AHORA que tan en boga está el debate, esencialmente nominalista, en torno a la denominación que deberían recibir las obras de este Noveno Arte que nos apasiona —novela gráfica, tebeo, historieta, cómic, arte secuencial, etc.— traigo al Nibelheim un curioso documento con el que me he topado mientras repasaba, para preparar futuras entradas, mis copias de esa benemérita revista que fue Trinca.
En él, la prestigiosa cabecera juvenil incubada en el "régimen" por entonces ya agonizante daba cumplida respuesta (1) a un irónico reproche que le había lanzado Ernesto Clavé desde el inquieto fanzine Bang! (2), publicación que había irrumpido en el panorama historietístico español como elefante en cacharrería y que, a modo de Júpiter Tonante, iba diciéndole a todo el mundo lo que debía hacer. Aunque nadie puede negar que Bang!, en los diferentes formatos que circuló (ver aquí, aquí, aquí y aquí), se caracterizó siempre por su elevado espíritu crítico y por el sincero deseo de que la historieta ocupase el lugar cultural que merecía, lo cierto es que lo hizo muy a menudo otorgando a sus críticas y comentarios un toque de impertinencia —debido, seguramente, a la indignación por el yermo panorama historietístico de nuestro país— que podía llegar a resultar molesto. Claro, que ése era, en buena medida, su objetivo —molestar—, tal como quedó aclarado en el célebre editorial (de Antonio Martín, imagino) que abrió el número doble 22-23 de julio-agosto de 1971 (p. 3):
A lo largo de su andadura, incluso, Bang!-Trocha/Troya llegó a adoptar una deriva política e ideológica tan evidente y sesgada que, en mi opinión, este hecho condiciona su objetividad como revista teórica para ser utilizada hoy día y le quita actualidad a muchas de sus aportaciones, al presentarlas demasiado ancladas a los condicionantes sociales, políticos e ideológicos de la época en que se realizaron (3). Por esta razón, quizá, y a pesar de sus limitaciones —me refiero, básicamente, a su carácter eminentemente pedagógico, apolítico y algo ñoño en ocasiones—, Trinca aparece ante nuestros ojos como una publicación más actual; da la sensación de haber envejecido menos y de haberlo hecho mejor. Bien es verdad que porque no se manchó tanto con el lodo y el polvo del camino, y porque no tenía esa inmediatez y perennidad que le otorgaba a Bang! su carácter de "boletín" e "informativo". Pero volvamos a lo que nos interesa (que me voy por las ramas).
Enseguida verán que el "encontronazo" entre la emblemática revista del régimen y el humilde y respondón fanzine quedó reducido entonces a un mero rifirrafe de contenido semántico, pero no deja de ser curioso que mientras la "conservadora" Trinca parecía inclinarse por el uso de una terminología en principio más internacionalista y moderna, representada por el anglicismo "comic", fuera Bang! —cabecera caracterizada por su orientación claramente izquierdista que daba una visión ideológica de la historieta y cuyos responsables consideraban que todos los profesionales del sector (a algunos de los cuales, como a Ibáñez, acusó de tibieza y de falta de compromiso) debían convertir sus plumas y pinceles poco menos que en armas de lucha política— la sarcástica defensora de términos más casticistas, como "tebeo" o "historieta", estrechamente vinculados a una historia política y cultural española por la que el fanzine-revista no sentía la menor simpatía.
Es posible que la intención de Clavé al lanzar su reproche fuera reivindicar el valor intrínseco de cualquier historieta, pese al nombre que se le diera y, sobre todo, advertir del potencial peligro que podía ocultarse tras el uso de una terminología específica que diera pie a discriminar entre tebeos de mayor calidad ("cómics") y otros considerados "menores" (englobados bajo denominaciones que, como "tebeo" o "historieta", pudieran ser consideradas despectivas). En el fondo, si lo piensan, es un poco lo que está ocurriendo en la actualidad con la etiqueta "novela gráfica", que es utilizada a menudo —incluso entre gente de la profesión— con un sentido elitista y selectivo. De todas formas, y como el tiempo ha venido a demostrar, la acusación de Clavé era, a todas luces, injusta e iba cargada de un hipercriticismo que no respondía a la realidad, desde el momento en que Trinca demostró ser una de las primeras publicaciones que dio cabida a un verdadero cómic de autor y no parecía tener prejuicios con la terminología (como la propia redacción de la revista se encargó de aclarar, por otro lado, en su respuesta a Bang!).
