HOY, como dicen los más cursis, es la "fiesta de la democracia"... En realidad, el fiestorro lo es para quienes han logrado ser incluidos en alguna de las listas electorales que los ciudadanos (y ciudadanas) van a votar a lo largo de la jornada, asegurándose así el sustento durante, al menos, cuatro añitos como diputados (y diputadas) autonómicos (y autonómicas) o concejales (y concejalas). Para los demás mortales, sin embargo, se trata sólo de un trámite más con el que harán que se aúpen a puestos de representatividad nuevos políticos entre los cuales, seguramente, ya se encuentran los potenciales corruptos del futuro: imputados, procesados y condenados de buena ley, como sólo nosotros sabemos producirlos... Los corruptos del mañana, vamos... Algunos, incluso, han concurrido a las elecciones con este sambenito encima, así es que ya ven...
Pero no me hagan demasiado caso, de verdad: hoy estoy irónico y un poco harto. También hay gente honrada entre los políticos, personas que llegan a la vida pública con el irreprochable deseo de servir a los ciudadanos y de hacer de nuestro país y nuestra sociedad algo mejor. Claro que sí... ¡¡Pero son tan poquitos...!!
Lo logíco habría sido dedicar una entrada a las elecciones propiamente dichas, pero en este Nibelheim hemos preferido imaginarnos cómo fue el día anterior; es decir, cómo pudo transcurrir la jornada de reflexión que ha concluido ya en algunos hogares españoles... Con ello les dejo...
Pero, Alberich, ¿cómo no le has puesto una moneda de un real con agujerito en la mano a D. Carlos? Quizás hoy sea más necesaria que nunca.
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