viernes, 8 de noviembre de 2013

BREVE HISTORIA DEL SALÓN DE LUCCA (1)



APROVECHANDO que el pasado domingo día 3 se produjo la clausura de una nueva edición del festival Lucca Comics & Games —uno de los certámenes más importantes de esta temática (historieta, animación, juegos de rol, vídeojuegos, ciencia ficción, etc.) y, en cierto modo (1), heredero del prestigioso y clásico Salone Internazionale dei Comics, del Film di Animazione e dell'Illustrazione, he decidido traer al Nibelheim un interesantísimo y amplio artículo firmado por Rinaldo Traini, conocido teórico y guionista italiano que, además, fue uno de los fundadores de este último evento y director del mismo entre 1968 y 1993. En dicho texto se resume la historia de sus primeros veintisiete años —esto es, los que fueron de febrero de 1965 a octubre de 1992—, antes de que una serie de crisis y de desavenencias en el seno de su staff organizador dieran lugar a la escisión, la ruptura y el inicio de una nueva andadura bicéfala del que había sido antiguo Salón, convertido ahora en dos realidades distintas. Por una parte, la que aparece representada en la Sociedad Immagine —creada en los primeros tiempos para gestionar la organización del viejo Salone y propietaria tanto de la imagen y de las marcas comerciales de éste, así como de sus valiosos archivos y del famoso premio Yellow Kid—, cuyos integrantes establecieron su sede en Roma, desde la cual han venido organizando eventos historietísticos con cierta regularidad en distintas ciudades italianas. Por otro lado, los actuales responsables del nuevo Salón —aglutinados primero en el ente Max Massimino Garnier y desde 2004 en la sociedad Lucca Comics & Games—, con Renato Genovese, actual director del evento, y representantes del Ayuntamiento de Lucca a la cabeza (2).

Rinaldo Traini, autor del artículo, en la actualidadComic Art)


Como casi siempre ocurre en las empresas humanas, las causas que llevaron a esta lamentable ruptura y pusieron el punto final bajo su antigua forma a uno de los eventos historietísticos más trascendentes del mundo parece ser que estuvieron en las envidias, los recelos y las maquinaciones de ciertas personas, entre las que habría que contar —según Traini— a los responsables políticos de la Región Toscana, que no perdonaron a Lucca su éxito con el Salone y la preponderancia (mediática y económica) conseguida con ello. También debió de jugar un importante papel el citado Renato Genovese, antiguo miembro de Immagine que se ofreció a organizar el 18º Salón precisamente al margen de esta sociedad, cuando ya se había producido una primera crisis entre sus miembros y los del Ayuntamiento de Lucca, porque estos últimos no aseguraron la financiación adecuada para llevar adelante el evento. Genovese, que como ya he dicho arriba es el actual director de Lucca Comics & Games, no aparece demasiado bien parado en los textos de Traini (ver, por ejemplo, en este artículo), y ha tenido con él algún intercambio público de opiniones (bastante duras, como puede verse pinchando aquí y aquí). Un tercer elemento que también se mostró decisivo para la escisión fue el giro que los nuevos responsables del evento querían dar al viejo Salone (que los primeros organizadores habían planteado con un carácter más pedagógico, expositivo y cultural), orientándolo hacia una línea más comercial y mercantil para convertirlo, como dice Traini en uno de sus artículos, en una "mostra mercato", que es lo que podemos encontrar en la actual Lucca Comics & Games. Genovese, se ha defendido de esta acusación señalando que él y su equipo siempre han intentado mirar hacia el futuro y adaptarse a los nuevos tiempos, con el objetivo de llegar al mayor número posible de público. Un público que, por otra parte (y ello no puede negarse), es bien distinto al de hace treinta o cuarenta años y mucho más ecléctico. Para ello han optado por potenciar todas las vertientes cercanas al cómic (juegos de rol, vídeojuegos, etc.), renunciando al modelo de Salón que defiende Traini (más elitista y centrado, sobre todo, en la historieta y la ilustración). Este sería, más o menos, el resumen apresurado de los hechos.

