Obras de Antonio Vivaldi, Georg Ph. Telemann y Vicente Martín y Soler.— Europa Galante: Fabio Ravasi, Elin Gabrielsson, Carla Marotta (violines I), Andrea Rognoni, Luca Giardini, Silvia Falavigna (violines II), Pablo de Pedro (viola), Antonio Fantinuoli (violonchelo), Nicola Barbieri (violone), Giangiacomo Pinardi (tiorba), Paola Poncet (clave).— Dirección musical y violín: Fabio Biondi.— Auditorio Nacional de Música de Madrid. Sala de Cámara.— Miércoles, 28 de enero de 2015, 19:30 horas.
EXTRAORDINARIO concierto el ofrecido el pasado miércoles en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música de Madrid por el conjunto italiano Europa Galante, dirigido por el violinista Fabio Biondi, dentro del ciclo Universo Barroco. Es ésta una de las formaciones más prestigiosas, reconocidas y premiadas dentro del panorama de la música antigua en la actualidad, y ello se notó desde el mismo instante en que sus integrantes empezaron a tocar: un sonido homogéneo, empastado, redondo, lleno de matices y de claridad, de asombrosa perfección tímbrica y pasmosa naturalidad interpretativa, y con un dominio, una frescura y una imaginación absolutas en el empleo de los tempi y de las dinámicas.
Es un tipo de interpretación el de Europa Galante muy característico de los nuevos grupos surgidos a finales de los años 80 y principios de los 90 del pasado siglo (al menos de los más populares y conocidos en la actualidad): un nuevo modo de presentar partituras que ya están trilladísimas y que las "viejas" formaciones que abrieron veinte o treinta años antes el camino de recuperación de lo que se empezó a conocer como "Música Antigua" (Ancien Music) —el Leonhardt Consort de Gustav Leonhardt, The English Concert de Trevor Pinnock, Musica Antiqua Köln de Reinhardt Goebel, La Petite Bande de los hermanos Kuijen, el Concentus Musicus Wien de Nikolaus Harnoncourt, I Musici, etc.— habían interpretado desde un punto de vista denominado "historicista", limpiando el repertorio barroco de todos las adherencias románticas que se le habían ido pegando con el transcurrir del tiempo, y continuando una senda abierta por el fundamental Karl Richter en los años 50-70. Con ello ofrecieron lecturas más equilibradas y asépticas, de sonido pulcro y espíritu menos arrebatado, buscando la claridad de matices y la lectura fidedigna o revisionista de la partitura, antes que una expresividad acentuada de la misma, tan propia de la interpretación en el repertorio romántico. Por el contrario, Europa Galante y otros grupos coetáneos —por ejemplo Il Giardino Armonico, de Giovanni Antonini— dan a sus versiones de los grandes maestros barrocos una nueva vuelta de tuerca, poniendo el acento en los fuertes contrastes dinámicos, en el virtuosismo filigranesco, en la delectación por el detalle melismático, en la variación de los tempi, en los sonidos rubati, en el empleo de diminuendi, accelerando y rittardando como efecto expresivo y en el despliegue de un virtuosismo interpretativo que, pese a no estar ausente en agrupaciones anteriores, llega a extremos sorprendentes aquí y acaba convirtiéndose en marca de fábrica. De este modo se ofrece una visión "novedosa" de piezas consagradísimas y se ofrece algo que no se había hecho hasta el momento, dentro de un repertorio tan trillado.
Estas fueron, en definitiva, las características del concierto ofrecido por Europa Galante, que produjo gran alborozo en un público que llenaba por completo el aforo de la Sala de Cámara del Auditorio y que aplaudió a rabiar al final del espectáculo. El programa, que incluía obras de tres maestros bien conocidos y pivotaba sobre Antonio Vivaldi (1678-1741), se inició con la Sinfonía de la ópera Griselda (1735), del compositor veneciano. Una pieza de circunstancia que, pese a todo, está llena de la gracia y la inspiración melódica tan propias del "prete rosso", caracterizándose a nivel estructural por la forma del concerto ripieno a 4 (sin solistas) y su división tripartita. En ella pudo ya dar Biondi rienda suelta a su virtuosismo instrumental, aunque el plato fuerte aún estaba por llegar en la segunda parte del concierto.
