¿ES la manifestación de una voluntad popular? ¿O será, por ventura, una consecuencia del impacto que la telegenia puede ejercer sobre los ciudadanos en esta sociedad de la imagen? Quizá sólo sea el resultado del hastío y el desencanto del paisanaje... Lo cierto es que en los medios de comunicación y a nivel de la calle, a estas alturas del año 2015 —cuando aún faltan más de siete meses para las próximas elecciones generales (si Rajoy no las adelanta)— parece transmitirse la idea de que los dos únicos candidatos que compiten para hacerse con la presidencia del gobierno de esta nación de naciones son Albert Rivera (C's) y Pablo Iglesias (Podemos). Jóvenes, buenos oradores, aceptables fajadores —con algo más de simpatía Rivera que Iglesias, al que no le gusta mucho que le contradigan— de aspecto cercano y sencillo, en las antípodas de la imagen del político a que nos hemos ido acostumbrando (desde que Felipe González y Alfonso Guerra cambiaran la chaqueta de pana por el sobrio traje de gobernantes, porque fueron ellos los primeros en romper con la formalidad del político de toda la vida, todo hay que decirlo). En definitiva, pareciera que no hay otros candidatos en liza. Es, sin duda, la devastadora consecuencia del "efecto desencanto", que ya ha subsumido al conjunto de los ciudadanos —hartos, como están, de un sistema podrido hasta los tuétanos por la corrupción y el compadreo—, y que tiene a una buena parte de los mismos entregada a las promesas de regeneración y al populismo. A lo que sea, pero siempre que se ofrezca como nuevo (aunque prometa incluso lo irrealizable). Y tal es la impresión que parece confirmarse después de la cita electoral desarrollada el pasado domingo día 22 en Andalucía: los grandes triunfadores de la misma han sido, precisamente, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Las nuevas promesas. Porque no vamos a engañarnos: es a ellos, y no a los respectivos candidatos de sus partidos en dicha comunidad autónoma, a quienes votaron los andaluces (y andaluzas, claro). Como pasaba con Adolfo Suárez, con Felipe González e incluso con Kabir Bedi. ¿Se acuerdan? "¡¡Queremos un hijo tuyo, Sandokán!!". Pues algo parecido en este caso. ¿Estamos ante una premonición de lo que va a ocurrir en las próximas elecciones generales? Difícil responder a eso, pues siempre es complicado extrapolar los resultados de unas elecciones para aplicarlos a otras. Aunque a mí no me parece imposible que lo ocurrido en Andalucía —con las modificaciones lógicas impuestas por las diferencias de cada territorio y situación— sea un termómetro bastante fiable para ir intuyendo lo que ocurrirá a nivel nacional dentro de unos meses (primero en las municipales y luego, finalmente, en las generales).
En todo caso, lo que ha quedado claro tras las elecciones del domingo es: 1º) que los andaluces no parecen desear el cambio (deben considerar que están bien como están); 2º) que el bipartidismo no se encuentra tan agostado como nos quieren hacer creer quienes buscan la tabla rasa con el sistema que nos trajo la democracia; 3º) que Podemos no es el partido político que viene a llenar el hueco del PSOE (aunque ya digo que la costumbre de leer resultados electorales autonómicos a nivel nacional y extrapolándolos es arriesgada y puede llevarnos a equivocaciones de bulto); 4º) que la estrategia de Rajoy y sus muchachos —¡ay Arriola, Arriola!— está completamente equivocada: ya no basta (al menos no sólo) con presentar programas o dar el coñazo con el tema de la recuperación económica (que será cierta a nivel macroeconómico o empresarial, no digo que no, pero que la gente, sin embargo, no percibe a nivel personal o familiar); 5º) que Rivera es un magnífico líder que ha sabido ganarse la voluntad de los ciudadanos (y ciudadanas, claro), con los que conecta en grado proporcionalmente inverso a como parece hacerlo Rosa Díez; y 6º) que UPyD —un partido que despertó grandes esperanzas hace siete años— debe reflexionar sobre su estrategia, porque las cuentas no le salen (de hecho, cada vez son peores).