Los llamados cosplayers —paradigma de ese tono friqui y comercial que Traini repudia— cada vez inundan más
los salones y festivales comiqueros de todo el mundo, hasta acaparar un protagonismo que, servidor,
considera excesivo. Estas imágenes pertenecen a Lucca 2008, 2010 y 2011, respectivamente


Yo, desde luego, no me siento capacitado para decidir quién defiende la posición acertada en esta disputa, pues ambos interlocutores parecen tener sus razones de peso para justificar lo que dicen. Da la sensación, en todo caso, de que tras el enfrentamiento que llevó a la escisión dentro del viejo Salone di Lucca, así como tras el intercambio (duro intercambio) de opiniones y acusaciones entre Traini y Genovese existen y se esgrimen dos concepciones bien distintas (y divergentes) de la historieta y del modo en que ésta debe ser divulgada. Una visión más romántica, académica, culturalista y añorante de los buenísimos viejos tiempos —en el caso del primero— y una concepción mucho más comercial, lúdica, populista, ecléctica y posibilista en la de Genovese. De todas formas, personalmente y por razones obvias (no hay más que ver este blog y los intereses de quien les escribe), yo me siento bastante más inclinado hacia la posición de Traini. Principalmente porque despierta en mí grandes simpatías —al coincidir bastante con mi idea de lo que ha de ser la actividad divulgativa en torno a los tebeos— y luego (last but not least), porque me trae muy buenos recuerdos de una época maravillosa de la historieta, en la que se podía encontrar pululando por las calles de Lucca y de su Salone a autores como Battaglia, Toppi, Pratt, Crepax, De Luca, Gattia, Bonvi, Jacovitti, Sió, Hernández Palacios, Crane, Schulz, Hogarth, Mezières, Fred, Jacobs, Martin, Mandria, Giraud, Franz, Gigi, Hermann, Feiffer, Franquin, Uderzo, Breccia, Del Castillo y otros muchos. ¡¡Casi nada...!! Por otro lado, es evidente que en el actual Lucca Comics & Games (a pesar de la prelación de términos en el nombre) cada vez han ido cobrando mayor protagonismo esas otras realidades distintas a la historieta, como los vídeojuegos, el cine, los juegos de mesa y rol y todo lo relacionado con el merchandising, dejando a aquélla en un lugar casi secundario, con todo lo que esto tiene de negativo. Y no es que esto lo diga yo, sino que en su momento lo denunciaron personas tan autorizadas y bien informadas como Luca Boschi, Sergio Bonelli o la periodista Anna Benedetto —estos dos últimos en el diario Il Nuovo Corriere di Lucca, ya desaparecido (2a)—, denunciando este apartamiento de la historieta, en beneficio de las otras manifestaciones antes señaladas.

Tres prestigiosos recipiendarios del premio Yellow Kid: Dino Battaglia (1970),
Antonio Hernández Palacios (1975) y Arturo del Castillo (1980)


Pero vayamos ya con el texto que les anunciaba al principio de la entrada. Se trata de un larguísimo artículo que, a modo de auténtica crónica, traza con detallada minuciosidad y gran acúmulo de datos y anécdotas toda la historia del viejo Salone luqués (cuyo punto de partida se encuentra en la mítica reunión de Bordighera de febrero de 1965, que más fue congreso que otra cosa). Se titula Tanto per ricordare il Salone y fue redactado en julio de 2007 por el citado Rinaldo Traini, apareciendo publicado, por vez primera, en la revista Living Lucca y, posteriormente, en el boletín informativo on-line Araba Fenice News (más conocido como afNews), que dirige y coordina Francesco Goria (de quien obtuve, en su momento, el preceptivo permiso para realizar mi traducción).



