INTERESANTÍSIMA partitura que, desgraciadamente, no he podido disfrutar en todo su alcance, pues me ha sido imposible conseguir el libreto (siquiera en alemán, idioma en que está compuesta originalmente) para seguir, más o menos, el desarrollo de la acción. Stephan (1887-1915) fue uno de esos prometedores jóvenes que vieron truncada prematuramente su vida (y con ella su obra e ilusiones) en los odiosos frentes de la Gran Guerra del 14. Poco antes de finalizar la contienda (en julio de 1914) concluyó esta breve ópera (la única en toda su producción), de la que venía ocupándose desde 1909. Aunque sería sólo en 1913/1914 cuando iba a terminarla de manera definitiva, después de trabajar en ella intensamente. El estreno, previsto para enero-febrero de 1915, y la impresión de la partitura se vieron truncados por causa del estallido del conflicto y, de hecho, Stephan no pudo llegar a escuchar nunca su composición —que acabó estrenándose el 1 de julio de 1920 en Frankfurt del Main—, pues que había fallecido cinco años antes en el frente oriental, a manos de un francotirador ruso que le voló la tapa de los sesos. En los últimos meses de su vida Rudi Stephan estuvo trabajando en otra ópera titulada König Friedwahn, un tema con el que pretendía dar algún tipo de respuesta a la tragedia de la Guerra Mundial y que se basaba en un texto de Otto Borngräber (libretista de Die ersten Menschen), publicado en 1908. Asimismo, varias composiciones quedaron si acabar, incluyendo el poema sinfónico Roland (1903), de claras influencias wagnerianas, el drama musical en 3 actos Der Märtyrer - Aus der Zeit der ersten Christen (1904), el coro-oratorio Neuer Glaube (1908) y, finalmente, un drama musical titulado Vater und Sohn (1909), basado en Gorki y en el que Stephan había estado trabajando antes de volcarse por entero en su única ópera.
El libreto de Die ersten Menschen, cuyo título podríamos traducir como Los primeros hombres —o, mejor aún, Los primeros humanos, o Las primeras personas—, parte de una obra teatral escrita en 1908 por el citado Otto Borngräber que muestra ser hija de su tiempo, pues participa de esa corriente que, a finales del siglo XIX y principios del XX, se interesó por la reescritura de temas bíblicos usados como motivo de inspiración, al estilo de lo que hicieron otros artistas del momento como Wilde/Strauss (Salomé), Lewis Wallace (Ben-Hur), Gabriele D'Annunzio (Le Martyre de Saint Sébastien), Henryk Sienkiewicz (Quo Vadis), etc. En ella, concretamente, se propone una relectura del capítulo 4º del Génesis y de la historia de los primeros hombres, pero introduciendo cierta dosis de transgresión revisionista, pues se intenta explicar el primer fratricidio de la Humanidad —el de Caín contra su hermano Abel— por causas tan viejas y prosaicas como los celos y el deseo sexual (en este caso incestuoso, pues es el de dos hijos hacia su madre), de ahí la definición de la obra como "Misterio erótico" (Erotische Mysterium). Un argumento algo pretencioso y alambicado donde, en definitiva, religiosidad y sexualidad aparecen mezcladas en dosis similares para conformar un libreto que —según palabras de Stephen Eddins en una reseña a la grabación de 2007— habría hecho palidecer a Gabriele D'Annunzio.
