ME entero a través de afNews —aunque veo que los blogs nacionales y amigos también han dado ya la noticia (por ejemplo, aquí y aquí)— de que ayer por la mañana falleció en Monza el editor italiano Sergio Bonelli, después de una breve enfermedad. Con él desaparece una de las figuras más trascendentales e importantes del mundo del fumetto, y no sólo por su labor editorial al frente de la gran empresa que desarrolló a partir de las levantadas por sus padres, sino también por su decisiva actividad como guionista y creador de célebres personajes muy populares en Italia, como Zagor, o Mister No.
Hijo de Gian Luigi Bonelli (creador de Tex Willer y de la editorial Audace) y de Tea Bonelli (directora de la casa editora CEPIM), Sergio vino al mundo en Milan el 2 de diciembre de 1932 (es estricto coetáneo, por tanto, de su tocayo y amigo Sergio Toppi, nacido un par de meses antes y también en la ciudad lombarda). Merced al negocio de sus progenitores, el joven Bonelli creció y vivió siempre unido al mundo editorial y del fumetto, llegando a realizar todo tipo de trabajos dentro de la empresa familiar: desde mensajero que iba a recoger a casa de los dibujantes algunas entregas, hasta editor encargado de responder a las cartas de los lectores.
A partir de principios de los años 60, Sergio tomará el relevo a sus padres y se hará cargo de la empresa familiar, que desde ahora iba a adoptar el nombre definitivo de Sergio Bonelli Editore, convirtiéndose bajo su hégira en la empresa editorial más importante de Italia, con unas cifras de ventas de ejemplares que, a día de hoy, alcanzan los 25 millones anuales. A partir del primer gran éxito —representado por el personaje de Tex Willer (personaje creado por Gian Luigi en 1948 y dibujado por Aurelio Galeppini)—, el joven Bonelli no hará sino incrementar la nómina de personajes de la casa.
Así, en 1961 aparece Zagor, con guiones del propio Sergio (que iba a firmar, tanto aquí como en otras creaciones suyas, con el pseudónimo de Guido Nolitta). En 1975 crea la serie Mister No y dos años después aparece uno de los western más interesantes que se han realizado en la historieta europea, por su originalidad y el modo de enfocar las historias: Ken Parker (de Berardi y Milazzo), que a día de hoy y con altibajos sigue publicándose todavía (aunque de forma irregular). En 1982 inicia su andadura Martin Mystère (de Castelli y Alessandrini), que marca una transición entre las series clásicas de la casa (Tex, Zagor, Mister No) y las de la nueva época que están por venir. En 1986 aparece la otra serie insignia de la "escudería" Bonelli: Dylan Dog (creada por Tiziano Sclavi), que combina el género del terror tradicional con lo paranormal y con elementos procedentes de ciertos mitos de la cultura popular, como Jack el Destripador y otros. En el año 2000 apareció la interesante serie de Dampyr, con guiones de Mauro Boselli y Maurizio Colombo y dibujada por diferentes autores, entre los que me gustaría destacar a Nicola Genzianella y a Lucca Rossi (aunque el creador gráfico fue Mario Rossi, alias Majo). En ella se nos ofrece una actualización del mito vampírico, pues Boselli y Colombo rompen con esa tradición romántica que va desde el Drácula de Stoker a los vampiros "señoriales" de Anne Rice. Por otra parte, llevan a cabo una condensación de todos y cada uno de los aspectos, temas y facetas que están relacionados con dicho mito, sin dejarse ninguno en el tintero (vampiros alienígenas, Nosferatu, vampirismo y fenómeno zombie, ocultismo, etc.). Otro aspecto original es el del protagonista que da nombre al título de la serie: un individuo, hijo de vampiro y de humano, que porta consigo el poder para eliminar a los terribles señores de la noche. La serie, además, está llena de referencias a la cultura popular, especialmente el cine y la literatura, y sus guiones hacen continuos guiños al género de terror, en sus más diversas formas. Como muy bien ha señalado Ricardo Vigueras en un excelente artículo sobre la serie, publicado en Tebeosfera: «Dampyr es metaficción de máxima calidad, una serie de ficción sobre la ficción de los vampiros donde casi ninguno de los elementos que la integran son originales en sí mismos, sino originales en su nueva combinación, que es la de Boselli y Colombo para un público del siglo XXI que quiere una nueva visión de los mitos del vampirismo adaptados a nuestros tiempos». Otros personajes, no tan existosos como los anteriores, pero igualmente importantes para Sergio Bonelli Editore, han sido Nick Raider, Jonathan Steele, Nathan Never y Julia (que ahora ha empezado a publicarse en nuestro país, gracias al esfuerzo de Aleta Ediciones, que también ha comercializado entre nosotros otros títulos de la todopoderosa editora italiana).
