MENUDA jarana que se ha montado a cuenta de los dicharacheros comentarios que algunos de los colaboradores de la flamante alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, hicieron cuando aún repudiaban el sistema y buscaban echar de él a quienes ellos denominaban "los de la casta"... Especialmente con los desafortunados chistes de Guillermo Zapata, que iba a ser delegado cultural y concejal del Ayuntamiento de Madrid y que sólo podrá ejercer de lo segundo (por obra y gracia de la adorada Manuela...).
Las dos Españas de siempre —las que habían de helarnos el corazón, al decir de Antonio Machado— se han vuelto a levantar ahora para defender una u otra posición: la de quienes creen que todo se puede decir —que en el humor todo vale—, y la de quienes piensan lo contrario. No deja de haber razones a favor en ambos bandos, así como contradicciones poderosas, pues es la ideología la que los mueve en idéntica proporción. Y se manifiestan con la vehemencia y el sectarismo que siempre han demostrado para otras cosas: excusando a los suyos y condenando a los otros a la gehena. Yo, la verdad, no veo tanta diferencia entre unos y otros, aunque sus respectivos acólitos se esfuercen para querernos hacer ver que sí.
En todo caso me alegra sobremanera que a personas como Zapata, Pablo Soto o Jorge García Castaño —todos ellos miembros del gobierno municipal de Carmena y todos pillados con las manos en el twitter— se les haya despertado el sentido de la responsabilidad cívico-política tanto como aseguran y quieran ejercer, con honestidad y sin sectarismo, los cargos para los que han sido elegidos por los ciudadanos. Me alegra mucho, por ejemplo, que Zapata haya reconocido la inconveniencia de su chiste antisemita —ése que sus colegas dicen que ha sido descontextualizado con mala fe (¿por qué, entonces, las excusas?)— y también que pida perdón pública y contritamente a Irene Villa, o a la familia de Marta del Castillo, por haber bromeado con respecto a sus desgraciadas circunstancias.
De igual modo, me satisface sobremanera que Pablo Soto —quien en su momento pensó echar mano del kalashnikov y utilizar otras medidas igual de expeditivas para acabar con las injusticias que, según él, cometía el PP, o que proponía torturar y asesinar a Alberto Ruiz Gallardón (que no es santo de mi devoción, por cierto, pero al que servidor no le tocaría ni un pelo)— haya confesado estar también muy arrepentido, como declaró su jefa de filas en el Ayuntamiento de Madrid, ayer mismo, en la entrevista que le realizó la inquebrantable Ana Pastor.
Y ahora lo que estoy esperando es que también Jorge García Castaño salga a explicar qué ventolera le dio cuando publicó en Twitter —¡ay, madre, qué tendrá el Twitter!— que habría que empalar a Toni Cantó, miembro del único partido político que, hasta el momento y por lo que yo sé, ha hecho cosas de verdad para acabar con la corrupción, castigar a los culpables y mejorar la vida de los ciudadanos. Medallas todas que ahora, al parecer, quieren prenderse en la pechera Ciudadanos y Podemos a la par...
En fin, Serafín... No sé qué tendrá el poder (seguro que no sólo es vértigo), pero lo cierto es que siempre despierta el sentido de responsabilidad en quienes parecían carecer de él. Guillermo Zapata ha bloqueado su cuenta de Twitter (dice que para intentar calmar un poco los levantiscos ánimos durante estos días). En cuanto a Pablo Soto, parece ser que ha dado de baja el blog en el que soltaba algunas de sus lindezas. Unos quemaban papeles meses atrás; otros intentan borrar su rastro digital ahora. El caso es escondernos algo...
Bueno, y a continuación, como siempre, el dibujito en blanco y negro (dos, por el precio de uno). ¡Que no se diga...!
Añadido el 16/06/2015, a las 14:01 horas: el cúmulo de despropósitos y salidas de tono de algunos de los nuevos dirigentes de Podemos salidos tras las últimas elecciones parece que no tiene final, como lo demuestran las informaciones que vienen circulando desde ayer mismo por la red y los medios tradicionales de información, a propósito de Alba López Mendiola, posible sustituta de Guillermo Zapata en el caso de que éste renunciara también a su acta de concejal en el Ayuntamiento de Madrid y autora de una serie de tuits —en una cuenta que, curiosamente, ya ha cancelado— que no tienen desperdicio. Veamos algunos ejemplos recuperados gracias a la caché de Google:
En mi opinión, y a la vista de lo que se está sabiendo, creo que lo peor y más grave de todo lo ocurrido no ha sido lo de los chistes de Zapata (lo suyo denota una línea de pensamiento y una sensibilidad concreta, ciertamente, pero también es verdad que se dijo dentro de cierto contexto). Me parecen mucho más graves los comentarios de Soto, García Castaño y estos últimos de López Mendiola, por el sectarismo fanático que traslucen y la apologia de la violencia a la que llaman. Y, sin embargo, nadie ha insistido tanto en ellos. ¿Estaremos desviándonos de lo que, de verdad, importa?