Es indudable que tras los últimos diez u once años —tras los salvajes atentados de Atocha, el gobierno de Rodríguez Zapatero y el remate de la crisis— el país ha quedado para el arrastre: tanto desde el punto de vista anímico como material. La sociedad se ha polarizado, extremando posiciones y volviendo a retomar ideas, frases y consignas que ya parecían olvidadas gracias a la vacuna democrática que nos llegó con la Transición (que algunos no hacen más que negar por activa y por pasiva). Desencanto absoluto, desilusión total, cabreo constante y miseria creciente dentro de un panorama de corrupción política generalizada y transversal (o casi: no seamos injustos con algunos partidos). Un caldo de cultivo inmejorable, en todo caso, para que los populismos, las demagogias y las telegenias hagan su agosto. Y es lo que está ocurriendo, ni más ni menos. Da igual lo que uno haya hecho en este tiempo, las iniciativas que se hayan adoptado o los pasos que se hayan dado en pro de una regeneración política efectiva. Eso no tiene la menor importancia cuando de lo que se trata es de luchar contra algo tan a flor de piel como el desencanto o el hastío.
Yo no sé ustedes qué piensan al respecto, pero un servidor tiene claro tres cosas: 1ª) que en todas las elecciones venideras no va a votar a uno solo de los partidos que han tenido responsabilidades de gobierno en este período de democracia que llevamos (es decir, pienso en PP, PSOE o IU); 2ª) que pese a mi enorme deseo de regenerar la vida política de España —no menor al de otros muchos ciudadanos, puedo asegurarlo— no quiero al frente de las instituciones a un grupo de líderes políticos que se mean encima de gusto cada vez que hablan de Hugo Chávez; y 3º) que no es justo que casi todo el trabajo político de acoso y derribo a la corrupción (asunto de Bankia-Cajamadrid, escándalo de las tarjetas "black", impulso del discurso para la regeneración democrática, etc.) lo haya espoleado y perseguido en los tribunales un partido concreto —cuyos líderes, además, han hecho una magnífica labor de oposición en el Congreso durante la legislatura— y, sin embargo, ahora sea Ciudadanos —que no tenía representación más allá del parlamento catalán— el que se vaya a llevar el gato al agua, rentabilizando todo eso. Pero ya sabemos que la política no es justa, sino veleidosa, cruel y egoísta, aunque necesaria. Y sólo útil cuando se puede hacer algo con ella (o gracias a ella). Así es que ha llegado el momento, creo yo, de que ciertos partidos políticos tomen algunas graves decisiones. Otros ya lo hicieron antes, bien optando por suavizar su discurso primigenio y maquillando sus verdaderas intenciones ideológico-programáticas con la idea de ampliar su espectro electoral, bien haciendo de tripas corazón y sacrificando algunos principios que teóricamente defendían para lograr extenderse por todo el territorio nacional. Entre la incorruptibilidad de Robespierre y el posibilismo pragmático de nuestro Cánovas del Castillo creo yo que se encuentra colocado ahora el tablero de juego. Y es ahí donde debería mover ficha cierta agrupación política, de cuyo nombre no quiero acordarme, si quiere seguir siendo algo en la vida pública española. Porque en mi modesta opinión aún tiene muchas cosas interesantes que aportar. A buen entendedor, pocas palabras bastan...
PD: por favor, no dejen de leer este interesantísimo artículo (que pueden ver también aquí, con comentarios incluidos), pues azota (con buenos argumentos) las tesis posibilistas sobre el pacto UPyD-C's y no coincide con parte de lo que defendemos en esta entrada...
En todo caso, lo que ha quedado claro tras las elecciones del domingo es: 1º) que los andaluces no parecen desear el cambio (deben considerar que están bien como están); 2º) que el bipartidismo no se encuentra tan agostado como nos quieren hacer creer quienes buscan la tabla rasa con el sistema que nos trajo la democracia; 3º) que Podemos no es el partido político que viene a llenar el hueco del PSOE (aunque ya digo que la costumbre de leer resultados electorales autonómicos a nivel nacional y extrapolándolos es arriesgada y puede llevarnos a equivocaciones de bulto); 4º) que la estrategia de Rajoy y sus muchachos —¡ay Arriola, Arriola!— está completamente equivocada: ya no basta (al menos no sólo) con presentar programas o dar el coñazo con el tema de la recuperación económica (que será cierta a nivel macroeconómico o empresarial, no digo que no, pero que la gente, sin embargo, no percibe a nivel personal o familiar); 5º) que Rivera es un magnífico líder que ha sabido ganarse la voluntad de los ciudadanos (y ciudadanas, claro), con los que conecta en grado proporcionalmente inverso a como parece hacerlo Rosa Díez; y 6º) que UPyD —un partido que despertó grandes esperanzas hace siete años— debe reflexionar sobre su estrategia, porque las cuentas no le salen (de hecho, cada vez son peores).