Hijo de Gian Luigi Bonelli (creador de Tex Willer y de la editorial Audace) y de Tea Bonelli (directora de la casa editora CEPIM), Sergio vino al mundo en Milan el 2 de diciembre de 1932 (es estricto coetáneo, por tanto, de su tocayo y amigo Sergio Toppi, nacido un par de meses antes y también en la ciudad lombarda). Merced al negocio de sus progenitores, el joven Bonelli creció y vivió siempre unido al mundo editorial y del fumetto, llegando a realizar todo tipo de trabajos dentro de la empresa familiar: desde mensajero que iba a recoger a casa de los dibujantes algunas entregas, hasta editor encargado de responder a las cartas de los lectores.
Los Bonelli: Gian Luigi, Sergio y Tea
A partir de principios de los años 60, Sergio tomará el relevo a sus padres y se hará cargo de la empresa familiar, que desde ahora iba a adoptar el nombre definitivo de Sergio Bonelli Editore, convirtiéndose bajo su hégira en la empresa editorial más importante de Italia, con unas cifras de ventas de ejemplares que, a día de hoy, alcanzan los 25 millones anuales. A partir del primer gran éxito —representado por el personaje de Tex Willer (personaje creado por Gian Luigi en 1948 y dibujado por Aurelio Galeppini)—, el joven Bonelli no hará sino incrementar la nómina de personajes de la casa.
Galeppini, Sergio y Gian Luigi, en una imagen de los años 60
Así, en 1961 aparece Zagor, con guiones del propio Sergio (que iba a firmar, tanto aquí como en otras creaciones suyas, con el pseudónimo de Guido Nolitta). En 1975 crea la serie Mister No y dos años después aparece uno de los western más interesantes que se han realizado en la historieta europea, por su originalidad y el modo de enfocar las historias: Ken Parker (de Berardi y Milazzo), que a día de hoy y con altibajos sigue publicándose todavía (aunque de forma irregular). En 1982 inicia su andadura Martin Mystère (de Castelli y Alessandrini), que marca una transición entre las series clásicas de la casa (Tex, Zagor, Mister No) y las de la nueva época que están por venir. En 1986 aparece la otra serie insignia de la "escudería" Bonelli: Dylan Dog (creada por Tiziano Sclavi), que combina el género del terror tradicional con lo paranormal y con elementos procedentes de ciertos mitos de la cultura popular, como Jack el Destripador y otros. En el año 2000 apareció la interesante serie de Dampyr, con guiones de Mauro Boselli y Maurizio Colombo y dibujada por diferentes autores, entre los que me gustaría destacar a Nicola Genzianella y a Lucca Rossi (aunque el creador gráfico fue Mario Rossi, alias Majo). En ella se nos ofrece una actualización del mito vampírico, pues Boselli y Colombo rompen con esa tradición romántica que va desde el Drácula de Stoker a los vampiros "señoriales" de Anne Rice. Por otra parte, llevan a cabo una condensación de todos y cada uno de los aspectos, temas y facetas que están relacionados con dicho mito, sin dejarse ninguno en el tintero (vampiros alienígenas, Nosferatu, vampirismo y fenómeno zombie, ocultismo, etc.). Otro aspecto original es el del protagonista que da nombre al título de la serie: un individuo, hijo de vampiro y de humano, que porta consigo el poder para eliminar a los terribles señores de la noche. La serie, además, está llena de referencias a la cultura popular, especialmente el cine y la literatura, y sus guiones hacen continuos guiños al género de terror, en sus más diversas formas. Como muy bien ha señalado Ricardo Vigueras en un excelente artículo sobre la serie, publicado en Tebeosfera: «Dampyr es metaficción de máxima calidad, una serie de ficción sobre la ficción de los vampiros donde casi ninguno de los elementos que la integran son originales en sí mismos, sino originales en su nueva combinación, que es la de Boselli y Colombo para un público del siglo XXI que quiere una nueva visión de los mitos del vampirismo adaptados a nuestros tiempos». Otros personajes, no tan existosos como los anteriores, pero igualmente importantes para Sergio Bonelli Editore, han sido Nick Raider, Jonathan Steele, Nathan Never y Julia (que ahora ha empezado a publicarse en nuestro país, gracias al esfuerzo de Aleta Ediciones, que también ha comercializado entre nosotros otros títulos de la todopoderosa editora italiana).