Las dos Españas de siempre —las que habían de helarnos el corazón, al decir de Antonio Machado— se han vuelto a levantar ahora para defender una u otra posición: la de quienes creen que todo se puede decir —que en el humor todo vale—, y la de quienes piensan lo contrario. No deja de haber razones a favor en ambos bandos, así como contradicciones poderosas, pues es la ideología la que los mueve en idéntica proporción. Y se manifiestan con la vehemencia y el sectarismo que siempre han demostrado para otras cosas: excusando a los suyos y condenando a los otros a la gehena. Yo, la verdad, no veo tanta diferencia entre unos y otros, aunque sus respectivos acólitos se esfuercen para querernos hacer ver que sí.
En todo caso me alegra sobremanera que a personas como Zapata, Pablo Soto o Jorge García Castaño —todos ellos miembros del gobierno municipal de Carmena y todos pillados con las manos en el twitter— se les haya despertado el sentido de la responsabilidad cívico-política tanto como aseguran y quieran ejercer, con honestidad y sin sectarismo, los cargos para los que han sido elegidos por los ciudadanos. Me alegra mucho, por ejemplo, que Zapata haya reconocido la inconveniencia de su chiste antisemita —ése que sus colegas dicen que ha sido descontextualizado con mala fe (¿por qué, entonces, las excusas?)— y también que pida perdón pública y contritamente a Irene Villa, o a la familia de Marta del Castillo, por haber bromeado con respecto a sus desgraciadas circunstancias.
De igual modo, me satisface sobremanera que Pablo Soto —quien en su momento pensó echar mano del kalashnikov y utilizar otras medidas igual de expeditivas para acabar con las injusticias que, según él, cometía el PP, o que proponía torturar y asesinar a Alberto Ruiz Gallardón (que no es santo de mi devoción, por cierto, pero al que servidor no le tocaría ni un pelo)— haya confesado estar también muy arrepentido, como declaró su jefa de filas en el Ayuntamiento de Madrid, ayer mismo, en la entrevista que le realizó la inquebrantable Ana Pastor.
Y ahora lo que estoy esperando es que también Jorge García Castaño salga a explicar qué ventolera le dio cuando publicó en Twitter —¡ay, madre, qué tendrá el Twitter!— que habría que empalar a Toni Cantó, miembro del único partido político que, hasta el momento y por lo que yo sé, ha hecho cosas de verdad para acabar con la corrupción, castigar a los culpables y mejorar la vida de los ciudadanos. Medallas todas que ahora, al parecer, quieren prenderse en la pechera Ciudadanos y Podemos a la par...
En fin, Serafín... No sé qué tendrá el poder (seguro que no sólo es vértigo), pero lo cierto es que siempre despierta el sentido de responsabilidad en quienes parecían carecer de él. Guillermo Zapata ha bloqueado su cuenta de Twitter (dice que para intentar calmar un poco los levantiscos ánimos durante estos días). En cuanto a Pablo Soto, parece ser que ha dado de baja el blog en el que soltaba algunas de sus lindezas. Unos quemaban papeles meses atrás; otros intentan borrar su rastro digital ahora. El caso es escondernos algo...
Bueno, y a continuación, como siempre, el dibujito en blanco y negro (dos, por el precio de uno). ¡Que no se diga...!
Añadido el 16/06/2015, a las 14:01 horas: el cúmulo de despropósitos y salidas de tono de algunos de los nuevos dirigentes de Podemos salidos tras las últimas elecciones parece que no tiene final, como lo demuestran las informaciones que vienen circulando desde ayer mismo por la red y los medios tradicionales de información, a propósito de Alba López Mendiola, posible sustituta de Guillermo Zapata en el caso de que éste renunciara también a su acta de concejal en el Ayuntamiento de Madrid y autora de una serie de tuits —en una cuenta que, curiosamente, ya ha cancelado— que no tienen desperdicio. Veamos algunos ejemplos recuperados gracias a la caché de Google:
En mi opinión, y a la vista de lo que se está sabiendo, creo que lo peor y más grave de todo lo ocurrido no ha sido lo de los chistes de Zapata (lo suyo denota una línea de pensamiento y una sensibilidad concreta, ciertamente, pero también es verdad que se dijo dentro de cierto contexto). Me parecen mucho más graves los comentarios de Soto, García Castaño y estos últimos de López Mendiola, por el sectarismo fanático que traslucen y la apologia de la violencia a la que llaman. Y, sin embargo, nadie ha insistido tanto en ellos. ¿Estaremos desviándonos de lo que, de verdad, importa?