La música de Rudi Stephan, como no podía ser de otro modo, participa del post-wagnerismo que fue característico en el entorno austro-alemán durante el cambio de siglo. Influencias innegables de Wagner, de Strauss y de Bartok que, sin embargo, no oscurecen la propia personalidad del autor, que demostró ser uno de los autores más prometedores y originales de su generación. A partir de esta premisa, Stephan construyó una partitura que hunde sus raíces en el Romanticismo tardío —del que también participaron otros autores como Schönberg al principio de su pródiga y revolucionaria carrera—, pero que mira al mismo tiempo hacia la modernidad, ya que junto a sonidos de clara índole tonal hallamos en la ópera elementos que nos muestran la influencia de la atonalidad y el expresionismo emergentes en la época. Nos encontramos, en todo caso, con un lenguaje musical de gran exuberancia armónica, compleja orquestación y un acertado sentido dramático, con perfecta adecuación entre música y texto y momentos de gran efectividad escénica. Stephan renuncia a la estructura tradicional operística de números cerrados —lógico, por otra parte—, optándose por escenas individualizadas en las que la voz es tratada de manera muy ortodoxa y a medio camino entre el puro cantabile y el sprechgesang, con una línea vocal que es, en general, bastante inmisericorde y exigente con todos los roles, especialmente con el tenor (Chabel) y el barítono (Kajim), cuyos intérpretes tienen que moverse con frecuencia por la zona aguda. Lo cierto es que con estos mimbres, y llevado por su musa inspiradora, Stephan consiguió recrear a la perfección (según mi modesto parecer) el mundo primigenio y amoral —en un sentido no peyorativo, sino en cuanto a estar falto de reglas específicas, por tratarse del comienzo de todo— en que se desarrolla la acción, construyendo un edificio musical de gran profundidad y riqueza, en el que se logra transmitir la psicología de unos personajes tan solitarios como pioneros en el hecho de vivir. Al comprobar la gran labor realizada por Stephan en esta partitura, uno se pregunta hacia dónde habría caminado el joven compositor y qué logros habría obtenido si esa infausta bala rusa que acabó con su vida no hubiera impactado en su cabeza, dándole la oportunidad de seguir adelante. O si, al menos, hubiera tenido la posibilidad de trabajar con un libreto de mayor calidad literaria y enjundia dramática que el escrito por Borngräber.
Existen, que yo sepa, hasta tres grabaciones de esta obra (*), aunque yo he escuchado la primera de ellas: un registro realizado en Frankfurt, en 1952, con un elenco de cantantes impresionante, entre los que se encuentra mi querido Ferdinand Frantz, magnífico bajo barítono alemán que triunfó por los escenarios europeos y americanos en la primera mitad del siglo pasado y que, como Stephan, murió prematuramente (con tan sólo 53 años y en plenitud de facultades). Frantz interpreta el papel del pérfido y sensual Kajim. La más floja del reparto, a mi entender, es la soprano Schlüter, que se encontraba ya en franca decadencia y presenta una voz algo oscilante y poco grata, demasiado gritona. Estupendo el tenor Fehringer en el exigente rol de Chabel y muy bien, asimismo, el bajo von Rohr como el solemne e introspectivo Adahm. Los datos completos de esta versión (que recomiendo de manera encarecida) son los siguientes:
Die Ersten Menschen (1914)
Eine Erotischen Mysterium in zwei Aufzügen
Frankfrut, 1952
Chawa (soprano) ................................................ Erna Schlüter
Adahm (bajo) ..................................................... Otto von Rohr
Kajin (barítono) ................................................. Ferdinand Frantz
Chabel (tenor) .................................................... Franz Fehringer
Radio-Sinfonie Orchester von Frankfürt
Director .............................................................. Winfried Zillig
SINOPSIS
La acción tiene lugar después de la expulsión del Paraíso, según se relata al comienzo del Antiguo Testamento. Se ve un paisaje primigenio en primavera.