Puesto que se trata de un testimonio importante, bastante jugoso y, sobre todo, muy amplio, he creído conveniente publicarlo dividiéndolo en varias partes, que iré ofreciendo sucesivamente en las próximas semanas (aunque no de manera correlativa, puesto que tengo pendientes otros artículos que no querría retrasar demasiado, por miedo a que pierdan actualidad). Espero que les resulte tan interesante como me lo pareció a mí cuando lo leí y tomé la decisión de traducirlo para todos ustedes.


SÓLO PARA RECORDAR EL SALÓN
 (1ª parte)
(traducción española) (3)

Por Rinaldo Traini


Un día de abril de 1966, creo que fue a las ocho de la mañana, Romano me telefonéo para decirme: «me voy a Lucca. El alcalde quiere hablarme de la oportunidad de organizar el 2º Salón del Cómic en aquella ciudad. ¿Quieres venir?». Me excusé poniendo algunas objeciones: «Conoces mi trabajo... Tengo obligaciones... ¿Cómo hago para ausentarme sin avisar antes? Y, además, Nanda (mi paciente esposa), ¿qué va a decir?». Romano fue perentorio: «¿Quieres venir? Si no voy yo solo». Una hora más tarde estábamos viajando por la autopista en dirección a Lucca. Siempre me ha quedado la duda de saber si este viaje a la ciudad de la Toscana, con las oportunidades que siguieron al mismo, se me ofreció por mi conocimiento sobre la historia de los cómics, o si también intervinieron otros factores como el deseo de Romano de no viajar solo, o la comodidad de mi nueva y flamante Giulia 1300.

Calisi (izquierda) y Volpicelli (derecha)
en Bordighera (1965)
El relato de este episodio, que tendría grandes consecuencias también en mi vida vida, fue seguido, aproximadamente un año después, por una de tantas sensacionales iniciativas nacidas de la imaginación de Romano Calisi (4), jovencísimo profesor de la Universidad de Roma, docente en la Facultad de Pedagogía, asistente del mítico Luigi Volpicelli, indiscutible "barón" de la estructura que en aquellos tiempos acogía a los estudiantes provenientes del curso de "magisterio" o de otras especialidades y que formaba, en general, a los futuros profesores de letras de la escuela italiana. En efecto, hacía unos años ya que Romano Calisi, con el apoyo del iluminado Volpicelli, había inaugurado en la Facultad de Pedagogía —en aquellos años ubicada en la Piazza dell'Esedra— una sección especial dedicada a las comunicaciones de masa que profundizaba, entre otros, en la investigación y el estudio del "fenómeno historietístico". Esta iniciativa revolucionaria, por cuanto yo sé, era absolutamente única en el mundo para la época. En este cuadro la Facultad había instituido un Archivo Internacional de historietas impresas que tenía la intención de archivar y clasificar todas las publicaciones del género, con particular referencia a las italianas. La Facultad, de acuerdo con este proyecto, había iniciado una serie de reuniones y simposios universitarios para abordar el fenómeno internacional de la producción de cómics bajo el perfil histórico, antropológico, pedagógico, sociológico, psicológico, estético y del lenguaje. A las intenciones siguieron los hechos porque desde 1961 a 1965 la Facultad publicó una serie de conferencias por parte de los docentes universitarios italianos y extranjeros sobre el tema "historieta" y llegó incluso a dedicar a él los números especiales de I quaderni di Pedagogia. Los estudios conducidos por el grupo de Calisi hicieron ruido en el ambiente universitario y suscitaron también descontento, porque hasta entonces el cómic había sido considerado más un subproducto cultural que un medio de comunicación digno de atención crítica y científica, similar al cine, la televisión o la narrativa escrita.

Una de las primeras publicaciones realizadas por el Archivio Internazionale
della Stampa a Fumetti e dell'Umorismo grafico (1971), debida a Traini


Los tiempos, ciertamente, le parecieron maduros a Romano Calisi para organizar en Bordighera —risueña ciudad de la "riviera" ligur—, el 21 y 22 de febrero de 1965 un grandioso "simposio" de carácter universitario sobre el tema de los "comics" (el término americano de las páginas de historieta). Tanto es así que la iniciativa tomó el nombre de 1º Salón Internacional de los cómics.

