sábado, 18 de julio de 2015

BELFEGUS, POR RAF


REBUSCANDO, hace tiempo, en mi archivo de imágenes y revistas para averiguar dónde se publicaron un par de historias cortas de Mac Coy, tituladas Sainete madrileño y La peor Navidad de Mac Coy —que Gourmelen y Hernández Palacios realizaron a finales de los años 80 del pasado siglo (y que, confío, aparecerán incorporadas a la edición integral que Ponent Mon está realizando de este clásico del Far West)—, me topé con un trabajo de Raf del que nunca se habla al enumerar sus obras y que ahora deseo presentar aquí para difundirlo y darlo a conocer a quien no tenga noticia de él. Se trata de una plancha (¿la única realizada?) de una efimerísima serie (deduzco) que el autor barcelonés debía de tener en cartera, y de la que sólo llegó a publicar esa muestra (al menos yo no conozco más ejemplos). Apareció en el nº 8 (y último) de la extinta y maravillosa revista Rumbo Sur, y tiene toda la pinta de ser un proyecto de serie que Raf no pudo llevar a buen término, al desaparecer dicha publicación. Téngase en cuenta, por otro lado, que debió realizarse en 1991 (año de edición de la revista), sólo tres años antes del fallecimiento de Raf, por lo que parece muy probable pensar que, en el entretiempo transcurrido en ese período, éste no seguiría adelante con el personaje. He aquí la página que analizamos:



Como podrá apreciar el lector, nos hallamos ante una obra que mezcla el género de terror y el humor negro de una manera bastante salvaje, esperpéntica y muy próxima a como lo había venido haciendo el propio Raf, desde tiempo atrás, con la serie Zomby y el gato, publicada en la revista Creepy (2ª época) de Toutain, con guiones de Antonio Guiral (1). En el caso que nos ocupa, si cabe, el carácter de la historia parecía apuntar hacia formas aún más excéntricas y radicales (casi expresionistas), como se echa de ver al comprobar esos personajes tan extravagantes que aparecen dibujados al fondo de la primera gran viñeta, o en lo poco que se puede adivinar de lo que iba a ser el desarrollo de la serie, merced a la única página que conocemos. Historia extraña e inquietante, en cualquier caso, cuya presencia sorprende en Rumbo Sur, considerando que se trataba de una revista destinada a un público preferentemente infantil y juvenil.

Comencemos destacando que el nombre del protagonista de la serie —Belfegus— nos trae a la memoria, inmediatamente, el recuerdo del demonio Belfegor (Belphegor), uno de los "siete príncipes del Infierno" y de las criaturas demoníacas más fuertes, grandes y poderosas de todas las existentes, según la tratadística demonológica del siglo XVI, tan desarrollada e imaginativa. Belfegor aparece vinculado al vicio de la pereza y a todas las conductas que surgen de ella (conformismo, desidia, apatía, etc.), así como a los descubrimientos e inventos ingeniosos, que no necesitan de la constancia y permiten la obtención de riquezas fáciles, al margen del esfuerzo, el merecimiento o la honradez. Esta última característica nos hace pensar en la posibilidad de que, a lo mejor, la elección del nombre (y de la figura) de este demonio por parte de Raf no hubiera sido casual, pues en la página que comentamos se ve a su trasunto (Belfegus) enseñando a un joven con aspecto de pertenecer a la Familia Adams ciertos arcanos relativos a las diferentes existencias que tuvo a lo largo del tiempo: fue, nada más y nada menos, que Gengis Khan, Hitler, etc. Es decir: abriéndole los ojos al conocimiento.

Una maravillosa recreación de Belfegor, debida al fotógrafo William Mortensen
(a quien tengo pensado dedicar una entrada, pues su trabajo resulta fascinante)


Nuestra plancha lleva el significativo título de "Apuntes", y es muy posible que con ella quisiera Raf hacer una especie de presentación de la serie, ofreciendo a los lectores el tono general (humor negro) y el marco (fantástico-terror) por los que iba a discurrir ésta. De ahí que se nos presenten, en la misma página y con un esquema narratológico no jerarquizado —pero en el que sí se da la secuenciación tradicional de lectura occidental (de izquierda a derecha y de arriba a abajo)—, cuatro historias a la vez, con una principal y tres alternativas (de las que sólo una lleva título: "El ventrílocuo") que se superponen a la anterior, a modo de viñetas subdivididas. Parece evidente, como ya digo, que al ponerlas todas juntas y al mismo nivel, lo que el autor pretendía era mostrarnos un poco todo lo que deseaba contarnos en la serie, para que, de una sola ojeada, pudiéramos verlo.



En la gran viñeta de presentación,  y junto al personaje protagonista, encontramos claras referencias icónicas a la pintura flamenca y, más concretamente, a algunos de los extraños e intranquilizadores cuadros de El Bosco —aquellos en los que alucinadas criaturas monstruosas se mueven en abigarrados espacios oníricos (El carro de heno, El Jardín de las Delicias, El Juicio Final)— y a las minuciosas obras que los Brueghel (padre e hijo) dedicaron al tema de "La Torre de Babel", cuya estructura parece haber sido tomada por Raf de las pinturas de estos dos últimos maestros. Los personajes que pueblan y llenan todo ese espacio provienen del imaginario típico en las historias de terror —vampiros, espíritus, cuervos, seres deformes y monstruosos (freaks), un ahorcado pendiendo de la cuerda, esqueletos, personajes híbridos, etc.—, conformando un magistral mosaico del horror, pasado por el filtro de lo humorístico, que dice mucho de Raf como dibujante y como creador de gags. Podemos decir que casi no dejó ningún monstruo por enseñarnos...



