sábado, 27 de julio de 2019

NECROLÓGICA: JACK DAVIS (1924-2016)


[ADVERTENCIA: Compromisos profesionales que no admitían demora, primero, y una sensación de que la cosa había quedado desactualizada, después, hicieron que abandonara esta entrada cuando ya casi la tenía prácticamente concluida. Vuelvo a releerla ahora, transcurridos justo tres años desde su primera redacción, y creo que merece la pena que salga adelante, coincidiendo precisamente con el tercer aniversario de la desaparición de Davis, que se cumple hoy mismo, 27 de julio de 2019. De modo que la publico —ya saben: "nunca es tarde, si la dicha es buena"—, aunque haya pasado demasiado tiempo desde que ocurrió el luctuoso acontecimiento que da razón de ser al texto. Creo que el personaje y su obra se merecen este humilde homenaje que no llegué a hacer en su momento].


ACIAGO día, el pasado miércoles 27 de julio, en que supimos que había muerto el grandísimo Jack Davis, uno de los más geniales, influyentes, prolíficos y ácidos dibujantes satíricos que hayamos tenido la fortuna de conocer los aficionados a esto del dibujo y la ilustración. Tenía 91 años y desde hace ya bastante tiempo se encontraba retirado de la profesión (de hecho, su última portada para la mítica MAD, donde colaboró muchísimo tiempo, la realizó en 1995). Conocimos la noticia a través de un comunicado de la propia revista que el mismo Davis contribuyó a fundar en 1952, en la que no dejó de publicar y para la que realizó la mayoría de sus trabajos. Como declaró, de manera muy expresiva, el director actual de la publicación (John Ficarra): «Jack fue uno de los miembros fundadores de la revista [...]. Un artista con enorme talento y muy versátil. El trabajo de Davis apareció en el primer número de MAD y prácticamente en todos los demás números de las cuatro décadas siguientes».

Primera aparición pública de Alfred E. Neuman, el hombre mascota de MAD
(en una publicación de 1954, donde se recopilaban los dos primeros años de la revista satírica)


Es una lástima que la edad de nuestro homenajeado lo haya impedido, pero habría sido una gozada poder disfrutar de sus dibujos satíricos en estos últimos meses, cuando EE.UU. se encuentra inmerso en la vorágine de la campaña electoral americana, y ver cómo retrataba a los candidatos presidenciables, especialmente al peculiar candidato republicano de dorado tupé (cuyo apellido, por cierto, coincide con el nombre de una revista de Harvey Kurtzman, en la que el propio Davis colaboró muy activamente hasta el momento de su desaparición).



John Burton Davis, Jr, más conocido como Jack Davis, nació en la sureña ciudad de Atlanta (Georgia), el 2 de diciembre de 1924. Su primer trabajo publicado —de carácter no profesional, pero muy precoz— fue realizado cuando el futuro artista tenía sólo 12 años, y apareció en el número 8 de la revista Tip Top Comics (diciembre de 1936), que editaba United Features, una empresa editorial especializada en la publicación de cómics de prensa, como lo demuestra el contenido de sus índices. Nuevos trabajos amateurs realizados para las publicaciones periódicas de su instituto y para el Navy News durante su servicio militar en la Marina estadounidense —donde publicará una serie titulada Boondocker— completan esta primera etapa creativa del que habría de ser gran artista de la caricatura y la sátira dibujada.

 Cubiertas de los números 8 y 9 de esta revista en la que hizo sus pinitos nuestro homenajeado


A lo largo de la década de los cuarenta Davis colaboró también en el periódico de la Universidad de Georgia (donde estudiaba) y en una publicación de carácter humorístico (Bullsheet), aunque lo más cercano a un trabajo profesional fue su actividad como dibujante en The Atlanta Journal y como entintador de la tira Mark Trail de Ed Dodd, que el propio Davis parodiaría años más tarde en MAD con el título de Mark Trade.


El joven Davis en la época de sus primeros trabajos profesionales


En 1949 encontramos su firma en un manual técnico de formación para Coca-Cola, encargo que le reportaría dinero suficiente para comprarse un coche y marchar hasta Nueva York, donde iba a matricularse en la Art Students League para seguir con su perfeccionamiento. Allí logró encontrar trabajo en el New York Herald Tribune Syndicate, donde colaboraría como entintador en la tira The Saint, de Leslie Charteris y Mike Roy. Al parecer, también colaboró en la del Flash Gordon que dibujada Dan Barry, aunque en ambos casos lo hizo sin acreditar, como era costumbre en la época.



