lunes, 14 de mayo de 2012

NECROLÓGICAS: TONY DE ZÚÑIGA (1941-2012) Y RAFAEL MUNOA (1930-2012)




EL mundo de la historieta vuelve a estar de luto, pues el pasado jueves falleció el legendario Tony De Zúñiga, magnífico entintador de extraordinarios dibujantes, y estupendo artista él mismo. Tenía 70 años y sabíamos desde hace días que se hallaba muy grave, como consecuencia de un infarto cerebral sufrido el pasado mes de abril, por el que había sido ingresado en un hospital. Su familia, además, estaba teniendo numerosas dificultades para poder mantener un tratamiento que, al parecer, rondaba los 1.500 dólares diarios y que en el sistema sanitario norteamericano (de carácter eminentemente privado) deben pagar los particulares. Aunque familiares y algunos amigos del artista promovieron diferentes iniciativas para ayudar a De Zúñiga —se pusieron a la venta sus originales y dibujantes como Neal Adams han intentado recaudar fondos—, sin embargo, las numerosas complicaciones que han ido surgiendo, derivadas de su accidente cerebrovascular (infección y posterior neumonía), han terminado por acabar con su vida.

El artista con un boceto de su personaje Jonah Hex


De Zúñiga —también conocido como Adz y De Zuniga— ocupa un lugar privilegiado en la ilustre nómina de artistas filipinos que, a través de sus colaboraciones en Marvel y DC, contribuyeron al desarrollo del comic book norteamericano, y entre los cuales también deberíamos citar a Alfredo Alcalá, Néstor Redondo, Alex Niño, Ernesto "Ernie" Chan o Gerry Talao. Aunque fue conocido, sobre todo, por haber entintado los lápices de John Buscema en algunas de las realizaciones más importantes del creador neoyorquino —recordemos, sobre todo, el trabajo conjunto de ambos autores en Conan (concretamente en The Savage Sword of Conan), en la importante etapa de Thor que abarca los números 248-271 y en los soberbios seis primeros episodios de Doc Savage, sin embargo, es necesario recordar que De Zúñiga también fue co-creador de personajes realizados para DC Comics, como Jonah Hex (junto a John Albano) y Black Orchid (con Sheldon Mayer).

Dos imágenes del cínico, arisco y siniestro pistolero Jonah Hex, en sendos soberbios dibujos de De Zúñiga


Nuestro hombre inició su carrera en los años 50 del siglo pasado, colaborando en diferentes medios de su Filipinas natal, pero a finales de la década de los 60 terminó marchando a EE. UU y se instaló en Nueva York, en donde ya había estado a principios de dicha década para estudiar y perfeccionar su técnica. Por encargo de Joe Orlando —mítica figura de los comic books durante casi cuarenta años— comenzó a colaborar con DC, donde llegaría a realizar numerosos trabajos en diversas series de la casa, como Girl's Love Stories (su primera labor como entintador), House of Mistery (la primera como dibujante), All-Star Western, Weird War Tales, Secrets of Haunted House, House of Secrets, Batman, Saga of the Swamp Thing, Ghosts, Detective Comics, Arak, Son of Thunder, etc.

Con historias similares a ésta (dibujada por Ric Estrada)
es como De Zúñiga comenzó su carrera de entintador en DC


Por cierto, en este punto conviene recordar que Orlando fue, junto a Carmine Infantino, el principal responsable del "desembarco" filipino en EE. UU, que tanta trascendencia artística iba a tener en el futuro. A raíz del mismo habría de constituirse una escuela de artistas de dicha procedencia (conocida con el nombre de The Tribe), cuyos integrantes dejaron profunda huella en el modo de conceptualizar y representar en los comic books todo el rico y variado universo de la fantasía heroica. Ahora bien, si tuviéramos que destacar alguno de los títulos realizados por De Zúñiga en DC, merced a su importancia artística, esos serían los ya mencionados de Jonah Hex y Black Orchid, pues le abrieron el camino como dibujante creador de sus propias historias.

