LAS noticias luctuosas en torno al mundo de la historieta no dejan de sucederse, acumulándose peligrosamente por lo que significan en sí y porque apenas si me dan tregua para actualizar el blog al ritmo que me gustaría con otros temas algo menos lúgubres. Mas pienso que se trata de una obligación "moral" elaborar estas entradas como homenaje a aquellos autores que han dedicado su vida a hacer la nuestra algo mejor. Así es que...
En esta ocasión tenemos que referirnos al historietista belga Edouard "Eddy" Paape, que falleció el pasado sábado en Bruselas, a la provecta edad de 91 años. Había nacido en la localidad de Grivegnée, un 3 de julio de 1920, y desde muy joven se sintió atraído por el arte. Comenzó formándose como pintor clásico en el Instituto bruselense de Saint-Luc, aunque su primera actividad profesional fue como animador en los estudios ACB de la capital belga. Allí coincidió y trabó amistad con otros tres hombres que resultarían capitales para el desarrollo de la bande dessinée en su país: Franquin, Morris y Peyo.
En 1943 se produjo un hecho decisivo en la vida de Paape: logra escapar milagrosamente, aunque herido, del incendio que destruyó los estudios ACB y durante su ingreso hospitalario conoce a la mujer que habría de acompañarle el resto de sus días. Laurette Beer, que así se llama quien habría de convertirse en su mujer, había sido la enfermera que le cuidó mientras estuvo en el hospital. Una persona que ha resultado imprescindible para Paape hasta el final, y que le acompañó en toda oportunidad, como bien puede verse en algunas fotografías que circulan por la red, donde se la ve sentada junto al artista incluso en las sesiones de firmas (algo que a más de uno le parecerá excesivo, pero que a este servidor de ustedes le resulta muy entrañable).
Paape y su esposa Laurette (© Photo: Didier Pasamonik - L’Agence BD)
El matrimonio Paape en el "tajo"
Al quedarse sin trabajo, Paape entró a colaborar en la revista Spirou, donde terminaría convirtiéndose en uno de sus autores fundamentales, junto a los tres compañeros ya mencionados (todos ellos parte esencial de la llamada "Escuela de Marcinelle", por la ciudad donde se editaba dicho semanario). Allí trabajaría durante algún tiempo bajo la tutela de Jijé —verdadero "padre" espiritual del grupo y de la revista—, relevándole en 1946 al frente de la serie Jean Valhardi, que aquél venía realizando desde 1941 y que abandonó para dedicarse a otros proyectos. Entre ellos puede contarse la continuación de Spirou, dejada por Rob-Vel —pseudónimo de Robert Vertel— y que Jijé enriqueció introduciendo el personaje de Fantasio. Paape también colaboraría con el inquieto Gillain en algún que otro proyecto, como la ambiciosa y literal adaptación del Nuevo Testamento que éste puso en marcha bajo el título de Emmanuel.
El "núcleo duro" de la École de Marcinelle (de izquierda a derecha): Morris, Franquin, Jijé, Will y Peyo
La de los 50 será una década de gran actividad. Nuestro hombre sigue al frente de Jean Valhardi hasta 1954, produciendo en ese tiempo cuatro álbumes y a partir de 1958 inicia la serie Marc Dacier, con guiones de Charlier, de la que llegaría a realizar la cifra nada despreciable de trece libros. Este título, el segundo más importante en el curriculo de Pappe, narra las aventuras de un periodista que trabaja en un modesto periódico (Le Carillonneur), aunque en realidad desea convertirse en intrépido reportero de otro diario más prestigioso: L'éclair. Tras hacer una apuesta con el director de este último —consistente en dar la vuelta al mundo en sólo cuatro meses y sin gastar nada de dinero—, Dacier consigue su objetivo y acaba trabajando para L'éclair, donde habrá de vivir como gran reportero numerosas aventuras que se desarrollan por todo el mundo. En opinión de quien conoce esta serie, las aventuras que se narran en ella resultan apasionantes, no pudiéndose abandonar la lectura de cada uno de los álbumes hasta el momento de llegar a su conclusión.
Al tiempo que trabajaba en Spirou, y por mediación del agente Georges Troisfontanes, Paape comenzó a realizar distintas historietas para la prensa diaria. Lo hizo a través de la agencia belga World Press, un sindicato basado en el modelo americano representado por King Feature Syndicate, y para la que también trabajaron Charlier, Goscinny, Uderzo, Hubinon, Graton, Liliane, Fred Funcke y otros artistas belgas y franceses. Estas colaboraciones se iban a producir, sobre todo, durante la década de los cincuenta y llevarían a Paape a realizar en 1951 L'Oncle Paul (El tío Pablo), un personaje cuyos rasgos estaban inspirados en Paul Dupuis y que habría de gozar de gran popularidad.