Quizá la mano de Davis se encuentre en alguna de las siguientes tiras de The Saint, 
que pertenecen a 1950, aunque es imposible saberlo


Al año siguiente, y tras ser rechazado por diferentes editoriales de comic books —conviene recordar que estamos en la década de los 50, verdadero momento de apogeo de tales publicaciones—, Davis entró a colaborar como artista independiente con la renovada EC Comics de Bill Gaiman y Al Feldstein, donde iba a dar comienzo la primera etapa realmente significativa de su carrera. Su primera historia en la "casa de los horrores" sería The Living Mummy (Haunt of Fear, #4, 1950), aunque para la mítica editorial habría de realizar numerosas contribuciones en los diversos géneros que abordaban las publicaciones de EC, apareciendo su firma en cabeceras tan célebres como Tales from the Crypt, The Haunt of Fear, Frontline Combat, Two-Fisted Tales, The Vault of Horror, Piracy, Incredible Science Fiction, Crime Suspenstories, Shock Suspenstories y Terror Illustrated.

Plasmación de un momento histórico: viñeta de apertura de la primera historia realizada por Davis para EC


Es el momento en que empieza a despuntar su inconfundible estilo, de trazo enérgico, gran detalle, minuciosa composición y enorme versatilidad expresiva, con unas formas a caballo entre el dibujo realista puro y la insinuada caricatura, elemento este último muy característico de Davis —sobre todo en su vena satírica—, que a mí siempre me ha llamado poderosamente la atención y que, con las lógicas diferencias, hallamos también en otros artistas como Mort Drucker, Angelo Torres, o Sam Viviano, todos ellos dibujantes asimismo de MAD. Quienes fueron sus amigos y editores —Bill Gaines, Al Feldstein y Harvey Kurtzman— no dejaron de señalar que Davis era el artista más rápido de los que trabajaban para EC, siendo capaz de completar tres páginas o más al día, incluyendo el entintado de las mismas. Una marca que sorprende, ciertamente, sobre todo cuando se observa en las planchas originales la enorme calidad del trabajo, con un empleo admirable del pincel para crear texturas (son famosos, en este sentido, su delicados tramados superpuestos y cruzados, así como el control en el grosor de la línea para crear un efecto de profundidad admirable).



Realismo y rasgos caricaturescos en su dosis justa se amalgaman en el arte de Jack Davis,
para dar como resultado obras con un magnífico e inconfundible estilo, lleno de fuerza y expresividad


Sus trabajos para EC de los primeros años 50 —los que corresponden a la etapa inicial de la denominada New Trend (o "nueva dirección" adoptada por la empresa bajo la férula de Bill Gaines)— nos muestran ya a un Davis pletórico y absoluto dominador del oficio: trazo untuoso, resolución técnica magistral (con el pincel como instrumento predominante), gran expresividad en los personajes, dominio de la figura humana, trabajo de trama muy cuidado, sabio manejo de las masas de negro... Con estas características —y, en especial, gracias a su pasmosa facilidad para representar todo lo grotesco y deforme— nuestro homenajeado brillaría especialmente en los relatos de terror, a los que aportó este personalísimo e inconfundible estilo, que iba a ser imitado por otros dibujantes de las empresas rivales y por sucesivas generaciones de artistas (¿hace falta recordar aquí a Bernie Wrightson, por ejemplo?).

Primera página del relato Model Nephew (The Haunt of Fear, #22, 1953)

Ojos desorbitados y sanguinolentos, boca desencajada, gotas de sudor,
sombras fuertemente contrastadas, monstruos escalofriantes... El espanto hecho dibujo

