jueves, 12 de marzo de 2015

MOMENTOS PUBLICITARIOS: GRAPHICLASSIC Y "LA ISLA DEL TESORO" DE STEVENSON



COMO todos ustedes recordarán —y, si no es así, aquí estoy yo para refrescarles la memoria—, en el verano de 2013 (¡hay que ver cómo pasa el tiempo, carajo!) tuve el placer de anunciarles la aparición de un nuevo proyecto editorial que estaba liderado por el querido amigo Carlos Uriondo; el Charles Caum que nos hizo disfrutar en Internet, junto con Horacio Díez, de memorables entradas publicadas en el blog Cómic. Historietas. Tebeos. Lo recuerdan, ¿verdad? Pues bien, dicho proyecto se llama Graphiclassic y ya nos ha dado, a quienes somos aficionados a la novela de aventuras de toda la vida, un soberbio libro monográfico dedicado a ese gran clásico que es Moby Dick. Hablamos de ello aquí, en su momento, y promocionamos la publicación en este Nibelheim y en la medida de nuestras humildes posibilidades, destacando la importancia del trabajo y una serie de características en el mismo que entonces nos parecieron muy interesantes y que ahora vuelven a aparecer, reforzadas y ampliadas si cabe, en el segundo número de la colección Graphiclassic (que así se llama este proyecto).



Dicho número está dedicado a La isla del tesoro, la más inmortal y admirada de las novelas escritas por Robert Louis Stevenson —junto, quizá, a El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde—, y una de las principales fuentes inspiradoras y nutricias para algunos de los medios más característicos de la cultura popular, como lo demuestra su repetida adaptación al cine, la televisión, la historieta, los vídeojuegos, etc.

Stevenson y Mark Twain


El relato de Stevenson apareció seriado en la revista infantil Young Folks entre 1881 y 1882, siendo recopilado luego en formato de libro al año siguiente (1883). Este origen editorial no debe hacernos perder, sin embargo, la perspectiva de una realidad indubitable y es que, pese a ir dirigida en principio a un público infantil-juvenil, la grandeza de la novela reside (entre otras cosas) en haber trascendido las edades, consiguiendo despertar tanto el interés de los más jóvenes, como el de los adultos y contribuyendo como pocos relatos antes y después de ella a crear una imagen de los piratas y la piratería que ha dejado una profunda huella en el imaginario colectivo de nuestras sociedades. Digamos que con su novela Stevenson logró crear el arquetipo de lo pirático.



El título completo del libro es ya, de por sí, toda una declaración de intenciones para el lector: La isla del tesoro. Estudio gráfico y literario sobre la obra maestra de Robert Louis Stevenson. El mapa de los sueños. Ahí se encuentra concentrada toda la esencia de lo que es esta publicación. Y es que la novedad más importante de la colección Graphiclassic, así como su mayor interés, residen, a mi modo de ver, en el tipo de obra que se ofrece al lector: no estamos ante una reedición más de la novela propiamente dicha, sino ante un trabajo que reflexiona sobre la misma (así como sobre su autor) y que nos aproxima a ambas realidades desde muy diversos puntos de vista, dándonos un enfoque variado y completo de toda la problemática que presenta, en cada caso, el texto de que se trate. Así, al igual que en el libro dedicado a Moby Dick de Melville, en este sobre La isla del tesoro encontramos varias partes o bloques monográficos relativos a: 1) el autor, su obra y su tiempo; 2) la visión que tienen de la obra de Stevenson una serie de importantes colaboradores convocados para participar en el libro, o a cuya obra ya creada se ha acudido para mostrarlo explícitamente; 3) la variopinta y enorme cantidad de obras que han surgido en otros medios artísticos (ilustración, cómics, cine, etc.) tomando la novela de Stevenson como fuente de inspiración; y 4) una breve miscelánea llena de curiosidades, anécdotas y aspectos relacionados con la obra y su autor. En resumen: por la variedad de temas abordados y de perspectivas ofrecidas al lector, bien podríamos decir que nos hallamos ante una completa "guía introductoria" a la lectura de La isla del tesoro.