Los personajes de la factoría "Bonelli" en una foto de familia
Todavía me queda mencionar una de las iniciativas editoriales más importantes llevadas a cabo por mi homenajeado: la publicación de la serie Un uomo, un'avventura, cuyo objetivo principal fue conseguir que la historieta empezara a ser vista como algo más que un mero producto de consumo y entretenimiento de niños, alcanzando así la consideración artística que el medio se merecía. El proyecto era arriesgado, desde luego, pues se alejaba de la línea tradicional de publicaciones de la casa y, además, Bonelli lo había planteado por todo lo grande, proponiendo unos libros que —pese a distribuirse y venderse a través de los quioscos (in edicola, como dicen en Italia)— iban a adoptar el prestigioso formato del álbum franco-belga (tapa dura, color, buen papel, gran tamaño, etc.) y estarían realizados por los artistas más importantes de Italia (Battaglia, Toppi, Manara, Crepax, Gattia, Micheluzzi, Tacconi, Bonvi, etc.) y algunos otros extranjeros (Siò, Oliveira, Fernández, Gigi, etc.). La colección, formada por 30 volúmenes, sacó su primer número en noviembre de 1976 y concluyó el mismo mes de 1980, habiendo conseguido un ritmo de aparición algo irregular pero continuo. De todas formas, el deseo (y el objetivo) de conjugar un producto de mayor calidad con el acercamiento a lo popular se vieron plenamente satisfechos, dando como resultado, además, una obra que ha dejado una huella indeleble en el recuerdo de los aficionados italianos y del mundo entero (pues la serie fue traducida a diversos países, entre otros España, y sigue siendo muy buscada hoy día).
Me gustaría decir algo también para recordar la gran amistad que unió al joven Bonelli con uno de los dibujantes que más admiramos en este Nibelheim: Dino Battaglia (1923-1983). Puede afirmarse que fue uno de sus más íntimos y que formó parte de su reducido grupo de amistades durante prácticamente toda la vida, hasta el fallecimiento del maestro veneciano, acaecido prematuramente en 1983. Hay que tener en cuenta que fue en Audace, y bajo la dirección de Gian Luigi y luego de Tea cuando Battaglia empezó a publicar sus primeros trabajos de historieta, entre los que estaba El Kid, uno de los personajes de la casa. Recordemos, también, las adaptaciones que el dibujante realizó —siempre con guiones de Bonelli padre— de algunos clásicos de la literatura, como Peter Pan o La isla del tesoro (trabajo, este último, del que ya hemos hablado en este Nibelheim). Dino y Sergio se llevaban nueve años de diferencia, pero esto no fue obstáculo para que establecieran una profunda y duradera amistad, de la que han quedado numerosos testimonios. Por ejemplo, Laura Vescovi di Battaglia, viuda del dibujante, recuerda que Dino —al que le desagradaba especialmente la realización de historias largas— aceptó colaborar en la colección Un uomo, un'avventura sólo por su amistad con Bonelli, realizando esas dos maravillas que se titulan El hombre de New England y El hombre de la legión (que algún editor patrio debería encargarse de reeditar cuanto antes, por cierto). Por otro lado, fue Sergio Bonelli quien introdujo a Dino en la revista Linus, llevando él mismo —y sin que el dibujante lo supiera— los originales de éste para que los vieran sus responsables. Con ese gesto —que denota la intimidad de la relación y la confianza existente entre los dos hombres—, Bonelli contribuyó de manera decisiva a dar ese giro definitivo que necesitaba la carrera de su amigo, pues fue en Linus donde Battaglia iba a encontrar, por vez primera, toda la libertad creativa que necesitaba para desarrollar definitivamente su estilo y lenguaje tan personales. Recordemos que fue en las páginas de esta revista donde el veneciano publicaría sus históricas adaptaciones de Poe y Maupassant, entre otras. Y fue también el editor milanés quien, cuando el dibujante ya estaba enfermo, suspendió sus vacaciones de verano —recordemos que Battaglia falleció en el mes de octubre— para permanecer junto a él y su mujer.
