ALGUIEN le debe haber dicho a Mariano Rajoy que la mejor manera de subir puestos en las encuestas y mejorar en la intención de voto es sacrificar a un miembro significativo de su partido, envuelto en numerosos casos de corrupción. Y nada mejor que tomar a un peso pesado como Rodrigo Rato —el "mejor ministro de Economía que ha tenido España", según Aznar (lo cual es una muestra del nivel de nuestros políticos)— para lanzarlo como carnaza a los medios y escanercerlo ante todo el mundo, presentándolo como ejemplo de la justicia ejemplar que este Gobierno aplica a todo el mundo por igual, sin distinción de clase social, ideología, influencia o militancia política. No es que Rato sea, precisamente, una pobre víctima —su implicación en el caso Bankia y en el de las tarjetas negras, así como en la ocultación al fisco de bienes y propiedades no declaradas, son claramente acusatorias— pero parece evidente que ha sido utilizado por el Gobierno, como chivo expiatorio o cordero sacrificial (y perdonen ustedes los símiles), para intentar lavar ante la opinión pública y con un solo golpe de efecto, los muchos pecados de corrupción que acumula el PP. Las elecciones están cada vez más cerca, así es que Montoro y su policía de aduanas se han puesto en marcha...
Y como son ustedes "mu güenos", de regalico el dibujo en blanco y negro. ¡Va por don Rodrigo, que ha robado un rato...! (sin darse cuenta, eso sí...).
Y como son ustedes "mu güenos", de regalico el dibujo en blanco y negro. ¡Va por don Rodrigo, que ha robado un rato...! (sin darse cuenta, eso sí...).
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