domingo, 30 de enero de 2011

UCRONÍAS MUSICALES


ANDO enfrascado, desde ayer, en la lectura de la correspondencia Wagner-Liszt —según la modesta pero cómoda selección que publicó la editorial Espasa Calpe, allá por 1947, dentro de su clásica y nunca suficientemente ponderada colección Austral—, y en una epístola de Franz a Richard, fechada en Weimar el 25 de marzo de 1856 (la quincuagésimo quinta de la selección referida), me he dado de bruces con un jugoso párrafo que ha llamado poderosamente mi atención, motivo por el cual he decidido redactar esta nota. Hélo aquí:

«Desde hace varios años, es decir, desde que tomé seriamente el partido de satisfacer las exigencias de mi profesión de artista, no puedo ya contar con un suplemento debido a los editores de música. Mis poemas sinfónicos [...] no me producen ni un céntimo de derechos de autor; incluso me cuestan una suma bastante considerable que estoy obligado a desembolsar por la compra de los ejemplares que he de distribuir entre mis amigos. Mi misa, mi sinfonía de Fausto, etcétera, son igualmente trabajos absolutamente improductivos y durante algunos años todavía no tengo ninguna esperanza de ganar dinero. Felizmente llego a lo suficiente, pero es preciso que viva muy estrechamente y que trate de evitar contrariedades que pudieran ser enfadosas para mi posición».(1)

¡Ay, el parné! ¡El sucio y maldito parné!

Siempre se ha sabido —de hecho constituye un tópico recurrente— que Richard Wagner no conoció durante la mayor parte de su vida sino penalidades y sobresaltos sin cuento por causa del dinero. Que siempre estuvo acuciado y perseguido por acreedores y que nunca jamás, sólo en los últimos años de su existencia, pudo quitárselos de encima, por obra y gracia de mecenas tan munificentes como el caprichoso y nostálgico Luis II de Baviera. Ahora bien, también hay que decir, en descargo de sus numerosos deudores —quienes llegaron a ser legión—, que Wagner vivió muy por encima de sus posibilidades, y que nunca dejó de gastar generosamente lo que no era suyo, pues consideraba que el mundo se lo debía por su genio:

«Soy otra clase de organismo —decía el músico de Leipzig—, mis nervios son hipersensibles. ¡Debo rodearme de belleza, esplendor y luz! ¡El mundo me debe lo que necesito! ¡No puedo vivir la miserable existencia de un organista de pueblo como [...] Bach! ¿Tan sorprendente es que crea merecer un poco de lujo que me da placer? ¿Yo, que tengo tanta satisfacción que dar al mundo y a miles de personas?».(2)

Pero dejemos a Wagner con sus perennes quejas contra lo mal que le trataba el mundo y volvamos a Liszt, pues hay dos cosas en el pasaje de su texto citado que me gustaría destacar.

En primer lugar, resulta bastante curioso comprobar que también él atravesara dificultades económicas y financieras tan acuciantes acaso como las de, quien andando el tiempo, acabaría convirtiéndose en su yerno. Es un tanto sorprendente que el hombre cosmopolita, el músico reconocido, el pianista admirado, el atractivo conquistador, que este Don Juan de la música —apelativo que, en absoluto, le viene pequeño, merced a sus numerosas conquistas femeninas— anduviera oprimido por tales estrecheces económicas. Él, que siempre estuvo en contacto con la nobleza y que yació, incluso, con algunos de sus representantes femeninos más conspicuos, como lo demuestran sus relaciones con la condesa Marie d'Agoult, la princesa Olga Janina, la baronesa Olga Meyendorff y la princesa Carolyne de Sayn-Wittgenstein, entre otras (todas amantes suyas, siendo la primera de ellas madre de los tres hijos ilegítimos de Liszt, entre los que estaba la famosa Cósima, que acabaría desposándose con Richard Wagner).