A continuación pudimos escuchar el Concierto para 3 violines en fa mayor, TWV 53:F1 de Telemann. Una pieza compuesta en 1733 y que forma parte de la conocida Tafelmusik del compositor de Magdeburgo, género musical con la forma de una suite de danzas que se organizaba en torno a una estructura integrada por obertura-cuarteto-concierto-trío-pieza solista-final, todo en la misma tonalidad. Es Telemann uno de mis compositores barrocos favoritos y su "música para banquete" una de sus obras que más he escuchado. Un agradable complemento al resto del programa, que los miembros de Europa Galante interpretaron a la perfección, destacándose Biondi, Ravasi y Rognoni como violines solistas.
Siguió a ésta la obra menos atractiva de la velada, compuesta por el menos popular de los tres compositores elegidos: nuestro Vicente Martín y Soler (1754-1806). ¿Una concesión de Europa Galante al público español? Se trataba de una selección de los ballets El rapto de las Sabinas (1780) y La bella Arsene (1781), que fueron compuestos por el maestro valenciano durante su etapa italiana al servicio del rey Fernando I de Nápoles y las Dos Sicilias.
Y tras el descanso llegó el momento estrella de la velada, con la interpretación de las conocidísimas Le quattro stagioni. ¿Quién no ha escuchado alguna vez un movimiento, al menos, de estos famosísimos cuatro conciertos, compuestos por Antonio Vivaldi en 1725 e incluidos en la opus 8 (Il cimento dell'armonia e dell'invenzione). Seguramente estemos ante una de las obras descriptivas y programáticas más populares e influyentes de todos los tiempos, tanto por lo que supuso de ruptura y evolución del tradicional concerto soli al concerto ripieno —donde la orquesta no se limita a acompañar a un solista, sino que contribuye al desarrollo de la obra—, como por haberse constituido en foco de inspiración para numerosos compositores como Bach, Haendel y otros, que llevaron hasta su forma definitiva la estructura concerto.
La versión ofrecida por Europa Galante, verdadera especialista en esta obra vivaldiana, fue sorprendente y, a la vez, refrescante por innovadora. Las constantes variaciones de tempo (al menos de los tempi a que nos tienen acostumbrados otras versiones), el ritmo vertiginoso (casi paroxístico) en los presti, el empleo continuo de disonancias realizadas con el arco y el continuo alternarse de efectos estilísticos de todo tipo (staccati, pizzicati, spiccati, etc.) otorgaron dinamismo y variedad a la interpretación y dieron como resultado una lectura del todo distinta de esta archiconocida obra maestra. Y valga un ejemplo concreto como testimonio de lo que digo: el efecto creado en el allegro non molto del cuarto concierto, donde los componentes de Europa Galante desplegaron un efecto mixto de staccato y frotado tradicional con el arco que, unido a disonancias, dio como resultado un efecto sonoro extraño pero muy sugerente. Con todo, y pese a la enorme variedad de matices y de variaciones, el grupo de intérpretes mantuvo en todo momento la homogeneidad, así como una destacada invividualización de cada uno de los instrumentos, de modo que, por ejemplo, en el largo de ese mismo cuarto concierto no sólo pudimos escuchar perfectamente diferenciado al solista, sino que los pizzicati del resto de intérpretes se marcaron con enorme claridad, tanto en los violines como en uno de los dos violonchelos y en el contrabajo del bajo continuo.
En resumen: una interpretación muy sugerente, llena de matices y de novedades que fue premiada con una gran ovación y de la que se obtuvo como bis la repetición del presto del concierto nº 2, con la introducción de gran cantidad de imaginativas variaciones por parte de Biondi.
Enorme éxito para los miembros de Europa Galante y para Antonio del Moral, como organizador del ciclo Universo Barroco y responsable de que grupos como éste visiten nuestro país.