El joven Orlando en los años 50 y el anciano Infantino en octubre de 2010 (afortunadamente aún sigue con nosotros)


En cuanto a su colaboración con Marvel, podemos decir que también fue igualmente fecunda y temprana. Se inició en 1974 y la gran cantidad de trabajos realizados para muchas series de la "Casa de las Ideas" atestiguan la profesionalidad y valía de De Zúñiga, que demostró ser un todoterreno: numerosas páginas como entintador o dibujante en títulos como Doc Savage, Doctor Strange, Dracula Lives, Strange Tales, X-Men, Spiderman, Iron Man, Thor, la famosa colaboración que realizó junto a Val Mayerik entintando su adaptación de El perro de los Baskerville, publicada en la revista Marvel Preview número 6, dedicada a Sherlock Holmes...

Una plancha del primer número de Doc Savage: "Big" Buscema a los lápices;
nuestro filipino a la tinta y como resultado... ¡una auténtica maravilla!




Sherlock Holmes, en la particular y poderosa interpretación de De Zúñiga
(bien distinta a la más sofisticada y elegante que realizó Mayerik)


Pero fue, sobre todo, su colaboración con John Buscema —a la que ya me he referido antes—, por lo que sería más recordado nuestro autor. Especialmente memorable fue el trabajo conjunto realizado en The Savage Sword of Conan, donde De Zúñiga entintó algunas de las aventuras más atractivas y conocidas del personaje: la saga del Río Negro (números 26-28), la de El Cuchillo Llameante (# 31-32), El Camino de las Águilas (# 38), Legiones de la Muerte (# 39), la aventura de Conan el Bucanero (## 42-46), la de Conan el Libertador (## 49-52), o la de La Espada de Skelos (# 56), etc. Según podemos ver en Comic Book Data Base, la tarea de De Zúñiga como entintador se extendió en esta época gloriosa del personaje de manera prácticamente ininterrumpida entre los números 38 a 63, lo que demuestra el aprecio que los pencillers sentían por él y cómo valoraban dicho cometido.

Un ejemplo extraordinario del maravilloso, delicado y a la vez enérgico trabajo
realizado por Buscema y De Zúñiga en las sagas de Conan


En opinión de Manuel Barrero, auténtico experto en la obra de Robert E. Howard, el trabajo del filipino para The Savage Sword of Conan contribuyó a afianzar la iconografía relacionada con el bárbaro protagonista, al imponer en su entintado «un estilo frío, amante de la trama, pero que en vez de perjudicar la imagen del personaje le benefició, al dotarle de unos labios apretados y una mirada acerada, una frialdad acorde con la edad madura que se supone tiene el personaje en esas aventuras». Recordar, por último, que De Zúñiga también dibujó varios capítulos para esta misma revista, como por ejemplo Demons of the Summit (# 3) y que colaboró activamente en otras series protagonizadas por el guerrero cimmerio (por ejemplo en Conan the Barbarian, así como en el número 47 de Conan the King), y por otros personajes del universo howardiano, como Kull (The Vall of Shadows), o Red Sonja.

La impresionante visión de Conan the Barbarian, según De Zúñiga.
Una concepción muy poderosa y "buscemiana" (como no podía ser de otra forma)


El estilo de De Zúñiga como dibujante se caracteriza por el dibujo realista, muy académico, voluptuoso y barroco, anclado en la mejor línea de la ilustración clásica. El entintado era nervioso y algo irregular —aunque este tipo de característica fue cambiando con el tiempo, según evolucionaba el artista—, pero siempre magnífico y muy suelto, presentando una considerable abundancia de tramas aplicadas de manera muy particular y densa. No tanto como en el caso de su compatriota Alex Niño —que en muchos de sus obras recuerda la labor de filigrana o taracea realizada por ilustradores como Franklin Booth—, pero sí de manera muy característica. De Zúñiga siempre gustó de emplear texturas en sus dibujos, por lo que no es infrecuente encontrar muestras de aplicación de grises por medio de tejidos, de esgrafiados, uso del pincel seco, empleo de témpera blanca, etc. Al enumerar todas estas cualidades estoy pensando, lógicamente, en sus trabajos más personales y completos —es decir, allí donde asumió los lápices y el entintado—, pues en aquellos donde se encargó sólo de pasar a tinta los dibujos de otros artistas, estaba obligado a respetar la personalidad del dibujante de cada ocasión. Aunque ello no impidió nunca que transmitiera su personalidad artística también en este ámbito.

 Un ejemplo de los diferentes recursos expresivos empleados por el artista
(Weird War Tales, #13, pág. 30, viñeta 4)


Pero nada mejor que comprobar in situ, por medio de sus trabajos, el inconmensurable arte de Tony De Zúñiga. Les dejo, como siempre, con una galería de imágenes que considero muy generosa y lo suficientemente representativa de la labor que llevó a cabo este gran artista filipino ahora fallecido. Que la disfruten.