El éxito fue estrepitoso. Acudieron a la reunión jóvenes intelectuales —en su mayor parte de extracción universitaria, pero también periodistas y estudiosos de la comunicación—, que propusieron al público presente, pero sobre todo a los lectores de los artículos que la prensa de todo el mundo había dedicado al evento, un análisis histórico del mundo de los cómics completamente renovado respecto a los juicios negativos del pasado. A través de una serie de conferencias y de debates se destacó por vez primera, y a nivel internacional, el papel jugado por los cómics en la sociedad moderna y, sobre todo, cómo este moderno medio de comunicación podía ser un sistema de evaluación —junto con otros— para conocer mejor las tendencias y el estado de ánimo de una gran masa de lectores que no estaba limitada sólo a los jóvenes. Obtuvo mucho éxito mi exposición histórica dedicada a los cómics: me enteré después de celebrarse de que había sido la primera en Europa, y una de las primeras en el mundo, a la hora de tratar de manera sistemática y totalizadora la historia del cómic.

Umberto Eco y nuestro compatriota Luis Gasca, dos de los "pioneros" que estuvieron
presentes en la histórica reunión de Bordighera


Lucca nos acogió con su plácida belleza: era una ciudad que ya conocía, pero no pude imaginar entonces hasta qué punto este lugar sería importante en mi vida. El encuentro con el alcalde, Giovanni Martinelli, me deparó otra sorpresa: el personaje no tenía ciertamente el aspecto tradicional del político al uso y tuve de inmediato la impresión de que poseía una perspicaz inteligencia y de que era un profundo y atento conocedor de los hombres. Después supe que era un médico muy apreciado por sus cualidades humanas y profesionales. Martinelli mostraba en aquellos tiempos una edad imprecisa entre los cuarenta y los cincuenta años. Hablaba poco y escuchaba con atención a sus interlocutores, aunque tal vez diera la impresión de que estar ausente y pensando en otras cosas. A menudo masticaba una corta boquilla de color negro en la cual se intuía que, tarde o temprano, habría un cigarrillo. Y así era: sacaba uno, que cortaba con cuidado por la mitad, poniendo una de las dos partes en la boquilla y dejando la otra para fumarla después. Encendía el cigarrillo y afrontaba con satisfecha bonhomía los problemas que se le exponían. Asistí fascinado, como testigo, al diálogo que el alcalde mantuvo con Calisi. En el curso de pocos minutos se decidió la fecha de celebración del II Salón y fue aprobado el programa que Romano había elaborado durante el viaje, aceptando mis improvisadas sugerencias. Decidido el destino del "Salón de los cómics" (5), que pasaría de Bordighera a Lucca, el alcalde nos llevó a admirar las bellezas de "su" Lucca. Advertí que Martinelli adoraba su ciudad y que los lugares que nos llevó a visitar eran las etapas que habían dado lugar a su enamoramiento, probablemente iniciado en los años más jóvenes. Nos confesó que había realizado el hermanamiento internacional con otras ciudades europeas rodeadas de murallas como Lucca y que había puesto las bases para un museo dedicado al perímetro amurallado de la ciudad. Llevado por un entusiasmo siempre calmo pero lleno de fervor, nos dijo que estaba disponible para todas aquellas iniciativas que pudieran promover su ciudad, en aquellos años un poco al margen de los itinerarios turísticos tradicionales. He aquí la razón de por qué había creído tan rápidamente en el Salón, pese a no tener muy claro aún —estoy convencido de ello— qué cosa podían ser los "cómics". En cualquier caso es evidente que aquel día, gracias a él y también a la audacia de Romano —e incluso a la mía propia— se tomó la decisión por la cual se transfirió a la ciudad de Lucca una manifestación que terminaría haciéndose famosísima en el mundo y que serviría de ejemplo a otras iniciativas similares posteriores.

