NUNCA he llegado a entender muy bien cuál es el cruento mecanismo por el que los seres humanos disfrutamos tanto viendo sufrir al prójimo en situaciones extremas. Posiblemente sea el mismo hecho de nuestra "humanidad" —paradojas de esta peculiar y compleja naturaleza que se nos ha dado— el que nos lleva a gozar cuando vemos a nuestros semejantes pasándolas canutas. Una caída aparatosa, un buen golpe, un susto inesperado, una situación especialmente embarazosa, una tarta chocando contra la cara... La desgracia ajena nos hace reír, aunque no entiendo muy bien el porqué de esa falta de empatía con nuestro prójimo, así como nuestra incapacidad para ponernos en la piel del otro. Todo lo contrario, imagino —aunque tampoco lo sé con seguridad—, de lo que debe pasar por el cerebro de un ñu cuando ve que a su compañero de migración se lo están zampando los cocodrilos. O por el de una gacela cuando el guepardo se lanza a la carrera contra otra cualquiera de sus congéneres. O por el de las cebras vecinas cuando ven cómo una manada de leonas asaltan implacables a una compañera... Por algo somos el único animal sobre la faz de la Tierra —exceptuando las hienas, claro está— con sentido del humor. Nosotros, que "semos asín"...
En esta categoría de risas a costa del prójimo ocupan un lugar de primer orden las llamadas "inocentadas", bromas o chanzas que se gastan a una persona desprevenida, incauta muchas veces y desconocedora siempre de que es víctima de las mismas. Como casi todas las cosas que rodean a nuestra civilización occidental, también la inocentada ha experimentado su baño de religiosidad cristiana, hasta el punto de que dicha denominación proviene del famoso episodio hagiográfico neotestamentario (Mt 2, 16-18) en el que se relata la matanza de todos los niños menores de dos años nacidos en Belén, que fue ordenada por el sanguinario rey de Judea Herodes el Grande para deshacerse del recién nacido Jesús de Nazaret. Episodio que, con el tiempo, dio lugar (dentro de la cristiandad católica) al nacimiento de la fiesta de los "Santos Inocentes" —en referencia a los niños muertos— y que ha servido para establecer el correspondiente vínculo entre lo religioso y lo lúdico. Es costumbre que en dicha conmemoración —fijada el 28 de diciembre ya desde el siglo V— se hagan bromas de todo tipo, siendo muy habituales las que realizan los medios de comunicación en todos los países donde la tradición ha calado, dando noticias que son falsas con total seriedad y colándolas a modo de gazapos para hacerlas pasar por verdaderas.
De la festividad religiosa, y por un fenómeno de extensión, el término "inocentada", aplicado en origen a los niños judíos asesinados por orden de Herodes, ha pasado a denominar a todo incauto que es víctima (sin saberlo) de una broma. Pues bien, de todas las inocentadas que un servidor ha tenido la oportunidad de conocer o ver hasta el día de hoy, la que les traigo en esta entrada es la más dura, estremecedora y cruel que puedo recordar. Debo confesarles que lo he pasado muy mal viendo el vídeo, pues no he tardado en empatizar con las pobres víctimas. Tan desagradable e intranquilizadora ha sido la sensación, tan fuerte y excesiva me parece la broma que, de hecho, enseguida empezó a circular por mi cabeza una sospecha que siempre me asalta cuando me enfrento a este tipo de vídeos: pensar que todo es un "montaje" y que las víctimas no son sino actores que conocen sobradamente todo lo que les está ocurriendo. De otro modo, no me explico cómo los responsables de la idea fueron capaces de llegar tan lejos, llevando a esas pobres personas a un nivel de estrés que —me estremezco sólo de pensarlo— habría podido poner en peligro incluso su vida, y arriesgándose, por tanto, a que terminaran sufriendo un colapso (o, lo que habría sido peor, un infarto o cualquier otro tipo de shock que acabara en una auténtica desgracia). Y es que me parece muy fuerte, pues todo está tan bien hecho y preparado, resulta tan realista y aterrador que cuesta creer que alguien pueda llegar tan lejos con una broma. Pero bueno... Vean ustedes, juzguen y díganme (si lo desean) qué piensan al respecto... A mí, desde luego, no me gustaría nada que me hicieran algo así y, por ende, la cosa me hace muy poca gracia, aunque reconozco que la "inocentada" es cojonuda y tiene un montaje alucinante (demasiado quizá).
Actualización realizada el 22/10/14, a las 18:51 h.: buscando, por curiosidad, algún dato más sobre el vídeo de marras por la blogosfera he podido saber que la inocentada (sea real o no) forma parte de la campaña de márketing para el estreno en Brasil de la película Annabelle, precuela de la exitosa El expediente Warren (The Conjuring), que fue todo un acontecimiento cinematográfico el pasado año 2013. Francamente, si todo es de verdad sólo puedo decir que, con tal de vender, los publicistas ya no saben qué hacer...