En este ámbito son dignos de recordar su contribución para Tales from the Crypt, una de las tres revistas que EC dedicó al género del horror, y en la que Davis dibujaría no sólo historias interiores, sino también la mayoría de las portadas (las de los números 29-46, concretamente). Puede afirmarse, por tanto, que fue la verdadera estrella de esta cabecera, mientras que Graham Ingels lo era de The Haunt of Fear y Johnny Craig de The Vault of Horror. En ella publicó títulos como Tain't the Meat... It's the Humanity (Tales from the Crypt, #32, 1952) —siniestro relato, con tintes de crítica social, donde se nos muestran los tejemanejes de cierto carnicero que, aprovechándose de la escasez de carne en época de guerra, hace de las suyas hasta el momento en que todo le sale mal—, Lower Berth! (Tales from the Crypt, #33, 1953) —donde el personaje de Crypt Keeper (anfitrión de dicha revista), relata la historia de su origen, cuando sus padres (una momia egipcia hembra y un cadáver de dos cabezas) se conocieron 4000 años atrás—, Mirror, Mirror, on the Wall (Tales from the Crypt, #34, 1953) —historia contada en primera persona que explota el mito de Frankenstein desde una perspectiva muy al estilo EC—, By the Fright of the Silvery Moon! (Tales from the Crypt, #35, 1953) —aventura que tiene al hombre-lobo como protagonista—, Fare Tonight, Followed by Increasing Clottines (Tales from the Crypt, #36, 1953) —un intranquilizador relato de vampiros, médicos locos y siniestros experimentos—, Tight Grip! (Tales from the Crypt, #38, 1953) —donde un asesino acaba teniendo problemas con un extraño baúl—, Food for Thought (Tales from the Crypt, #40, 1954) —siniestra historia que tiene como marco el sugerente mundo del circo y el vampirismo—, Operation Friendship (Tales from the Crypt, #41, 1954) —un relato de médico loco, no exento de ironía y crítica social contra el matrimonio (o, mejor dicho, contra la rutina del mismo)—, o Telescope (Tales from the Crypt, #50, 1955), angustiosa historia de naufragios con final sorprendente.

Impactante página de presentación para la historia Lower Berth!, que mencionamos en el texto


De todas formas, Jack Davis también trabajó bastante para las otras dos revistas de terror de la casa, siendo especialmente reseñables historias como la ya citada The Living Mummy (The Haunt of Fear, #4, 1950) —en la que se echa mano del mito de la momia revivida por unos arqueólogos que acaban escarmentados—, The Basket (The Haunt of Fear, #7, 1951) —con el tema de la doble personalidad stevensoniana de por medio—, Bum Steer! (The Haunt of Fear, #10, 1951) —curiosa historia protagonizada por un torero fracasado y vengativo—, The Beast of the Full Moon (The Vault of Horror, #17, 1951) —sobre el tema de la licantropía—, Lend Me a Hand! (The Vault of Horror, #18, 1951) —que, sin duda, se inspira en la novela Les Mains d'Orlac, de Maurice Renard, que conoció dos adaptaciones cinematográficas en 1924 y 1935—, The Reluctant Vampire! (The Vault of Horror, #20, 1951) —sobre las andanzas de un vampiro (llamado Mr. Drink) que trabaja como vigilante nocturno en un banco de sangre—, Kickin' the Gong A Round! (The Vault of Horror, #25, 1952) —una terrible historia de cadáveres resucitados que se enmarca en el mundo del boxeo—, Wolf Bait! (The Haunt of Fear, #13, 1952) —relato de ambientación histórica, cuya acción transcurre en la nevada estepa rusa del siglo XIX, y en el que Davis realiza uno de sus más bellos trabajos de esta época, lleno de fuerza y de dinamismo—, Death of Some Salesman (The Haunt of Fear, #15, 1952) —donde cierto vendedor a domicilio tiene un encuentro con una parejita de ancianos—, Garden Party (The Haunt of Fear, #17, 1953) —donde la acción gira en torno a un objeto tan cotidiano como una barbacoa—, The Black Ferris (The Haunt of Fear, #18, 1953) —un ingenioso relato de viajes en el tiempo que concluye con el típico final inesperado propio de la EC (el llamado "final O'Henry")—, Model Nephew (The Haunt of Fear, #22, 1953) —sobre un malvado sobrino que después de asesinar a su tío recibe el típico merecido de las historias EC—, Out of His Head! (The Vault of Horror, #32, 1953) —sobre la historia de un hombre que asesina a su socio y es incapaz de sobrellevar dicha carga, con las consecuencias que esto acarrea para él—, Tombs-Day (The Vault of Horror, #35, 1954) —que se desarrolla en el sugestivo y claustrofóbico ambiente de una pirámide egipcia, dando la oportunidad a Davis de ofrecernos un auténtico recital de ambientación y suspense—, Coffin Spell (The Vault of Horror, #38, 1954) —una lúgubre historia de bodysnatchers, en la que Davis nos ofrece un trabajo de altísimo nivel gráfico, desplegando una maravillosa, filigranesca y delicadísima labor de sombreado y tramas—. Aunque una de sus aportaciones más significativas y conocidas para estas otras revistas de horror, quizá sea la delirante Foul Play (The Haunt of Fear, #19, 1953), donde un grupo de jugadores de beisbol psicópatas desmembran a un adversario y usan luego sus partes del cuerpo para seguir el partido. Una historia que llegaría a ser citada expresamente por el infausto Dr. Wertham en su particular cruzada contra los comic books, como ejemplo de lo perniciosos que estos podían ser para los jóvenes, merced a sus contenidos violentos.