PRIMER ACTO
Chawa y Adahm viven con sus retoños (Kajim y Chabel) en un mundo posterior a la expulsión del Paraíso. Anhelan la vida perdida que llevaban en el Jardín del Edén, donde no había conceptos morales fijos y el ser humano era libre por completo. Ahora que deben ganar el pan con el sudor de su frente, tanto Chawa como Kajim tienen muy presente su conciencia sexual. Al ver trabajar a Adahm, ella se percata de la gran atracción física que siente hacia él. Por su parte, Kajim —que es como su madre y está acuciado por la misma inquietud sexual— descubre también que, a través de ella, ha conocido el deseo por el sexo opuesto. Cuando Chawa conoce las intenciones de su hijo se aparta horrorizada de él. Tanto Adahm en sus cavilaciones y su introspección, como Chawa con su acuciante deseo sexual insatisfecho se sienten solos y perdidos. Pero ambos se ven reconfortados cuando su otro hijo, Chabel, regresa a casa y les habla de su visión mística de un Dios bueno que todo lo sabe y todo lo puede.
SEGUNDO ACTO
Es de noche. Chawa se encuentra ante el altar de piedra que han erigido para adorar al Dios anunciado por Chabel y le implora que le conceda el pensamiento de no encontrar deseable nuevamente a su marido, tal como ocurrió en tiempos anteriores. De repente comprueba que está siendo observada por su hijo Chabel. Éste se percata, por primera vez, de que su madre es una mujer hermosa. Cuando Kajim se da cuenta de tales sentimientos y advierte los deseos de su hermano se enfrenta con él por causa de los celos. Y lo hace con tanta violencia que acaba matándolo. Chawa queda sorprendida por el asesinato. Maldice a su hijo superviviente y quiere lanzarse sobre él. Pero antes de que pueda hacerlo es retenida por Adahm. Con la llegada del nuevo día, la pareja sale a la luz, simbolizando el comienzo de un mundo nuevo y mejor.
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(*) Las versiones son las siguientes: 1º) Erna Schlüter (Chawa); Otto von Rohr (Adahm); Franz Fehringer (Chabel); Ferdinand Frantz (Kajim); Radio-Sinfonie Orchester von Frankfürt; Winfried Zillig; ADD, 1952. Studio; 2º) Maria Ronge (Chawa); Siegmund Nimsgern (Adahm); Hans Aschenbach (Chabel); Florian Cerny (Kajim); Rundfunk-Sinfonieorchester Berlin; Karl Anton Rickenbacher; CPO, DDD, 1998. Live; 3º) Nancy Gustafson (Chawa); Franz Hawlata (Adahm); Wolfgang Millgramm (Chabel); Donnie Ray Albert (Kajim); Orchestra National de France; Mikko Franck (dir); Naïve, DDD, 2004. Live.
El libreto de Die ersten Menschen, cuyo título podríamos traducir como Los primeros hombres —o, mejor aún, Los primeros humanos, o Las primeras personas—, parte de una obra teatral escrita en 1908 por el citado Otto Borngräber que muestra ser hija de su tiempo, pues participa de esa corriente que, a finales del siglo XIX y principios del XX, se interesó por la reescritura de temas bíblicos usados como motivo de inspiración, al estilo de lo que hicieron otros artistas del momento como Wilde/Strauss (Salomé), Lewis Wallace (Ben-Hur), Gabriele D'Annunzio (Le Martyre de Saint Sébastien), Henryk Sienkiewicz (Quo Vadis), etc. En ella, concretamente, se propone una relectura del capítulo 4º del Génesis y de la historia de los primeros hombres, pero introduciendo cierta dosis de transgresión revisionista, pues se intenta explicar el primer fratricidio de la Humanidad —el de Caín contra su hermano Abel— por causas tan viejas y prosaicas como los celos y el deseo sexual (en este caso incestuoso, pues es el de dos hijos hacia su madre), de ahí la definición de la obra como "Misterio erótico" (Erotische Mysterium). Un argumento algo pretencioso y alambicado donde, en definitiva, religiosidad y sexualidad aparecen mezcladas en dosis similares para conformar un libreto que —según palabras de Stephen Eddins en una reseña a la grabación de 2007— habría hecho palidecer a Gabriele D'Annunzio.
