sábado, 3 de octubre de 2015

"ROBERTO DEVEREUX" EN EL TEATRO REAL DE MADRID



Roberto Devereux, ossia Il conte di Essex, tragedia lírica en tres actos, con libreto de Salvatore Cammarano y música de Gaetano Donizetti.— Director musical: Bruno Campanella.— Director de escena: Alessandro Talevi.— Escenógrafa y figurinista: Madeleine Boyd.— Iluminador: Matthew Haskins.— Intérpretes: Mariella Devia (Elisabetta), Gregory Kunde (Roberto Devereux, conde de Essex), Marco Caria (el duque de Notthingam), Silvia Tro Santafé (Sara, duquesa de Notthingam), Juan Antonio Sanabria (Lord Guglielmo Cecil), Andrea Mastroni (Sir Gualtiero Raleigh), Sebastián Covarrubias (Paje), Koba Sardalashvili (Familiar).— Coro y Orquesta titulares del Teatro Real (Coro Intermezzo y Orquesta Sinfónica de Madrid).— Producción de la Welsh National Opera de Cardiff.— Teatro Real de Madrid.— Viernes, 25 de septiembre de 2015, 20:00 horas.

APERTURA de temporada con esta ópera donizetiana, que ya subió al escenario del Real en marzo del año 2013, aunque en versión de concierto y con otro reparto protagonista de campanillas: la Gruberova y José Bros. Se representó, en esta ocasión, escenificada y siguiendo una propuesta del regista italiano Alessandro Talevi que, pese a no ofrecer nada especialmente significativo —más allá de la oscuridad y la falta de matices—, tampoco estorbó al desarrollo dramático de la acción (lo cual no es poca cosa en estos tiempos que corren de dramaturgias paralelas y ocurrencias escénicas). Si acaso lo único ridículo fue el mecanismo arácnido que aparece en el acto II —imagino que para servir de metáfora a la ira que la reina despliega en ese momento, al conocer los amoríos secretos de su favorito Roberto— y que sólo sirvió para romper el bello dramatismo teatral y musical del momento. Pero bueno, hemos visto cosas peores...

Ya en el terreno musical propiamente dicho hacer las siguientes observaciones (de modo casi telegráfico):

Mariella Devia: fue una estupenda Elisabetta. Magistral en el uso de los reguladores y en el fiato, sensible, musicalísima. Dominio técnico apabullante. Dificultades en las partes más dramáticas del rol (al final del II acto, de hecho, apenas si se la escuchó). Ajustada dramáticamente y haciendo lo que podía con el tonto y soso traje de cocktail que le endilgaron. Una gran representación la suya (de lo que no suele verse por estos lares, vamos).

El "furore della gelosa regina" dirigido contra su amado favorito


Gregory Kunde: francamente admirable lo que sigue haciendo este señor con su edad (y tras meterse en el repertorio, mucho más pesado, que anda frecuentando estos últimos años). Un Roberto de muchos quilates y con un vozarrón de órdago, que no estamos acostumbrados a escuchar en este tipo de papeles belcantistas. Algunas dificultades (puntuales) en la zona superior. Variadísimo en la expresión y las dinámicas, siempre ajustado y certero. Imaginativo, valiente y muy preciso en las variaciones para el ritornello de su intervención solista en "Bagnato il sen di lagrime". El único problema que yo le encuentro a Kunde —que, por otra parte, rezuma inteligencia, buen gusto, intención y control técnico— es la escasa homogeneidad de su voz, muy perceptible y que da como resultado un sonido claramente dividido en dos franjas: la superior (que sigue respondiendo magníficamente) y la grave (bastante desguarnecida y pobre), dejando un gran hueco entre ambos registros (de cabeza y de pecho), que el cantante cubre como puede. Por lo demás estupendo, así es que todo un lujo tenerle en el Real.

Kunde y Tro Santafé, lamentándose por la mala suerte de su amor imposible


Silvia Tro Santafé: he leído críticas adversas contra la mezzo valenciana, pero a mí si me gustó mucho en el papel de Sara (y al público también, a juzgar por la lluvia de aplausos que recibió la intérprete cuando salió a saludar al final de la función: muy parejos a los de Devia y Kunde). El instrumento es respetable y el timbre hermoso, aunque en la zona alta se desmelenó un poco. Eso sí, no tuvo ninguna dificultad para sobreponerse a la orquesta y hacerse escuchar. Variada desde el punto de vista expresivo y dando una réplica adecuadísima tanto a la primadonna, como al primo tenore (es decir, a los dos grandes protagonistas de la velada).

Marco Caria: correcto, pero sin destacar especialmente. Bastante mejor que otros barítonos que se han escuchado sobre el escenario del Real, aunque sin llegar a lo áulico que necesita el personaje y el estilo. No diríamos que plebeyo, pero sí bastante rudimentario. Lo peor: su instrumento baritonal, que es del montón: escaso cuerpo, voz clareada, pocos armónicos y sin ninguna peculiaridad resaltable. Una lástima, en todo caso, que se cayera del cartellone el polaco Kwiecien (mucho más interesante, a priori, que el italiano). A pesar de todo no me disgustó.

Bruno Campanella: el maestro italiano hizo lo que pudo con una orquesta que ha perdido bastantes enteros y sonó anodina y deslavazada.

En resumen: una función muy disfrutable y protagonizada por dos grandes cantantes (sexagenarios ambos, para más señas, lo cual es todo un indicio del pobre nivel al que se encuentra el bel canto en la actualidad).

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