Original (2ª plancha) de la historia Coffin Spell


Pero no piense el lector que Davis sólo se centró en los relatos de horror. Aunque sus colaboraciones fueron menos frecuentes en otros géneros abordados por EC, también contamos con magníficos ejemplos de su labor en el terreno de la ciencia ficción, o de la temática militar, especialmente la relativa a la Guerra de Secesión americana, tema que apasionaba a nuestro homenajeado y que revisitó con cierta frecuencia a lo largo de su carrera, como veremos luego.

No es infrecuente, en absoluto, encontrar dibujos de Davis dedicados a la Guerra Civil de su país.
He aquí un ejemplo soberbio de soldado "rebell" —así lo certifican las siglas de la cartuchera
y el cinturón: Confederate States of America—, trabajado con el primor propio de nuestro
artista, a base de una trama sabiamente dosificada, que va dando forma a la figura
y unas masas de negro que le proporcionan volumen. Sencillamente magnífico.


Para dichos géneros realizó portadas y numerosas historias, cuyo contenido no podemos glosar también aquí en todos los casos, pues alargaríamos en exceso este artículo, pero algunas de las cuales sí podemos enumerar por su interés. Entre ellas estarían: Enemy Assault! (Frontline Combat, #1, 1951), Bouncing Bertha (Frontline Combat, #2, 1951), Conniver! (Crime SuspenStories, #4, 1951), Mr. Biddy... Killer! (Crime SuspenStories, #5, 1951), Phonies (Crime SuspenStories, #7, 1951), Ambush (Two-Fisted Tales, #21, 1951), Enemy Contact (Two-Fisted Tales, #22, 1951), Death Stand (Two-Fisted Tales, #23, 1951), Hill 203 (Two-Fisted Tales, #24, 1951), Yellow! (Sock SuspenStories, #1, 1952), The Patriots! (Shock SuspenStories, #2, 1952) —una valiente y sensacional historia, que se cuenta entre las más famosas de las publicadas por EC durante la New Trend, pues hace una crítica abierta al falso patriotismo fanático (lo cual era muy arriesgado en aquella época)— Uppercut (Shock SuspenStories, #4, 1952) —con una primera página de enorme fuerza dramática y gran belleza plástica—, Chickamauga! (Frontline Combat, #8, 1952), Cut! (Crime SuspenStories, #9, 1952), Abe Lincoln! (Frontline Combat, #9, 1952), Missed by Two Heirs! (Crime SuspenStories, #10, 1952), Mud (Two-Fisted Tales, #25, 1952), Hagaru-Ri (Two-Fisted Tales, #26, 1952), Shanghaied (Piracy, #1, 1954), Kismet (Piracy, #2, 1955 Vengeful Sioux! (Frontline Combat, #15, 1954), The Welchers (Crime SuspenStories, #20, 1954), Gunfire (Two-Fisted Tales, #36, 1954), Last of the Mohicans (Two-Fisted Tales, #40, 1955), etc.



Con el fracaso de la New Trend, tras la campaña de acoso y derribo a la que se vio sometida EC —ofensiva que en 1954 ya puede considerarse concluida con total (y vergonzoso) éxito—, Bill Gaines tuvo que dar un golpe de timón en su política editorial para buscar salida en otro tipo de publicaciones. Y lo mismo se vieron obligados a hacer todos sus artistas, acomodándose a las nuevas series que habrían de surgir. Desaparecidas las cabeceras más importantes, influyentes y populares de la empresa, se pusieron en marcha otras nuevas que tendrían una corta vida y que sólo iban a servir para prolongar la agonía, hasta el momento en que MAD —merced a su éxito— vino a mostrarse como la tabla salvadora para todos los problemas de la casa editorial. Una de esas revistas efímeras, Piracy, ya había aparecido en el mercado editorial antes del fatídico "hundimiento" de EC —quizá como consecuencia de lo que Gaines veía que se estaba avecinando, y en un intento de acomodarse a las exigencias morales que el Comics Code iba a terminar imponiendo—, pero otras surgieron ex novo como resultado de lo que se ha denominado la New Direction. Fueron éstas (1): Impact (temática cercana al suspense), Valor (género bélico y de aventuras), Psychoanalisis (con historias de suspense, pero dotadas de un toque más psicológico), Aces High (sobre aviación), M.D. (sobre el mundo médico y de los hospitales), Extra (sobre el periodismo) e Incredible Science Fiction (ciencia ficción).