Stephan, a la derecha, con su familia
La música de Rudi Stephan, como no podía ser de otro modo, participa del post-wagnerismo que fue característico en el entorno austro-alemán durante el cambio de siglo. Influencias innegables de Wagner, de Strauss y de Bartok que, sin embargo, no oscurecen la propia personalidad del autor, que demostró ser uno de los autores más prometedores y originales de su generación. A partir de esta premisa, Stephan construyó una partitura que hunde sus raíces en el Romanticismo tardío —del que también participaron otros autores como Schönberg al principio de su pródiga y revolucionaria carrera—, pero que mira al mismo tiempo hacia la modernidad, ya que junto a sonidos de clara índole tonal hallamos en la ópera elementos que nos muestran la influencia de la atonalidad y el expresionismo emergentes en la época. Nos encontramos, en todo caso, con un lenguaje musical de gran exuberancia armónica, compleja orquestación y un acertado sentido dramático, con perfecta adecuación entre música y texto y momentos de gran efectividad escénica. Stephan renuncia a la estructura tradicional operística de números cerrados —lógico, por otra parte—, optándose por escenas individualizadas en las que la voz es tratada de manera muy ortodoxa y a medio camino entre el puro cantabile y el sprechgesang, con una línea vocal que es, en general, bastante inmisericorde y exigente con todos los roles, especialmente con el tenor (Chabel) y el barítono (Kajim), cuyos intérpretes tienen que moverse con frecuencia por la zona aguda. Lo cierto es que con estos mimbres, y llevado por su musa inspiradora, Stephan consiguió recrear a la perfección (según mi modesto parecer) el mundo primigenio y amoral —en un sentido no peyorativo, sino en cuanto a estar falto de reglas específicas, por tratarse del comienzo de todo— en que se desarrolla la acción, construyendo un edificio musical de gran profundidad y riqueza, en el que se logra transmitir la psicología de unos personajes tan solitarios como pioneros en el hecho de vivir. Al comprobar la gran labor realizada por Stephan en esta partitura, uno se pregunta hacia dónde habría caminado el joven compositor y qué logros habría obtenido si esa infausta bala rusa que acabó con su vida no hubiera impactado en su cabeza, dándole la oportunidad de seguir adelante. O si, al menos, hubiera tenido la posibilidad de trabajar con un libreto de mayor calidad literaria y enjundia dramática que el escrito por Borngräber.
Cubierta de una de las ediciones que ha conocido la primera grabación de la ópera
(versión de la que hablamos a continuación)
Existen, que yo sepa, hasta tres grabaciones de esta obra (*), aunque yo he escuchado la primera de ellas: un registro realizado en Frankfurt, en 1952, con un elenco de cantantes impresionante, entre los que se encuentra mi querido Ferdinand Frantz, magnífico bajo barítono alemán que triunfó por los escenarios europeos y americanos en la primera mitad del siglo pasado y que, como Stephan, murió prematuramente (con tan sólo 53 años y en plenitud de facultades). Frantz interpreta el papel del pérfido y sensual Kajim. La más floja del reparto, a mi entender, es la soprano Schlüter, que se encontraba ya en franca decadencia y presenta una voz algo oscilante y poco grata, demasiado gritona. Estupendo el tenor Fehringer en el exigente rol de Chabel y muy bien, asimismo, el bajo von Rohr como el solemne e introspectivo Adahm. Los datos completos de esta versión (que recomiendo de manera encarecida) son los siguientes:
Ferdinand Frantz
Die Ersten Menschen (1914)
Eine Erotischen Mysterium in zwei Aufzügen
Frankfrut, 1952
Chawa (soprano) ................................................ Erna Schlüter
Adahm (bajo) ..................................................... Otto von Rohr
Kajin (barítono) ................................................. Ferdinand Frantz
Chabel (tenor) .................................................... Franz Fehringer
Radio-Sinfonie Orchester von Frankfürt
Director .............................................................. Winfried Zillig
SINOPSIS
La acción tiene lugar después de la expulsión del Paraíso, según se relata al comienzo del Antiguo Testamento. Se ve un paisaje primigenio en primavera.