El segundo aspecto curioso del texto —más llamativo aún que el primero— es que unos creadores tan enormes y geniales, unos artistas que tanto han aportado a la Humanidad y que han contribuido, como pocos, a nuestra felicidad pasaran por tales estrecheces, y apuros. ¡Qué diferencia con lo que ocurre hoy día, verdad? Donde hasta el más mediocre de los afina-pitos cree tener derecho a vivir de su "arte" —muchas veces subvencionado—, y no se para en barras a la hora de conseguirlo. ¡Pero es que lo tiene tan fácil! Le basta con asociarse a una entidad privada en la que el Estado ha descargado sus competencias para alcanzar ese objetivo. Y lo que es peor: duerme con la conciencia bien tranquila, aun sabiendo que parte de lo que ingresa en concepto de "derechos" de autor le ha sido robado previamente a los ciudadanos por medio de una exacción llamada eufemísticamente "canon digital" (que no por legal deja de ser completamente injusto).


 El atractivo Liszt de la juventud, junto al retrato de sus dos principales amantes:
Marie d'Agoult (centro) y Carolyne Wittgenstein (derecha)

Pues bien, pongámonos ucrónicos: ¿se imaginan lo que habría llegado a ocurrir si aquellos grandes artistas del pasado se hubieran empeñado en cobrar de acuerdo a la trascendencia y grandeza de sus creaciones? ¿Qué efectos para la popularización de la cultura habría tenido el hecho de que músicos como Monteverdi, Bach, Beethoven, Liszt, Wagner, Verdi y otros muchos maestros hubieran presionado a los gobernantes de su época para exigir cobrar en proporción a su inmenso potencial creativo? Menos mal que cuando vivieron aquéllos no existía aún la SGAE ni la Ley González Sinde. Menos mal, digo; pero no por el hecho de escabullirles sus derechos de autor, sino porque la mayoría de nosotros no hubiéramos podido disfrutar de sus maravillosas creaciones, al ser incapaces de pagar los correspondientes "cánones".

En fin, Serafín. Mi intención al redactar la entrada no ha sido, ni mucho menos, poner en solfa el derecho que todo creador tiene a ser retribuido por su obra y por el uso que se haga de ella. Pero a ver si conseguimos, de una vez por todas, que la creación artística sea algo más que un puro mercadeo de dinero, de modo que entre la escandalosa situación que vivieron en el pasado geniales artistas como Liszt, Wagner y otros y lo que defienden quienes se muestran partidarios de la voracidad recaudadora de la actual SGAE, encontramos un punto medio (y justo) que beneficie por igual a los "creadores" y a los ciudadanos. Vamos, que no sean estos últimos los únicos en pagar el pato (y por doble partida, además).

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(1) Carlos Bosch (ed.), Wagner-Liszt. Correspondencia, Madrid, 1947 (2ª ed.), pp. 99-100 (las negritas son mías).
(2) Citado en Howard Gray, Wagner, Barcelona, 2002, p. 134.

7 comentarios :

  1. Admirado Alberich,

    Esta portada es fantástica, bella, deliciosa... me encanta.

    ¿Nos quedamos aquí o seguimos con el de las llamas?

    Luego, comentaré con calma su interesante artículo.

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  2. Hola Balsera de mis entretelas...

    ¿Le gusta el nuevo blog? Me alegro de verdad. Aunque he de confesarle que el mérito no es nuestro, pues teniendo la ayuda del gran Arthur Rackham era prácticamente imposible fallar.

    Pregunta que dónde debe visitarnos. ¡Parece mentira...! Usted puede hacer lo que le plazca. Tiene libertad absoluta para moverse tanto en el antiguo Nibelheim —hecho para la batalla y el cuerpo a cuerpo—, como en éste último —que viene a ser como el remanso de paz al que se retira todo guerrero agotado (que descansada vida la del que huye del mundanal ruido...)—.

