras españolas septentrionales. Pero no puedo asegurarlo con certeza, de modo que agradecería a quien tenga esa información que me (nos) la proporcione. Por cierto, ¿no han pensado nunca en la casualidad de que el protagonista masculino del álbum Roncesvalles —el cazador Ochoa— se llame igual al apellido de la segunda mujer de Hernández Palacios? Bueno, lo cierto es que quizá a través de esa vía "vascona" —si se me permite la expresión— pudo llegarle al reputado profesional que era Antonio un encargo que, en tales circunstancias, más parecería realizado para un grupo de amigos y un poco por amor al arte (nunca mejor dicho).
Y ahora no me queda sino dejarles con las imágenes (que, en principio, iban a ser las protagonistas de esta entrada). Pero fíjense ustedes: dije que no iba a escribir casi, y ya ven... Me ha salido el equivalente a cualquiera de mis comentarios habituales. Uno que es prolijo por naturaleza. ¡Que le voy a hacer!
Cuando me puse a redactar esta entrada no se me ocurrió que algunas de las dudas que se me iban a plantear al hacerlo podrían haberme sido aclaradas, precisamente, por quienes fueron los comitentes y destinatarios de las ilustraciones que realizó Antonio y que aquí se comentan. Sólo después de tener todo el texto redactado fue cuando pensé que lo mejor era acudir a la fuente original. Así es que, puesto al habla de manera directa con la asociación Altaffaylla, una de sus responsables —solícita y muy amable— me aclaró los siguientes puntos (que ahora resumo aquí, para solaz de curiosos e interesados):
1º) El trabajo de Hernández Palacios consistió en la realización de 12 ilustraciones, que se comercializaron en formato de tarjeta postal, a razón de seis postales en cada estuche.
2º) El encargo partió de la propia Asociación (no intervino ninguna instancia oficial), que es la propietaria de las hermosas ilustraciones y de algunas otras realizadas por el artista, en las que se recrean lugares representativos de la ciudad de Olite.
3º) Que yo sepa, este último trabajo no se ha publicado ni comercializado nunca. En cuanto a las postales de Tafalla, no se han vuelto a poner a la venta después de la primera tirada del año 1997.
4º) Tanto Antonio como José María Jimeno Jurío tuvieron relación con Tafalla y con la asociación de dicha ciudad por diversas razones personales que, en todo caso, no viene a cuento mencionar aquí.
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* La imagen que abre la entrada reproduce el cuadro Bañistas en playa bajo sombrilla (Museo de Rafael Zabaleta, Quesada, Jaén).
Es en esos momentos de dislate y de alocada irresponsabilidad vacacional en que un hombre (o un nibelungo) se la juega, cuando más necesario resulta mantener la mente fría para contrarrestar las altas temperaturas que nos azotan y ser capaz de reaccionar ante las adversidades que pudieran pillarnos desprevenidos. Y es que ya lo dice el bueno de Jérome Moucherot (esto es, nuestro Jerónimo Puchero): ¡Siempre contra el imprevisto!
Así es que, después de mucho darle al magín, y con las neuronas licuadas por el tórrido calor estival, he pensado que para hacer más agradable este tiempo quizá sería bueno ir alternando mis entradas habituales—generalmente cargaditas de texto y de reflexiones— con otras algo más ligeras y refrescantes, apropiadas para la época en que estamos y hechas para deleitarse mirando, más que para pensar. En resumen: imagen, imagen y más imagen. Aunque para ser coherente conmigo mismo y justo con todos ustedes, ello requiere que el material publicado tenga cierta entidad, sea novedoso y, dentro de lo posible, incluso original (¡aunque esto último es tan difícil!). Lo que no voy a plantarles aquí, desde luego, son las cuatro imágenes de siempre que pueden encontrarse haciendo una búsqueda genérica en Google... ¡Hasta ahí podíamos llegar! Vamos, que si no hay chicha analítica, esta ausencia al menos tiene que verse contrarrestada por algo.
Para empezar (y probar) he elegido, como no podía ser de otro modo, a uno de los autores fetiches de este Nibelheim. Me refiero, claro está, a Antonio Hernández Palacios, al que todos ustedes ya conocen (y si no es así, deberían hacer todo lo posible para evitarlo cuanto antes, pues no saben lo que se están perdiendo).
