AYER por la mañana recibí, al fin, el último volumen de la edición caldiana de Prince Valiant. Tengo que reconocer públicamente —mea culpa— que fui uno de los 300 morosos que se retrasó a la hora de pedirlo, aunque me puse las pilas de inmediato, en cuanto recibí el mensaje enviado por Caldas el pasado día 7 e hice la transferencia esa misma tarde. Lo cierto es que, apenas cuatro días después de haber cumplido con mi obligación —pues llevo el asunto casi como si fuera una especie de sacerdocio—, ya está en mi poder esta nueva obra de arte con que nos ha vuelto a regalar el esforzado editor luso. Y verán ustedes, sólo puedo decir parabienes de ella.
Creo que, hasta el momento, no había dado mi opinión personal sobre el nuevo diseño del libro. Al menos en el sitio donde lo hizo todo el mundo cuando se anunció el formato que iba a tener. Y esto ha sido así porque siempre he pensado que, en este caso concreto, lo realmente importante es el contenido, más que el continente. No obstante, ahora que ya lo tengo en mis manos, les confieso que no me gusta demasiado (o, por mejor decir, que me gusta menos que los antiguos volúmenes). Y no tanto por un prejuicio estético, cuanto porque se ha prescindido de un elemento que sí aparecía en aquellos. Me refiero a las solapas, que tanto juego daban desde el punto de vista informativo y, sobre todo, estructural. Y es que se trataba de un elemento que reforzaba de manera considerable esas cubiertas grises y sobrias diseñadas por Jesús Yugo, haciéndolas más sólidas y manejables.
Aunque dicho esto, verán ustedes: cuando uno abre las actuales —más endebles e insípidas, a pesar de tener más color— y se sumerge en las páginas encerradas en ellas, cualquier "pero" que pudiera existir queda olvidado de inmediato. Porque lo que Caldas nos ha regalado en este nuevo volumen es puritito oro, ambrosía de la más selecta (¡¡para sí la quisiera Wotan, que es como decir mi enemigo!!) y una de las ediciones más hermosas que yo pueda recordar. Y no sólo, o únicamente, por el propio trabajo de Foster incluido en el mismo —cuyo dibujo, por los años comprendidos en este volumen, brillaba a una altura que nunca jamás volvería a ser alcanzada—, sino por la primorosa restauración que ha realizado el luso y por la magnífica labor de impresión que se ha llevado a cabo.
He visto alguna que otra errata y se echan de menos los créditos explicativos con la procedencia y características técnicas (tamaño, etc.) de las tres viñetas que ilustran, respectivamente, la 1ª y 2ª anteportada así como la portada propiamente dicha. Me parece también que —sobre todo pensando en los nuevos lectores que se incorporen ahora a la serie— se podría haber introducido una aclaración sobre ese hermoso y eficaz resumen que, en dos páginas y por medio de una condensación de viñetas, ha realizado Caldas de las últimas cuatro planchas de 1948 (de la 617 a la 620), y creo que las antiguas solapas habrían sido un inmejorable lugar para hacerlo. Pero quitando estas ausencias y algunos defectos puntuales presentes en mi ejemplar, que no sé si estarán en otros —alguna manchita de tinta que no entorpece el visionado de la plancha (2ª anteportada), pequeñas y tenues huellas de suciedad, derivadas de la manipulación (humana o maquinal) de los pliegos, un rayajo en la cartela de la viñeta 2ª de la plancha 665 y el marco de una viñeta sin cerrar (plancha 635)—, puede afirmarse que estamos ante una edición casi perfecta, en la que se ve hasta la última y más delgada línea dibujada por Foster. ¡¡Y cómo se ve!!
En verdad nos hallamos ante un volumen auténticamente suculento. Y no sólo porque aparezcan incluidos en él algunos de los episodios más célebres de la saga y más queridos por los aficionados —el reencuentro de Val con Arn y el bautizo de los hijos de ambos, la aparición del joven Geoffrey/Arf, la épica misión de Val ante los pictos en la muralla de Adriano y el heroico comportamiento de Aleta, los primeros pasos del joven príncipe Arn y sus "personales" reflexiones (un genial hallazgo narrativo, hasta entonces nunca visto en los tebeos), etc.—, o porque el dibujo del maestro norteamericano alcance aquí un punto de perfección, belleza, elegancia y equilibrio que no será superado ya en años posteriores, sino porque el talento de Foster como narrador se despliega ahora hasta llegar a unas cotas inigualables, demostrando un control absoluto sobre las situaciones y sobre unos personajes cada vez más complejos y ricos desde el punto de vista psicológico. Todo lo cual da como resultado una obra maestra indiscutible con un sólido y magnífico guión, de muy altos vuelos literarios, en el que lo divino y lo humano, lo humorístico y lo trágico, lo cotidiano y lo épico se amalgaman de manera afortunada y genial, consiguiendo una fluidez y un ritmo narrativo endiabladamente buenos.
