Pues eso... No discutan mucho ustedes por el nuevo coleccionable de Planeta DeAgostini y compren los dos si pueden (pues hay que consumir para levantar España). ¡¡Voto a bríos...!!
viernes, 31 de agosto de 2012
LUCHA DE TITANES... EN LOS QUIOSCOS: "PRÍNCIPE VALIENTE" Y "EL GUERRERO DEL ANTIFAZ"
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martes, 28 de agosto de 2012
HOMENAJE A SERGIO TOPPI, 1: EN POCAS PALABRAS
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Sergio Toppi
martes, 21 de agosto de 2012
NECROLÓGICAS: SERGIO TOPPI (1932-2012)
HA muerto Sergio Toppi... Hoy... A los 79 años... No tengo palabras (de momento), ni siquiera para publicar una breve reseña. Además creo que su memoria se merece mucho más que eso, porque fue uno de los más grandes. Deja un gran vacío en el panorama historietístico y una obra artística inmensa e irrepetible. Su herencia será inolvidable, sin duda. ¡Que la tierra te sea leve, maestro...!
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martes, 7 de agosto de 2012
MARILYN, 50 AÑOS YA...
ANTEAYER, domingo día 5, se cumplió el cincuentenario de la desaparición de un mito de nuestra cultura. De un auténtico e incombustible icono que sigue tan vivo hoy como en la época en que fue creado. Se llamaba Norma Jeane Baker, pero todo el mundo la conoció y la recuerda como Marilyn Monroe. Fue una de las mayores estrellas de Hollywood y pasó a convertirse en leyenda desde el momento en que la cruel Parca vino a visitarla, de manera no poco misteriosa y turbia, cuando tan sólo contaba 36 años. Por cierto, que también era domingo...
Marilyn, para mí —e imagino que para la mayoría de los hombres occidentales—, siempre ha sido el paradigma de la opulencia erótica femenina, aunque suavizada y enriquecida por ese toque de inocencia, espontaneidad, bonhomía y frescura que supo imprimir a los personajes que interpretó en la pantalla. Su imagen simpatiquísima de miope inocentona y despistada en Los caballeros las prefieren rubias, o el encantador y doblemente dulce papel de "Sugar" en Con faldas y a lo loco —uno de los mejores de su carrera, si no el mejor— transmitieron de ella una imagen de chica romántica, divertida, algo superficial y simplona, desafortunada en el amor y eminentemente buena. Esto es innegable y forma parte del inmenso legado artístico que la actriz nos dejó tras su marcha de este mundo.
Pero si por algo me ha atraído siempre la figura de Marilyn no es tanto por esta faceta más amable de su imagen (que no de su personalidad), o por su innegable calidad como actriz, cuanto porque representa para mí un arquetipo: el de la persona absolutamente vulnerable, a la que uno desearía ayudar a toda costa. Siempre ha despertado en mí esa ternura y no he podido resistirme jamás al placer nostálgico (¿y morboso?) que me producía dicho sentimiento. Y sé que algo parecido le ocurre a otras muchas personas (incluidas las mujeres) que la ven en sus películas o en los numerosos testimonios fotográficos que han quedado de ella (1). Su vulnerabilidad: he ahí la característica fundamental que yo destacaría de esta hermosa mujer atormentada, conflictiva y sufriente, a quien la vida pareció no sonreírle, pese a haber estado en lo más alto de la gloria y de la fama.
Marilyn, para mí —e imagino que para la mayoría de los hombres occidentales—, siempre ha sido el paradigma de la opulencia erótica femenina, aunque suavizada y enriquecida por ese toque de inocencia, espontaneidad, bonhomía y frescura que supo imprimir a los personajes que interpretó en la pantalla. Su imagen simpatiquísima de miope inocentona y despistada en Los caballeros las prefieren rubias, o el encantador y doblemente dulce papel de "Sugar" en Con faldas y a lo loco —uno de los mejores de su carrera, si no el mejor— transmitieron de ella una imagen de chica romántica, divertida, algo superficial y simplona, desafortunada en el amor y eminentemente buena. Esto es innegable y forma parte del inmenso legado artístico que la actriz nos dejó tras su marcha de este mundo.
Pero si por algo me ha atraído siempre la figura de Marilyn no es tanto por esta faceta más amable de su imagen (que no de su personalidad), o por su innegable calidad como actriz, cuanto porque representa para mí un arquetipo: el de la persona absolutamente vulnerable, a la que uno desearía ayudar a toda costa. Siempre ha despertado en mí esa ternura y no he podido resistirme jamás al placer nostálgico (¿y morboso?) que me producía dicho sentimiento. Y sé que algo parecido le ocurre a otras muchas personas (incluidas las mujeres) que la ven en sus películas o en los numerosos testimonios fotográficos que han quedado de ella (1). Su vulnerabilidad: he ahí la característica fundamental que yo destacaría de esta hermosa mujer atormentada, conflictiva y sufriente, a quien la vida pareció no sonreírle, pese a haber estado en lo más alto de la gloria y de la fama.