En fin, Serafín. Como pueden ver ustedes la polémica conceptual en torno a la nomenclatura del Noveno Arte es mucho más antigua de lo que su actual "revalorización" nos podría hacer pensar. Ya en el año 1972 se discutía de algo que ahora consideramos candente y de lo más in. Para que vean... Pero algo hemos ganado desde entonces, no cabe duda. Quizá la "novedad" no lo sea tanto, ciertamente, pero es indudable que la "intensidad" en el debate es mucho mayor ahora, lo dicho y escrito se transmite bastante mejor —¡¡bendito Internet!!— y llega, por tanto, a más cantidad de gente. En todo caso, parece evidente que no hay nada nuevo bajo el sol...
He aquí el documento al que me refería...
Coda final.- Una última confidencia para concluir: ayer estuve en un Ábacus. No sé si ustedes conocerán los establecimientos de esta sociedad cooperativa, o siquiera si habrá alguno en su localidad, pues no es una franquicia que se haya prodigado demasiado (al menos en Madrid). Proceden de Cataluña y son grandes superficies especializadas en la venta de material escolar, juguetes, papelería técnica, libros, etc. En los que yo conozco y he frecuentado hay secciones monográficas dedicadas a la historieta y debo confesarles que, hace un tiempo, estaban bastante bien surtidas. No obstante, con la crisis se ha reducido también considerablemente el material ofrecido. Pues bien, como les iba diciendo: ayer estuve en uno de ellos —tengo la tarjeta de socio, con lo que ahorras un 5% en las compras— y se me ocurrió que podía hacerme con los dos últimos volúmenes de La Gran Colección de Astérix que me quedaba por adquirir: La hoz de oro y Astérix gladiador (¡ya ven ustedes, al final he picado! ¡y decía que no!). Me dirigí a la sección de cómics que tiene la tienda (cada vez más pequeña, como ya les digo) y después de buscar detenidamente... ¡Nada! Ni un solo ejemplar de Astérix. Había material de Glénat y Norma (por supuesto), superhéroes (Panini, Planeta...) y mucho de lo que ahora están publicando otras editoriales como Astiberri, Sins Entido, etc. Es decir, la llamada "novela gráfica". Pero del rubio guerrero galo, nasti monasti. El caso es que, descorazonado y sorprendido —pues se trata de un material que se vende muy bien y que no suele faltar en ninguna tienda con libros y tebeos—, he echado una última ojeada a la sección de cuentos (por aquello de los ilustradores) y cuando ya me iba, al pasar por delante de las estanterías dedicadas a literatura infantil y juvenil de niños con edades comprendidas entre 7 y 14 años... ¡¡¡cataplás!!! ¡¡Allí estaban los Astérix que andaba buscando!! En la sección de "literatura infantil", no de "historieta" (que bien podría haberse denominado "novela gráfica"). ¿Debemos sacar alguna conclusión al respecto? ¿Y si fuera así, cuál creen ustedes que sería ésta? Cuenten, cuenten... Hablen ahora, o callen para siempre.
------------------
(1) En Trinca, nº 30 (15 de enero de 1972), p. 19.
(2) Concretamente en un breve aparecido en Bang! Boletín informativo, nº 25 (1971), p. 7.
(3) Sobre la relación entre historietas y ambiente político se puede consultar con mucho provecho A. ALTARRIBA, «Cuando los tebeos fueron progres», en Tebeosfera, 2ª época, nº 3 (2009). Disponible en el siguiente enlace: http://www.tebeosfera.com/documentos/documentos/cuando_los_tebeos_fueron_progres.html.
Portada del número de Trinca en que aparece publicado el documento al que hago referencia
En él, la prestigiosa cabecera juvenil incubada en el "régimen" por entonces ya agonizante daba cumplida respuesta (1) a un irónico reproche que le había lanzado Ernesto Clavé desde el inquieto fanzine Bang! (2), publicación que había irrumpido en el panorama historietístico español como elefante en cacharrería y que, a modo de Júpiter Tonante, iba diciéndole a todo el mundo lo que debía hacer. Aunque nadie puede negar que Bang!, en los diferentes formatos que circuló (ver aquí, aquí, aquí y aquí), se caracterizó siempre por su elevado espíritu crítico y por el sincero deseo de que la historieta ocupase el lugar cultural que merecía, lo cierto es que lo hizo muy a menudo otorgando a sus críticas y comentarios un toque de impertinencia —debido, seguramente, a la indignación por el yermo panorama historietístico de nuestro país— que podía llegar a resultar molesto. Claro, que ése era, en buena medida, su objetivo —molestar—, tal como quedó aclarado en el célebre editorial (de Antonio Martín, imagino) que abrió el número doble 22-23 de julio-agosto de 1971 (p. 3):
«LAS OPINIONES SON LIBRES, LOS HECHOS SON SAGRADOS, este lema, de un diario norteamericano, nos gustaría que fuese el nuestro. Sobre todo cuando hoy ciertos profesionales del silencio nos amonestan reiteradamente: "esas cosas no se dicen", "las cosas malas no se señalan", "como amantes del comic sólo debéis hablar de lo bueno"... Pero es que nosotros NO somos amantes del comic!!! Tan peligrosos son los aficionados a ultranza, que todo lo ven de color de rosa, como los detractores. Nosotros nos consideramos, somos, profesionales de la historieta, que vemos su lado malo y su lado peor, profesionales preocupados por el futuro y el presente de este medio de expresión y de diversión, por este lenguaje que también es negocio...».