La nómina de colaboradores que se ha logrado reunir para este número es verdaderamente impresionante, tanto a nivel gráfico como literario. En este segundo ámbito —el más nutrido de la publicación— nos encontramos con los nombres de (y citamos por estricto orden alfabético, tal como vienen enumerados en las pp. 6-7 del libro): Moncho Alpuente, Guadalupe Arbona, Constantino Bértolo, Rosa Burillo, Luis Conde, Luis Alberto de Cuenca, Guillem Díez, Raúl Guerra Garrido, Manuel Hidalgo, Fernando Jiménez Barrero, Alejandro Jodorowsky, Juan Madrid, Alberto Manguel, Javier Marías, Rosa Montero, Pilar Pedraza, Fernando Savater, Jordi Sierra i Fabra, José Carlos Somoza, Antonio Tabucchi, Juan Tébar, Mario Vargas Llosa y Alberto Vázquez-Figueroa. También es cierto que no todos participan con textos inéditos y escritos específicamente para este libro, ya que en esos casos lo que se ha hecho es acudir a trabajos publicados antes en otros lugares, pero relacionados de manera directa con el tema objeto de estudio, como ocurre con los que firman Tabucchi, Vargas Llosa o Vázquez-Figueroa, por citar sólo tres a modo de ejemplo.



En el terreno gráfico e ilustrativo (y citamos, también, por orden alfabético) los colaboradores han sido Federico del Barrio, Álex del Río, Ángel Domínguez, Darío García, Vital García Tardón, Adrià Gòdia, Judit Morales, David Pintor y Fernando Vicente. Una nómina algo menor, pero cuyas colaboraciones encajan a la perfección en el tono general del libro, contribuyendo a hacer de él un producto de magnífica calidad estética. Y dirigiéndolo todo, como una especie de deus ex machina o factotum del invento, Carlos Uriondo que, junto a Luis Conde, ha sido el que más trabajos parece haber asumido en este número, al firmar varios artículos y las ilustraciones de alguno más. Junto a ellos, Vital Garcia Tardón y Guillém Díez, se llevan la palma como los más currelantes.



La factura del volumen es impecable: cubiertas blandas con solapas (lo que hace que resulten bastante sólidas), un papel satinado (pero sin brillo) de gran calidad, un exquisito cuidado en la tipografía, la maquetación y el diseño de página (que se deben a García Tardón). Todas las colaboraciones vienen profusamente ilustradas y acompañadas por indicaciones precisas y llenas de comentarios que las iluminan. Personalmente, y por razones obvias que todos ustedes entenderán, el bloque que más me ha llamado la atención de todos los que conforman el libro es el último ("Arte, ilustración, cómics, cine..."), con especial interés por los artículos que firman, respectivamente, Carlos Uriondo y Luis Conde, cuyo contenido pasaré a resumir brevemente.



El primero de ellos es el responsable de dos interesantes textos en los que se analiza el acercamiento que los ilustradores han hecho a la novela de Stevenson desde prácticamente el mismo momento de su aparición. En el titulado El tesoro de la imagen (pp. 146-169) Uriondo pasa revista a los artistas más significativos, en un examen exhaustivísimo y bellamente ilustrado por los trabajos de Frank Thayer Merrill, Georges Roux, Walger Paget (hermano de Sidney, el célebre ilustrador que dio forma al primer Sherlock Holmes gráfico), el mítico N. C. Wyeth, Milo Winter, Georges E, Varian, Frank Godwin, Edmund Dulac, Rowland Hilder, Norman Mills Price, René Follet, Dino Battaglia, Robert Ingpen, François Roca, Junceda, José Luis Salinas, Enrique Breccia, etc. Un trabajo que no defraudará a los lectores interesados en el tema, y en el que la parte gráfica adquiere un peso y una dimensión considerables. El segundo artículo está dedicado en exclusiva a N. C. Wyeth, quizá el más célebre de los artistas que se ocuparon del texto stevensoniano y algunas de cuyas ilustraciones para la novela pueden verse en esta misma entrada.



El trabajo que firma Luis Conde (Adaptaciones al cómic. La Isla en viñetas, pp. 190-207) es, en mi modesta opinión, de lo mejor que hay en el libro y me interesa especialmente por razones que todos ustedes entenderán. Se trata de un estudio riguroso, amplio, detallado, pleno de datos, reflexiones y análisis que pasa revista a todas las adaptaciones historietísticas de la novela de Stevenson, desde la humorística de los años 30 con Mickey Mouse como protagonista y Floyd Gotfredson como autor, hasta la última y más reciente realizada por David Chauvel y Fréderic Simon para Delcourt. Estupendo, por otra parte, el análisis que hace Conde de esta última adaptación y de la realizada por Hugo Pratt a mediados de los años 60 del pasado siglo (pp. 199-207). En el texto van desfilando versiones conocidas de todos los aficionados y realizadas por autores tan prestigiosos como Boixcar, el citado Pratt, Chiqui de la Fuente, Ramón de la Fuente, Arturo Moreno, el Grupo Premiá (Luis Gacía, Adolfo Usero y Carlos Giménez), Fontanarrosa, Dorison y Lauffray, etc., pero también hay referencias (algunas bastante detalladas) a otras historietas en las que los piratas han jugado algún papel de importancia, sin necesidad de ser adaptaciones de La isla del tesoro. Un magnífico trabajo.