PRIMER ACTO
Chawa y Adahm viven con sus retoños (Kajim y Chabel) en un mundo posterior a la expulsión del Paraíso. Anhelan la vida perdida que llevaban en el Jardín del Edén, donde no había conceptos morales fijos y el ser humano era libre por completo. Ahora que deben ganar el pan con el sudor de su frente, tanto Chawa como Kajim tienen muy presente su conciencia sexual. Al ver trabajar a Adahm, ella se percata de la gran atracción física que siente hacia él. Por su parte, Kajim —que es como su madre y está acuciado por la misma inquietud sexual— descubre también que, a través de ella, ha conocido el deseo por el sexo opuesto. Cuando Chawa conoce las intenciones de su hijo se aparta horrorizada de él. Tanto Adahm en sus cavilaciones y su introspección, como Chawa con su acuciante deseo sexual insatisfecho se sienten solos y perdidos. Pero ambos se ven reconfortados cuando su otro hijo, Chabel, regresa a casa y les habla de su visión mística de un Dios bueno que todo lo sabe y todo lo puede.
SEGUNDO ACTO
Es de noche. Chawa se encuentra ante el altar de piedra que han erigido para adorar al Dios anunciado por Chabel y le implora que le conceda el pensamiento de no encontrar deseable nuevamente a su marido, tal como ocurrió en tiempos anteriores. De repente comprueba que está siendo observada por su hijo Chabel. Éste se percata, por primera vez, de que su madre es una mujer hermosa. Cuando Kajim se da cuenta de tales sentimientos y advierte los deseos de su hermano se enfrenta con él por causa de los celos. Y lo hace con tanta violencia que acaba matándolo. Chawa queda sorprendida por el asesinato. Maldice a su hijo superviviente y quiere lanzarse sobre él. Pero antes de que pueda hacerlo es retenida por Adahm. Con la llegada del nuevo día, la pareja sale a la luz, simbolizando el comienzo de un mundo nuevo y mejor.
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(*) Las versiones son las siguientes: 1º) Erna Schlüter (Chawa); Otto von Rohr (Adahm); Franz Fehringer (Chabel); Ferdinand Frantz (Kajim); Radio-Sinfonie Orchester von Frankfürt; Winfried Zillig; ADD, 1952. Studio; 2º) Maria Ronge (Chawa); Siegmund Nimsgern (Adahm); Hans Aschenbach (Chabel); Florian Cerny (Kajim); Rundfunk-Sinfonieorchester Berlin; Karl Anton Rickenbacher; CPO, DDD, 1998. Live; 3º) Nancy Gustafson (Chawa); Franz Hawlata (Adahm); Wolfgang Millgramm (Chabel); Donnie Ray Albert (Kajim); Orchestra National de France; Mikko Franck (dir); Naïve, DDD, 2004. Live.
Estimado Alberich
ResponderEliminarSoy poco aficionado a la ópera pero leyendo tu entrada y que no encontraste el libreto (y dado que vivo en Alemania) me dediqué a investigar un poco.
Bueno estos son los resultados: La ópera está basada en el libreto original de Borngräber, Otto, 1874-1916. Die ersten Menschen : erotisches Mysterium (1912).
Lo puedes descargar aquí (O verlo online):
https://archive.org/details/dieerstenmensche00born
Un saludio
Keops
Muchas gracias por la referencia, amigo Keops. Ya tenía localizado el texto original (precisamente en ese repositorio el que me envías y que es extraordinario para conseguir todo tipo de documentos), pero lo que no veo por ningún lado es el libreto. Seguiré buscando. Muchas gracias de nuevo y un saludo.
ResponderEliminarAnoche pude verla en la T.V....es una opera extraña, es misteriosa deja muchos interrogantes. Pero apasiona. Vale la pena verse
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