A lo largo de su andadura, incluso, Bang!-Trocha/Troya llegó a adoptar una deriva política e ideológica tan evidente y sesgada que, en mi opinión, este hecho condiciona su objetividad como revista teórica para ser utilizada hoy día y le quita actualidad a muchas de sus aportaciones, al presentarlas demasiado ancladas a los condicionantes sociales, políticos e ideológicos de la época en que se realizaron (3). Por esta razón, quizá, y a pesar de sus limitaciones —me refiero, básicamente, a su carácter eminentemente pedagógico, apolítico y algo ñoño en ocasiones—, Trinca aparece ante nuestros ojos como una publicación más actual; da la sensación de haber envejecido menos y de haberlo hecho mejor. Bien es verdad que porque no se manchó tanto con el lodo y el polvo del camino, y porque no tenía esa inmediatez y perennidad que le otorgaba a Bang! su carácter de "boletín" e "informativo". Pero volvamos a lo que nos interesa (que me voy por las ramas).
Antonio Martín Martínez, responsable y fautor máximo —-como editor— del fanzine-revista Bang!,
en tres momentos distintos de su vida (© Viñetas, Tebeosfera y Juancarlerías)
Enseguida verán que el "encontronazo" entre la emblemática revista del régimen y el humilde y respondón fanzine quedó reducido entonces a un mero rifirrafe de contenido semántico, pero no deja de ser curioso que mientras la "conservadora" Trinca parecía inclinarse por el uso de una terminología en principio más internacionalista y moderna, representada por el anglicismo "comic", fuera Bang! —cabecera caracterizada por su orientación claramente izquierdista que daba una visión ideológica de la historieta y cuyos responsables consideraban que todos los profesionales del sector (a algunos de los cuales, como a Ibáñez, acusó de tibieza y de falta de compromiso) debían convertir sus plumas y pinceles poco menos que en armas de lucha política— la sarcástica defensora de términos más casticistas, como "tebeo" o "historieta", estrechamente vinculados a una historia política y cultural española por la que el fanzine-revista no sentía la menor simpatía.
El fanzine de la "discordia" (© Tebeosfera)
Es posible que la intención de Clavé al lanzar su reproche fuera reivindicar el valor intrínseco de cualquier historieta, pese al nombre que se le diera y, sobre todo, advertir del potencial peligro que podía ocultarse tras el uso de una terminología específica que diera pie a discriminar entre tebeos de mayor calidad ("cómics") y otros considerados "menores" (englobados bajo denominaciones que, como "tebeo" o "historieta", pudieran ser consideradas despectivas). En el fondo, si lo piensan, es un poco lo que está ocurriendo en la actualidad con la etiqueta "novela gráfica", que es utilizada a menudo —incluso entre gente de la profesión— con un sentido elitista y selectivo. De todas formas, y como el tiempo ha venido a demostrar, la acusación de Clavé era, a todas luces, injusta e iba cargada de un hipercriticismo que no respondía a la realidad, desde el momento en que Trinca demostró ser una de las primeras publicaciones que dio cabida a un verdadero cómic de autor y no parecía tener prejuicios con la terminología (como la propia redacción de la revista se encargó de aclarar, por otro lado, en su respuesta a Bang!).
Portada del último número de Bang!, con el formato de "Carta-noticiario", nº 5
(15 de febrero de 1979) (© Viñetas)
En fin, Serafín. Como pueden ver ustedes la polémica conceptual en torno a la nomenclatura del Noveno Arte es mucho más antigua de lo que su actual "revalorización" nos podría hacer pensar. Ya en el año 1972 se discutía de algo que ahora consideramos candente y de lo más in. Para que vean... Pero algo hemos ganado desde entonces, no cabe duda. Quizá la "novedad" no lo sea tanto, ciertamente, pero es indudable que la "intensidad" en el debate es mucho mayor ahora, lo dicho y escrito se transmite bastante mejor —¡¡bendito Internet!!— y llega, por tanto, a más cantidad de gente. En todo caso, parece evidente que no hay nada nuevo bajo el sol...