Lo de las excusas supongo que viene porque contextualizado o no, el chiste ha ofendido a muchas personas.
ResponderEliminarA mí, más allá del tema político y de unos y otros me interesa más lo del tema mediático, lo de dejar por la red cosas que no pensamos que van a ir más allá de que nos lean cuatro amigos y las consecuencias posteriores que eso puede tener.
Yo podría hacerte aquí un chiste "ofensivo" qué sé yo sobre qué y pensar que la cosa queda aquí y que ambos no echaríamos unas risas (o no; que esto del sentido del humor es como lo de los gustos) y equivocarme totalmente acerca de las consecuencias en las que podría derivar. Y en los blogs (que están más bien muertos) la cosa puede
"camuflarse " u "ocultarse" mejor, pero en cosas como twitter o facebook, difícil arreglo una vez que metes la pata (consciente o inconscientemente).
Linchamientos virtuales
Y ya puestos. Los chistes, contextualizados o no, a mí no me hacen gracia. No me ofenden, pero entiendo que puedan resultar totalmente ofensivos. Pero mucho más ofensivos me han parecido comentarios u acciones de otros políticos que he leído o escuchado por ahí, que no eran ni chistes ni tenían gracia alguna, y por los que ni han pedido perdón, ni han dimitido.
Un saludo.
Hola David, buenas (como siempre blogger me dice que he sobrepasado el límite de caracteres admitidos en un comentario, así es que dividiré mi mensaje en dos partes).
EliminarEs evidente que el problema de lo que llamas "linchamientos virtuales" está ahí y que no se va a ir de paseo, porque es una consecuencia de las tecnologías de la información (que tienen cosas buenas y malas, como todo en esta vida). Pero el asunto es más sencillo de lo que parece y hasta puede tener su parte positiva: los bocazas, los maleducados y los imprudentes (de todo signo) ahora se pensarán dos veces lo que escriben. No me parece mal, la verdad. Porque ¿qué gracia tenían los chistes de Zapata, los comentarios de Soto, García Castaño o López Mendiola (que ya están saliendo a la luz) y la gracieta de la gilipollas a la que le cayó la del pulpo por bromear sobre el atentado en Boston? Pues más bien poca, desde luego. Y, sobre todo, que no eran cosas para ser publicadas y dejarlas por escrito.
Quizá gracias a los peligros intrínsecos en este tipo de tecnologías (el hemerotequismo digital) empecemos a recuperar una idea que, en mi opinión, se viene perdiendo desde hace mucho tiempo: la conciencia de que en los espacios públicos no podemos comportarnos igual que en el ámbito privado (por respeto a los demás, más que nada). La mala educación se da en las redes sociales, pero también en los transportes públicos (cada vez es más habitual, por ejemplo, ver a la gente con los pies encima de los asientos, como si estuvieran bebiendo cervecita en su casa), en las salas de espera de los hospitales, al ir andando por la calle (hoy nadie se para para ceder el paso e incluso algunos te arrollan cuando vas tranquilamente por tu camino), etc. Pensarás que una cosa no tiene que ver con la otra, pero están íntimamente relacionadas. En el caso de las nuevas generaciones, además --me refiero a los nacidos después de caer la dictadura--, se da la circunstancia de que están acostumbradas a vivir sólo en democracia y a decir siempre lo que les sale de los cojones, sin pensar en consecuencias de ningún tipo. Eso está bien, desde luego, pues significa que crecieron en libertad; pero ello tiene también sus riesgos y consecuencias. Es decir, se trata de la responsabilidad que todos tenemos por vivir en sociedad (ni más, ni menos), y de que cada uno debe estar preparado para asumirla en función de sus acciones (o tuits, en este caso). En el fondo, de lo que estaríamos hablando (¡¡una vez más!!) es del tan cacareado problema de la libertad individual (y de expresión), que ha de tener ciertos límites (frente a lo que otros propugnan), por la sencilla razón que acabo de esgrimir: vivimos en sociedad y no podemos hacer (o decir) lo que nos salga de los "güevos". Bueno, sí que podemos hacerlo, pero asumiendo las responsabilidades por ello. Y para decidir qué se puede hacer y qué no, precisamente están los jueces, no los ciudadanos, ni los políticos, ni los humoristas gráficos. Sólo los jueces. Así es como se actúa en los países democráticos (me parece a mí).