Y verán... Hete aquí que, fisgoneando en mis archivos nibelheimnianos, me he topado con un curioso trabajo de encargo que el gran maestro madrileño realizó para el grupo cultural navarro Altaffaylla Kultur Taldea en 1996 o 1997. Este último es, al menos, el año de publicación. Muchos de ustedes quizá no lo conozcan, pero les diré que consiste en una serie de doce ilustraciones, llenas de tipismo e intención evocadora, en las que se reproducen diversos rincones históricos de la ciudad de Tafalla, sede de la asociación comitente. Están realizadas a tinta china y coloreadas con la técnica característica del autor. Su estilo, inconfundible, se deja ver en la rigurosidad documental, en el realismo casi fotográfico, en el minucioso trabajo a base de trama y en la composición historicista y muy ambiental de los cuadros.
Un bonito trabajo éste de Palacios que, sin embargo, no se vio adecuadamente resaltado por causa del formato de presentación elegido. Y es que las ilustraciones se reprodujeron a un tamaño de postal y fueron distribuidas (6 y 6) dentro de dos pequeños estuches de cartón cuyo diseño pueden ver a continuación. Con ello, el impacto visual de los dibujos y su belleza quedan considerablemente mermados. Tan es así, que los textos descriptivos que acompañan a las ilustraciones —con el nombre de los lugares representados— casi ni se leen en las propias tarjetas originales, de pequeñitos que han salido. Y es por esa misma razón que tampoco he conseguido reproducirlas demasiado bien en el escaneado que realicé para publicarlas aquí. Eso respecto del tamaño. En cuanto a la composición y al diseño gráfico de las postales tampoco podemos decir que sean demasiado acertados. Y es que las ilustraciones de Hernández Palacios aparecen como superpuestas a un fondo general de color ocre, sobre el que se ha colocado (en la parte inferior de la postal) una cartela en tono marrón oscuro que contiene el nombre de Tafalla en caracteres capitales y con cada una de las letras de un color distinto. Para rematar el conjunto, se aplicó un efecto de sombreado por debajo de cada una de las ilustraciones —como dando la sensación de que están levantadas en el aire—, que no hace sino empeorar el resultado final. Resumiendo: un diseño equivocado que no destaca adecuadamente las bondades del trabajo realizado por Antonio. Y conste que los estuchitos de cartón no están nada mal.
Una de estas ilustraciones —concretamente la que reproduce la Torre Ochagabia, estructura gótica del antiguo Palacio Real de Tafalla, que fue demolida con dinamita en 1886— es entregada junto con un diploma a los galardonados con el premio homónimo "Torre Ochagabia y Cisneros", que la citada asociación cultural tafallesa organiza todos los años desde 2003, y con el que se reconoce a aquellos que contribuyen a restaurar, embellecer o mejorar urbanísticamente la histórica ciudad navarra. En la foto siguiente, puede verse a los premiados del pasado año 2010, posando orgullosos en un lugar de la ciudad con la ilustración de Antonio debidamente enmarcada y al tamaño adecuado para poder apreciar en todo su esplendor la calidad de este curioso trabajo del dibujante madrileño.