En fin, Serafín. Una auténtica delicia visual y literaria como pocas veces se ha visto, y que cualquier aficionado a esto de los tebeos debería conocer. Así es que ya saben: quien no lo haya hecho, está tardando demasiado en encargar a La Imprenta, de Uruguay, el correspondiente ejemplar de este nuevo y flamante volumen de Príncipe Valiente. Un libro en el que, como ya digo, se ha realizado una magnífica labor de recuperación de este clásico imperecedero.
Si quieren que les diga la verdad, yo aguardo ya con verdadera fruición la salida del próximo número.
Creo que, hasta el momento, no había dado mi opinión personal sobre el nuevo diseño del libro. Al menos en el sitio donde lo hizo todo el mundo cuando se anunció el formato que iba a tener. Y esto ha sido así porque siempre he pensado que, en este caso concreto, lo realmente importante es el contenido, más que el continente. No obstante, ahora que ya lo tengo en mis manos, les confieso que no me gusta demasiado (o, por mejor decir, que me gusta menos que los antiguos volúmenes). Y no tanto por un prejuicio estético, cuanto porque se ha prescindido de un elemento que sí aparecía en aquellos. Me refiero a las solapas, que tanto juego daban desde el punto de vista informativo y, sobre todo, estructural. Y es que se trataba de un elemento que reforzaba de manera considerable esas cubiertas grises y sobrias diseñadas por Jesús Yugo, haciéndolas más sólidas y manejables.
Aunque dicho esto, verán ustedes: cuando uno abre las actuales —más endebles e insípidas, a pesar de tener más color— y se sumerge en las páginas encerradas en ellas, cualquier "pero" que pudiera existir queda olvidado de inmediato. Porque lo que Caldas nos ha regalado en este nuevo volumen es puritito oro, ambrosía de la más selecta (¡¡para sí la quisiera Wotan, que es como decir mi enemigo!!) y una de las ediciones más hermosas que yo pueda recordar. Y no sólo, o únicamente, por el propio trabajo de Foster incluido en el mismo —cuyo dibujo, por los años comprendidos en este volumen, brillaba a una altura que nunca jamás volvería a ser alcanzada—, sino por la primorosa restauración que ha realizado el luso y por la magnífica labor de impresión que se ha llevado a cabo.
He visto alguna que otra errata y se echan de menos los créditos explicativos con la procedencia y características técnicas (tamaño, etc.) de las tres viñetas que ilustran, respectivamente, la 1ª y 2ª anteportada así como la portada propiamente dicha. Me parece también que —sobre todo pensando en los nuevos lectores que se incorporen ahora a la serie— se podría haber introducido una aclaración sobre ese hermoso y eficaz resumen que, en dos páginas y por medio de una condensación de viñetas, ha realizado Caldas de las últimas cuatro planchas de 1948 (de la 617 a la 620), y creo que las antiguas solapas habrían sido un inmejorable lugar para hacerlo. Pero quitando estas ausencias y algunos defectos puntuales presentes en mi ejemplar, que no sé si estarán en otros —alguna manchita de tinta que no entorpece el visionado de la plancha (2ª anteportada), pequeñas y tenues huellas de suciedad, derivadas de la manipulación (humana o maquinal) de los pliegos, un rayajo en la cartela de la viñeta 2ª de la plancha 665 y el marco de una viñeta sin cerrar (plancha 635)—, puede afirmarse que estamos ante una edición casi perfecta, en la que se ve hasta la última y más delgada línea dibujada por Foster. ¡¡Y cómo se ve!!
En verdad nos hallamos ante un volumen auténticamente suculento. Y no sólo porque aparezcan incluidos en él algunos de los episodios más célebres de la saga y más queridos por los aficionados —el reencuentro de Val con Arn y el bautizo de los hijos de ambos, la aparición del joven Geoffrey/Arf, la épica misión de Val ante los pictos en la muralla de Adriano y el heroico comportamiento de Aleta, los primeros pasos del joven príncipe Arn y sus "personales" reflexiones (un genial hallazgo narrativo, hasta entonces nunca visto en los tebeos), etc.—, o porque el dibujo del maestro norteamericano alcance aquí un punto de perfección, belleza, elegancia y equilibrio que no será superado ya en años posteriores, sino porque el talento de Foster como narrador se despliega ahora hasta llegar a unas cotas inigualables, demostrando un control absoluto sobre las situaciones y sobre unos personajes cada vez más complejos y ricos desde el punto de vista psicológico. Todo lo cual da como resultado una obra maestra indiscutible con un sólido y magnífico guión, de muy altos vuelos literarios, en el que lo divino y lo humano, lo humorístico y lo trágico, lo cotidiano y lo épico se amalgaman de manera afortunada y genial, consiguiendo una fluidez y un ritmo narrativo endiabladamente buenos.