Es indudable que tras los últimos diez u once años —tras los salvajes atentados de Atocha, el gobierno de Rodríguez Zapatero y el remate de la crisis— el país ha quedado para el arrastre: tanto desde el punto de vista anímico como material. La sociedad se ha polarizado, extremando posiciones y volviendo a retomar ideas, frases y consignas que ya parecían olvidadas gracias a la vacuna democrática que nos llegó con la Transición (que algunos no hacen más que negar por activa y por pasiva). Desencanto absoluto, desilusión total, cabreo constante y miseria creciente dentro de un panorama de corrupción política generalizada y transversal (o casi: no seamos injustos con algunos partidos). Un caldo de cultivo inmejorable, en todo caso, para que los populismos, las demagogias y las telegenias hagan su agosto. Y es lo que está ocurriendo, ni más ni menos. Da igual lo que uno haya hecho en este tiempo, las iniciativas que se hayan adoptado o los pasos que se hayan dado en pro de una regeneración política efectiva. Eso no tiene la menor importancia cuando de lo que se trata es de luchar contra algo tan a flor de piel como el desencanto o el hastío.
Yo no sé ustedes qué piensan al respecto, pero un servidor tiene claro tres cosas: 1ª) que en todas las elecciones venideras no va a votar a uno solo de los partidos que han tenido responsabilidades de gobierno en este período de democracia que llevamos (es decir, pienso en PP, PSOE o IU); 2ª) que pese a mi enorme deseo de regenerar la vida política de España —no menor al de otros muchos ciudadanos, puedo asegurarlo— no quiero al frente de las instituciones a un grupo de líderes políticos que se mean encima de gusto cada vez que hablan de Hugo Chávez; y 3º) que no es justo que casi todo el trabajo político de acoso y derribo a la corrupción (asunto de Bankia-Cajamadrid, escándalo de las tarjetas "black", impulso del discurso para la regeneración democrática, etc.) lo haya espoleado y perseguido en los tribunales un partido concreto —cuyos líderes, además, han hecho una magnífica labor de oposición en el Congreso durante la legislatura— y, sin embargo, ahora sea Ciudadanos —que no tenía representación más allá del parlamento catalán— el que se vaya a llevar el gato al agua, rentabilizando todo eso. Pero ya sabemos que la política no es justa, sino veleidosa, cruel y egoísta, aunque necesaria. Y sólo útil cuando se puede hacer algo con ella (o gracias a ella). Así es que ha llegado el momento, creo yo, de que ciertos partidos políticos tomen algunas graves decisiones. Otros ya lo hicieron antes, bien optando por suavizar su discurso primigenio y maquillando sus verdaderas intenciones ideológico-programáticas con la idea de ampliar su espectro electoral, bien haciendo de tripas corazón y sacrificando algunos principios que teóricamente defendían para lograr extenderse por todo el territorio nacional. Entre la incorruptibilidad de Robespierre y el posibilismo pragmático de nuestro Cánovas del Castillo creo yo que se encuentra colocado ahora el tablero de juego. Y es ahí donde debería mover ficha cierta agrupación política, de cuyo nombre no quiero acordarme, si quiere seguir siendo algo en la vida pública española. Porque en mi modesta opinión aún tiene muchas cosas interesantes que aportar. A buen entendedor, pocas palabras bastan...
PD: por favor, no dejen de leer este interesantísimo artículo (que pueden ver también aquí, con comentarios incluidos), pues azota (con buenos argumentos) las tesis posibilistas sobre el pacto UPyD-C's y no coincide con parte de lo que defendemos en esta entrada...
Sobre la conclusión
ResponderEliminar" 1º) que los andaluces no parecen desear el cambio (deben considerar que están bien como están)",
no estoy en absoluto de acuerdo, lo que los andaluces han manifestado en las urnas es que el cambio que no quieren es el de Rajoy, y punto.
Parece que el PP no atina con los candidatos en Andalucía. A este no lo conocía nadie y al anterior lo conocíamos demasiado bien. Creo que la voluntad de los pueblos tras unas elecciones se puede interpretar, pero nunca menospreciar. Si se ha votado a Díaz será por algo, no nos equivoquemos.
No os equivoqueis con la falsa imagen andaluza. Antes con los ERE, desde Cataluña se acusó de corruptos y vagos, creo que se ha demostrado que la corrupción no distingue entre comunidades. Y a quien diga que le gusta trabajar miente (en líneas generales).
En fin, el ambiente político se presta al debate, y quería matizar tu artículo. Precisamente, desde Huelva se está promoviendo una iniciativa (PACTO;SOCIAL) que pretende crear con muy poco dinero un importante número de empleos, el principal escollo es que no encontramos en los demás el empuje necesario para sacarlo adelante.
Hombre Emilio, buenos días... ¿Qué tal estás?