Muy interesante me ha parecido, también, el cuadernillo anexo e independiente titulado Bitácora. Notas de a bordo de la tripulación. La isla del tesoro y la piratería, en el que aparecen recogidas ideas, reflexiones, anécdotas y temas que no han encontrado su espacio en el libro principal y que se refieren básicamente a cuestiones históricas de la piratería. Así, tras un primer artículo con carga de profundidad sociopolítica que firma e ilustra Carlos Uriondo —y en el que se pone en relación el argumento de la novela de Stevenson con los sucesos socioeconómicos de los últimos años y el modelo de sociedad, ávida de dinero y piratil, que hemos creado—, se incluye una completa cronología de hechos y leyendas marítimas y piráticas y se da un repaso a la historia de la piratería a través de breves semblanzas de sus personajes más conocidos (Every, Teach, Bonnet, Rackham, Roberts...). A continuación, un breve ensayo de Luis Conde nos habla de la vida A bordo de una goleta y otro de Carlos de los viajes realizados por el propio Stevenson a lo largo de su corta vida. Hay también espacio para referirse a otro gran viajero en su relación con Stevenson: Hugo Pratt. Y lo hace también Carlos en un breve trabajo titulado Tusitala, Hugo Pratt y el hombre de la sahariana (pp. 22-25). El resto del cuadernillo habla de aquellas secuelas literarias que se han escrito sobre La isla del tesoro (pp. 26-27), de la huella que los piratas han dejado en la cultura popular (pp. 28-31), del trasvase de la temática al mundo de los vídeojuegos (pp. 32-33) y del misterio que encierran las siglas RLS (referidas a Robert Louis Stevenson y, al parecer, a otras muchas cosas más) (p. 34).



En definitiva: un libro interesantísimo y que yo recomiendo encarecidamente, pues constituye un inmejorable punto de arranque para acercarse con conocimiento de causa a una de las obras literarias más sugerentes y famosas que ha dado el género de la novela de aventuras. Con él entre manos, la buena arribada a la isla del tesoro es cosa más que segura.



Datos bibliográficos
Autor: Carlos Uriondo (dir.)
Titulo: La isla del tesoro. Estudio gráfico y literario sobre la obra maestra de Robert Louis Stevenson. El mapa de los sueños.
Lugar de edición: Madrid, 2014
Características físicas: 234 págs., 25 x 18,50 cm.
Precio: 20,00 EUR. (el importe incluye el cuadernillo Bitácora como oferta de lanzamiento, según puede verse en la "tienda" de Graphiclassic).


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NOTA añadida el 12 de marzo de 2015, a las 07:59 horas: el próximo jueves, 26 de marzo, Carlos Uriondo, junto a Luis Alberto de Cuenca y otros colaboradores presentarán el libro en la FNAC de Callao, en Madrid. Están todos ustedes invitados al evento.

2 comentarios :

  1. Mira que me gusta N.C Wyeth... Pero a la par... es más, creo que en La isla del tesoro igual me quedo con este, prefiero las ilustraciones de Mervyn Peake (quien no aparece en tu lista de citados, pero imagino que sí se mencionara en el libro).
    Un saludo.

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  2. Hola David, ¿qué tal estás? Si, efectivamente, en el artículo Carlos Uriondo también cita a Mervyn Peake (aunque hay una pequeña errata, pues aparece escrito Melvin), e incluye alguna ilustración. No lo mencioné porque a mí no me gusta especialmente y porque la nómina de ilustradores que se citan es enorme y completísima. Pero si compras el libro (je, je, je) podrás verlo con tus propios ojos

    (conste que no llevo comisión por promocionarlo, ¿eh? Es, sencillamente, que me parece un trabajo magnífico).

    Un saludete.

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