Vista aérea del centro histórico de la ciudad de Lucca


La fecha del 2º Salón Internacional de los cómics se fijó para el 24 y 25 de septiembre de 1966. El "Teatro del Giglio" fue destinado a alojar las mesas redondas y el baluarte "San Regolo" acogió las muestras expositivas. Se propuso un análisis de la historieta italiana de 1930 a 1950 (incluyendo, por tanto, el período "fascista), se abrió un debate sobre la censura y se inició el análisis comparativo entre cómics y cine. Promovido por el diario romano Paese Sera, se anunció un concurso para "un nuevo personaje de tebeo". Se dio amplia cobertura a la historieta brasileña y la revista Comics se convirtió en el órgano oficial de la manifestación. Se inauguró una "muestra-mercado" abierta no sólo a los editores participantes, sino también a los coleccionistas y a los vendedores de material de segunda mano. Aunque en tono menor respecto a la deslumbrante primera edición de Bordighera, la nueva sede de Lucca dio rápidamente la impresión de poder convertirse en la casa ideal para los tebeos o, al menos, para aquel grupo de entusiastas que puso en pie la iniciativa.

En esta ocasión mi papel fue el de principal colaborador de Romano y se me otorgó la pomposa cualificación de vicedirector (naturalmente el director era Calisi).

Fachada del Teatro Comunal del Giglio, sede de las "mesas redondas" en el II Salón de Lucca


El Salón, no obstante, ya estaba definido y había adoptado una funcionalidad específica: jugar un papel de investigación sistemática en el fenómeno historietístico y de evaluación de aquellas obras tebeísticas que por su densidad narrativa, la representación gráfica y la importancia de los contenidos sobresalían por encima de otras. De ello se desprendía que el interés del grupo que daba vida a la iniciativa estaba dirigido, sobre todo, a la investigación historiográfica y al análisis crítico y científico de los cómics, así como a la revalorización de aquellos autores que, por encima de otros, habían demostrado ser los más capacitados para representar o anticipar mejor las costumbres, el lenguaje y las expectativas de la sociedad contemporánea. Una orientación que sería durante muchos años la filosofía del Salón, incluso en las brillantes ediciones pertenecientes a la época del gran reconocimiento internacional.

El 3º Salón de los cómics se desarrolló el 30 de junio y el 1 y 2 de julio de 1967. Tres días —en lugar de los dos de las pasadas ediciones—, de encuentros y de debates para confirmar la intención de hacer cada vez más tangible el evento. Nacen los premios de Lucca: el "Torre Guinigi" (por el nombre de una antigua casa señorial cuyo torreón se elevaba sobre la ciudad). Una iniciativa quizá necesaria, pero seguramente presagio de grandes polémicas. La revista Comics se transforma en un catálogo que tiene el mérito de haber dado a conocer a Guido Buzzelli y de proponer una relectura de las tiras diarias del Mickey Mouse de los años 30. La Mesa Redonda adquiere una estructura menos divagante: de todas sus secciones obtiene un resultado muy válido la historiográfica dedicada al tema de "la guerra en los cómics". El tema de los "tebeos para adultos" es diseccionado con una multitud de documentos, y dará para discutir largamente también en los años siguientes. El Salón rinde homenaje a algunos nombres del tebeo italiano de los años heroicos y David Pascal descubre la nueva oleada del underground americano. El programa del Salón está lleno de iniciativas y el nivel de las intervenciones es extremadamente cualificado.