(SIGUE...)
EliminarEn cuanto al final de tu mensaje repito (más bien cito casi literalmente) lo que ya he escrito en otros lugares estos días, para responder a quienes defienden a Zapata y sus colegas, acusando los malos comportamientos en políticos de otros partidos (especialmente el PP): no me vale lo que han hecho otros antes, porque eso sería como el "y tú más" de toda la vida. Vamos a ver: los de Podemos y sus filiales aparecieron ante nosotros más jacobinos que Robespierre y diciendo que con ellos iniciaríamos una nueva era en política. Se presentaron al mundo como ejemplo de que las cosas podían hacerse de otro modo y se mostraron inflexibles con todos y con todo lo que ya existía antes de llegar ellos. Bien, pues el movimiento se demuestra andando (y se ha visto ya con este caso, lo que me parece estupendo). No pueden exigir pureza a los demás y quedar al margen de sus propios errores. Ya sabes, aquello de "con la vara que mides serás medido...". Por ello, ahora estoy esperando también unas convicentes explicaciones de Soto, García Castaño y López Mendiola, por sus reiterados mensajes en los que deseaban todo tipo de lindezas a otros políticos y personas. Pero más allá del buenismo ése de: "ellos eran jóvenes", "están muy arrepentidos", "fue hace muchos años", etc. Ahora son políticos, no particulares, y están obligados a explicar todo eso.
Aunque, en el fondo, te lo confieso: lo peor no ha sido lo de Zapata (lo suyo denota una línea de pensamiento, es verdad, pero también es verdad que se dijo dentro de cierto contexto). Me parecen mucho más graves los otros comentarios de sus compañeros de partido (por el sectarismo fanático que traslucen). Y, sin embargo, nadie ha insistido tanto en ellos.
Un saludete y gracias (como siempre) por seguir visitando el Nibelheim.
EliminarBueno, los chistes tendrán ninguna, poca, alguna o mucha gracia para unos u otrosY no sé si los imprudentes se lo pensará dos veces. Por algo son imprudentes, ¿no? A la chica de Boston le cayó la del pulpo por disfrazarse de algo que había ocurrido recientemente. Al final es lo que comentan de humor = tragedia + tiempo…porque si hubieran pasado 90 años del atentado, lo más probable es que nadie hubiera hecho ni caso del tema. Al final todo se reduce a la distancia o la proximidad que tengas con el asunto. Y también lo que comentan en el mismo artículo: ¿qué hubiera pasado con Alicia Ann Lynch si hubiera hecho la misma broma, con la misma foto, en 1970, antes de la Red? La foto la habrían visto solo sus amigos y su jefe difícilmente la hubiera despedido por esa broma de mal gusto pero de alcance exclusivamente doméstico. El caso es interesante porque evidencia cómo las redes sociales magnifican episodios que, sin esa difusión masiva, hubieran sido mucho menos importantes. Pero es lo que comentas. Tal vez no son cosas para ser publicadas o dejarlas por escritos. Los chistes de ámbito privado, deberían quedar en dicho ámbito. Con lo que comentas del comportamiento en los espacios públicos, estoy totalmente de acuerdo.
En cuanto al final de mi mensaje… No es que defienda a Zapata diciendo que otros han hecho lo mismo (no lo hago, pero sí tengo claro que estoy muy lejos de condenarle). Pero es que si tampoco vemos la distinta vara de medir que han empleado los medios de comunicación en este tema, no estaríamos siendo muy justos, me parece a mí, porque la vara de medir es muy distinta en unos casos u otros, se quiera ver o no, seas de un sitio u otro. El editorial de El País podía haberse titulado ¡Quiero la cabeza de Guillermos Zapata!
Y luego está el tema del humor. Si uno del PP, del PSOE, de IU o de Podemos hace un chiste racista, ofensivo o yo qué sé… me gustará o no, me reiré o no, pensaré que menudo impresentable o no, pero creo lo “disculparé” mucho más que si es un comentario desprovisto de humor alguno (el comentario de R. Hernando con lo de los descendientes de las víctimas del franquismo, por ejemplo; o el de Monedero con lo de que los de Ciudadanos son un partido de pijos; ¡toma generalizaciones estúpidas!). Y desde luego, acepto mejor el humor, más blanco o negro y venga de donde venga que acciones como la de usar tarjetas black, evadir dinero, manipular contratos públicos, etc… No es cuestión de “y tú más”. Es cuestión de fijarnos en qué es “más” y qué es “menos” o a qué se le da más o menos importancia desde los medios de comunicación.