Actualización realizada el 23/10/14, a las 13:06 h.: bueno, pues por lo que he podido averiguar, al parecer hay muchos más gilipollas de estos que se dedican a pegar sustos de muerte al personal y a reírse a costa del terror pánico de la gente de los que yo pensaba. En Youtube pueden encontrarse algunos ejemplos que reúnen idénticas condiciones de dureza y de mal gusto que ya denuncié arriba hablando de la "inocentada" de Annabelle y que también se basan en mitos del terror cinematográfico, como la niña de El exorcista o el serial killer de La matanza de Texas. En este caso tienen de diferente con el anterior que no parecen discriminar a las víctimas, aunque lo peor de todo es que algunas de estas bromas han llegado a alcanzar visualizaciones verdaderamente millonarias (casi treinta millones la segunda de las citadas). ¿Somos masoquistas o unos auténticos cabronazos? Mejor no les respondo, aunque tengo mi propia idea al respecto...
© Birdboxstudio (por cierto, no os perdáis sus vídeos, porque son geniales)
En esta categoría de risas a costa del prójimo ocupan un lugar de primer orden las llamadas "inocentadas", bromas o chanzas que se gastan a una persona desprevenida, incauta muchas veces y desconocedora siempre de que es víctima de las mismas. Como casi todas las cosas que rodean a nuestra civilización occidental, también la inocentada ha experimentado su baño de religiosidad cristiana, hasta el punto de que dicha denominación proviene del famoso episodio hagiográfico neotestamentario (Mt 2, 16-18) en el que se relata la matanza de todos los niños menores de dos años nacidos en Belén, que fue ordenada por el sanguinario rey de Judea Herodes el Grande para deshacerse del recién nacido Jesús de Nazaret. Episodio que, con el tiempo, dio lugar (dentro de la cristiandad católica) al nacimiento de la fiesta de los "Santos Inocentes" —en referencia a los niños muertos— y que ha servido para establecer el correspondiente vínculo entre lo religioso y lo lúdico. Es costumbre que en dicha conmemoración —fijada el 28 de diciembre ya desde el siglo V— se hagan bromas de todo tipo, siendo muy habituales las que realizan los medios de comunicación en todos los países donde la tradición ha calado, dando noticias que son falsas con total seriedad y colándolas a modo de gazapos para hacerlas pasar por verdaderas.
Ilustración de Paolo Eleuteri Serpieri, con el tema de la Matanza de los Inocentes,
que tuvimos la ocasión de analizar aquí en su momento
De la festividad religiosa, y por un fenómeno de extensión, el término "inocentada", aplicado en origen a los niños judíos asesinados por orden de Herodes, ha pasado a denominar a todo incauto que es víctima (sin saberlo) de una broma. Pues bien, de todas las inocentadas que un servidor ha tenido la oportunidad de conocer o ver hasta el día de hoy, la que les traigo en esta entrada es la más dura, estremecedora y cruel que puedo recordar. Debo confesarles que lo he pasado muy mal viendo el vídeo, pues no he tardado en empatizar con las pobres víctimas. Tan desagradable e intranquilizadora ha sido la sensación, tan fuerte y excesiva me parece la broma que, de hecho, enseguida empezó a circular por mi cabeza una sospecha que siempre me asalta cuando me enfrento a este tipo de vídeos: pensar que todo es un "montaje" y que las víctimas no son sino actores que conocen sobradamente todo lo que les está ocurriendo. De otro modo, no me explico cómo los responsables de la idea fueron capaces de llegar tan lejos, llevando a esas pobres personas a un nivel de estrés que —me estremezco sólo de pensarlo— habría podido poner en peligro incluso su vida, y arriesgándose, por tanto, a que terminaran sufriendo un colapso (o, lo que habría sido peor, un infarto o cualquier otro tipo de shock que acabara en una auténtica desgracia). Y es que me parece muy fuerte, pues todo está tan bien hecho y preparado, resulta tan realista y aterrador que cuesta creer que alguien pueda llegar tan lejos con una broma. Pero bueno... Vean ustedes, juzguen y díganme (si lo desean) qué piensan al respecto... A mí, desde luego, no me gustaría nada que me hicieran algo así y, por ende, la cosa me hace muy poca gracia, aunque reconozco que la "inocentada" es cojonuda y tiene un montaje alucinante (demasiado quizá).
Actualización realizada el 22/10/14, a las 18:51 h.: buscando, por curiosidad, algún dato más sobre el vídeo de marras por la blogosfera he podido saber que la inocentada (sea real o no) forma parte de la campaña de márketing para el estreno en Brasil de la película Annabelle, precuela de la exitosa El expediente Warren (The Conjuring), que fue todo un acontecimiento cinematográfico el pasado año 2013. Francamente, si todo es de verdad sólo puedo decir que, con tal de vender, los publicistas ya no saben qué hacer...