Y una última observación: no deja de sorprenderme la mala educación del público, que tras el intermedio tuvo esperando un buen rato a los intérpretes sobre el escenario mientras terminaban de acomodarse en sus localidades. Biondi, con su dominio del español y las tablas que le da el oficio salió del paso ante tan inusual como incómoda situación diciendo que por un publico tan bueno como ése merecía la pena esperar lo que hiciera falta. ¡Qué tacto! En fin, que el personal ya no se conforma sólo con toser cada vez que tiene ocasión, o ponerse a abrir caramelitos en los momentos más inadecuados, sino que ahora, además, se permite el lujo de hacer esperar a los intérpretes encima del escenario.
EXTRAORDINARIO concierto el ofrecido el pasado miércoles en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música de Madrid por el conjunto italiano Europa Galante, dirigido por el violinista Fabio Biondi, dentro del ciclo Universo Barroco. Es ésta una de las formaciones más prestigiosas, reconocidas y premiadas dentro del panorama de la música antigua en la actualidad, y ello se notó desde el mismo instante en que sus integrantes empezaron a tocar: un sonido homogéneo, empastado, redondo, lleno de matices y de claridad, de asombrosa perfección tímbrica y pasmosa naturalidad interpretativa, y con un dominio, una frescura y una imaginación absolutas en el empleo de los tempi y de las dinámicas.
Es un tipo de interpretación el de Europa Galante muy característico de los nuevos grupos surgidos a finales de los años 80 y principios de los 90 del pasado siglo (al menos de los más populares y conocidos en la actualidad): un nuevo modo de presentar partituras que ya están trilladísimas y que las "viejas" formaciones que abrieron veinte o treinta años antes el camino de recuperación de lo que se empezó a conocer como "Música Antigua" (Ancien Music) —el Leonhardt Consort de Gustav Leonhardt, The English Concert de Trevor Pinnock, Musica Antiqua Köln de Reinhardt Goebel, La Petite Bande de los hermanos Kuijen, el Concentus Musicus Wien de Nikolaus Harnoncourt, I Musici, etc.— habían interpretado desde un punto de vista denominado "historicista", limpiando el repertorio barroco de todos las adherencias románticas que se le habían ido pegando con el transcurrir del tiempo, y continuando una senda abierta por el fundamental Karl Richter en los años 50-70. Con ello ofrecieron lecturas más equilibradas y asépticas, de sonido pulcro y espíritu menos arrebatado, buscando la claridad de matices y la lectura fidedigna o revisionista de la partitura, antes que una expresividad acentuada de la misma, tan propia de la interpretación en el repertorio romántico. Por el contrario, Europa Galante y otros grupos coetáneos —por ejemplo Il Giardino Armonico, de Giovanni Antonini— dan a sus versiones de los grandes maestros barrocos una nueva vuelta de tuerca, poniendo el acento en los fuertes contrastes dinámicos, en el virtuosismo filigranesco, en la delectación por el detalle melismático, en la variación de los tempi, en los sonidos rubati, en el empleo de diminuendi, accelerando y rittardando como efecto expresivo y en el despliegue de un virtuosismo interpretativo que, pese a no estar ausente en agrupaciones anteriores, llega a extremos sorprendentes aquí y acaba convirtiéndose en marca de fábrica. De este modo se ofrece una visión "novedosa" de piezas consagradísimas y se ofrece algo que no se había hecho hasta el momento, dentro de un repertorio tan trillado.
Fabio Biondi
Estas fueron, en definitiva, las características del concierto ofrecido por Europa Galante, que produjo gran alborozo en un público que llenaba por completo el aforo de la Sala de Cámara del Auditorio y que aplaudió a rabiar al final del espectáculo. El programa, que incluía obras de tres maestros bien conocidos y pivotaba sobre Antonio Vivaldi (1678-1741), se inició con la Sinfonía de la ópera Griselda (1735), del compositor veneciano. Una pieza de circunstancia que, pese a todo, está llena de la gracia y la inspiración melódica tan propias del "prete rosso", caracterizándose a nivel estructural por la forma del concerto ripieno a 4 (sin solistas) y su división tripartita. En ella pudo ya dar Biondi rienda suelta a su virtuosismo instrumental, aunque el plato fuerte aún estaba por llegar en la segunda parte del concierto.