Guido Buzzelli en una imagen de finales de los años 70


El 4º Salón Internacional de los cómics se desarrolló el 16 y 17 de noviembre de 1968 (un regreso a las ediciones "pobres", llevadas a cabo en sólo dos días) y el fatídico 68 regaló también a la manifestación luquesa la protesta, en esta ocasión llevada adelante por los operadores del sector dirigidos por Pier Carpi. El Corriere dei Piccoli celebra su sexagésimo aniversario y el Salón lo recuerda con gran pompa. El tema central de la edición es el de los mitos y los prejuicios que el cómic impreso trajo consigo. Discuten de ello los congresistas en la Mesa Redonda y el público hace suyo el tema visitando la exposición montada en el baluarte "San Paolino". El espíritu del "mayo" francés da pie a una controversia, quizá no demasiado pertinente, por obra de los autores y los profesionales del sector. El objetivo de la queja es la presencia de los docentes universitarios y de los especialistas que son acusados de ocuparse demasiado de la "cultura" y muy poco de la promoción de las iniciativas editoriales (naturalmente de aquellas que muestran mayor adhesión al mercado). Una pequeña revuelta que, quizá sin pretenderlo, intenta alterar la finalidad institucional de un Salón que, no obstante, quería seguir siendo de la cultura y del análisis crítico. Siguiendo los dictámenes de la moda del tiempo son eliminados los premios y se constituyen asambleas para organizar y sugerir los temas para el futuro Salón. Los coleccionistas se reúnen en cónclave y los entusiastas de Tarzán cantan alabanzas sobre Burne Hogarth y sus inimitables creaciones. El Almanacco Comics 1968, catálogo del evento editado por mí, sitúa en primer plano el nombre olvidado e ignorado de Ub Iwerks co-creador de Mickey Mouse y después responsable, en primera persona, de buen número de films animados. El concurso de "Paese Sera" promociona a Bonvi y a Schiaffino.

El gran Iwerks, reivindicado en Lucca 4. Italia es un país en el que caló con gran fuerza
el personaje de Mickey Mouse (llamado allí Topolino) y es normal que
se promocionara el nombre de quien fue su co-creador


Hogarth en Lucca 7 (1971) (la foto, de Vasco Granja, está tomada del blog de
Joan Navarro y procede de la revista Bang!, nº 7/8, 1972)


La edición del 68 generó una serie de acontecimientos también dentro de la propia organización. Nace Immagine-Centro di Studi Iconografici, una organización cultural privada con el patrocinio de la Universidad de Roma, y a la cual se adhirieron los componentes del grupo histórico que dio vida al Salón y que tiene la función específica de promover el cartooning con una serie de iniciativas y, sobre todo, de organizar el Salón de los Cómics que desde ahora tiene su sede permanente en Lucca. Romano Calisi, fundador de Immagine, asume un prestigioso encargo de la UNESCO y parte para Etiopía. El Salón queda sin director y, me supongo, tras una serie de consultas en las cuales participan también Martinelli y Volpicello soy nombrado director. Una designación que halaga mi vanidad pero que descarga sobre mis espaldas —muy lejos de allí Romano Calisi— una gran responsabilidad. Las dificultades son enormes: después de la cuarta edición, la de las protestas, pocos creen ahora que el Salón tenga un futuro. La financiación por parte del Ayuntamiento —que ha quedado ahora como el único promotor de la manifestación, al margen del papel de patrocinador del Instituto de Pedagogía de la Universidad de Roma— no es segura. Sin embargo, después de un encuentro con el alcalde Martinelli —que me ofrece todo su apoyo— me pongo a trabajar y con la ayuda de los viejos amigos de siempre —entre los cuales están Claudio Bertieri, Ernesto G. Laura y otros voluntariosos que acabarán convirtiéndose en las columnas del Salón, introduzco en los programas todas aquellas modificaciones que el pequeño comité sugiere. Para empezar la fecha: los primeros días de noviembre parecen los más adecuados para aprovechar la superposición de varios días de fiesta (y ese período será el mismo en los años siguientes); una gráfica homogénea para toda la actividad; la asignación de los premios por parte de un jurado internacional; la subdivisión de la actividad cultural en tres secciones (la didáctica, la estrictamente científica y, finalmente, la divulgativa); los programas cinematográficos (estructurados en estrecha sintonía con las diferentes iniciativas); las exposiciones, sobre las cuales se concentrarán esfuerzos también económicos para ofrecer un material impecable, enriquecido por un escenario espectacular y coreográfico; y, finalmente, la demarcación de un área comercial (por el momento ubicada en la entrada del Teatro del Giglio) abierta a la participación de los editores y de los operadores del sector.