En fin, Serafín. Una auténtica delicia visual y literaria como pocas veces se ha visto, y que cualquier aficionado a esto de los tebeos debería conocer. Así es que ya saben: quien no lo haya hecho, está tardando demasiado en encargar a La Imprenta, de Uruguay, el correspondiente ejemplar de este nuevo y flamante volumen de Príncipe Valiente. Un libro en el que, como ya digo, se ha realizado una magnífica labor de recuperación de este clásico imperecedero.
Si quieren que les diga la verdad, yo aguardo ya con verdadera fruición la salida del próximo número.
Yo también he echado en falta la consistencia que ofrecían las solapas. Además que me da la sensación de que el papel utilizado para las cubiertas es algo menos grueso que en los anteriores volúmenes. Se reduce ligeramente el número de páginas, desapareciendo las de color que iniciaban cada libro. Todo ello, supongo, hace que el precio del ejemplar sea el mismo desde hace unos años. Al fin y al cabo son minucias que no empañan la aventura en la que -cada vez menos, por desgracia- nos hemos embarcado capitaneados por el Sr. Caldas.
ResponderEliminarEstoy deacuerdo en varias cosas: 1º)Echo en falta las solapas, más que nada porque da la sensaciòn de que en cualquier momento se va a empezar a levantar el plástico de la portada por el borde, y eso da mucha rabia.
ResponderEliminar2º)Hay algunas fastidiosas erratas
3º)La edición es una auténtica gozada. No me canso de mirarla remirarla.
A mi me hubiera gustado como portada, la viñeta 5, de la plancha 707. Pero en fin..
ResponderEliminarLo que sí agradezco es la información que da Caldas en cuanto a "las tramas", que no son obra de él, y que estan hay porque ya vienen así en las pruebas en byn.
Y esto debe poner fin a la polémica de darle color a esta edición. Sencillamente NO SE PUEDE. Así que, a disfrutarla de esta manera, a pelo...
Raponchi, no se reduce el número de página. Las conté y son las mismas 112 de siempre.
ResponderEliminarA mi NO me hubiera gustado como portada la viñeta 5 de la plancha 707. Jamás me gustó (Ediciones B. O. la utilisó).
Tienes razón, 112 páginas. Supongo que me despistó el artículo de una sola página. En 1950 hubo 53 planchas de PV.
ResponderEliminarAl no estar las solapas, ser tan grande el volumen y pesar tanto las páginas --pues debemos convenir en que el papel sigue siendo bastante bueno y gruesecito--, cuando el libro se abre, estas últimas caen hacia los lados pesadamente, como los ramas de un sauce llorón. Hay que andarse con cuidado para que los bordes (y especialmente sus picos) no se golpeen o rocen, pues si lo hacen --al no haber solapas-- seguro que se doblan con más facilidad. Esta razón, y la informativa --como ya he dicho en la entrada-- son las que me hacen echar de menos ese elemento estructural de las solapas que aparecían en los anteriores volúmenes.
ResponderEliminarPero como el contenido es tan alucinante, pues me aguanto e intento olvidar ese hándicap...
Un saludo a todos, amiguetes...
Sobre las solapas, me explicó Manuel Caldas:
ResponderEliminar"El fin de las solapas (que a mí me gustan muchisimo) es simple: debido al gran tamaño del libro, la máquina de doblar de la imprenta tenía que hacer el trabajo por partes y al final muchas salían mal dobladas. No imagina el monton de ejemplares que tengo y no puedo vender porque no tienen la debida calidad de acabamento.
Las ilustraciones adicionales, a pesar de la edición no tener páginas en color, no dejarán de aparecer en futuros volúmenes."
Era de imaginar, tratándose de un editor tan cuidadoso como Caldas, que debía existir una explicación para justificar la ausencia de un elemento tan interesante en el libro.
ResponderEliminarDe todas formas, sigue siendo una lástima que desaparezcan las solapas. Pero, en fin, ¡qué se le va a hacer...!
En todo caso muchas gracias por la aportación, amigo ANÓNIMO de las 18:30 (en punto).
El tamaño del libro pide a gritos, al menos, las solapas. Mejor la tapa dura (sé que soy pesado con este tema). Pero si ya estamos hablando de reducción de costes...
ResponderEliminarA mi el nuevo diseño no me gusta nada. De todos los dibujos de Foster que se pueden utilizar elegir ese como representativo del trabajo de Foster me parece sumamente desacertado y desde luego poco tractivo. Además, es que no entiendo el motivo del cambio. Editas una obra empezando por el número 7, bien. Pues adopta el diseño de la editorial anterior y pon tu logo como han hecho tantas editoriales antes.