Telemann |
Siguió a ésta la obra menos atractiva de la velada, compuesta por el menos popular de los tres compositores elegidos: nuestro Vicente Martín y Soler (1754-1806). ¿Una concesión de Europa Galante al público español? Se trataba de una selección de los ballets El rapto de las Sabinas (1780) y La bella Arsene (1781), que fueron compuestos por el maestro valenciano durante su etapa italiana al servicio del rey Fernando I de Nápoles y las Dos Sicilias.
Martín y Soler
Y tras el descanso llegó el momento estrella de la velada, con la interpretación de las conocidísimas Le quattro stagioni. ¿Quién no ha escuchado alguna vez un movimiento, al menos, de estos famosísimos cuatro conciertos, compuestos por Antonio Vivaldi en 1725 e incluidos en la opus 8 (Il cimento dell'armonia e dell'invenzione). Seguramente estemos ante una de las obras descriptivas y programáticas más populares e influyentes de todos los tiempos, tanto por lo que supuso de ruptura y evolución del tradicional concerto soli al concerto ripieno —donde la orquesta no se limita a acompañar a un solista, sino que contribuye al desarrollo de la obra—, como por haberse constituido en foco de inspiración para numerosos compositores como Bach, Haendel y otros, que llevaron hasta su forma definitiva la estructura concerto.
Antonio Vivaldi
La versión ofrecida por Europa Galante, verdadera especialista en esta obra vivaldiana, fue sorprendente y, a la vez, refrescante por innovadora. Las constantes variaciones de tempo (al menos de los tempi a que nos tienen acostumbrados otras versiones), el ritmo vertiginoso (casi paroxístico) en los presti, el empleo continuo de disonancias realizadas con el arco y el continuo alternarse de efectos estilísticos de todo tipo (staccati, pizzicati, spiccati, etc.) otorgaron dinamismo y variedad a la interpretación y dieron como resultado una lectura del todo distinta de esta archiconocida obra maestra. Y valga un ejemplo concreto como testimonio de lo que digo: el efecto creado en el allegro non molto del cuarto concierto, donde los componentes de Europa Galante desplegaron un efecto mixto de staccato y frotado tradicional con el arco que, unido a disonancias, dio como resultado un efecto sonoro extraño pero muy sugerente. Con todo, y pese a la enorme variedad de matices y de variaciones, el grupo de intérpretes mantuvo en todo momento la homogeneidad, así como una destacada invividualización de cada uno de los instrumentos, de modo que, por ejemplo, en el largo de ese mismo cuarto concierto no sólo pudimos escuchar perfectamente diferenciado al solista, sino que los pizzicati del resto de intérpretes se marcaron con enorme claridad, tanto en los violines como en uno de los dos violonchelos y en el contrabajo del bajo continuo.
En resumen: una interpretación muy sugerente, llena de matices y de novedades que fue premiada con una gran ovación y de la que se obtuvo como bis la repetición del presto del concierto nº 2, con la introducción de gran cantidad de imaginativas variaciones por parte de Biondi.
Enorme éxito para los miembros de Europa Galante y para Antonio del Moral, como organizador del ciclo Universo Barroco y responsable de que grupos como éste visiten nuestro país.
Y una última observación: no deja de sorprenderme la mala educación del público, que tras el intermedio tuvo esperando un buen rato a los intérpretes sobre el escenario mientras terminaban de acomodarse en sus localidades. Biondi, con su dominio del español y las tablas que le da el oficio salió del paso ante tan inusual como incómoda situación diciendo que por un publico tan bueno como ése merecía la pena esperar lo que hiciera falta. ¡Qué tacto! En fin, que el personal ya no se conforma sólo con toser cada vez que tiene ocasión, o ponerse a abrir caramelitos en los momentos más inadecuados, sino que ahora, además, se permite el lujo de hacer esperar a los intérpretes encima del escenario.
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