Las siete cabeceras de la New Direction (con Incredible Science Fiction se optó
por seguir la numeración a partir de Weird Science Fantasy)


Para casi todas ellas dibujó algo Jack Davis, mostrando también aquí su enorme versatilidad como artista y una gran capacidad de adaptación, lo que dio como resultado unos trabajos de altísimo nivel, según lo demuestran todas las portadas de Impact y de Incredible Science Fiction (que son suyas, menos la última de este segundo título, dibujada por Wally Wood), y relatos como The New C. O. (Aces High, #1, 1955), Divorce (Impact, #2, 1955), Footnote (Aces High, #2, 1955), The Debt (Impact, #3, 1955), The Case of Champagne (Aces High, #3, 1955), The Lonely One (Impact, #4, 1955), Home Again (Aces High, #4, 1955), Iron Man! (Aces High, #5, 1955), Barrier (Incredible Science Fiction, #30, 1955), Marked Man (Incredible Science Fiction, #32, 1955), Kaleidoscope (Incredible Science Fiction, #33, 1956), Screenplay for Murder y Head Man (en estos dos últimos casos se trata de ilustraciones para los magazines de relatos ilustrados Crime Illustrated, #2 y Terror Illustrated, #2, ambos de 1956. Un trabajo de menor enjundia, como puede verse, pero en absoluto insignificante.



Entre el final de la New Trend (1954-1955) y lo que aún quedaba para concluir la década de los 50, Davis se fue alejando paulatinamente de los comics books, aunque aún habría de dibujar algunas historias del género western para Atlas Comis (la antigua Marvel). En general se trata de trabajos bastante buenos —por ejemplo la historia Luke Barker he was bad clean thru! (con guión de Stan Lee y publicada en el # 5 de Frontier Western, 1956)—, aunque en la que iba a ser su última incursión en los tebeos de estilo más o menos realista —la serie Rawhide Kid (de la propia Marvel), aparecida ya en 1963— se ve que el artista ha perdido interés (2). Parece más un trabajo de tipo alimenticio y se nota que Davis no dedicó mucha atención al mismo pues, a pesar de su relativa calidad, el producto resultante queda bien lejos de las excepcionales planchas que firmara durante la época dorada de EC: hay una ausencia casi total de fondos, la puesta en escena es bastante pobre y reiterativa, el grafismo en general resulta poco refinado, las figuras están realizadas con correción, aunque de modo bastante expeditivo...


Compárense las dos planchas superiores con las de abajo
y el lector comprenderá enseguida a qué nos referimos en el texto


Pero la actividad de Davis durante esos años que podríamos llamar "de transición" no se limitó exclusivamente al terreno de los comics books. Con la mirada puesta en las tiras de prensa —que en aquella época estaban consideradas como la aristocracia de la profesión (por su mayor reconocimiento y mejor remuneración para los artistas)—, nuestro homenajeado llegó a realizar en 1961 una serie propia bajo la sindicación de McClure Syndicate, aunque no iba a tener demasiada fortuna y disfrutaría de una vida muy breve (tan sólo cuatro meses). Se titulaba Beauregard —aunque el nombre sufrió cambios, a medida que su autor fue perfilando la idea original— y la acción transcurría en el marco de la Guerra de Secesión norteamericana (que, como ya dijimos arriba, fue un tema recurrente en la trayectoria profesional de un sudista convencido como Davis). El protagonismo recaía sobre un joven confederado, bastante bobo y patoso, que daba nombre a la serie y al que le ocurrían todo tipo de peripecias, siempre en un ambiente amable y lleno de humor y sarcasmo. Pero, tal como se ha destacado irónicamente, y a juzgar por el escaso interés que la serie despertaba en los periódicos a los que servía su material, el McClure Syndicate debió percatarse enseguida de que los sureños no consideraban la Guerra Civil un asunto para tomar a broma.



A pesar del fracaso del proyecto, la idea iba a ser reutilizada posteriormente por Davis, apareciendo publicada (¿y recopilada?) con diferentes títulos (Bo Reargard, Bo Rearguard, Beau Rearguard) en otros lugares como la longeva Sick Magazine, o la revista Help! (esta última una creación de Harvey Kurztman durante su aventura en solitario, y en la que nuestro hombre colaboraría hasta su extinción).