Por lo que toca a España, hay que reconocerle a nuestro homenajeado otro mérito de los muchos que acumuló en su larguísima trayectoria profesional: haber sido responsable de introducir en Italia, y por la "puerta grande", a través de colaboraciones importantes en la serie Tex, a algunos de nuestros mejores dibujantes y algún que otro guionista: Jesús Blasco, Víctor de la Fuente, Alfonso Font, Manfred Sommer, Jordi Bernet, José Ortiz, Antonio Segura...
En definitiva: la muerte de este gran hombre y perspicaz editor constituye una pérdida irreparable para el mundo de la historieta. Quizá sea bueno acabar esta entrada-homenaje haciendo nuestras las palabras que la propia casa editora hizo públicas ayer en una nota de prensa para referirse a Bonelli: «fue el principal artífice del paso de la historieta de simple instrumento de entretenimiento popular a producto con dignidad cultural, creando, en el curso de una carrera cincuentenaria, una de las casas editoras de tebeos más importantes del panorama nacional e internacional». Lo que no es poco, ciertamente.
Sit tibi terra levis, Sergio!
Por lo que toca a España, hay que reconocerle a nuestro homenajeado otro mérito de los muchos que acumuló en su larguísima trayectoria profesional: haber sido responsable de introducir en Italia, y por la "puerta grande", a través de colaboraciones importantes en la serie Tex, a algunos de nuestros mejores dibujantes y algún que otro guionista: Jesús Blasco, Víctor de la Fuente, Alfonso Font, Manfred Sommer, Jordi Bernet, José Ortiz, Antonio Segura...
En definitiva: la muerte de este gran hombre y perspicaz editor constituye una pérdida irreparable para el mundo de la historieta. Quizá sea bueno acabar esta entrada-homenaje haciendo nuestras las palabras que la propia casa editora hizo públicas ayer en una nota de prensa para referirse a Bonelli: «fue el principal artífice del paso de la historieta de simple instrumento de entretenimiento popular a producto con dignidad cultural, creando, en el curso de una carrera cincuentenaria, una de las casas editoras de tebeos más importantes del panorama nacional e internacional». Lo que no es poco, ciertamente.
Sit tibi terra levis, Sergio!
Gran recordatorio el tuyo Alberich de un editor con toda una vida asociada al tebeo.
ResponderEliminarImpacientes Saludos.
¡Hey PAblo! Muchas gracias, colega (de blog).
ResponderEliminarLa verdad es que Bonelli se merecía esta entrada tan extensa, pues ha sido uno de los editores más importantes del mundo, así como un estímulo permanente para los autores que han trabajado con él (lo cual habla no sólo de su inteligencia y perspicacia, sino también de su humanidad).
Y si no, mira aquí lo que dice de él uno de los representantes de esa nueva generación de autores que con su obra ha dado continuidad a la labor iniciada por Bonelli hace más de 40 años. O el texto emocionado que nuestro Esteban Maroto ha escrito a modo de recordatorio-dedicatoria. Respeto y admiración --además de una buena cantidad de tebeos-- es lo que, como puede verse, ha dejado tras de sí "il grande Sergio".
Un abrazo (pero sin apretar demasiado, que luego nos quedamos sin aire).