ESTA mañana me he enterado, a través de Entrecómics, de que ayer falleció en Barcelona Josep María Berenguer, más sencillamente "Berenguer". Aunque servidor nunca ha sido amante de los tebeos underground y de la estética o sensibilidad representada por ellos —y esto es algo que ustedes ya podrán deducir a estas alturas de la película—, sin embargo soy consciente de los débitos que el Noveno Arte tiene con autores fundamentales de dicho movimiento, como Shelton o Crumb, así como con la corriente estética que representan. Y es que hacer lo contrario sería confesar una absoluta ignorancia en esta materia. Por esa misma razón, he de reconocer que la muerte de Josep María Berenguer significa que acabamos de perder a uno de los más importantes editores patrios de los últimos cuarenta años. No sólo porque estuviera entre los principales impulsores de dicha corriente artística en nuestro país, sino, ante todo, porque consiguió popularizarla y difundirla a través de revistas pioneras y fundamentales como El Víbora o Kiss Komix —siendo la primera de ellas una de las más longevas, junto con El Jueves—, y porque terminó alumbrando la principal editorial española interesada en lo alternativo, lo contracultural y lo independiente dentro del cómic: Ediciones La Cúpula.
En este sentido, es imposible evocar su figura sin que acudan al magín personajes tan fundamentales de la contracorriente underground como Makoki —para el que creó una revista que resultó ser demasiado efímera— o Anarcoma, así como las obras de otros grandes autores (al margen de los dos norteamericanos ya citados), como son Burns, Bagge, Clowes, Matt, Brown, Liberatore, König, Nazario, Max, Gallardo & Mediavilla, etc., a todos los cuales Berenguer editó en su sello de una manera tan digna y competitiva como la más comercial de las editoriales.
En fin, Serafín. Gracias a Berenguer y a sus publicaciones pudimos conocer y apreciar la llamada "línea chunga" que, junto con la de la "línea clara" y la experimental escuela de Madriz, ha terminado siendo una de las principales corrientes estéticas dentro de la historieta española. Un "cómix para supervivientes" —como rezaba el lema de El Víbora— que nos hizo saltar del frenopático de Makoki a los travestis y homosexuales superdotados de Nazario, pasando por el ecologista Gustavo de Max, o el repugnante Cerdo Edmundo de Rochette y Veyron. En definitiva: toda una forma alternativa de ver el mundo y los tebeos.
Sit tibi terra levis.
En este sentido, es imposible evocar su figura sin que acudan al magín personajes tan fundamentales de la contracorriente underground como Makoki —para el que creó una revista que resultó ser demasiado efímera— o Anarcoma, así como las obras de otros grandes autores (al margen de los dos norteamericanos ya citados), como son Burns, Bagge, Clowes, Matt, Brown, Liberatore, König, Nazario, Max, Gallardo & Mediavilla, etc., a todos los cuales Berenguer editó en su sello de una manera tan digna y competitiva como la más comercial de las editoriales.
La mítica primera (y descriptiva) portada de El Víbora, con una ilustración de Nazario
En fin, Serafín. Gracias a Berenguer y a sus publicaciones pudimos conocer y apreciar la llamada "línea chunga" que, junto con la de la "línea clara" y la experimental escuela de Madriz, ha terminado siendo una de las principales corrientes estéticas dentro de la historieta española. Un "cómix para supervivientes" —como rezaba el lema de El Víbora— que nos hizo saltar del frenopático de Makoki a los travestis y homosexuales superdotados de Nazario, pasando por el ecologista Gustavo de Max, o el repugnante Cerdo Edmundo de Rochette y Veyron. En definitiva: toda una forma alternativa de ver el mundo y los tebeos.
Sit tibi terra levis.
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Enlace a la necrológica que han publicado en Ediciones La Cúpula,
fundada por Berenguer y de la que fue director hasta su fallecimiento
Se murio.
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