ACABO de visitar el blog del impaciente amigo PAblo y me percato de que, a estas alturas, yo tampoco había dedicado una entrada a Sanchís en su momento (cosa que, por el contrario, sí hice luego con Solano López y Tabary, fallecidos todos el pasado mes de agosto). ¡Eso hay que enmendarlo de inmediato! —he pensado muy resuelto—, y a ello me he puesto. Aunque el resultado final parezca más un cuento del célebre abuelo Cebolleta, que un recuerdo-homenaje al dibujante fallecido (pues he redactado la entrada tras venirme a la memoria cierta anécdota personal que ahora les cuento, relacionada con una de sus creaciones).
Nunca fui un lector asiduo de Sanchís, y reconozco que sus trabajos tampoco me atraían demasiado, pues su estilo no acababa de gustarme. Pero en mi memoria siempre mantendré grabado, como a fuego, el recuerdo de cierta tarde en la que, al volver del médico y mientras esperaba el autobús junto a mi madre, leía con cierta fruición, y mientras merendaba, una revista que ella me había comprado. Pumby (o Super Pumby) se titulaba, en honor del personaje más célebre que Sanchís creara. Pues bien, aún recuerdo la gratificante sensación que me embargó entonces. La felicidad derivada de esa merienda, de saber que no tenían que hacerme más pruebas (creo que la consulta médica era por algo de la garganta o de los oídos, no recuerdo bien), la seguridad de estar junto a la persona que más me quería, la lectura gozosa de aquellas viñetas... Todo eso continúo percibiéndolo ahora como si se hubiera producido ayer mismo. Incluso sigo visualizando esa escena perfectamente. ¡Qué curioso!
Por esta razón —¡fíjense ustedes lo complejos y extraños que somos los seres humanos!— le guardo un gran cariño a este autor español que nos abandonó el pasado día 2 de agosto. Creador de un buen número de personajes —el citado Pumby, Robín Robot, El soldadito Pepe— que hicieron soñar y disfrutar a multitud de niños durante varias generaciones.
En fin, Serafín. Son los misterios (y la magia) de la memoria, unidos a la capacidad de los tebeos para transformarse —como ocurre con una melodía o una canción— en el eje sobre el que se construye el recuerdo perenne de un efímero instante de nuestra corta vida.
¡Snif!
Y ahora les dejo con una pequeña muestra del trabajo de Sanchís. Se trata de una historia corta de su personaje más popular, aparecida en el extra de Navidad y Reyes de la revista infantil Pumby de 1975. Un año que bien podría haber sido el de mi anécdota.
Nunca fui un lector asiduo de Sanchís, y reconozco que sus trabajos tampoco me atraían demasiado, pues su estilo no acababa de gustarme. Pero en mi memoria siempre mantendré grabado, como a fuego, el recuerdo de cierta tarde en la que, al volver del médico y mientras esperaba el autobús junto a mi madre, leía con cierta fruición, y mientras merendaba, una revista que ella me había comprado. Pumby (o Super Pumby) se titulaba, en honor del personaje más célebre que Sanchís creara. Pues bien, aún recuerdo la gratificante sensación que me embargó entonces. La felicidad derivada de esa merienda, de saber que no tenían que hacerme más pruebas (creo que la consulta médica era por algo de la garganta o de los oídos, no recuerdo bien), la seguridad de estar junto a la persona que más me quería, la lectura gozosa de aquellas viñetas... Todo eso continúo percibiéndolo ahora como si se hubiera producido ayer mismo. Incluso sigo visualizando esa escena perfectamente. ¡Qué curioso!
Por esta razón —¡fíjense ustedes lo complejos y extraños que somos los seres humanos!— le guardo un gran cariño a este autor español que nos abandonó el pasado día 2 de agosto. Creador de un buen número de personajes —el citado Pumby, Robín Robot, El soldadito Pepe— que hicieron soñar y disfrutar a multitud de niños durante varias generaciones.
Autorretrato de Sanchís con algunos de sus creaciones más célebres
En fin, Serafín. Son los misterios (y la magia) de la memoria, unidos a la capacidad de los tebeos para transformarse —como ocurre con una melodía o una canción— en el eje sobre el que se construye el recuerdo perenne de un efímero instante de nuestra corta vida.
¡Snif!
Y ahora les dejo con una pequeña muestra del trabajo de Sanchís. Se trata de una historia corta de su personaje más popular, aparecida en el extra de Navidad y Reyes de la revista infantil Pumby de 1975. Un año que bien podría haber sido el de mi anécdota.