Una bailarina demasiado frágil para este difícil ballet que es la vida
En este sentido, y que yo recuerde ahora
mismo, no he visto jamás una criatura más desamparada, dolorida y rota
que Marilyn en aquellas célebres fotos del año 1954, que aparecieron publicadas en la revista Life, y donde se veía a la diva saliendo
de los juzgados acompañada por su abogado después de haber tramitado el
divorcio con Joe DiMaggio. Pocas veces he encontrado más vulnerable y hermosa a Marilyn que en aquel doloroso instante de su vida, con el pelo rubio platino refulgiendo por encima del adusto conjunto de color oscuro, formado por falda de tubo y un ceñido suéter con cremallera y cuello alto vuelto que se pegaba, insinuante, al hermoso
cuerpo de la maltrecha actriz. ¡¡Ojalá hubiera podido estar ahí —pensé más de una vez, en mi adolescencia— para haber intentado ayudarle a superar ese trance...!! Ya ven ustedes...
A DiMaggio, por el contrario, en alguna de esas mismas fotos se le ve tranquilo, sereno y casi sonriente, como si no tuviera que ver con él lo que estaba ocurriendo. Una actitud que nos hace mirarlo con recelo y antipatía, por el contraste que supone con la de su ex-mujer. Pero nada más engañoso ni alejado de la realidad, pues resulta que el mítico jugador de beisbol —al decir de quienes lo sabían—, fue el único hombre que amó de verdad a Marilyn. Que la amó como mujer, claro está, y no como mito o como arcilla virgen a la que modelar desde el punto de vista intelectual (tal como, al parecer, quiso hacer su tercer y último marido —el dramaturgo Arthur Miller—, actuando igual que el célebre protagonista del Pigmalión de George Bernard Shaw, que tan acertadamente llevó a la pantalla cinematográfica Moss Hart, con Rex Harrison en el papel del repelente profesor Henry Higgins y la elegante Audrey Hepburn —en las antípodas, por cierto, de la belleza carnal y voluptuosa de Monroe— como la joven alumna Eliza Doolitle). De hecho, durante los veinte años siguientes a la muerte de Marilyn y tres veces por semana, DiMaggio se encargó de que nunca faltara una docena de rosas rojas en su tumba, que puede visitarse en el cementerio de Westwood. El jugador falleció el 8 de marzo de 1999, y aseguran que nunca dejó de querer a su célebre ex-mujer, a la que siguió ayudando incluso después de haberse divorciado.
Lo cierto es que, a pesar de su imagen desenfadada en el cine, Marilyn fue siempre mucho más la Roslyn de Vidas rebeldes, que cualquiera otra de las féminas que interpretó. Su personalidad conflictiva, desvalida, neurótica y llena de problemas quedaba perfectamente definida por el título original de esa película, cuyo guión había escrito Miller: The Misfits (Los inadaptados). Con razón dijo de ella John Huston —director del film— que, para hacer dicho papel, la actriz había excavado «dentro de sus propias experiencias personales para sacar a la superficie algo único y extraordinario. No tenía técnica de actuación. Era todo verdad, era sólo ella». Quizá por esta razón, siempre he tenido claro que cuando más hermosa y atrayente se me aparece Marilyn es en aquellas imágenes que captan momentos de su intimidad o donde aparece más triste y soñadora. Aquéllas en las que sus bellos ojos de miope, entornados con esa dejadez tan suya, parecen dirigirse a mí pidiéndome ayuda. No sé... Quizá sea porque todos conocemos la triste historia de su vida privada: la inestabilidad, las inseguridades, la falta de un verdadero amor que hubiera sido capaz (¿quién sabe?) de ayudarle a reconducir su vida...
Pese a todos sus problemas, pese a los numerosos quebraderos de cabeza que le dio a sus compañeros de profesión durante los rodajes (¿hace falta recordar las impresiones negativas de Tony Curtis, Jack Lemmon, Billy Wilder, Laurence Olivier...), Marilyn fue una grandísima actriz. Nadie como ella ha logrado representar en pantalla la vulnerabilidad y la inocencia, el amor no correspondido y la esperanza de conseguirlo alguna vez. Por todo ello, ¡¡muchas gracias Norma!!
