miércoles, 14 de diciembre de 2011

LA CRÓNICA (ITALIANA) DE UN FINAL ANUNCIADO: A PROPÓSITO DE LA REVISTA "TRINCA"



HOY la cosa va de revistas. De revistas y de tebeos. O, por mejor decir, de revistas dedicadas a los tebeos, por supuesto. Y es que, atrapado de nuevo por la nostalgia, he querido bajar hasta el Nibelheim una entrada que traerá considerables recuerdos a los más talluditos de entre nuestros honorables visitantes. Se trata de la traducción de un breve, pero significativo, texto firmado por Claudio Bertieri —"direttore responsabile" de la prestigiosa revista italiana Sgt. Kirk, que dirigía Florenzo Ivaldi—, donde se da noticia de la cancelación y cierre de la revista Trinca. Apareció publicado, casi a modo de editorial, en la página 1 de su número 33 (correspondiente a julio-septiembre de 1973) y es importante porque da testimonio de la trascendencia que la mítica publicación española tuvo en el panorama tebeístico europeo de su época. Helo aquí:
«Llegado al sexagésimo quinto número, la revista quincenal TRINCA ha tirado la toalla. Debería retornar en octubre, reestructurada y con periodicidad distinta. Dejando a un lado el futuro —que auguramos próspero al equipo madrileño—, el hecho requiere un comentario. Por méritos propios al arte del cómic había encontrado una cabecera de absoluto prestigio, atrevida en lo autóctono de sus propuestas (ningún autor extranjero entre sus páginas), puntual en la información (algunas excelentes rúbricas), solícita en la propuesta de historias y personajes más allá de lo habitual. Tras la desafortunada experiencia de Drácula (realizada por Luis Gasca para "lanzar" a los Maroto, Siò, Beà, Solsona), la nueva revista, en tres años, ha realizado un programa casi irrepetible, sobre todo en el área difícil de lo insólito. Peter Petrake (Miguel Calatayud), Haxtur y Mathai-Dor (Víctor de la Fuente), Las máquinas (Fernand) se colocan entre los éxitos recientes de mayor significancia en cuanto a la visualidad. Pero también la aventura tradicional —una "tradicionalidad" revisitada, no obstante, con autonomía de signo y de fantasía— ha expuesto obras de notable nivel: Manos Kelly y El Cid (Antonio Hernández Palacios), la adaptación del Libro de la selva (Juan Arranz), Kronan (Jaime Brocal Remohí). Aparte —y puede tratarse de una elección personal— los destacables resultados de las planchas satíricas de Nieto y Ventura: una propuesta en verdad insólita, caracterizada por el estilo surrealista y alocado de los Hermanos Marx. Trinca ha marcado, ciertamente, una época: la de los primeros años setenta. Es el mínimo reconocimiento que le debemos».

Adviértase cómo Bertieri destaca acertadamente en su breve reseña todos y cada uno de los aspectos que hicieron tan especial e irrepetible la andadura editorial de Trinca: calidad innegable de contenidos, magnífica presentación, propuestas innovadoras, alternancia y variedad de series (con amplia oferta para todo tipo de público), etc. Y todo ello en una revista que, como bien precisaba el teórico italiano, se nutrió casi exclusivamente de artistas patrios (con la excepción de autores como Toppi y algún otro, que colaboraron de manera esporádica en algún número), lo cual es un testimonio fehaciente de la "cantera" de historietistas que existía por aquellos años en España, y de todo lo que habría podido llegar a hacerse en el caso de que las condiciones e infraestructuras hubieran sido otras, y no las paupérrimas que había en nuestro país por aquellas fechas, siempre presididas por la excepcionalidad.

En fin, de poco vale ya lamentarse, pero es indudable que de aquellos polvos vienen nuestros lodos actuales (y casi endémicos), cuando hablamos de historieta en España.

Cierro la entrada con un par de imágenes del número de Sgt. Kirk donde se publicó la reseña de Bertieri: la portada y la página en que aparece ésta.



3 comentarios :

  1. Rescatas un documento de lo más interesante y revelador sobre la importancia de "Trinca" en una época en la que la comunicación entre países era mucho menor.

    Impacientes Saludos.

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  2. Hola, PAblo. ¿Qué tal?

    Efectivamente, así es. Y muy apropiada tu observación sobre la menor fluidez en las comunicaciones entre comiqueros (que viene pintiparada para destacar, aún más si cabe, la capacidad de trascender fronteras que tuvo nuestra Trinca).

    Mas date cuenta de una cosa: se hablaba menos, ¡¡pero no veas lo que se hacía!! Fíjate, si no, en los nombres que aparecen en el índice de Sgt. Kirk y recuerda los que figuraban, por aquella misma época, en los de Trinca. ¡¡Puritito oro, vamos...!!

    Una época ciertamente dorada...

    Te devuelvo los saludos, pero pacientemente.

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  3. Yo debo ser de esos talluditos que dices. Trinca fue insólita y excepcional, en gran parte la culpable de esta afición ruinosa (junto con Burulan, Blueberry, Asterix y Corto Maltés).

    Sería un sueño una reedición de la evista tipo Creepy o Eerie. Sorprendería a muchos sus contenidos innovadores y nunca repetidos. Mas que el comienzo de una etapa marcó la culminación de una generación. Mas allá no hubo nada. Los que pudieron se fueron a Francia. Y los que no, se quedaron aqui con la mediocridad que nos caracteriza.

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