Bonita entrada. Yo también tengo, curiosamente, un grato recuerdo de una historia tremendamente parecida y que pese a haber transcurrido cuarenta años tengo la sensación de que ocurrió ayer. Tenía entonces siete años y acompañado de mi madre acababan de quitarme una verruga que me había salido entre la barbilla y el labio inferior, el lugar de la "intervención" fué en el ambulatorio que hay o había en la calle Manso de Barcelona (ese nombre, "Manso", asociado al lugar, me producía escalofrios). En la esquina, al salir del edificio, había un kiosko y mi madre me compró (a petición mía y como premio por haber aguantado estoicamente la cirugia de la época, que como era de esperar me dejó una bonita erosión en la piel para toda la vida), pues bien como decía, mi madre me compró el Jabato Color Nº76 de la primera época ( ilustrado con un mono-araña en portada ). El resto del capítulo es casi idéntico al de Alberich: Espera en la parada, en este caso del metro, merienda y demás. Ésa es la mágia que tienen los recuerdos, ellos te eligen y no siempre al revés.
ResponderEliminarQuerido Alberich:
ResponderEliminarMi intervención va en una dirección completamente distinta, pues va enfocada al valor gráfico de Sanchís.
En la historia han existido mejores generales que Alejandro y más acereados estrategas que Napoleón, pero no siempre contaban con las condiciones que les permitieran demostrarlo.
Con Sanchís pasa lo mismo. El hubiera debido irse a USA como Barberá y allí seguramente su exito (dadas las condiciones intrinsecas del pais)hubiera estado al alcance de la mano.
¿Por qué? Las razones serian lasrgas de enumerar, pero las resumiría en que su estilo se adecuaba perfectamente a los dibujos animados y su sencillez y naturalidad en sus personajes y forma de hacer le hubieran acercado al mundo infantil, en el que seguramente hubiera ejercido un influjo natural.
Por supuesto, nada de esto pasó, él se quedó aquí, y aquí el reinado de los dibujos animados lo ejercía Delgado, con el resultado que podemos observar en la actualidad (la emigración masiva de los dibujantes españoles a otros mercados).
Sanchís merece ser valorado desde muchos puntos de vista pero me temo que no lo va a ser.
Que cueva más fresquita...
Pues servidora, lamentablemente, no tiene ni un triste recuerdo sobre las historietas de Sanchis.
ResponderEliminarSin embargo, al mirar esta página del Soldadito Pepe, algunos de sus personajes, no me son desconocidos. Aún así, no recuerdo que entrara -en esa época-ningún tebeo en mi casa. No estaba el horno para bollos.
Un beso.
ANÓNIMO de las 3:23, ¿así pues unidos espiritualmente en el recuerdo, merced a los tebeos? Pues me parece estupendo. Como bien dices: son los recuerdos quienes eligen...
ResponderEliminarUn saludo cordial y gracias por pasarte por el Nibelheim.
Hola Charles, ¿qué tal?
ResponderEliminarNunca he dudado de la capacidad y valor de Sanchís, que conste. El hecho de haberse mantenido durante tantísimos años --la revista Pumby, por lo visto, estuvo en los quioscos más de treinta años-- es una prueba de su valor artístico y su talento para conectar con los más jóvenes. Quiero decir: había muchos otros niños a los que les gustaba las historias y los personajes de Sanchís.
Y tienes razón: creo que el estilo se amoldaba perfectamente para la animación. Pero le ocurrió a Sanchís lo mismo que a otros muchos artistas patrios (actores, por ejemplo): que no dieron el salto y...
Por cierto la ficha de autor que le dedicaron en Tebeosfera es estupenda.
Un abrazo (pero sin apretar demasiado, que nos quedamos sin aire).
Hola BALSERILLA,
ResponderEliminarbueno, tampoco es tan raro. En nuestra época había bastantes personajes y un buen puñado de revistas. Si a eso le añadimos que quizá el poder adquisitivo de nuestros padres tampoco era para tirar cohetes, pues resulta lógico que no abarcásemos todo lo que se publicaba. En tu caso es un poco casualidad, sin duda, porque la revista Pumby fue muy conocida y distribuida. Pero bueno...
Por cierto: el enlace a la página con el soldadito Pepe no funciona.
Otro beso de retorno (de este nibelungo que se pone a tus pies).
Ahí va la página del Soldadito.
ResponderEliminarPor aquel entonces, en 1962, tan sólo tenía 6 años y aún vivíamos frente al Parque Güell. Fue el año siguiente cuando nos trasladamos a Francia. Quizás, tuve en mis manos alguna historieta de Sanchís -durante mi estancia forzosa,
en casa de unos primos, en Sevilla-. Aquella época fue especialmente difícil para mi familia. De ahí, seguro, mi memoria selectiva.