Nuestro hombre, en el centro, con Charlier (izquierda) y Troisfontaines (derecha),
en una fotografía tomada en 1955 (Foto: DR)
en una fotografía tomada en 1955 (Foto: DR)
A partir de los años 60, y como consecuencia de ciertas desavenencias con su editor, Paape inicia una nueva etapa y empieza a colaborar en la otra gran revista de la bande dessinée belga: Tintin, órgano "oficial" de la segunda escuela artística del país (la de Bruselas). Allí pasa a estar bajo el control de Greg, con el cual realizaría la serie más famosa de toda su carrera, y la que se ha hecho más popular: Luc Orient (1967).
Aunque el propio guionista confesó haberse inspirado en el trío protagonista de Flash Gordon a la hora de pergeñar su historia, lo cierto es que la serie europea no tiene absolutamente ningún parecido con la norteamericana. Es cierto que tenemos a un protagonista joven, guapo, inteligente y atlético (Luc), a una hermosa secretaria que le asiste y que está enamorada de él (Lora) y a un científico maduro que les acompaña en sus aventuras (el profesor Hugo Kala), pero las similitudes no pasan de ahí. Por el contrario, Luc Orient se presenta como una serie mucho más compleja desde el punto de vista argumental y dramático, dentro de un género —el de la ciencia ficción— que estaba menospreciado en aquella época. Como bien ha recordado Didier Pasamonik en la nota necrológica que ha dedicado a Paape en ActuaBD: «Luc Orient introduce un tipo de SF moderno que vuelve a inspirarse en los grandes autores de la época —de Stephan Wul à Philip K. Dick—, los cuales aciertan a darle un trasfondo de reflexión filosófica. Estas aventuras de justicieros intergalácticos iban más allá de la producción ordinaria de los superhéroes americanos». Por todo ello, Luc Orient —que hoy día anda algo olvidado— iba a actuar como punta de lanza que abriría el camino a otros títulos de ciencia ficción de la historieta franco-belga mejor tratados por la posteridad, como Barbarella, Valérian, agente espacio-temporal, y buena parte de la obra realizada por Jean Giraud (como Moebius), o por Philippe Druillet.
Luc Orient
La acción de los dos primeros álbumes se desarrolla en una Tierra que ha sido invadida por unos extraterrestres procedentes del planeta Terango, pero a partir del tercero el inspiradísimo tándem formado por Greg y Paape dará rienda suelta a su imaginación, desarrollando hasta su más mínimo detalle todo un universo en el que el trío protagonista habrá de vivir sus siguientes aventuras. Y es que, tal como ha señalado Toni Segarra, el principal valor de la serie y su originalidad estribaría «en la capacidad de guionista y dibujante para imaginar un mundo completamente distinto, creíble, con edificios novedosos, vehículos maravillosos y una tecnología asombrosa. La serie evoluciona, después, hacia una vertiente más fantástica con sucesos inexplicados por los autores que confieren a nuestros héroes super poderes parecidos a los de los personajes de cómic americano».
Un ejemplo del arte de Paape en Luc Orient
Luc Orient inició su andadura, por entregas, en la revista Tintin (concretamente en el número 952, del 19 de enero de 1967), aunque el material empezó a editarse también en formato de álbum a partir de 1969 (exclusivamente en dicho formato desde 1978, fecha del cierre del semanario Tintin). Lo cierto es que, al llegar 1994 (año de aparición del último título), el fruto de la feliz colaboración entre Greg y Paape en esta serie había dado ya dieciocho libros, de los que sólo unos pocos han sido editados (salteados y sin orden ni concierto) en nuestro país: siete de ellos dentro de Mortadelo Especial, uno en la revista Delta y otro más (en formato álbum) por Ediciones Zinco.
Portada del primer número de Tintin en que apareció publicada la serie Luc Orient (19 de enero de 1967)
Portada del Mortadelo Especial nº 18, el primero en que se publicó una historia de Luc Orient,
en concreto 24 horas para el planeta Tierra (24 heures pour la planète Terre)
Pero la producción del prolífico Paape no se agota, ni mucho menos, con las obras citadas: en 1970 inició la serie Tommy Banco, también con guión de Greg, de la que sólo llegaría a realizar dos álbumes. Del mismo autor es Johnny Congo (1992), de la que Paape también dibujó únicamente dos libros. Alternándose con sus series más reconocidas, los años 70 vieron la aparición de algunos otros títulos, como Yorik des Tempêtes (1971) o Udolfo (1978). En los noventa nuestro autor aún seguía activo, dando a la imprenta trabajos como Carol détective (1991), el citado Johnny Congo o una adaptación de la gran novela de Victor Hugo Les Misérables (1995).