Y finalizo ya: como buen icono de la cultura popular, Marilyn Monroe ha sido constantemente utilizada y homenajeada por el mundo de la historieta y la ilustración. Y como este blog está dedicado, con preferencia a ambas materias, no puedo dejar pasar la ocasión de ofrecerles algunas imágenes que ilustran esa realidad. Cierro, además, con una original historia de Mino Milani, magníficamente dibujada por el siempre eficaz Sergio Toppi. En nuestro país apareció publicada en el número 14 de la revista Bumerang y luego también en el número 1 de esa otra efímera publicación llamada Zhar (aquí bajo el título de Homenaje a Marilyn Monroe). A disfrutarlo.
A DiMaggio, por el contrario, en alguna de esas mismas fotos se le ve tranquilo, sereno y casi sonriente, como si no tuviera que ver con él lo que estaba ocurriendo. Una actitud que nos hace mirarlo con recelo y antipatía, por el contraste que supone con la de su ex-mujer. Pero nada más engañoso ni alejado de la realidad, pues resulta que el mítico jugador de beisbol —al decir de quienes lo sabían—, fue el único hombre que amó de verdad a Marilyn. Que la amó como mujer, claro está, y no como mito o como arcilla virgen a la que modelar desde el punto de vista intelectual (tal como, al parecer, quiso hacer su tercer y último marido —el dramaturgo Arthur Miller—, actuando igual que el célebre protagonista del Pigmalión de George Bernard Shaw, que tan acertadamente llevó a la pantalla cinematográfica Moss Hart, con Rex Harrison en el papel del repelente profesor Henry Higgins y la elegante Audrey Hepburn —en las antípodas, por cierto, de la belleza carnal y voluptuosa de Monroe— como la joven alumna Eliza Doolitle). De hecho, durante los veinte años siguientes a la muerte de Marilyn y tres veces por semana, DiMaggio se encargó de que nunca faltara una docena de rosas rojas en su tumba, que puede visitarse en el cementerio de Westwood. El jugador falleció el 8 de marzo de 1999, y aseguran que nunca dejó de querer a su célebre ex-mujer, a la que siguió ayudando incluso después de haberse divorciado.
Lo cierto es que, a pesar de su imagen desenfadada en el cine, Marilyn fue siempre mucho más la Roslyn de Vidas rebeldes, que cualquiera otra de las féminas que interpretó. Su personalidad conflictiva, desvalida, neurótica y llena de problemas quedaba perfectamente definida por el título original de esa película, cuyo guión había escrito Miller: The Misfits (Los inadaptados). Con razón dijo de ella John Huston —director del film— que, para hacer dicho papel, la actriz había excavado «dentro de sus propias experiencias personales para sacar a la superficie algo único y extraordinario. No tenía técnica de actuación. Era todo verdad, era sólo ella». Quizá por esta razón, siempre he tenido claro que cuando más hermosa y atrayente se me aparece Marilyn es en aquellas imágenes que captan momentos de su intimidad o donde aparece más triste y soñadora. Aquéllas en las que sus bellos ojos de miope, entornados con esa dejadez tan suya, parecen dirigirse a mí pidiéndome ayuda. No sé... Quizá sea porque todos conocemos la triste historia de su vida privada: la inestabilidad, las inseguridades, la falta de un verdadero amor que hubiera sido capaz (¿quién sabe?) de ayudarle a reconducir su vida...
Pese a todos sus problemas, pese a los numerosos quebraderos de cabeza que le dio a sus compañeros de profesión durante los rodajes (¿hace falta recordar las impresiones negativas de Tony Curtis, Jack Lemmon, Billy Wilder, Laurence Olivier...), Marilyn fue una grandísima actriz. Nadie como ella ha logrado representar en pantalla la vulnerabilidad y la inocencia, el amor no correspondido y la esperanza de conseguirlo alguna vez. Por todo ello, ¡¡muchas gracias Norma!!
Durante un descanso, en el rodaje de Río sin retorno (1954)
Y finalizo ya: como buen icono de la cultura popular, Marilyn Monroe ha sido constantemente utilizada y homenajeada por el mundo de la historieta y la ilustración. Y como este blog está dedicado, con preferencia a ambas materias, no puedo dejar pasar la ocasión de ofrecerles algunas imágenes que ilustran esa realidad. Cierro, además, con una original historia de Mino Milani, magníficamente dibujada por el siempre eficaz Sergio Toppi. En nuestro país apareció publicada en el número 14 de la revista Bumerang y luego también en el número 1 de esa otra efímera publicación llamada Zhar (aquí bajo el título de Homenaje a Marilyn Monroe). A disfrutarlo.
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(1) Marilyn es una persona no sólo recordada, sino querida, pues además de
ser guapa caía simpática. Yo siempre he creído que con ella ocurre un
poco lo mismo que con Cary Grant: que gusta no sólo a mujeres, sino
también a hombres, y cae bien a ambos. Pero Grant vivió hasta los 82
años, y esa es la gran diferencia que le separa de Marilyn.
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