EliminarMe parece que en tu respuesta se intuye cierto orgullo herido (como andaluz que eres) por una serie de cuestiones en las que yo no he entrado en absoluto. Vamos, que no estaban en mi consideración ni por asomo. Pero intentaré explicarme algo mejor, pues introduces valoraciones en tu comentario que no creo puedan aplicarse a lo que yo he escrito. Vamos a ver...
Efectivamente el resultado de estas elecciones --como el de cualquier otra, todo sea dicho-- se presta a un interesante debate. Pero frente a todos los argumentos que me propones en esta primera de tus intervenciones sólo puedo contestar una cosa: había, nada menos, que 22 formaciones alternativas a PSOE y PP --por no citar sólo las cuatro que tenían realmente posibilidades-- para poder elegir. De modo que si fuera cierto lo que tú dices --que los andaluces han votado para rechazar las políticas del PP a nivel nacional-- tenían otras opciones, al margen de apoyar mayoritariamente al PSOE (responsable directísimo de la situación política, económica y social de Andalucía, pues sólo él ha gobernado allí desde el inicio de la democracia). Sin embargo, la abrumadora mayoría del voto de los ciudadanos de vuestra comunidad autónoma (un 62,19%, nada menos) ha ido a los dos partidos más responsables de la situación que el país está viviendo. Por ende, la respuesta para mí está clarísima: el personal quería continuidad (no entro a valorar el porqué). Bueno sí, deduzco que es porque así les interesaba (ellos sabrán el motivo), lo cual me parece legítimo, que conste, aunque no llegue a entenderlo del todo, la verdad. Y no se trata de entrar a manejar aquí ciertos tópicos idiosincrásicos (que si los andaluces no trabajan, que si son unos viva la Virgen y unos prebendados, etc.). Eso lo has introducido tú en el debate. Yo no he dicho absolutamente nada al respecto, porque imagino que cada individuo habrá votado en función de sus intereses (como hacemos todos). Por ello, tampoco puedo aceptar la acusación de que he menospreciado los resultados electorales, ni los he puesto en duda en ningún momento (como han hecho otros muchos ciudadanos en foros, blogs y webs, diciendo que había pucherazo porque no ha ganado su opción preferida). No, no. Nada de eso. Repito: cada cuál sabe lo que tiene que hacer, pues ya estamos creciditos. Además, para eso votamos sólo las personas mayores de edad.
De todas formas, el vídeo que acaba de salir a la luz pública --en el que una tal Irene Sabalete-- "asesora" a los trabajadores de una empresa pública sobre a quién han de votar en las elecciones de 2012 si desean conservar sus puestos de trabajo me parece paradigmático de lo que está ocurriendo en Andalucía (la única comunidad autónoma, repito, en la que nunca ha dejado de gobernar el mismo partido político) y da una idea de por dónde pueden ir los tiros (o una parte de los mismos).
Un saludete.
Que conste que no me ha molestado nada tu artículo, ni ninguna de tus contestaciones. Simplemente es debate sobre la situación complicada por la que estamos pasando.
Eliminar¡Hey Emilio, se me había pasado por completo contestarte! Hombre, no tienes ni que decirme eso. Nos conocemos desde hace tiempo (aunque sea virtualmente) y nunca vamos a molestarnos por hablar de estas cosas... Si dije lo del "orgullo herido" es porque pienso que en tu respuesta mostrabas cierto hartazgo hacia los tópicos que se manejan respecto de los andaluces. Tópicos que, por cierto, yo sólo considero como tales, ya que la realidad andaluza es mucho más variada y compleja (como en casi todos los lugares del mundo). En cuanto a mis respuestas, decirte sólo que cuando se escribe --sin poder transmitir los matices de la voz, sin el movimiento del cuerpo, sin la gesticulación de las manos, etc.-- siempre resulta mucho más difícil transmitir al interlocutor nuestros verdaderos sentimientos, de modo que a veces parecemos más categóricos y taxativos de lo que realmente pareceríamos si estuviéramos hablando en persona. En este sentido, el tono de mis respuestas --por lo amplias y densas-- quizá parezca transmitir cierta dureza o expeditividad, pero no hay nada de ello, te lo aseguro.
EliminarUn abrazo (aunque ya sabes cómo).
Y haba muy bien de los andaluces el voto a un partido de origen catalán. Mas sunidos con el resto de España (ellos tambien lo son), romper lazos va a ser aún mas complicado. Desde mi punto de vista eso es bueno.