    Bueno, dejando al margen los ripios habrá podido comprobar que Mime y yo hemos decidido dar un giro copernicano a nuestras andanzas blogueras. Y puesto que el ámbito de lo político cada vez va despertando en nosotros un mayor desinterés —entre otras razones, lo confieso, porque José Luis cada vez está más cerca de particular Dämmerung—, pues hemos decidido volcar buena parte de nuestros esfuerzos en temas culturales (que siempre son gratificantes). De ahí que decidiéramos abrir este nuevo sitio, dedicado exclusivamente a ese nuevo enfoque.

    Pero ello no significa que hayamos renunciado para siempre a nuestro viejo Nibelheim, pues hay que recordar tres cosas: 1ª) que el mundo continúa más allá de Zapatero; 2ª) que en todos los partidos políticos cuecen habas y hay garbanzos negros (si me permite la metáfora culinario-leguminósica); y 3ª) que, por ende, siempre habrá estultos a quienes denunciar y situaciones ridículas que criticar. Así pues, ambos sitios son perfectamente compatibles y se irán desarrollando en paralelo (en la medida que lo permitan nuestras escasas fuerzas y el poco tiempo de que disponemos).

    De modo que ya sabe: seguirá encontrándonos tanto aquí como en el Nibelheim (sin asterisco), y en ambos sitios estará usted como en su propia casa.

    Permítame que le bese la mano.

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  3. Me gusta mucho su nuevo blog. En primer lugar por las bellas ilustraciones y por su claridad, luego por la temática escogida.

    Le felicito y también a Mime. Su iniciativa es atractiva e estimulante, al menos para mí. Es un proyecto fresco y dinámico, creo yo. Un proyecto que a buen seguro me tendrá enganchada.

    Han conseguido, usted y Mime, estimular nuevamente mi curiosidad, mi interés por temas olvidados o mejor dicho, aparcados. Uno de estos temas es la historia de la música, ya se lo comenté ayer en su otro blog; otro, la ilustración (sigo indagando litografías) y otros indirectos, como el tratamiento de la luz en la fotografía o el encaje de bolillos...

    En fin, no lo dude, seguiré visitándoles. Le aseguro que es un placer para mí (aunque no postee).

    Besos
    (esa ilustración de usted con las deesas lo colgó una vez en el blog de Santi y me enamoró. Es deliciosa).

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  4. Sigo las huellas de BALSERA, magnífica sherpa, y me encuentro con esta preciosa novedad.

    Idea estupenda, la de abrir ventanas a un aire no contaminado por la idiocia.

    Una pregunta estúpida ¿se puede llegar aquí desde el otro blog o son dos independientes? Estas tonterías me lían.

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  5. Jejejeje. Me han dicho de todo pero sherpa nunca. Me ha encantado. Gracias, Candela.

    ¿Ha visto que bonito y limpito lo tiene?

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  6. Buenas noches, queridas mías.

    En estos mismos instantes, y desde hace unas tres horas, estoy siendo objeto de un ataque informático que me ha obligado a poner a medio gas el ordenador. El hacker hideputa que lo haya lanzado ha conseguido ponerme en "jaquer" (jus, jus, jus) y, lo que es peor, me ha hecho perder un tiempo precioso que necesito para otras cosas. En fin, espero que me disculpen, pero no puedo atenderlas como ustedes se merecen...

    De todas formas no me gustaría dejar de darle la bienvenida también a Candela quien, finalmente --y gracias a la buena guía de nuestra ondina particular-- ha terminado arribando a este rinconcito de asueto y otium (en el sentido más grecorromano y tradicional de la palabra) que es el Nibelheim con asterisco. Sean bienvenidas (a Balsera ya se lo dijo ayer) y pónganse cómodas...

    Balsera: ¡qué mala es usted! Mira que tentarme con una fémina de Manara (en concreto, la protagonista de Revolución). Por cierto, ¡hay que ver las mujeres que dibuja ese buen hombre...!

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  7. CANDELA, disculpe porque no contesté a su pregunta (con el lío del virus informático...).

    Sí, puede acceder a este Nibelheim con asterisco desde el antiguo Nibelheim, conde he colgado un enlace que trae aquí directamente. Búsquelo y ya verá cómo lo ve fácilmente.

    Un saludo cordial.

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