1) JONAH HAX (lápices y tinta Tony De Zúñiga)








2) ARAK, SON OF THUNDER (lápices y tinta Tony De Zúñiga)












3) CONAN THE BARBARIAN

Lápices y tinta Tony De Zúñiga

 
Lápices y tinta Tony De Zúñiga


Lápices y tinta Tony De Zúñiga


Lápiz Tony De Zúñiga


Lápices John Buscema / Tinta Tony De Zúñiga


Lápices John Buscema / Tinta Tony De Zúñiga


Lápices John Buscema / Tinta Tony De Zúñiga


Lápices John Buscema / Tinta Tony De Zúñiga


Lápices Sal Buscema / Tinta Tony De Zúñiga


Lápices Ernie Chan / Tinta Tony De Zúñiga



4) RED SONJA

Lápiz y tinta Tony De Zúñiga
 

Lápiz Tony De Zúñiga


Lápiz Tony De Zúñiga


Lápiz Tony De Zúñiga

Lápices John Buscema / Tinta Tony De Zúñiga


Lápices John Buscema / Tinta Tony De Zúñiga



5) KULL, THE VALL OF SHADOW (Lápices y tinta Tony De Zúñiga)





6) TARZAN OF THE APES (lápices y color Tony De Zúñiga)






7) VARIOS (arte Tony De Zúñiga)
























Sit tibi terra leuis






CREO que también es muy oportuno aprovechar esta misma entrada-necrológica para dedicar unas pocas palabras a otro artista —en esta ocasión español— que también falleció el pasado jueves. Me refiero al dibujante, pintor, humorista gráfico, anticuario y joyero Rafael Munoa Roiz, donostiarra de pro y liberal de pensamiento, que siempre mantuvo una actitud crítica e independiente frente a la violencia terrorista y el nacionalismo que la sostiene (con la dificultad que eso conlleva viviendo en el ojo del huracán que son las tierras vascongadas y, más concretamente, en la parte vieja de San Sebastián, que es donde está su conocida, histórica y prestigiosa joyería).

Munoa en su estudio


Nacido en la ciudad del Urumea en 1930, nuestro hombre siempre formó parte de su vida cultural y cívica. En una jugosa entrevista concedida al diario El País en enero de 2005, un poco antes de recibir la "Medalla al Mérito Ciudadano" de su ciudad natal, recordaba Munoa que pasó diez años de formación en Madrid, durante los cuales mantuvo un estrecho contacto con la Institución Libre de Enseñanza y algunos de sus alumnos más insignes, como Luis Buñuel, de quien fue amigo: «Viví un tiempo en un pequeño piso que me alquiló Buñuel en la calle Espoz y Mina, donde tenía una biblioteca espectacular y joyas artísticas de Picasso y Miró». Se consideraba discípulo de los pintores Rafael Zabaleta y Carlos Pascual de Lara, este último miembro clave de la "Segunda Escuela de Vallecas" y artista que, a pesar de haber muerto demasiado joven (con sólo 36 años), tuvo una gran trascendencia en el proceso renovador que se produjo en la ilustración española, a través de la prensa y de revistas literarias y artísticas durante los años posteriores a la Guerra Civil.

Dos cuadros de Carlos Lara, en los que se aprecia su fuerte base dibujística,
así como la preocupación y la preferencia por lo humano y lo costumbrista


Munoa participó activamente en la aventura artística, literaria y periodística de la revista La Codorniz que, no por casualidad, Miguel Mihura decidió poner en marcha en la ciudad de San Sebastián. Y es que, como recordaba nuestro homenajeado en la entrevista citada, la causa de tal decisión hay que buscarla en el hecho de que «aquí había mucha industria de impresión y gente vinculada al mundo de las publicaciones». Entró a colaborar en sus páginas en 1950, ya en la época en que Álvaro de Laiglesia se había afianzado como director del semanario, y lo hizo acompañado por una cantera de compañeros tan prestigiosos como Máximo, Cebrián, Serafín, Kalíkrates, Dátile, Pablo, Mena, Eduardo o Madrigal. Digamos, por tanto, que Munoa formó parte de la "segunda oleada" de dibujantes, que siguieron a la de quienes estaban con Mihura y con de Laiglesia en los primeros años (Nácher, Goñi, Mingote, Gila, Tilu, Chumy Chúmez...), trabajando para sus páginas durante 25 años, en los cuales entabló estrecha amistad con muchos de esos colaboradores. Recordando aquellos viejos tiempos Munoa había dicho hace poco: «Me voy quedando yo solo de todos quienes estuvimos en aquellos primeros años de La Codorniz [...]. Murieron Azcona, Chumy Chumez, Mingote... Mi mundo está desapareciendo. Soy el último de una generación. Cada vez entiendo menos la sociedad que me rodea».