Cubierta para el nº 25 de Sick Magazine, con una acuarela maravillosa de Davis
(el original puede verse en la galería de imágenes que hemos incluido al final del artículo)


Al contrario de lo que había ocurrido con Rawhide Kid, en Bo Reargard se advierte que estamos ante un trabajo por el que Davis sentía verdadero interés: la realización gráfica es soberbia, con un dibujo caricaturesco de extraordinaria factura, muchísima fuerza y un acabado muy minucioso, a base de esas cuidadas tramas tan características en el autor, que van dando forma y volumen a todos los elementos de la viñeta. Tanto personajes como ambientes están sumamente trabajados y hay una caracterización de secundarios en verdad importante, con esos tipos desaliñados que estamos acostumbrados a ver en las películas del género cuando se recorren tierras del Sur. Por cierto: a la hora de hablar de referencias iconográficas, no descartaría del todo la posible influencia de un clásico del cine como El maquinista de la General (The General, 1926, Clyde Bruckman y Buster Keaton), no sólo por la temática, sino también por el tratamiento humorístico dado a la misma.




A partir de los años 60 todo el trabajo de Davis se orientará ya, mayoritariamente, hacia el dibujo no realista, comprendiendo el grueso de la producción de este período lo realizado para MAD. Desde el primer número de ésta y en los 12 que logró sobrevivir Panic —la otra publicación satírica de EC— estuvo colaborando Jack Davis en la famosa cabecera, explotando así su vena más humorística, que iba a ser por la que los aficionados le conocerían mejor en el futuro. En MAD se convirtió en uno de sus dibujantes estrellas —por la enorme facilidad que tenía para el dibujo caricaturesco—, encargándose de parodiar allí las mismas historias de terror que antes había dibujado en otras revistas de la compañía.



Cuando en 1956 Kurtzman abandonó la EC —posiblemente por discrepancias con Gaines—, Davis le siguió y colaboró con él en todos las revistas (no demasiado exitosas) que el genial neoyorquino puso en marcha: Humbug, Help!, Trump... En esta epoca (1961) sacó también adelante un proyecto para Dell Comics, que pretendía ser una alternativa a la exitosa MAD: me refiero a la revista satírica Yak Yak (subtitulada A Pathology of Humor), de la que sólo se publicarían unos pocos números, pero en la que nuestro artista dejó cabal muestra de su buen hacer.

Cubierta del primer número de Yak (1961)


No obstante, Davis terminaría regresando a MAD —ya bajo la dirección de Al Feldstein—, para no abandonarla de manera definitiva hasta mediados de los años 90, momento en que se jubiló, tal como señalamos más arriba. En todo ese largo período de treinta y tantos años, dibujó centenares de cubiertas, ilustraciones interiores y páginas de historieta, especializándose en adaptaciones paródicas y caricaturescas de famosas series de televisión y de películas. Una cantidad enorme de trabajos que, por desgracia, es imposible del todo enumerar siquiera, aunque sí nos gustaría mencionar que entre los más destacables se encuentran —además de las numerosas portadas— sus parodias de las series televisivas The Lone Ranger (El Llanero Solitario, 1949-1957) y M*A*S*H (1972-1983), así como de las películas High Noon (Solo ante el peligro, Fred Zinnemann, 1952), En busca del arca perdida (Indiana Jones: Raiders of the Lost Ark, Steven Spielberg, 1981) y Lo que el viento se llevó (Gone with the Wind, varios directores, aunque sólo figura en los créditos Victor Fleming, 1939). En MAD, Davis terminó especializándose, hasta llegar a ser el dibujante de masas de la revista, merced a las grandes ilustraciones en las que aparecía una multitud de personajes en las más variadas actitudes.


Ilustraciones como estas dos de arriba eran de lo más habituales en Jack Davis: cartel para la película
It's a Mad, Mad, Mad, Mad World (1963) y original de la portada del nº 27 de MAD (abril de 1956)


A partir de los 60 —con el descenso de su producción para los comic boosk— cuando la actividad artística de Davis se fue diversificando progresivamente, para centrarse cada vez más en la ilustración y el diseño de cubiertas de discos, portadas de libros, carteles de películas, colaboración en guías de televisión, en productos de merchandising y para el ocio (barajas de cartas), etc.