Ignoro a través de qué vía le llegó a Antonio el encargo para realizar estas ilustraciones y si éste fue oficial. Aunque a juzgar por los datos que aparecen en el estuche de las postales, parece que fue hecho por (y para) la propia asociación Altaffaylla. Por la época en que yo traté personalmente al maestro, recuerdo haberle oído hablar de amigos y familiares vascos o navarros (aunque mi memoria de aquellos tiempos ya flaquea un poco y algunos datos empiezan a ser confusos). Entre los nombres mencionados entonces, y que yo siempre he relacionado con sus familiares por parte política —ya digo que, quizá, pueda estar equivocado, por esa distancia cronológica de que les hablo— está el de José María Jimeno Jurío, conocido historiador y etnógrafo navarro (ya fallecido) que fue quien le prologó su extraordinario libro de Roncesvalles (tema en que, por cierto, era experto). Por otro lado, y aunque no recuerdo haber oído hablar nunca a Antonio de los orígenes geográficos de su mujer, Carmen Ochoa, el solo apellido de ésta me indica que, en efecto, quizá proceda de aquellas tierras españolas septentrionales. Pero no puedo asegurarlo con certeza, de modo que agradecería a quien tenga esa información que me (nos) la proporcione. Por cierto, ¿no han pensado nunca en la casualidad de que el protagonista masculino del álbum Roncesvalles —el cazador Ochoa— se llame igual al apellido de la segunda mujer de Hernández Palacios? Bueno, lo cierto es que quizá a través de esa vía "vascona" —si se me permite la expresión— pudo llegarle al reputado profesional que era Antonio un encargo que, en tales circunstancias, más parecería realizado para un grupo de amigos y un poco por amor al arte (nunca mejor dicho).
Y ahora no me queda sino dejarles con las imágenes (que, en principio, iban a ser las protagonistas de esta entrada). Pero fíjense ustedes: dije que no iba a escribir casi, y ya ven... Me ha salido el equivalente a cualquiera de mis comentarios habituales. Uno que es prolijo por naturaleza. ¡Que le voy a hacer!
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Actualización realizada el día 10 de agosto de 2011
Actualización realizada el día 10 de agosto de 2011
Cuando me puse a redactar esta entrada no se me ocurrió que algunas de las dudas que se me iban a plantear al hacerlo podrían haberme sido aclaradas, precisamente, por quienes fueron los comitentes y destinatarios de las ilustraciones que realizó Antonio y que aquí se comentan. Sólo después de tener todo el texto redactado fue cuando pensé que lo mejor era acudir a la fuente original. Así es que, puesto al habla de manera directa con la asociación Altaffaylla, una de sus responsables —solícita y muy amable— me aclaró los siguientes puntos (que ahora resumo aquí, para solaz de curiosos e interesados):
1º) El trabajo de Hernández Palacios consistió en la realización de 12 ilustraciones, que se comercializaron en formato de tarjeta postal, a razón de seis postales en cada estuche.
2º) El encargo partió de la propia Asociación (no intervino ninguna instancia oficial), que es la propietaria de las hermosas ilustraciones y de algunas otras realizadas por el artista, en las que se recrean lugares representativos de la ciudad de Olite.
3º) Que yo sepa, este último trabajo no se ha publicado ni comercializado nunca. En cuanto a las postales de Tafalla, no se han vuelto a poner a la venta después de la primera tirada del año 1997.
4º) Tanto Antonio como José María Jimeno Jurío tuvieron relación con Tafalla y con la asociación de dicha ciudad por diversas razones personales que, en todo caso, no viene a cuento mencionar aquí.
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* La imagen que abre la entrada reproduce el cuadro Bañistas en playa bajo sombrilla (Museo de Rafael Zabaleta, Quesada, Jaén).
Veo que al fin encontraste las ilustraciones que hace años andabas buscando.
ResponderEliminarSon magníficas, como no podía ser de otra manera.
Yo también las buscaba pero no tenía referencias. Ahora lo intentaré con los datos que has aportado. Gracias por ello.
Un abrazo y carpe diem.
¡Hey, Jesús! ¿Qué haces por ahí? ¿Cómo no estás remojándote la barriguilla en estas fechas? ¿O eres de montaña? ¿O, quizá, un urbanita en toda regla (como servidor)?
ResponderEliminarPues sí. Finalmente conseguí la carpetilla con las ilustraciones de Tafalla (aunque ahora no recuerdo cuándo y dónde dije que iba tras de ella). Pero me queda la duda de si está íntegra. Quiero decir: incluye un número determinado de postales (que son las que he escaneado y posteado en la entrada), pero luego, navegando por la red, he encontrado algunas más que no están incluidas en mi estuchito. ¿Quien me las vendió lo hizo de manera incompleta? ¿Se comercializaron sólo las que yo tengo, aunque Antonio realizara más? En fin, no lo sé (pero estoy tras la pista).
Otro abrazo para ti (pero sin apretar demasiado, ya sabes, que luego nos quedamos sin aire).