En la segunda de las tres historias breves (con tres viñetas de lectura vertical) me parece identificar a Pedro Tabernero; concretamente en el personaje encapuchado que está a la izquierda y grita a la mujer con minifalda verde y medias de rejilla para que no vuelva la página. Seguramente un guiño del autor que, como ya tuvimos ocasión de ver en su momento, también llevó a la práctica Antonio Hernández Palacios en una página de su serie Drako de Gades, publicada en la misma Rumbo Sur y donde introducía al mismo Tabernero como personaje de su relato. Imaginamos que era una forma de agradecerle al famoso editor sevillano la libertad que, según se cuenta, concedía a los autores, permitiéndoles publicar lo que quisieran y como quisieran en unos tiempos en que el mercado ya estaba de capa caída (lo cual dice mucho a favor de Tabernero).



La composición de la página es bastante libre y muy infrecuente dentro de la obra de Raf, un autor que, como bien se sabe, estuvo constreñido durante la mayor parte de su carrera —al igual que otros compañeros de profesión— a indicaciones y exigencias de todo tipo procedentes de sus editores (especialmente durante sus etapas de colaboración con Bruguera). Pero tampoco puede afirmarse que sea del todo rompedora pues, con excepción de la primera gran viñeta —que incluye lo más novedoso—, el esquema compositivo de la plancha resulta bastante convencional, ya que se mantiene la estructura de tipo reticular (que es la más frecuente). Pese a ello, no falta ese dinamismo gráfico y compositivo, ese desparpajo tan propio, sobre todo, de las creaciones realizadas por Raf en su madurez y que hallamos también en trabajos como Mirlowe, o La fragata capadora. Dinamismo obtenido gracias al juego con los límites de las viñetas —que prácticamente nunca ofrecen la tradicional estructura cerrada por todos sus lados, característica de estas unidades narratológicas—, a la eficaz puesta en escena —conseguida, las más de las veces, con recursos humildísimos (la planificación y, en este caso concreto, el uso inteligente del color) y al empleo de una oblicuidad muy wellesiana en determinados planos —especialmente en aquellos donde aparece el protagonisa de la historia—, que otorga un carácter bastante onírico e irreal a lo que ocurre en las viñetas donde se emplea dicho recurso. Es muy interesante, también, el modo en que resuelve la transmisión del mensaje al lector en la última viñeta, creando una especie de bocadillo gráfico (o viñeta dentro de la viñeta) con una imagen de lo que, se supone, están viendo y leyendo los dos personajes en el libro que ha cogido el niño "Adams".

Personajes rompiendo el marco de las viñetas o ausencia de límites en las mismas son, sólo, dos de los muchos recursos
utilizados habitualmente por Raf en ésta y en otras historias para mantener la atención del espectador.
También destaca su soltura al hacerlo: tan libres, "inquietas", espontáneas y variadas son
estas viñetas suyas que, incluso, me ha costado algo más de trabajo limpiar
sus bordes para presentarlas aisladas del resto de la página,
pues están hechas todas a mano alzada, sin uso
de reglas y con una libertad absoluta


Es una lástima que la serie Belfegus no lograra salir adelante pues, a juzgar por lo único que de ella se ha conservado, podemos decir que su lectura —al menos para quien esto escribe— habría sido una verdadera gozada, pues reunía en un mismo "envase" ingredientes tan atractivos como el humor negro y el terror —que Raf ya había experimentado en Zomby y el gato—, lo sobrenatural y fantástico, el género folletinesco, etc. Elementos que, en su conjunto, sin duda habrían permitido a Raf volar a gran altura y desplegar sus enormes cualidades como historietista. Pero no pudo ser...



No he hallado en los sitios especializados de internet —la impagable Tebeosfera, el blog de la Tia, Los tebeos de nuestra infancia, Lady Filstrup, Tebeos y Tebeos, etc.) ninguna referencia a este Belfegus, así es que me siento un poco perdido, cual explorador abriendo nuevas rutas. Confío, no obstante, que en el libro sobre Raf firmado por Jordi Canyissà —cuya salida, al parecer, está ya cercana (publicado por Amaníaco Ediciones bajo el título de Raf. El "gentleman" de Bruguera)—, se incluya algún dato más detallado sobre esta interesante y abortada serie del padre de Sir Tim O'Theo y tantos otros entrañables personajes. ¡Que así sea!

La imagen del libro, como adelanto editorial, fue publicada aquí


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(1) Apareció en los números 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 11, 12, 13, 15, 18 y 19 de dicha revista. Me consta que Raf dibujó más páginas de esta serie para otras publicaciones. Servidor, de hecho, tiene un original cuyo lugar de edición no he logrado averiguar todavía. En todo caso sería bueno catalogarla por completo, para saber cuántos episodios de ella realizó el dibujante barcelonés.

4 comentarios :

  1. ¡Qué inicio tan prometedor!

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  2. Sí... La verdad, es una verdadera lástima que no pudiera seguir adelante con la serie...

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  3. Muy interesante descubrimiento! Gracias por compartirlo!

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