ResponderEliminarBueno, dejando a un lado consideraciones sobre el terruño de origen de cada agrupación política (que en el caso de C's puede pesar, pero no creo que demasiado, la verdad, de ahí que su objetivo sea España entera), lo cierto es que en las elecciones los andaluces podrían haber votado aún más a dicha formación (o a Podemos, o a UPyD --a la que han barrido del mapa electoral--, o a cualquiera de los pequeños partidos que se hayan presentado a nivel autonómico y que yo no conozco. En fin, insisto: había alternativas más que suficientes (creo yo), pero los ciudadanos de la comunidad se han decantado por seguir con lo que hay.
Eliminarhttp://www.losreplicantes.com/articulos/entender-resultados-andaluzas-2015/
ResponderEliminarEl artículo al que remites va mucho más lejos de lo que yo siquiera pensé a la hora de redactar la entrada...
EliminarY hombre, es cierto que en estas elecciones --con la entrada de nuevos partidos en el parlamento andaluz-- se ve cierto movimiento renovador. Pero va un poco lento, dado la que está cayendo, ¿no?
Otro saludete.
Un añadido a todo lo que he comentado antes: quizá debería haber escrito en mi artículo "a la mayoría de los andaluces" (pues resulta evidente que no todos han votado PSOE-PP, ni siquiera partidos alternativos, sino que ha habido una buena abstención). Pero, por lo demás, las consecuencias que he sacado de estos resultados creo que siguen siendo válidas.
ResponderEliminarOtro saludete más a todos los potenciales lectores...
Hola, Alberich.
ResponderEliminar¿Cómo estás? Imagino que muy ocupado cuando sigo sin poder ver esos originales que, de seguir tan bien guardados, acabarán en manos de Ben Gunn. Como andaluz, sé que no andas desarcertado en muchas de las cuestiones que planteas, pero quisiera hacer unas observaciones sobre lo que has escrito, por obvias que parezcan.
Si añadimos la abstención a los votos a otros partidos, sólo un 46% aproximadamente de los andaluces han votado al PP o al PSOE. En número de votos, los resultados del PSOE son los peores que ha obtenido hasta ahora en Andalucía. Al final, no cambia nada, pero pienso que no está mal precisarlo.
La mayoría de las personas que me decían que iban a votar a Ciudadanos, no me plantearon en ningún momento la cuestión de que fuera un partido catalán; simplemente, les inspiraba confianza. Dicho de otro modo, no creo que haya que alabar a los andaluces por votar a un partido catalán, porque esta cuestión no se ha planteado más allá de los que se jugaban directamente algo en las elecciones y tenían que buscar un modo de desprestigiar a los rivales. Somos muchos los que tenemos familiares catalanes (yo incluido) y no le pedimos la partida de nacimiento a la gente antes de votarla, como veo que tampoco se hace en el resto de España, según la distinta procedencia de los presidentes que hemos tenido hasta ahora.
Unos 76.000 andaluces hemos votado a UPyD. En muchas autonomías no sería un mal resultado, pero aquí, una comunidad con más de ocho millones de habitantes, obviamente ese resultado no es nada.
La mayor parte de la población andaluza vive en pueblos (un amigo vasco, profesor de Filosofía de la universidad de Córdoba, se reía cada vez que yo llamaba "pueblos" a lugares que tenían veinte mil, treinta mil o cuarenta mil habitantes), y en muchos de ellos, por las razones que ya se sabe, el PSOE es casi incuestionable. Ahí no se puede hablar ni siquiera de bipartidismo.
Podemos ha conseguido la mayoría de sus representantes en cuatro provincias. En las otras cuatro, ha obtenido un escaño por provincia. De ahí se podría deducir que difícilmente va a resultar una alternativa al bipartidismo si no cambian mucho las cosas, que entra dentro de lo posible, claro.
Hola Rafa, ¿qué tal estás? ¿Te sorprendes si te digo que también esperaba tu intervención? Como andaluz, que sé que eres, me parecía lo más probable.
EliminarPues, para empezar, te digo lo mismo que a Emilio: muchas gracias por comentar.
A todo lo que señalas en este primer comentario no puedo sino añadir que estoy de acuerdo. Ya hablé de la abstención (que es un factor muy a considerar para calibrar los resultados de estas elecciones, en efecto). Y es ciertísimo lo que señalas sobre los peores resultados obtenidos por los dos partidos mayoritarios, pero ello no es óbice para decir de nuevo que ambos han vuelto a ganar estas elecciones (habiendo otras opciones; muuuuuuchas otras opciones, algunas de ellas bien realistas y provechosas). De modo que...
Por lo demás, ya digo, coincido con la valoración que haces de los hechos.
Un saludete.