Actualización realizada el 23/10/14, a las 13:06 h.: bueno, pues por lo que he podido averiguar, al parecer hay muchos más gilipollas de estos que se dedican a pegar sustos de muerte al personal y a reírse a costa del terror pánico de la gente de los que yo pensaba. En Youtube pueden encontrarse algunos ejemplos que reúnen idénticas condiciones de dureza y de mal gusto que ya denuncié arriba hablando de la "inocentada" de Annabelle y que también se basan en mitos del terror cinematográfico, como la niña de El exorcista o el serial killer de La matanza de Texas. En este caso tienen de diferente con el anterior que no parecen discriminar a las víctimas, aunque lo peor de todo es que algunas de estas bromas han llegado a alcanzar visualizaciones verdaderamente millonarias (casi treinta millones la segunda de las citadas). ¿Somos masoquistas o unos auténticos cabronazos? Mejor no les respondo, aunque tengo mi propia idea al respecto...
¡Por fin! ¡No estoy tan solo como creía! He odiado las inocentadas desde niño. Nunca les he visto maldita la gracia y, por supuesto, me voy del salón de casa si alguien está viendo "Inocente, inocente", el famoso programa de todas las Navidades. Me desagradan tanto que ni me he planteado, a pesar de tu invitación, Alberich, ver el vídeo. Pasando a mejores cosas, ya he recibido el tomo del Príncipe Valiente de Caldas. No deja de sorprenderme que, precisamente, me siga sorprendiendo Foster a estas alturas, cuando me conozco algunas de sus páginas casi de memoria. La pervivencia de este placer casi infantil, que no pueril, sí es una verdadera inocentada que nos juega la vida. Y si hay un catálogo de Ibáñez, por favor, no dejes de reproducir algunas páginas aquí. Una de mis hijas, mi hijo y yo tenemos sendos dibujos y dedicatorias de cuando estuvo en Córdoba. La mar de simpático, como diría alguno de sus entrañables personajes.
ResponderEliminarUn saludo.
O sea, que somos almas gemelas en la inocentada, ¿no?
ResponderEliminarEn fin. Insisto en que si se trata de una broma auténtica (y no un montaje) los responsables de la misma se han pasado siete pueblos. Hablando del asunto con algunos compañeros del trabajo a la hora de la comida --a modo de curiosidad-- me decían que ellos no se creen que pueda hacerse algo así y que si les hubiese pasado a ellos habrían puesto una demanda de cojones a los autores de la inocentada. Pero yo me pregunto: ¿es por casualidad, quizá, que las pobres víctimas sean unos simples currantes que dudo tengan muchos posibles para embarcarse en querellas judiciales? En este sentido, me gustaría saber si una broma parecida se la habrían hecho a algún magnate brasileño, o a alguien con influencia y posibles en ese país sudamericano...
En fin, Serafín...
Bueno, Alberich, para mí la respuesta a tu pregunta está en el hecho de que las inocentadas implican, la mayoría de las veces, una humillación de la víctima escogida. Y para salir indemnes de esa humillación, los autores de la inocentada deben escoger forzosamente a alguien más débil, que no pueda defenderse, como los alumnos de instituto acosados por los compañeros más "graciosillos", o que se vea obligado a aguantarse so pena de un perjuicio mayor, como los famosos en "Inocente, inocente", que tienen una imagen pública que mantener, puesto que en parte viven de ésta.
ResponderEliminarSuscribo todo lo que dices, francamente...
ResponderEliminar"... la fiesta de los "Santos Inocentes" —en referencia a los niños muertos— y que ha servido para establecer el correspondiente vínculo entre lo religioso y lo lúdico. Es costumbre que en dicha conmemoración —fijada el 28 de diciembre ya desde el siglo V— se hagan bromas de todo tipo, siendo muy habituales las que realizan los medios de comunicación en todos los países donde la tradición ha calado, dando noticias que son falsas con total seriedad y colándolas a modo de gazapos para hacerlas pasar por verdaderas."
ResponderEliminar-----------Gracias a Dios, en Portugal no existe semejante y estúpida tradicion vinculada al episódio de la matanza de los niños. Pero sí existe la tradicion de un día como ese: el 1 de abril.
Sí, bueno... Lo del "Día de los Inocentes" es una tradición de los países hispanoparlantes... En otros lugares como Francia, Italia, Alemania, Portugal (aquí por influencia británica) existe ese 1 de abril (el "April fool's day"), como "Día de las bromas" (si no me equivoco). ¿Y en tal fecha no se hacen inocentadas informativas, como las que he descrito...?
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