viernes, 3 de febrero de 2012

SOLAZÁNDOSE EN UN JARDÍN BARROCO: CONCIERTO DE "IL GIARDINO ARMONICO"



CON el cartel de no hay entradas colgado desde hace días —como si de una corrida con José Tomás en Las Ventas se tratara—, la Sala de Cámara del Auditorio Nacional acogió el pasado miércoles al prestigioso grupo italiano Il Giardino Armonico. Su actuación, incluida en el apartado de "música instrumental" del ciclo "Universo Barroco" que el Centro Nacional de Difusión Musical ha programado en esta temporada, no defraudó las expectativas que el público madrileño asistente tenía puestas en este concierto.

Fundado en Milán, en 1985, por Giovanni Antonini y Luca Pianca, Il Giardino Armonico se ha ido afianzando desde entonces en el circuito internacional como uno de los grupos más importantes dentro del panorama de la música antigua, hasta entonces prácticamente monopolizada por formaciones musicales británicas y centroeuropeas (La Petite Bande, La Chapelle Royale, Les Arts Florissants, Clemencic Consort, Academy of Ancient Music, Musica Reservata, Deller Consort, Early Music Consort of London, The English Concert, The English Baroque Soloist, The King's Consort...). Por otro lado, sus interpretaciones acompañando a grandes solistas como la mezzosoprano Cecilia Bartoli, o las hermanas pianistas Katia y Marielle Labèque, así como las exitosas grabaciones de Vivaldi realizadas para el sello Teldec, han hecho que el conjunto milanés adquiera una popularidad creciente, ganándose el aprecio indubitable de todos los públicos.

 Antonini y Pianca, fundadores del grupo


Al estilo más grave, sobrio, canónico y filológico impuesto generalmente por las formaciones musicales que les antecedieron, Il Giardino Armonico ha venido respondiendo con una visión dotada de mayor italianità en sus interpretaciones, que se traduce en la luminosidad del sonido, la brillantez de la ejecución, el colorido mediterráneo, mayor tendencia a la improvisación, el gusto por los adornos y las fioriture de los intérpretes principales, etc. Aunque servidor no es un experto en la materia, ni mucho menos, sin embargo tiene ya acumuladas muchas horas de escucha de esas míticas versiones intepretadas en los años 70, 80 y 90 por algunos de los grupos ya citados arriba. Y puedo asegurar que ese toque de frescura y de liviandad es algo que percibí en el concierto que comento, en cuanto empezaron a sonar los instrumentos.



El programa, apetecible como pocos, incluía una selección con obras de cuatro de los más importantes compositores del Barroco tardío: Telemann (el más representado, con tres piezas), Bach, Haendel y Vivaldi (fetiche para Il Giardino Armonico). Aunque lo más significativo fue el hecho de que se enfocó para dar protagonismo a dos instrumentos que no son demasiado habituales en este repertorio: el chalumeau —especie de híbrido entre la flauta dulce y el clarinete— y el arpa.

La Suite Ouverture en la menor TWV 55:a2 de Telemann es una vieja conocida que he oído decenas de veces. Me encanta esta obra que, como el resto de sus suites orquestales, guardan todas las esencias del estilo que desplegó el maestro de Magdeburgo. Giovanni Antonini, a la flauta, nos regaló con una interpretación que se mostró morosa y recreada en el movimiento Les Plaisirs y repleta de adornos en el Air à l'Italien. La interpretación de Rejouissance resultó briosa y trepidante. Estupendo el conjunto en los restantes movimientos.



De la Suite BWV 997 de Bach, Il Giardino Armonico nos trajo sus dos primeros movimientos: preludio y fuga. La pieza fue compuesta, originalmente, para ser interpretada con laúd o con un instrumento que apenas se toca hoy día: el lautenwerk (o lautenwerck), una mezcla de laúd y clave que emite un sonido muy especial y que fue sustituido por el arpa y el laúd tocados al unísono por Margret Koell y Luca Pianca. Este último, por cierto, fue el encargado de explicarnos, en un español más que aceptable —pese a una petición previa de excusas—, las peculiaridades de la pieza, que constituye una de las muchas partite compuestas por el genio de Leipzig. Para que se hagan una idea de cómo suena el lautenwerk les remito al siguiente vídeo, en el que pueden oír una de las partes interpretadas en el concierto.

Las dos obras para chalumeaux, ambas compuestas por Telemann, cerraron la primera parte del programa (Sonata en fa mayor) y abrieron la segunda (Concierto en re menor). Creo que no conocía ninguna de ellas —al menos no recuerdo haberlas oído nunca— y me parecieron bastante interesantes, sobre todo el adagio del concierto, en el que los dos solistas (Giovanni Antonini y Tindaro Capuano) consiguieron crear en la sala un ambiente de recogimiento absoluto. El chalumeau, antecesor del actual clarinete, es un instrumento de sonido dulce, suave, cálido, espeso y algo opaco, si bien me parece menos dúctil que la flauta. Pero doctores tiene la Santa Madre Iglesia...

 Algunos de los miembros de Il Giardino Armonico, en el Festival de Viterbo del año 2011.
Todos ellos tocaron en el Auditorio Nacional de Madrid


Tras la única pieza de Haendel que estaba programada (el Concierto en si bemol mayor, op. 4, nº 6, compuesto para órgano, pero que aquí se presentó tocado al arpa), vino lo que podría considerarse el plato fuerte de la velada: el piccolo Concerto RV 443 de Vivaldi, para flautino (o sopranino) cuerda y continuo, una de los más conocidos compuestos para este pizpireto y rozagante instrumento. Se trata de una pieza inspirada, maravillosa y muy conocida que rezuma por todos sus poros el espíritu del Prete Rosso y que a mí, siempre me traerá a la memoria la bellísima película L'enfant sauvage, de François Truffaut, donde se utilizó como melodía principal el lento, segundo de los movimientos de este hermoso y saltarín concierto tan vivaldiano. Con él, Antonini y sus muchachos de Il Giardino Armonico dieron todo un pelotazo, cerrando con broche de oro (después de un bis, todo sea dicho) una hermosa velada barroca madrileña que el público premió con muchos aplausos y numerosos bravos. ¡Qué maravillosa es la Música!

No hay comentarios :

Publicar un comentario