Algunos títulos de filmes (ciertamente menores) para los que Davis realizó maravillosos trabajos de ilustración fueron A Mad, Mad, Mad, Mad World (El mundo está loco, loco, loco, Stanley Kramer, 1963), Dear Brigitte (Querida Brigitte, Henry Koster, 1965), Arrivederci, Baby (Cáete muerta, cariño, Ken Hugues, 1966), Eight on the Lam (Ocho en fuga, George Marshall, 1967), A Guide for the Married Man (Guía para el hombre casado, Gene Kelly, 1967), Waterhole #3 (El Oeste loco, William A. Graham, 1967), Salt & Pipper (Sal y pimienta, Richard Donner, 1968), The Impossible Years (Los años imposibles, Michael Gordon, 1968), Inspector Clouseau (El rey del peligro, Bud Yorkin, 1968), Un largo adiós (The Long Goodbye, Robert Altmann, 1973), El loco, loco asalto a un banco (Bank Shot, Gower Champion, 1974), Crime Busters (Dos superpolicías, Enzo Barboni aka E. C. Clucher, 1977), o Animal House (Desmadre a la americana, John Landis, 1978). Y entre los títulos más conocidos tenemos Los violentos de Kelly (Kelly's Heroes, Brian G. Hutton, 1970), Bananas (Woody Allen, 1971), o American Graffiti (George Lucas, 1973) (5).



Son también muy destacables las cubiertas que realizó para ilustrar discos de algunos cantantes country de la época, como Jonny Cash, Jerry Reed, Ben Colder (llamado, en realidad, Shelby F. Wooley) y muy especialmente el dúo Homer & Jethro, en cuyas portadas Davis dio rienda suelta a su inmenso talento como caricaturista, ofreciendo unas deliciosas ilustraciones llenas de tipos pintorescos y desaliñados, muy característicos de la iconografía de ese "viejo Sur" —la "tierra de Dixie"—, a la que él mismo pertenecía, que conocía como nadie y de la que se río como casi de todo.



También dibujó para otros intérpretes como Jonathan & Darlene Edwards, el actor, cantante y presentador John Zacherle —muy popular en EE.UU por su larga carrera como anfitrión e introductor televisivo en las películas de terror emitidas en las televisiones de Filadelfia y Nueva York durante los años 50 y 60—, el comediante Charlie Manna, el grupo musical The Cowsills —precursores del denominado bubblegum pop—, el actor y comediante Johnatan Winters, el dúo cómico Bob & Ray, Spike Jones —especializado en los arreglos satíricos de canciones populares—, la banda canadiense de rock The Guess Who, o para bandas sonoras como la de la película Inspector Clouseau (que ya hemos citado antes).



Nada despreciables son, asimismo, sus colaboraciones en publicaciones periódicas como la TV Guide —para la que, desde mediados de los 60, llegó a realizar casi dos docenas de portadas, así como numerosos dibujos interiores (6)— y la prestigiosa Time, que también contó con su arte en bastantes cubiertas que se han convertido en icónicas para una buena parte del mundo, y algunas de las cuales ha publicado dicho magazine como homenaje al artista fallecido.

La primera portada para la revista televisiva TV Guide y su estudio preliminar


En la década de los 70, y alternándola con su ya abundante trabajo para otras publicaciones, Davis iba a crear una nueva serie para la revista deportiva Pro Quarterback, dedicada al fútbol americano (3). Los guiones eran de Nick Meglin —colaborador habitual de MAD— y el título de la misma creo que resulta lo bastante indicativo de su contenido: Superfan. En efecto, se trata de una historia que toma todos los elementos propios del mítico primer superhéore de la historia de los tebeos y los convierte en una parodia protagonizada por un enclenque y torpe geek —lo que nosotros llamaríamos friqui— «al que un día, durante un partido de su equipo (los Smoggers), un misterioso vagabundo le echa algo en su perrito caliente (una mezcla de condimentos llamada PSCWPLB que proporcionan las habilidades de siete clásicos de la NFL) que le convierte en el jugador definitivo. Enclenque, pesado y repipi, pero capaz de que los Smoggers empiecen a ganar todos los partidos, de chiripa. A partir de ahí, la trama se dispersa y a menudo se aleja curiosamente del mundo del football, o al menos así le parece a alguien completamente ajeno (Superfan monta un restaurante para adolescentes, se ve inmerso en una larga operación de rodilla, se convierte en héroe del cine de moteros salvajes, se va a vivir a una comuna hippie...), pero como alocada narración de los agitados años sesenta en EEUU, resulta muy simpático y lleno de invitados especiales al estilo MAD» (4). Este curioso trabajo fue recopilado en un libro publicado por Signet Books en 1972, que aún puede encontrarse con cierta facilidad.