Sigo:
ResponderEliminarDesde fuera se habla mucho de la corrupción de los políticos andaluces, que es vergonzosa por ser piadoso con esos miserables; de los 80.000 millones de euros recibidos en 30 años (divididos por años y por número de población quizás no son tantos, pero ahí ya no quiero entrar); de las ayudas del PER; o, como tú lo haces, de la permanencia eterna del PSOE en el poder. De lo que no se habla, quizás porque es algo demasiado local para que se le dé importancia a nivel nacional, es de que mucha gente defiende al PSOE de la corrupción porque considera que parte de las acusaciones contra el partido y contra los sindicatos son parte de una trama política para hacerles daño, como cuando a nivel nacional también se ha defendido a capa y espada la inocencia del juez Garzón o, en relación con los GAL, de Felipe González. Los insultos que ha recibido la juez Alaya a la puerta de los juzgados son, amén de ridículos, humillantes. Ver eso sí es vergonzante y duele de verdad, no oír que los andaluces somos unos vagos. Tampoco se habla de cómo ha cambiado Andalucía que ha recibido ese dineral. Baste decir que la Córdoba en la que yo nací y crecí nada tiene que ver con la de hoy en día. En comparación, ésta es, a pesar de su insostenible número de parados, una ciudad "rica" (por ejemplo, hay cuatro o cinco librerías de cómics, por tocar un tema que nos apasiona a los dos, y una orquesta que ahí sigue, aunque con muchas dificultades económicas para que mantenerse). Este cambio se lo atribuye mucha gente al gobierno del PSOE, aunque para muchos es indudable que se hubiera producido igual con otros gobiernos. Tampoco se habla de que el PER (no recuerdo ahora si son entre 400 y 500 euros) lo cobran algo más de cien mil personas, mientras que varios millones cobramos sólo nuestro sueldo y soportamos una de las tasas impositivas más altas de España, porque no olvidemos que no sólo el PP sube los impuestos: parece que el PER tampoco explicaría el triunfo del PSOE. Sobre el hecho de que no haya alternancia política, no se habla de que Andalucía es una tierra muy clasista, donde los dos partidos, el PP y el PSOE, reflejan algo más que dos opciones políticas: a veces son el reflejo de posturas sociales, de un auténtico enfrentamiento de clases, casi irreconciliables. Cuando Aznar ganó sus primeras elecciones, algunos de mis compañeros de trabajo (soy profesor, así que eran licenciados) estaban literalmente aterrorizados por la llegada de la derecha al poder. Uno hubiera dicho que el poder legislativo y judicial había desaparecido de repente en España. Según parece, la democracia consistía en votar para que ganara el PSOE (y que conste que no lo digo como crítica a los votantes del PSOE). Y, sin embargo, al contrario de lo que planteas, no veo tanta diferencia con el resto de España: en muchas comunidades se ha alternado el PP con partidos creados por gente que se marchó del PP y creo un nuevo partido o con partidos de ideología muy similar; en otras, se han alternado los nacionalistas, de derechas o de izquierdas, que es lo mismo (como historiador, sabes que el nacionalismo no ha dejado de ser, al fin y al cabo, una ideología rancia y conservadora), con el PSOE apoyado en el gobierno por los nacionalistas.
Me he extendido más de lo que pretendía. Te ruego que me disculpes.
¿Para cuándo esos originales?
Un saludo
Gracias de nuevo, Rafa, por tu interesantísima reflexión. Y no hay ningún problema, por favor: os podéis extender todo lo que queráis (¡faltaría más!). Para eso están los comentarios abiertos en el blog.
EliminarVeo que eres casi más crítico que yo con la situación política, social, económica y judicial de Andalucía (bueno, yo tampoco es que sea especialmente crítico, simplemente me he limitado a constatar lo que ha vuelto a ocurrir tras estas elecciones; cosa que choca bastante, considerando que Andalucía sigue siendo una de las dos comunidades autónomas menos desarrolladas de toda España, con menor renta per cápita, con mayores índices de paro, etc. etc. etc.).
La explicación "socio-ideológica" que das para justificar (si se puede decir así) lo que ocurre en Andalucía a nivel político está muy bien; de hecho muchos de nosotros (que no somos andaluces, ni tenemos familiares allí) la intuímos, pues sólo a partir de ella se podrían explicar muchas de las cosas que ocurren en vuestra tierra). Pero creo que no resulta satisfactoria en general, y me explico: que todo eso que tú comentas ocurriera hace 60, 70 u 80 años --cuando el analfabetismo y la incultura estaban más o menos extendidas por toda España, cuando no existían los medios de comunicación actuales, cuando la libertad de información realmente no se daba, cuando las posibilidades para mantenerse informado eran mucho más limitadas-- pues tenía una razón de ser. Pero que eso siga ocurriendo hoy en día, cuando todo el mundo puede acceder a todo tipo de noticias y medios para conocer la realidad, pues choca un tanto, la verdad. No sé si me he explicado. Creo que sí.