Siempre un placer leerte, Alberich. Además, el coincidir con mi amado y admirado Gatito hace más atractivo, si cabe, visitarte -iba a escribir visitar tu cueva pero suena raro ;) -
Besos
ALBERICH, una interesante entrada/homenaje para uno de los grandes dibujantes q nos ha dado este país. También pienso q si hubiera nacido en Estados Unidos se le conocería a nivel mundial. ¡Eso seguro!
ResponderEliminarSaludos y felicidades por tu blog :)
Preciosa plancha original, BALSERILLA. Y muy curiosa. Lástima que no haya una imagen un poco más grande.
ResponderEliminarEl conjunto es encantador, desde luego. Eso no se le puede negar al bueno de Sanchís.
Gracias por la aportación.
Pd: efectivamente, ya has podido comprobar que, de vez en cuando, don Gato nos hace el honor de bajar al Nibelheim para hacernos una visita. Pussy todavía no ha bajado nunca (me parece).
Otro beso.
Hola SEBAS,
ResponderEliminargracias por bajar hasta el Nibelheim a visitarnos y por dejar tu testimonio aquí, en homenaje al dibujante de la fantasía "infinita".
Un saludo cordial.
Una pérdida grande, se fue un gran artista y una gran persona. Me enteré hace pocos dias... Todo a raiz de estar jugando con mi gata, mi novia la llamó "Pumby", me preguntó si sabía quien era y en ese momento no caia, después de tantos años, me buscó imagenes en el ordenador y me hizo recordar una serie emitida a finales de los 90 protagonizada por un gato y su cabra. "Debe de ser el mismo" pensé, ya que aquellos dibujos eran "Producto Valenciano", y efectivamente, así me enteré mediante un comentario del vídeo donde un joven lamentaba la muerte de Sanchis mencionando que Pumby había sido parte de su infancia gracias a la serie.
ResponderEliminarEn mi caso, conocí las obras de Sanchis mediante libros heredados, como los de Pumby o Mazinguer, o adquiridos directamente del kiosco del hospital como Robín Robot ya que por aquel entonces estaba enfermo.
Y ahora viene la parte triste, porque quizá al igual que yo mucha gente aun no lo sepa, pero a mi me da mucha vergüenza, sobre todo habiendo estado en Valencia escasos meses antes de su fallecimiento, pudiendo haberle buscado para tener algunos minutos de palabras de agradecimiento hacia el, o manteniendo una simple charla, felicitandole por su gran trabajo y lo buen artista que es, con lo que le gusta eso a un artista... Se fue y pocos lloraron su muerte, por eso aprovecho este espacio y estas lineas para aliviar un poco mi dolor ya que esta espina la tendré clavada toda mi vida.
Desde hace años he ido aprendiendo a valorar, o se ha ido afinando mi vena sensible para valorar el arte y las obras de los artistas, sea del estilo que sea o sea para el público que sea, y las obras de Sanchis tienen un valor especial que en escasas obras se encuentra. Y es que la inspiración de las obras de Sanchis surgian de la parte más entrañable de su persona, porque se puede notar un calido latido detrás de cada trazo y en cada viñeta que concebia. Por eso su trabajo es tan especial, porque refleja la clase de persona que era en lo más hondo de su ser.
Y ya se sabe que el dibujante siempre está a la sombra de sus personajes pero eso no deberia ser excusa para que no se valore a alguien como Sanchis como se merece. Alguien que llevaba desde los 50 trabajando, que entretuvo a hermanos, padres e incluso abuelos haya estado relegado a un plano de importancia "moderado", ya sea en medios, o eventos estatales, ha sido la causa de que muchos no hayamos llorado su muerte en su momento, eso para empezar, y por eso no se han repuesto sus obras ya sea en reediciones o en tardias adaptaciones a series de televisión, que aunque tarde viniera esta última, bienvenida sea. Porque obras como las de Sanchis, se deben recordar, se deben mantener calientes al igual que en sus años de oro, que podían gustar o no pero eran algo habitual y diario en nuestras vidas porque eran y deberian ser parte de nosotros, ya sea como recompensa por aguantar unas pruebas médicas, para hacer más amenos los momentos de la instancia en un hospital, o para que simplemente los niños puedan disfrutar de verdaderas historias infantiles.
En fin, podría estar horas e incluso días hablando del valor de Jose Sanchis y de sus obras y no serían más que palabras... Creo que lo mejor es honrrarle recordandole y leyendo sus obras siempre que pueda.
Así que acabaré ya sin antes dar las gracias a gente como tu quien le ha recordado y dedicado unas lineas en su blog personal y en su momento a esta gran persona.
También gracias por la oportunidad de poder desahogarme y aliviar un poquito el dolor que llevo dentro.
De hecho Sanchis seguramente estaría contento después de leerte y se iria en paz a villa-rabitos.
Gracias.
Muchas gracias por tu extenso y sentido comentario.
ResponderEliminarUn placer.