Un joven Traini (izquierda) con Ernesto G. Guardia en una edición del Salón de Lucca


El 5º Salón Internacional de los Cómics (denominado sintéticamente Lucca 5) tuvo lugar en 1969, durante los días 1, 2 y 3 de noviembre, y pese a tantas novedades se desarrolló con gran éxito, representando la base de partida para las ediciones que siguieron y fueron asumiendo, año tras año, la configuración de un verdadero y propio festival.

El Salón recuerda la llegada del hombre a la Luna con una espectacular exposición en la que se da un amplio repaso a la anticipaciones o precogniciones sobre el tema realizadas por ilustradores y cartoonist. La reestructuración organizativa ofrece un nuevo impulso a las exposiciones: se dispone la celebración de dos muestras monográficas de autores italianos (una para los del pasado y otra para los actuales), se recuerda a los humoristas, se tejen relaciones cada vez más estrechas con los otros medios de comunicación. El cine, sobre todo, mucho más presente que en ediciones anteriores, desde ese momento estará destinado a jugar, junto con los cómics, un papel que se irá haciendo cada vez más importante. Y las artes figurativas —con una exposición monográfica de Gianpistone: El continente hombre—, desarrolla una función no secundaria que en el futuro ampliará las temáticas del Salón a la ilustración. Claude Moliterni y Pierre Couperie comienzan la serie de sus "montajes sonorizados", un nuevo modo de leer tebeos en la pantalla y hacerlos también espectaculares. Nace el "premio de la crítica" para una obra ensayística y el underground USA conoce ahora su momento mágico.

Traini pasándoselo bomba en otro Salón de Lucca


El 6º Salón Internacional de los Cómics (Lucca 6) siguió las sugerencias de la edición anterior copiando el esquema organizativo que ya había asegurado consensos y buenos resultados. El evento tuvo lugar el 31 de octubre y el 1 y 2 de noviembre de 1970. Siguiendo una convicción personal mía decidí dar un "carácter" a los premios del Salón. Me pareció que para poner en marcha un premio que fuese el "Óscar" de los tebeos no había personaje mejor que el Yellow Kid para prestar su nombre al mismo. Nació así la estatuilla que iba a acompañar durante años tantas decisiones de los jurados —aunque fueran discutidas— y que fue realizada por un intrépido orfebre romano que se inspiró en las planchas dominicales de Outcault. Pero la sexta edición trajo otras novedades: después de los humoristas italianos estaban los cubanos, una escuela que acabará por dejar su impronta en toda el área occidental. El interés hacia los diversos aspectos del cartooning, del cual los cómics son sólo un aspecto, se extiende con amplio espacio de horizonte al cine de animación italiano. Las obras de Bozzetto, Luzzati, Manfredi, Gomas, Bignardi, Zac, Cingoli, Zanotti, Cavandoli, Campani, Massimino-Garnier, Piccardo y otros ponen las premisas para una obligada ampliación del encuentro al cine de stop-motion (6). Algunas experiencias televisivas advierten que un nuevo medio está a punto de entrar en juego: el tema, entonces actual, del cine y la cinta de vídeo es analizado en una sección especial de la Mesa Redonda. Lo "insólito" y la crisis de la familia [son los dos temas principales que] ocupan espacios en los debates y las comunicaciones, pero entretanto fueron adquiriendo relieve los informes de las delegaciones nacionales (doce en concreto) sobre la situación de la producción historietística en cada uno de sus países.