En la actualidad, la fórmula argumental de Superfan no nos parece ya demasiado novedosa, pues han ido surgiendo parodias similares dentro del mundo de la historieta. Sin ir más lejos, me vienen a las entendederas, por ejemplo, los casos inmediatamente posteriores de Superdupont (del genial Gotlib, aparecido, por vez primera, el 21 de septiembre de 1972) y de nuestro Superlópez (creado por Jan en 1973). Pero en el momento en que Davis y Meglin crearon este personaje se trataba de algo realmente original y, además, en sus guiones solían tratarse temas de actualidad en la época (el feminismo, por ejemplo), que eran abordados con el sarcasmo y el humor que siempre caracterizó a las publicaciones satíricas en las que colaboró Davis a lo largo de su vida.



La producción de Jack Davis, empero, no se acaba ahí, pues siguió dibujando hasta muy mayor e hizo todo lo imaginable y mucho más: creó un logo para la línea de autobuses Bee-Line, que iba de Westchester a New York City —y que el propio artista tenía la satisfacción de ver varias veces al día desde la ventana de su estudio, pues los vehículos pasaban por delante de su casa—, hizo diversas mascotas para el College of Coastal Georgia de Brunswick (en su tierra natal de Georgia), entre las que destaca el marino Captain Jack, dejó su huella en numerosos productos de merchandising y en juguetes, fue el encargado por el United States Postal Service de diseñar en 1989 el sello de 25 centavos, que terminó circulando sin ningún problema, pese a que muchas personas —conociendo la trayectoria satírica de Davis— llegaron a temer que hubiera problemas y su trabajo despertara las suspicacias, por informal e irrespetuoso...

Un nonagenario Davis posa orgulloso y risueño junto a su creación del Captain Jack, en el otoño de 2015


Una trayectoria tan fructífera como importante no podía carecer de premios y reconocimientos (la mayoría de ellos, por cierto, algo tardíos). Y, en efecto, Davis era depositario de galardones como el Advertising Award de la National Cartoonists Society para 1980 y el Reuben Award de la misma institución para el año 2000; el de finalista a la inclusión en el Jack Kirby Hall of Fame de los años 1990, 1991 y 1992; el Milton Caniff Lifetime Achievement, concedido por la National Cartoonist Society en 1996. En 2003 fue incluido en el prestigioso Will Eisner Hall of Fame y en 2005 en el Society of Illustrators Hall of Fame.

Caricatura del maestro Will Eisner, realizada cuando Davis tenía la friolera de 81 añitos...


Con su muerte ha desaparecido, sin duda, uno de los más grandes artistas que ha dado el mundo de la ilustración, la historieta y la caricatura. Vaya para él, allá donde se encuentre, este recuerdo, lleno de admiración, cariño y respeto. Y que nos espere muchos años, por cierto... (6).



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(1) Vid. Fco.-José CERREJÓN ARANDA y Jesús JIMÉNEZ VAREA, Historia de la E. C., Ediciones Veleta, Armilla (Granada), 1999, p. 35.

(2) Algunas de las fuentes que he consultado señalan sólo que Davis dibujó los números 33-35, pero creo que hizo alguno más, como puede comprobarse por determinadas imágenes que ilustran este artículo.

(3) Jack Davis fue un gran aficionado a dicho deporte, circunstancia bien conocida en la vida de nuestro autor, que además está suficientemente documentada en su obra, pues realizó muchas caricaturas de jugadores de fútbol americano.

(4) Vid. el texto citado en el siguiente enlace.

(5) El famoso cineasta neoyorquino colaboró en MAD durante su etapa como showman y escritor de guiones cómicos, de ahí, quizá, la vinculación con Davis.

(6) Más información pinchando en el siguiente enlace, que es de donde he tomado la mayoría de las imágenes publicadas en TV Guide. Recordar que esta revista tuvo entre sus colaboradores al prestigioso dibujante británico Ronald Searle.

(6) Interesante este artículo de Ivan Manuppelli, pues se trata de una semblanza de Davis en la que lo personal juega un importante papel. Asimismo, en el siguiente enlace, el lector interesado encontrará una enorme cantidad de imágenes con la obra de Jack Davis. Bonita presentación en el siguiente site francés
.

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