Sobre los comentarios de la gente de Podemos. Alguien muy cercano a mí, cuando hablábamos de los temas de corrupción, solía comentar que en estos casos lo que hacía falta era colgar a los políticos de las farolas. Dudo mucho que haya escrito algo así o del estilo por la red, pero es que además sé perfectamente que esa persona no solo estaría muy lejos de hacer eso que comentaba, sino que tendría mi plena confianza en el en caso de que accediera a un cargo público (cosa por otro lado muy dudosa, conociéndole como le conozco)…
Respecto a “están obligados a explicar todo eso”. Espero que sea que “están obligados” y no que“están condenados”, porque como el ejemplo que te he puesto arriba, si alguien grabara una conversación con esta persona a la que he mencionado , y luego dijeran que debería dimitir por soltar esas chorradas (en privado), me quedaría asombrado. Porque sé que esa persona de vez en cuando puede soltar alguna burrada con intención de “provocar”, pero no tengo duda alguna de su honestidad y sus valores éticos.
Por otra parte, tal vez la chica del disfraz de Boston ha hecho una gilipollez, pero no la voy a calificar de gilipollas. Sé que yo mismo he hecho y dicho muchas idioteces, pero me gustaría pensar que no soy idiota (o que al menos trato de corregirme). No sé…
Por lo demás, no hay de qué. Es un placer pasar de visita... Eso sí...corresponde tú de vez en cuando también (jaja).
Un saludo.
El asunto es que el grado de violencia verbal que exhiben algunos (y siempre de la misma cuerda) en las redes sociales, disfrazado de humor o no, parece preocupante. Y más aún porque si no se les ríe la gracia, les falta tiempo para tachar al resto de fachas, incultos y cavernarios. Es que no tienen sentido del humor, claro. Ya se sabe, si no respaldas algunas cosas eres un fascista, y si sí lo haces eres un activista.
EliminarLo de la violencia verbal lo he visto en todos sitios. En un lado y en otro. Para ser más preciso... en un sitio tan "neutro" como youtube, la gente decía verdaderas barbaridades porque alguien equivocadamente atribuía una canción a un músico, prefería un doblaje latino a uno español, o a los subtítulos, o le gustaba determinado vídeo o artista musical...
EliminarAsí que creo que la cosa va más por el hecho de que fachas, incultos y cavernarios somos todos. Algunos en mayor medida, claro. Otros son tan educados que apenas se les nota y da gusto hablar con ellos.
Yo tenía un amigo con el que me encantaba mailearme de vez en cuando y así saber de él . Un día le vacilé por lo que había tardado en responderme y me soltó un improperio (violencia verbal) y nunca más se supo. Y es que la gente es muy extraña... Vale que igual no le hizo gracia mi gracia, pero creo que se pasó un poco... No había que por qué ser tan cavernario, ¿no? Ojalá todos fuéramos como Foster, que desborda comprensión hacia el ser humano...
Este es un debate estéril. Pase lo que pase, este país "tan sabio" se moverá por el apoyo a los de su tribu siempre. Se haga lo que se haga, se diga lo que se diga, siempre se encontrará una forma de disculpar a los propios y acusar a los ajenos. Vaya, resulta que eso no es tan nuevo...
ResponderEliminarNo tiene por qué ser un debate estéril. Siempre puedes rescatar al Viernes de turno de alguna tribu enemiga, Robinson.
ResponderEliminarcreo que es más acertado decir tribu "canibal" que "enemiga" y no solo porque la referencia es más precisa.
Eliminar¿Rescatar dialécticamente? Nunca se convence a nadie de nada.
EliminarTienes razón. Me has convencido.
EliminarUn amigo me ha pasado esto: http://www.vice.com/es/read/oye-y-si-habeis-hecho-el-gilipollas-y-os-habeis-cargado-a-un-buen-concejal-873?utm_source=vicefbes
ResponderEliminarMe parece que está bien, aunque no estoy muy seguro en lo posible del buen concejal Seamos serios; no hay concejal bueno (jaja).
¡Ah! Aclaro que a mí en el tema de Vigalondo, si "El País" (o el grupo Prisa) consideraba que adiós muy buenas porque el hombre había metido la pata, pues estaba en su derecho como empresa. Vigalondo podía seguir contando sus chistes desde otro blog, pero ya no con el patrocinio de ese periódico (que vista la trayectoria del periódico casi diría que hasta mejor, ¿no?)... Así que no fue para tanto... Uno tiene que saber en qué sitio trabaja, qué pública y cómo (porque la excusa de que estaba borracho creo que es más divertida que los chistes que se marcó)