La celebérrima estatuilla-premio de los salones de Lucca: el Yellow Kid


De 1964 a 1970 el Salón había sido organizado en la Secretaría de Romano Calisi, en Via Torino, en los locales ofrecidos por la Facultad. Con las crecientes necesidades que el aumento de la población universitaria imponía la Secretaría del Salón, que estaba compuesta al principio por cuatro lujosísimas estancias, se fue reduciendo a una habitacioncita que, por dimensiones, era casi como el cuarto de las escobas. Sin embargo, en aquel cuchitril se habían organizado dos ediciones fabulosas. Pero en 1971 la actividad relacionada con el Salón se fue haciendo cada vez más compleja y por ello alquilé, a mis expensas, una magnífica oficina —aunque nada lujosa, ciertamente— en Via Flavio Domiciano, en la zona de Via Cristoforo Colombo. Me ayudaron a amueblarla la profesora Tarroni, que me hizo llegar un camión cargado de muebles prestados por la Universidad, y mi mujer Nanda que me regaló, aparte de tantas otras cosas, un magnífico e imponente escritorio (evidentemente propio de un director) que habría sido más adecuado para colocar en el despacho de un notario. Y así, en la nueva sede organizamos el Salón desde 1971 a 1992.


CONTINUARÁ...


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(*) Ilustrando la cabecera de esta entrada una imagen del logo realizado en 1997 por el blogger de Cartoonist Globale. Fue eliminado un poco después de la disolución del ente Max Massimino Garnier, a fin de hacer más hincapié en el componente "juegos" del Salón (la información pinchando aquí).

(1) Digo "en cierto modo" porque como casi todo buen aficionado sabrá, en la década de los noventa del siglo pasado se produjo una importante crisis en el seno del "viejo" Salón. Enseguida hablaremos de todo ello con más detalle.

(2) Puede verse un completo resumen de todo el proceso en el artículo que Rinaldo Traini firmó en noviembre de 2012 para puntualizar una serie de inexactitudes halladas en la versión italiana de la entrada Lucca Comics & Games, publicada en la Wikipedia. Por lo que he podido ver, en las versiones inglesa y española de esta misma voz aún no se han hecho eco de las precisiones realizadas por Traini en el artículo mencionado, pues siguen haciendo al actual festival Lucca Comics & Games continuador de los viejos salones de Bordighera (1965) y de Lucca entre los años 66 y 92.

(2a) Razón por la que me ha resultado imposible obtener los enlaces a los textos correspondientes (que existieron en su momento). En este caso se trataba de una entrevista con Sergio Bonelli donde el gran editor ya fallecido criticaba el modelo de la actual Lucca Comics & Games y un artículo de Benedetto titulado, muy significativamente, I comics si sentono circondati (esto es, Los cómics se sienten rodeados).

(3) En mi traducción, y de modo general (aunque con alguna excepción), he respetado todas las peculiaridades que pueden encontrarse en el documento original: enlaces, letras en negrita, en cursiva, etc. Incluso los links a ciertas páginas de consulta (por ejemplo la Wikipedia) son los de la versión italiana que Traini utiliza y no los correspondientes españoles. No obstante, y por mor de una mayor exhaustividad —además de porque lo considero un complemento perfecto al texto de Traini, he añadido al éste algunos enlaces que remiten a los datos completos de cada uno de los salones de Lucca, información utilísima que encontramos en la página web de la Sociedad Immagine.

(4) Añado aquí una nota —que tampoco aparece en el texto original de Traini— para remitir a un vídeo de Youtube donde se recoge el homenaje que en el Albissola Comics de este año 2013 dedicaron a Romano Calisi. Está en italiano, pero no es difícil de seguir.

(5) En el original italiano Traini escribió, con toda intencionalidad, "Salone dei comici", que deberíamos traducir como "Salón de los cómicos". Parece evidente que se trata de un guiño, en tono de burla, a los modestos orígenes del Festival de Lucca, en un momento en que la historieta no gozaba del aprecio que tiene actualmente.

(6) En el italiano original «cinema passo-uno», que hace referencia al cine de animación fotograma a fotograma (o frame to frame).

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