Durante toda su vida profesional Munoa cultivó el dibujo y la pintura con notable éxito, trabajando como humorista gráfico y como ilustrador de libros indistintamente. Por dicha actividad fue premiado en numerosas ocasiones: en 1959 con el "Premio Nacional de Ilustración (Lazarillo)" del Instituto Nacional del Libro, por el libro Exploradores de África; en 1964 con el "Premio Nacional de Dibujante de Prensa Infantil" del Ministerio de Información y Turismo. Asimismo, fue fue finalista del Torchio d'Oro de Bolonia por su trabajo de ilustración en el Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez. En 1967 recibió el "I Premio" en el I Salón Nacional de Humoristas de Madrid y en 1971 el "VI Premio" al dibujo de humor en la "Feria del Hombre" organizada en la ciudad canadiense de Montréal.

Libros de Aguilar ilustrados por Munoa en 1958 y 1960, respectivamente


Ilustración interior perteneciente al libro Exploraciones del Amazonas, cuya portada puede verse arriba


Tras la desaparición de La Codorniz (en 1978) Munoa ya no volvería a practicar el periodismo gráfico, aunque no iba a abandonar la ilustración y la pintura. La razón para ello la dio él mismo artista, acudiendo a un argumento de puro estoicismo (no exento de humor): «Las revistas han cambiado totalmente en expresión y comunicación. Yo no me quiero disfrazar de joven y ahora apuro y saboreo lo que me interesa». Y, efectivamente, cada vez fue alejándose más del dibujo para concentrarse en el estudio y diseño de joyería, donde también culminó importantes objetivos. Así, por ejemplo, en 1984 publicó en colaboración con los también anticuarios y joyeros Jorge Tabasco y Alejandro Fernández la monumental Enciclopedia de la plata española y virreinal americana, una obra referencial que, como se dijo en un artículo de la época: «pretende llenar el vacío documental existente y que surge del despertar de un movimiento que reivindica el valor artístico de la orfebrería española». Y es que, como declaró el propio Munoa en aquella ocasión: «Hemos intentado demostrar [...] que la orfebrería no es un arte industrial, un arte menor, sino la expresión de una sensibilidad, de una técnica, y de una creatividad propia que hizo célebre en todo el mundo a los orfebres españoles». Y lo consiguieron (¡vaya que sí!), pues la obra se ha convertido en un referente de la materia para interesados, aficionados y estudiosos.



Su evidente eclecticismo —en los años 50 del pasado siglo realizó, junto a José Luis Usabiaga, un gran Belén monumental que se viene montando en la Plaza de Guipúzcoa desde el año 1990— y el trabajo realizado en actividades eruditas al margen de las propiamente artísticas, llevaron a Munoa a formar parte de diferentes asociaciones culturales y académicas, como la Sociedad Bascongada de Amigos del País, la Hispanic Society of America y la Real Academia de la Historia, de la que fue Académico Correspondiente por la provincia de Guipúzcoa desde 1988.



Por lo que más nos interesa aquí Munoa es, lógicamente, por su actividad como dibujante e ilustrador. No conozco demasiado bien su producción artística, pero por las pocas imágenes que recuerdo haber visto en diferentes ocasiones y por las que he encontrado para redactar esta entrada, puede afirmarse que su estilo es tan ecléctico como lo fue su propia personalidad. En los trabajos como ilustrador practicó un dibujo de suave humor y aire poético, ensoñador, nostálgico y amable. Un producto bastante naïf que, sin embargo, parece metamorfosearse cuando echamos una ojeada a algunas de sus obras como humorista gráfico: aquí el trazo se hace tosco, áspero feísta y es más dramático, como corresponde a los mensajes (generalmente críticos) que el autor quiere expresar. Pero, en general, y como bien se ha destacado en el Diccionario de humoristas contemporáneos que elabora la revista digital La Ciberniz —digna heredera virtual del semanario fundado por Mihura—, los trabajos de Munoa como humorista gráfico «presentaban criaturas delicadas (angelitos, tiernos enamorados y jóvenes estilizadas) a través de las cuales realizaba una amable crítica a la era del pop y el progresismo».