He aquí el documento al que me refería...
Coda final.- Una última confidencia para concluir: ayer estuve en un Ábacus. No sé si ustedes conocerán los establecimientos de esta sociedad cooperativa, o siquiera si habrá alguno en su localidad, pues no es una franquicia que se haya prodigado demasiado (al menos en Madrid). Proceden de Cataluña y son grandes superficies especializadas en la venta de material escolar, juguetes, papelería técnica, libros, etc. En los que yo conozco y he frecuentado hay secciones monográficas dedicadas a la historieta y debo confesarles que, hace un tiempo, estaban bastante bien surtidas. No obstante, con la crisis se ha reducido también considerablemente el material ofrecido. Pues bien, como les iba diciendo: ayer estuve en uno de ellos —tengo la tarjeta de socio, con lo que ahorras un 5% en las compras— y se me ocurrió que podía hacerme con los dos últimos volúmenes de La Gran Colección de Astérix que me quedaba por adquirir: La hoz de oro y Astérix gladiador (¡ya ven ustedes, al final he picado! ¡y decía que no!). Me dirigí a la sección de cómics que tiene la tienda (cada vez más pequeña, como ya les digo) y después de buscar detenidamente... ¡Nada! Ni un solo ejemplar de Astérix. Había material de Glénat y Norma (por supuesto), superhéroes (Panini, Planeta...) y mucho de lo que ahora están publicando otras editoriales como Astiberri, Sins Entido, etc. Es decir, la llamada "novela gráfica". Pero del rubio guerrero galo, nasti monasti. El caso es que, descorazonado y sorprendido —pues se trata de un material que se vende muy bien y que no suele faltar en ninguna tienda con libros y tebeos—, he echado una última ojeada a la sección de cuentos (por aquello de los ilustradores) y cuando ya me iba, al pasar por delante de las estanterías dedicadas a literatura infantil y juvenil de niños con edades comprendidas entre 7 y 14 años... ¡¡¡cataplás!!! ¡¡Allí estaban los Astérix que andaba buscando!! En la sección de "literatura infantil", no de "historieta" (que bien podría haberse denominado "novela gráfica"). ¿Debemos sacar alguna conclusión al respecto? ¿Y si fuera así, cuál creen ustedes que sería ésta? Cuenten, cuenten... Hablen ahora, o callen para siempre.
------------------
(1) En Trinca, nº 30 (15 de enero de 1972), p. 19.
(2) Concretamente en un breve aparecido en Bang! Boletín informativo, nº 25 (1971), p. 7.
(3) Sobre la relación entre historietas y ambiente político se puede consultar con mucho provecho A. ALTARRIBA, «Cuando los tebeos fueron progres», en Tebeosfera, 2ª época, nº 3 (2009). Disponible en el siguiente enlace: http://www.tebeosfera.com/documentos/documentos/cuando_los_tebeos_fueron_progres.html.
¡Bueeeh... no hay resfriado que acabe con él, ¡Astérix lo superará todo!
ResponderEliminarHace años que no logro vivir en una ciudad, así que no conozco esos almacenes. Pero sí acompaño a veces las actuaciones de una amiga cuentacuentos por librerías infantiles gallegas y me he fijado en que no suelen separar los libros ilustrados de los tebeos. Aunque, claro, los tebeos que hay suelen ser álbums de pocas páginas. En una de la Coruña me sorprendió ver que El Patito Editorial, o, más probablemente, el distribuidor, les había colado un título que no era precisamente para niños Home sweet home.
El caso de este almacen se soluciona fácilmente catalogando como 'Novelas gráficas para adultos' y 'Novelas gráficas juveniles'. Así para el 2050 ya podemos utilizar NG, en una imitación algo chusca de BD o HQ. Un rollo esto, a ver si se acaba la venganza justiciera esta de lo autoral.
Otra vuelta divertida al estresante mundo de la moda jerárquica y las aspiraciones sociales aquiridas se puede encontrar al principio de uno de los capítulos del libro Comicsarias (con todo aquello del mito de la crisis, el nacimiento de la crítica acomodaticia y el top-historicismo USA) donde encontramos el chisme de cuando le proponen a Antonio Martín participar en una revista teórica con la condición de no utilizar un par de palabras en favor de otras.