sábado, 20 de febrero de 2016

NECROLÓGICAS: UMBERTO ECO (1932-2016)


TRISTE noticia con la que nos fuimos a dormir anoche, tras saber que ayer, a las 22:30 horas, murió en su casa de Milán Umberto Eco, el gran semiólogo, filósofo, investigador y escritor italiano, al que tanto deben los estudios sobre estética medieval y cultura de masas, la ciencia semiótica y la literatura en general.

Inició su actividad intelectual doctorándose por la Universidad de Turín en 1954, con una tesis sobre la estética en Tomás de Aquino. En 1961 dio comienzo su carrera como docente en diversas universidades italianas, que se iba a estabilizar en 1975, al obtener la cátedra de Semiótica en la Universidad de Bolonia. A partir de ese momento se convertiria en uno de los pensadores y ensayistas más importantes de su época, dando lugar a títulos como Opera aperta (1962), La estructura ausente (1968), Lector in fabula (1979), o el Tratado de semiótica general (1975), disciplina que Eco contribuyó a desarrollar de manera decisiva.

Desde el comienzo mostró un marcado interés por la cultura de masas, dedicando buen número de ensayos, artículos y trabajos teóricos a los medios de comunicación y a ciertas manifestaciones típicas de la cultura popular, como los tebeos. Firmó, así, libros como el celebérrimo Apocalípticos e integrados (1964), o I fumetti di Mao (1971), en colaboración con el historiador marxista Jean Chesneaux.

Pero sería a través de la novela como le iba a llegar su reconocimiento ante el gran público y la enorme fama mundial de la que ha disfrutado hasta el momento de su muerte. Y todo comenzó con una idea seminal bien extraña —envenenar a un monje— y con su materialización en una novela a caballo entre lo histórico y lo policíaco que terminó vendiendo más de cuarenta millones de ejemplares y que se iba a convertir en uno de los mayores bestsellers de la historia de la literatura: El nombre de la rosa. Después vinieron El péndulo de Foucault (1988), La isla del día de antes (1994), Baudolino (2000), La misteriosa llama de la Reina Loana (2004) y El cementerio de Praga (2010), relatos novelísticos de carácter histórico en los que el culturalismo, la cita llena de erudición y lo libresco adquieren una importancia de primerísimo orden, tanto en las tramas de cada una de estas obras, como en la narrativa propiamente dicha.

Umberto Eco nos ha dejado para siempre, pero queda su obra, nutrida, fecunda e influyente. Por ello, en su caso, no podemos decir que todo lo que resta de él sea sólo su nombre (como pasa con la rosa que da título a su más célebre novela)...

Que la tierra le sea leve y que nos espere muchos años, allá donde se encuentre desde anoche.

2 comentarios :

  1. A mí me contaron algo de este hombre que le hizo subir enteros en mi estima.
    Le invitaron a dar un charla por aquí (hace no muchos años; ya era e... Pues bien, pidió lo mínimo por la conferencia y para hospedarse también dijo que le valía con un tres estrellas. Y el profesor que me comentó esto me dijo que otros conferenciantes que no eran ni la mitad de conocidos que él venían pidiendo 5 estrellas...
    Foucault (lo has escrito con o)
    Un saludo.

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  2. ¡Upppss! Ya está corregido. Muchas gracias.

    Con Eco se va para siempre el recuerdo de otra parte importante de mi adolescencia. Siempre me acordaré de cómo me impactó la lectura de El nombre de la rosa... De hecho, ha habido cinco libros que han dejado una profunda huella en mí, y uno es ése, precisamente.

    Un saludete.

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