También muy significativa es la opinión que, sobre su obra dibujística, ha vertido en un magnífico artículo publicado ayer en el diario El Mundo Felipe Hernández Cava (uno de los mayores conocedores del humorismo gráfico español y comisario de la soberbia exposición dedicada a La Codorniz, que acaba de clausurarse en la ciudad de Madrid): «yo quiero recordarle como uno de los mejores dibujantes de La Codorniz durante 51 años, aquella revista de Álvaro de Laiglesia que él sembró de inocencia, con sus conciliábulos entre pequeños demonios y angelitos, y de erotismo, merced a esas chicas estilizadas, más francesas que españolas, y casi etéreas, que se dejaban escudriñar por el profundo pueblo del que formábamos parte».



En cuanto a la obra pictórica de Munoa, apenas si la conozco directamente, aunque me gustaría destacar que ha sido reconocida en todo el mundo con numerosos premios y galardones, así como objeto de recuerdo en homenajes artísticos y hasta escolares (según puede verse en la siguiente imagen).

Anuncio publicado en El Diario Vasco del 28-04-2010, dando la lista de ganadores
de un concurso de pintura organizado en homenaje a Munoa


Boulevard Concert (1978)


En fin, Serafín. Y esto es todo lo que puedo decirles de Munoa. Para concluir con este pequeño homenaje, podríamos citar las palabras que Mitxel Ezquiaga escribió en la sentida semblanza que hizo de nuestro hombre el pasado viernes en el Diario Vasco. Recordaba allí que en la amplísima obra de Munoa «se mezclan el humor en el dibujo, la glosa literaria en sus numerosas ilustraciones de libros, su colaboración en la prensa, la cerámica, los estampados en tela, la pintura ornamental o el diseño de joyería». Todo ello una muestra palpable de su ecléctica personalidad. En cuanto a nuestro hombre podemos recordar lo que dijo sobre el dibujo (que tanto amó y practicó): «Lo bueno de llegar a viejo es que uno pierde la vergüenza. Me da igual que me llamen cursi. Y lo bueno de dibujar es que puedes llevar a un papel concreto tus obsesiones mentales». Dicho queda.

Sit tibi terra leuis.



8 comentarios :

  1. D.E.P. ambos.

    Impacientes Saludos.

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  2. D. Alberich, el Negro:

    Muchísimas gracias por estas dos semblanzas. Muchísimas gracias.

    Le sigo con atención.

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  3. Gracias por la mención. Siempre he admirado el trabajo de De Zúñiga en Doc Savage y, claro, en Conan. Me gustaría aportar que precisamente su primera aportación a The Savage Sword of Conan es, como usted relata, en el número 3 de la revista con la historia Demons of the Summit. En este caso tanto el lápiz como las tintas corrían a cargo del filipino y, curiosamente, la reacción tan negativa de los lectores de la época llevó a que tardase bastante en volver a firmar otro trabajo en Conan, haciendo que Alfredo Alcalá se prolongase como entintador principal hasta el número 24. De Zúñiga se integró, sin embargo, en el colectivo La Tribu y ahí, aun sin quedar de manera explícita su nombre, es su trazo el que predomina. Durante una temporada Alcalá y De Zúñiga se alternarían (a veces incluso dentro de la misma historia) hasta que a partir del número 38 comenzaría su dominio casi exclusivo como entintador de Conan hasta la marcha de Roy Thomas de la serie.

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    1. No hay de qué, Fran.

      Gracias a ti por recordar la anécdota del fracaso primero de De Zúñiga con SSC #3. Significativa por lo que tuvo de trascendente para la posterior evolución gráfica de la serie.

      Y no me llames de "usted", hombre, que me siento más viejo de lo que soy...

      Un abrazo.

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  4. Don Alberich, qué gran regalo para los ojos: Los ojos húmedos con tanto genio que se desvanece (como los grandes guerreros de la tinta china...)

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    1. Encantado de que mis entradas despierten esas sensaciones (a pesar de tratar un tema tan luctuoso).

      Saludos y gracias por el comentario.

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