Ya sé que lo importante es el interior, no me digan nada que de eso no tengo quejas. Pero si ya tenemos el número 8 en el aire nos tendremos que poner las pilas porque parece que ya no somos 300.
Un saludo.
¿No es sorprendente que haya aún quien siga rehusando aceptar la idea de que, aún no comprendiendo los cambios, hubo INEVITABLES razones para hacerlos? A estas alturas, y después de tanto tiempo pasado desde el volumen 6, las personas deberían sí hacerse interrogaciones como estas:
ResponderEliminar“¿Cómo es posible que Manuel Caldas haya logrado publicar un nuevo volumen?”
O
“¿Será posible que haya conseguido lo que ni Planeta, ni Biplano ni la misma King Features parece que querían que NO hiciera?”
O
“¿Por qué hace él una edición que no le paga, ni de lejos, todo su trabajo?”
O
“¿Por qué no dedica antes Manuel Caldas todo su tiempo a la carpintería?”
Pues iba a hacer un breve comentario, pero LEÓNIDAS se me ha adelantado. Así es que no digo más...
ResponderEliminarDeseo de todo corazón (aunque sin maldad) que el Sr. Caldas sea un nefasto carpintero para que pueda dedicar su tiempo libre a otros menesteres que los demás sabemos que se le dan terriblemente bien. :)
ResponderEliminarMás sobre Prince Valiant:
ResponderEliminarwww.cloud109.blogspot.com (con fecha de 7- november-2011)
www.cloud-109.blogspot.com
ResponderEliminar(ahora sí)
Claro que salta a la vista. No nos preguntemos nada. Si llega el 8 bien si no pues nada a otra cosa y encantado de concerte.
ResponderEliminarTela
www.cloud-109.blogspot.com
ResponderEliminarHay que decir que es en inglés.
Todavía no sabemos quienes de los 300 han tirado la toalla y quienes esperan para encargar el nº 8 por navidades. ni cuales son los motivos de los que han tirado la toalla.
ResponderEliminarPuede haber muchos y variados motivos, pero no querría creer que uno de ellos es por motivo de la portada, pues por más fea que sea una vez puesto el volumen en la estanteria, ni se nota. Y como se ha dicho un montón de veces lo que importa es el interior.
La solución ya comentada de subir el precio por volumen parece no ser la más acertada.
Ya sabremos en su momento como están las cosas y que decisión toma Manuel Caldas.
El nº7 quería decir. Yo pensando ya en el 8..
ResponderEliminarA mí me gusta mucho la portada y el dibujo de Foster
ResponderEliminarUUf. ¿Aquí ya no se puede opinar libremente sin que algun "master" te lea la cartilla y trate a los compañeros como imbéciles? No me gusta la manera que algunos tienen de "informar" sermoneando. Con defensores así ya podemos dar por terminado el Príncipe de Caldas.
ResponderEliminarGracias, ENRICH, por el enlace a tan interesante entrada de blog.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, ANÓNIMO del 18/11/2011 a las 20:29 horas.
ResponderEliminarYo no me preocuparía demasiado de todas esas cuestiones. Como tú bien dices, ya nos enteraremos en su momento de lo que pasa. Efectivamente, cuando haga falta comprobaremos cómo Caldas se pone en contacto con nosotros, informándonos de cuál ha de ser el siguiente paso para poder sacar otro volumen de PV.
Mantengamos la esperanza y sigamos ayudándole (cada uno dentro de nuestras respectivas posibilidades).
Un saludo.
Gracias por tu opinión, ALFREDO. Es una más (desde luego).
ResponderEliminarEstimado ANÓNIMO del 21/11/2011, a las 16:56 horas.
ResponderEliminarPor nada del mundo desearía que tuvieras la sensación de que no se puede opinar libremente en este blog. Yo creo que sí, hombre. Otra cosa es que, quizá, algunos de nosotros mostremos nuestro parecer con cierta vehemencia. Pero nunca prohibiendo o ridiculizando la opinión de los demás (aunque no falte quien utilice el sarcasmo para hacerlo). Pero tampoco hay que enfadarse demasiado por ello...
En cualquier caso, confío en que un servidor no esté metido en esa categoría tan antipática que has descrito de "master que lee la cartilla". No desearía, en absoluto, dar tal sensación, pues lo que busco y pretendo al dejar completamente abiertos estos comentarios es el desarrollo de un debate (o, mejor dicho, de una charla) absolutamente libre y realizada entre gente a la que le gustan los tebeos y que disfrutan con ellos.
Un saludo.
De verdad, muchachos: ¿no creeis que sería mejor firmar con un pseudónimo, en vez de con el impersonal ANÓNIMO...?
ResponderEliminarTodo esto dicho de buen rollo, ¿eh? No os vayáis a cabrear... Je, je, je...