Otra cosa: el famoso PER o PFEA. Por supuesto que su existencia, por sí sola, no explica los reiterados triunfos en Andalucía del partido que lo creó. Por eso yo no me he referido a ello en ningún momento. La cosa es mucho más compleja y se trata de una conjunción de elementos que, unidos, coadyuvan a explicar lo que ocurre. Mucho más importante que el PER, o que esa fidelización social hacia el PSOE de la que tú hablas son las redes clientelares que, desde los tiempos del caciquismo que ya denunciaran Joaquín Costa, Macías Picavea, Mallada, Unamuno y otros se han perpetuado hasta la actualidad (y en toda España, ¡ojo!) aprovechándose del sistema autonómico creado con la Constitución de 1978, que han terminado desnaturalizando. Un sistema que, en el caso de Andalucía, el PSOE (y, en algunos lugares IU) ha conseguido institucionalizar en beneficio propio de muy diversas maneras (una de ellas, quizá la más habitual, la que muestra el audio de Irene Sabalete diciendo a la gente lo que había que votar: vamos, como el durito que pagaba Romanones a los electores de la provincia de Guadalajara en época de la Restauración para salir vencedor). Eso que ha venido ocurriendo en toda España hasta determinado momento --pues ya ha habido alternancias políticas-- sigue inmutable en Andalucía. Y es lo que debería cambiar. En las últimas elecciones se estuvo a punto (pues ganó el PP), pero la alianza entre PSOE e IU (legítima, por otra parte, merced al juego democrático) dio al traste con ello. Quiza habría sido una buena oportunidad para que los andaluces comprobaran que el mundo no se destruía (ni el cielo caía sobre sus cabezas) porque el PP hubiera gobernado. Es decir, que era una opción política más, y no el coco, el demonio o el Apocalipsis.
Otro saludete.
Debería haber escrito "la Andalucía que ha recibido" y "creó", con tilde. En fin, las prisas. Gracias por tu paciencia.
ResponderEliminarY más: "para mantenerse", no "para que mantenerse"; "400 o 500", no "400 y 500". En fin, espero que seas piadoso conmigo, porque ya no corrijo más.
ResponderEliminarSIGO AQUÍ RAFA:
ResponderEliminarEn cuanto al tema de los originales, ¡Ayyyyy! Estoy más liado que la pata de Perico, pero sí puedo decirte que no hacen más que entrar en casa nuevas cositas. Para la semana que viene (o así) estoy esperando un par de remesas italianas con 13 piezas, en las que hay incluidas un nuevo Tacconi, un nuevo Del Castillo, más Genzianella, más Roi, un nuevo Serpieri (¡¡preciosísimo!!) y algunas otras cosas muy interesantes. Acabo de recibir un Hernández Palacios, un Alfonso Font, un Jeff Jones, varias cosas de Ventura y Nieto (muy, muy bonitas) y tengo pendientes varios Figueras, dos Hernández Palacios más, unos cuantos RAF, algo de Luis Ortiz (el número 1 de Terciopelo Negro, aunque sin la portada: ¡mecachis!) y otras cuantas cosillas. De Argentina también me tienen que llegar bastantes piezas (algo de Quinterno, de principios de los años 30, y de otros dibujantes menores, pero que me gustan mucho). En fin, una pasada, como puedes ver. Y todavía tengo decenas de cosas compradas hace mucho tiempo para catalogar e ir publicando en mi galería de CAF. Pero es que no doy abasto, la verdad.
Un abrazo.
)
¡Tantos y de artistas que tanto admiro: Del Castillo, RAF, Ventura y Nieto o Luis Ortiz! Si yo fuera Stendhal, ahora estaría tan mareado como él cuando pateaba Italia reivindicando a Botticelli. Esperaré, sin duda (además, no queda otra).