Un boceto de Jean Valjean, protagonista de Los miserables,
realizado en 1995 por Paape para sus admiradores
Al margen de su trabajo como creador, el incansable Paape también llevó a cabo una destacada actividad como docente. Así, en 1969 acepta el encargo de abrir un taller de historieta en Saint-Luc, por el cual pasaron jóvenes dibujantes que hoy día son figuras del medio, como Berthet, Andréas, Wurm, etc.
El estilo de Paape se inscribe dentro de la ortodoxia más pura de la escuela belga de dibujo: naturalismo academicista, pureza de línea, limpidez en el trazo, composición convencional de la página (buscando, sobre todo, la funcionalidad desde el punto de vista narrativo), etc. Apreciamos una marcada evolución en el mismo, así como una notable capacidad del artista por adaptarse, en cada momento, a la obra realizada. Esto es especialmente reseñable —cosa lógica, por otra parte— al principio de su carrera, y puede comprobarse en series como Jean Valhardi, donde se produce una mímesis indudable respecto del estilo de Jijé, que se explica, no sólo, porque éste hubiera sido el maestro del que Paape aprendió los rudimentos del medio —como iba a ocurrir años después con el gran Jean Giraud—, sino también por la necesidad coyuntural de adaptarse al trabajo realizado por su antecesor en dicho título. Durante esos primeros años —y por influencia del omnipresente Jijé— el estilo de Paape se moverá a medio camino entre lo caricaturesco y lo realista, tal como puede verse en ese otro título temprano que es Marc Dacier.
Con el paso del tiempo, sin embargo, ya en plena madurez, los estilemas de nuestro artista evolucionarán hacia un mayor realismo —y pienso básicamente en Luc Orient— que, pese a mantenerse dentro de la ortodoxia estética de la escuela historietística belga, presentará evidentes influencias de autores norteamericanos tan prestigiosos e influyentes como Harold Foster o Milton Caniff, dando como resultado un estilo algo más barroco y suntuoso, donde el tramado cobra mayor importancia expresiva, pero que en ningún momento perderá la pulcritud y esa cierta rigidez, frialdad o asepsia tan característica de algunos dibujantes de historieta realista franco-belgas.
Una última precisión: como ocurre con buena parte de los autores franco-belgas, casi la totalidad de la obra realizada por Paape está inédita en nuestro país. Es obligado, por tanto, lanzar desde aquí una demanda y solicitar que, al menos sus obras mayores (Luc Orient, Marc Dacier), sean editadas para cubrir dicho vacío.
Y ahora les dejo con los dibujos de nuestro hombre, que es lo más interesante de todo esto. Con el objeto de que puedan apreciar su arte en todo lo que vale he incluido en la galería un buen número de originales (localizados en la Galerie Napoléon), que cantan las excelencias (y defectos) de Eddy Paape. Que la disfruten.
Sit tibi terra levis.
1) Jean Valhardi
2) Marc Dacier
3) L'Oncle Paul
Montaje con cuatro planchas de L'Oncle Paul
4) Yorik des tempêtes
5) Luc Orient
Excelente artículo del gran Eddy Paape, e insuperable muestrario de su grandeza gráfica y su original mirada con los lápices.
ResponderEliminarHe de reconocer, señor Alberich, que sus homenajes son de gran altura y de un evidente y profundo reconocimiento.
Le aplaudo, pues, por ello. Enhorabuena.
Y muchas gracias por lo que me toca, que es todo.
Un abrazo.
Hola Jesús, ¿qué te cuentas?
ResponderEliminarMuchas gracias. Demasiado extenso y completo el articulito, me parece a mí... Mucho esfuerzo para tan poco resultado...
Y mira tú, por donde, encima me entero de que también ha fallecido Ernie Chan... En puridad, debería hacerle otra necrológica en condiciones --pues no merece menos que otros autores cuyo recuerdo han pasado por aquí (sin ir más lejos, el bueno de De Zúñiga)--, pero tú me dirás... No doy abasto. En fin, ya veremos qué puedo hacer...
Un abrazo (pero ya sabes cómo: sin apretar demasiado, pues nos quedamos sin aire).
Excelente semblanza de un autor importante pero sin embargo bastante desconocida para mí. U gran post.
ResponderEliminarSaludos.
Le digo lo mismo que a Jesús, caballero (aunque con algo de retraso): Muchas gracias y perdón por la demora en contestar.
EliminarLa verdad es que Paape se merecía este homenaje. Por cierto: ¡¡hay que ver la cantidad de tebeos interesantes que nos hemos perdido!!
Saludetes.