ResponderEliminar¡Y de lo demás! ¿Qué puedo decirte? Hablas de la incultura. La sinagoga de Córdoba es la única en Europa, junto con la de Praga, que se conserva tal y como estaba en la Edad Media, pero la mayoría de los cordobeses no sabe ni que Córdoba tiene sinagoga. Junto a una de las puertas de la muralla de Córdoba, está la estatua de Ibn Hazm, el mayor poeta de la España musulmana, autor de El collar de la paloma: ni se te ocurra preguntarle a un cordobés de quién es esa estatua. ¿Saben los andaluces que Mateo Alemán, el mejor novelista de su época después de Cervantes, Valdés Leal, José Cadalso, Bécquer, Antonio Machado, Niceto Alcalá-Zamora o Vicente Aleixandre, premio nobel como Juan Ramón, eran andaluces? Te aseguro que no, pues parece que aquí a nadie le interesa que se sepa. La mayoría de los andaluces no escuchamos ni copla ni flamenco (el grupo que mejor versiona a The Beatles en el mundo, según los premios acumulados y la crítica, es un grupo andaluz, por poner un ejemplo de la variedad de gustos que hay por aquí; y sí, Manuel de Falla también era andaluz, aunque eso aquí no le importe a nadie; incluso no debe extrañarte que una gran mayoría crea que el jienense Joaquín Sabina es madrileño), pero eso no cuenta para Canal Sur, que a veces es una cadena tan anclada en el costumbrismo del siglo XIX que ha conseguido que muchos andaluces no la veamos nunca. Mis alumnos gitanos (soy profesor en la zona en que nací y me crié, con abundante población marginada), especialmente las chicas, dejan con frecuencia el instituto entre los catorce y los dieciséis años para casarse. Y te aseguro que saben "navegar" por Internet sin problemas. Técnicamente, la Andalucía de la calle no es la de los años 60, 70 u 80; ideológicamente, hay una parte que sí, y no sólo entre nosotros, los andaluces de a pie, como se dice. Muchos periodistas o similares, como Jesús Quintero, tan conocido, pontifican desde el revanchismo político de esos años a los que te refieres, nunca desde un conocimiento de la realidad andaluza de la calle (sólo conocen la realidad que les interesa; en el caso de Quintero, la folclórica y dicharachera de los "cuñaos"). Oír a los periodistas hablar, por ejemplo, de educación, es como oír a un especialista en las idealizaciones renacentistas del Templo de Salomón intentar describir los bloques de pisos de un suburbio. Uno de mis compañeros de instituto es uno de los mejores entomólogos de España; mi primo hermano es catedrático de microbiología y da conferencias en las universidades de medio mundo. Tienen la desgracia de no saber cantar ni contar chistes. En fin, que no merece la pena que siga, porque me enfado. Prefiero pensar que somos ya unos "pocos muchos" los que nos ilusionamos con los originales de Luis Ortiz, dibujante que tan, tan bueno me parece. Bueno, una última queja relacionada con el cómic: no, en Andalucía tampoco saben que dibujantes como Carlos Pacheco o Juanjo Guarnido son andaluces. ¡Supongo que tampoco saben cantar! Antonio Escohotado ha dicho muchas veces que a lo único que hay que temerle es a la ignorancia. Nosotros lo sabemos tan bien como cualquiera. Me repito: prefiero pensar en los originales de Luiz Ortiz.
ResponderEliminarUn abrazo
Me corrijo: sé que tú hablas de hace 60, 70 u 80 años, y yo de los años 60, 70 u 80, que no es lo mismo (en muchas zonas de Andalucía, quizás sí), pero espero que quede más o menos claro. Y por si alguien aparte de ti, que sé que no me juzgarás mal, lee esto, he de aclarar que, como respondió Borges cuando lo acusaron de ser muy crítico con España, criticamos lo que nos importa, lo que queremos.
ResponderEliminar¡Acabo de darme cuenta! Estamos hablando de Leopoldo Ortiz, ¿no?
ResponderEliminarPor supuesto... Ja, ja, ja... No sé en qué estaría pensando cuando puse lo de Luis. Es el hermano del gran José, claro que sí... Un magnífico dibujante también...
EliminarPor cierto, yo no he votado ni al PP ni al PSOE, creo que hace falta aire nuevo en la JA, pero hay que respetar el resultado de las urnas, aunque no coincida con lo que uno quiere. Si no nos gusta hay que intentar que la próxima vez no suceda. Hay que trabajar por aquello en lo que uno cree. Todos sabíamos que en España había corrupción, para mi la sorpresa ha sido la cantidad y el alcance, pero saber, lo sabía. Y el que siempre haya pagado el IVA que tire la primera piedra.
ResponderEliminarPor otra parte, no habia tanta alternativas. Desde el Pueblo Nacionalista Andalusí al Partido Hortofrutícola Andaluz, toda una serie de partidos que nadie sensato votaría. Lo de Ciudadans no se esperaba y UPyD ya estaba moribundo. Yo diría que el cambio va a llegar porque si no lo hay Podemos subirá y Susana Díaz tonta no es.
ResponderEliminar